milagro

«La conquista árabe que se desencadena a la vez sobre Europa y Asia no tiene precedentes; no se puede comparar la rapidez de sus éxitos sino con aquellas con que se constituyeron los imperios mongoles de un Atila o, más tarde, de un Gengis Khan o un Tamerlán. Pero es que además, mientras éstos fueron efímeros, la conquista del Islam fue duradera. Esta religión tiene, todavía hoy, sus fieles casi por todos los lugares donde se impuso bajo los primeros califas. Es un verdadero MILAGRO su difusión fulminante, comparada con la lenta progresión del Cristianismo» (NA: H. Pirenne, Mahoma y Carlomagno). 395 UTR: VII

El hecho de que la perspectiva islámica no considera más que la Revelación como tal y no sus modos posibles, explica por qué esta perspectiva no atribuye a los MILAGROs de Cristo la importancia que le atribuye el Cristianismo: en efecto, todos los «Enviados», incluido Mahoma, han hecho MILAGROs (NA: mu’jizât) (NA: La mayoría de los arabistas, si no todos, deducen falsamente de diversos pasajes coránicos que el Profeta no hizo ningún MILAGRO, lo que está en contradicción no solamente con lo que dicen los comentaristas tradicionales del Corán, sino también con la Sunnah, que constituye el pilar de la ortodoxia islámica. 411 UTR: VII

Por lo que respecta al carácter «avatárico» del Profeta, se deduce, abstracción hecha de los criterios infalibles pertenecientes a un orden más profundo, de los signos que, según la Sunnah, precedieron y acompañaron su nacimiento, y que son análogos a los que las tradiciones respectivas atribuyen al de Cristo y al de Buda.); la diferencia a este respecto entre Cristo y los demás «Enviados» consiste en el hecho de que únicamente en Cristo el MILAGRO reviste una importancia central y es operado por Dios «en» el soporte humano, y no solamente «mediante» este soporte. El papel del MILAGRO en Cristo y en el Cristianismo se explica por el carácter particular que constituye la razón de ser de esta forma de Revelación, y que nosotros explicaremos en el capítulo siguiente; por lo que respecta al punto de vista islámico, no son los MILAGROs los que importan ante todo, sino el carácter divino de la misión del Enviado, cualquiera que sea por otra parte el grado de importancia que tenga el MILAGRO en esta misión. Se podría decir que la particularidad del Cristianismo consiste en el hecho de que se funda en primer lugar sobre el MILAGRO, que se perpetúa en la Eucaristía, mientras que el Islam se funda ante todo sobre la Idea, soportada por medios humanos, pero con la ayuda divina, y perpetuada en la Revelación coránica de la cual la plegaria ritual constituye de algún modo la actualización sin cesar renovada. 413 UTR: VII

En este orden de ideas, citemos estas reflexiones de un teólogo ortodoxo: «El dogma que expresa una verdad revelada, que se nos presenta como un misterio insondable, debe ser vivido por nosotros en un proceso en el curso del cual, en lugar de asimilar el misterio a nuestro modo de entendimiento, será preciso, por el contrario, que nos empeñemos en un cambio profundo, en una transformación interior de nuestro espíritu, para hacernos aptos para la experiencia mística» (NA: Vladimir Losky, Essai sur la théologie mystique de l’Eglise d’Orient).). Cuando por la Gracia la Fe sea completa, se disolverá en el Amor, que es Dios; es por esto por lo que, desde el punto de vista teológico, los Bienaventurados del Cielo no tienen ya Fe, puesto que ellos ven ya a su objeto: Dios, que es Amor o Beatitud. Añadamos que, desde el punto de vista iniciático, esta visión puede, e inclusive debe, obtenerse desde esta vida, como por otra parte lo enseña la tradición hesiquiasta. Pero hay otro aspecto de la Fe que conviene mencionar aquí. Nos referimos a la conexión entre la Fe y el MILAGRO, de la que queremos hablar; conexión que explica la importancia capital que el último tiene no sólo en Cristo, sino inclusive en el Cristianismo como tal; contrariamente a lo que ocurre en el Islam, el MILAGRO juega en el Cristianismo un papel central y cuasi orgánico, y esto no deja de estar relacionado con el carácter de bhakti propio de la vía cristiana. El MILAGRO, en efecto, sería inexplicable sin el papel que representa en la Fe; no teniendo ningún valor persuasivo en sí mismo, porque, de tenerlo, los MILAGROs satánicos constituirían un criterio de verdad, tiene un valor extremo, por el contrario, en conexión con todos los demás factores que intervienen en la Revelación crística; en otros términos, si los MILAGROs de Cristo, de los Apóstoles y de los santos son preciosos y venerables, es únicamente porque ellos se añaden a otros criterios que permiten a priori atribuir a estos MILAGROs el valor de «signos» divinos. La función esencial y primordial del MILAGRO es la de poner en marcha sea la gracia de la Fe – lo que presupone, en el hombre tocado por esta gracia, una predisposición natural a admitir lo sobrenatural, sea o no consciente esta predisposición -, sea el perfeccionamiento de una Fe ya adquirida. Para precisar todavía mejor el papel del MILAGRO, no solamente en el Cristianismo, sino en todas las formas religiosas – porque no existe ninguna que ignore los hechos MILAGROsos -, diremos que el MILAGRO, abstracción hecha de su cualidad simbólica que lo emparenta con el objeto mismo de la Fe, es propio para suscitar una intuición que será, en el alma del creyente, un elemento de certidumbre. En fin, si el MILAGRO desencadena la Fe, ésta puede a su vez dar lugar al MILAGRO, que será así una confirmación de esa «Fe que mueve las montañas». Esta relación recíproca muestra también que estos dos elementos están cosmológicamente ligados y que su conexión no tiene nada de arbitraria, al establecer el MILAGRO un contacto inmediato entre la Omnipotencia divina y el mundo, y al establecer la Fe, a su vez, un contacto análogo, aunque pasivo, entre el microcosmos y Dios; el simple raciocinio, es decir, la operación discursiva de lo mental está tan alejada de la Fe como lo están las leyes naturales del MILAGRO, mientras que el conocimiento intelectual verá lo MILAGROso en lo natural y viceversa. 461 UTR: VIII

El hombre como tal, es decir, considerado no como un ser caído y que necesita un MILAGRO salvador, sino en cuanto es una criatura deiforme dotada de una inteligencia capaz de concebir el Absoluto y de una voluntad capaz de escoger lo que conduce a Él. 548 FSCI 1

Si el Islam quisiera enseñar exclusivamente que no hay más que un Dios, y no dos o varios dioses, no tendría ninguna fuerza de persuasión. El ardor persuasivo que posee de hecho proviene de que enseña en el fondo la realidad del Absoluto y la dependencia de todas las cosas con respecto al Absoluto. El Islam es la religión del Absoluto, como el Cristianismo es la religión del amor y el MILAGRO; pe el amor y el MILAGRO pertenecen también al Absoluto, no expresan otra cosa que una actitud que Él toma con respecto a nosotros. 573 FSCI 1

La actitud reservada del Islam, no ante el MILAGRO, sino ante el apriorismo judeo-cristiano -y sobre todo cristiano- del MILAGRO, se explica por el predominio del polo «inteligencia» sobre el polo «existencia»: el Islam entiende fundarse sobre la evidencia espiritual, el sentimiento de Absoluto, en conformidad con la propia naturaleza del hombre, la cual es considerada aquí como una inteligencia teomorfa y no como una voluntad que no espera sino a ser seducida en el buen o mal sentido, es decir, por MILAGROs o por tentaciones. Si el Islam, que ha sido la última en llegar de la serie de las grandes Revelaciones, no se funda en el MILAGRO -aunque admitiéndolo necesariamente, so pena de no ser una religión-, es también porque el anticristo «seducirá a muchos por sus prodigios» (11); ahora bien, la certeza espiritual, que está en los antípodas del «trastocamiento» que produce el MILAGRO -y que el Islam ofrece bajo la forma de una lancinante fe unitaria, de un sentido agudo del Absoluto-, es un elemento inaccesible al demonio; éste puede imitar un MILAGRO, pero no una evidencia intelectual, puede imitar un fenómeno, pero no al Espíritu Santo, excepto en el caso de los que quieren ser engañados y no poseen de todos modos ni el sentido de la verdad ni el de lo sagrado. 581 FSCI 1

Un punto que quisiéramos tocar aquí es la cuestión de la moral musulmana. Si se quieren comprender ciertas apariencias de contradicción en esta moral hay que tener en cuenta lo siguiente: el Islam distingue entre el hombre como tal y el hombre colectivo, el cual se presenta como un ser nuevo y está sometido, en cierta medida pero no más allá, a la ley de la selección natural. Esto es decir que el Islam pone cada cosa en su lugar y la trata de acuerdo con su naturaleza propia; considera lo humano colectivo, no a través de la perspectiva deformadora de un idealismo místico de hecho inaplicable, sino teniendo en cuenta las leyes que rigen cada orden y que, dentro de los límites de cada uno, son queridas por Allâh. El Islam es la perspectiva de la certidumbre y de la naturaleza de las cosas más bien que del MILAGRO y la improvisación idealista; hacemos esta observación, no con la segunda intención de criticar indirectamente al Cristianismo, el cual es lo que debe ser, sino para hacer resaltar mejor la intención y lo bien fundado de la perspectiva islámica. (18) 602 FSCI 1

Pero el carácter sobrenatural de este Libro no reside solamente en su contenido doctrinal, su verdad psicológica y mística y su magia transformadora; aparece también en su eficacia más exterior, en el MILAGRO de su expansión. Los efectos del Corán, en el espacio y el tiempo, no guardan relación con la impresión literaria que puede dar al lector profano la forma literal escrita. Como toda Escritura sagrada, el Corán es, también, a priori un libro «cerrado», aunque esté «abierto» desde otro punto de vista, el de las verdades elementales de salvación. 777 FSCI 2

En primer lugar, la «Palabra» es el Ser en cuanto Acto eterno del Sobre-Ser, de la Esencia divina (16), cuanto conjunto de las posibilidades de manifestación, el Ser es el «Libro». Después, en el plano del Ser mismo, la Palabra -o el Cálamo, según otra imagen- (17) es el Acto creador, mientras que el Libro es la Substancia creadora (18); hay en esto una relación con la Natura naturans y la Natura naturata, en el sentido más elevado que pueden tomar estos conceptos. Por último, en el plano de la Existencia -de la Manifestación, si se quiere- la Palabra es el «Espíritu divino», el Intelecto central y universal que efectúa y perpetúa, «por delegación» en cierto modo, el MILAGRO de la creación; el Libro es entonces el conjunto de las posibilidades «cristalizadas», el mundo innumerable de las criaturas. La «Palabra» es, pues, el aspecto de simplicidad «dinámica» o de «acto» simple; el «Libro» es el aspecto de complejidad «estática» o de «Ser» diferenciado (19). 787 FSCI 2

Hubo al principio de la carrera del Profeta oscuridades dolorosas e incertidumbres; con ello se trata de mostrar que la misión muhammadiana era obra, no del genio humano de Muhammad -genio cuya existencia él mismo nunca sospechó-, sino esencialmente de la elección divina; de modo análogo, las aparentes imperfecciones de los grandes Mensajeros tienen siempre un sentido positivo. (8) La ausencia total, en Muhammad, de cualquier ambición nos lleva por lo demás a abrir aquí un paréntesis: siempre nos sorprendemos cuando algunos, seguros de su pureza de intención, de sus talentos y de su poder combativo, se imaginan que Allâh debe servirse de ellos y esperan con impaciencia, y hasta con decepción y desconcierto, el toque de llamada celestial o el MILAGRO; lo que olvidan -y esto es extraño por parte de defensores de lo espiritual- es que Allâh no tiene necesidad de nadie y que no le hacen falta para nada sus dones naturales y sus pasiones. El Cielo no utiliza talentos más que a condición de que primero hayan sido rotos para Allâh o de que el hombre no haya sido nunca consciente de ellos; un instrumento directo (9) de Allâh siempre es sacado de las cenizas. 1138 FSCI 3

En terminología vedántica, la enunciación fundamental del Cristianismo es: «Atmâ se ha hecho Mâyâ a fin de que Mâyâ se haga Atmâ»; la del Islam será que «no hay âtma salvo el único Atmâ» y, para el Muhamadun Rasûlu-Llâh: «Mâyâ es la manifestación de Atmâ». En la formulación cristiana subsiste un equívoco en el sentido de que Atmâ y Mâyâ están yuxtapuestos; se podría entender que la segunda existe con pleno derecho junto al primero, que posee una realidad idéntica a éste; el Islam responde a su manera a este posible malentendido. 0 también: todas las teologías -o teosofías- se dejan reducir grosso modo a estos dos tipos: Dios-Ser y Dios-Consciencia, o Dios-Objeto y Dios-Sujeto, o también: Dios objetivo, «absolutamente otro», y Dios subjetivo, a la vez inmanente y trascendente. El Judaísmo y el Cristianismo pertenecen a la primera categoría; el Islam también, en cuanto religión, pero al mismo tiempo es como la expresión religiosa y «objetivista» del Dios-Sujeto, y es por esto por lo que se impone, no por el fenómeno o el MILAGRO, sino por la evidencia, siendo el contenido o el «motor» de ésta la «unidad», y así la absolutidad; es por esto también por lo que hay cierta relación entre el Islam y la gnosis o el «reino del Espíritu». Por lo que se refiere a la significación universal de «Atmâ se ha hecho Mâyâ a fin de que Mâyâ se haga Atmâ», se trata aquí del descendimiento de lo Divino, del Avatâra, del Libro sagrado, del Símbolo, del Sacramento, de la Gracia bajo todas las formas tangibles y por consiguiente también de la Doctrina o del Nombre de Allâh, lo que nos conduce de nuevo al Muhammadun Rasûlu-Llâh. El acento se pone, ya en el continente divino como en el Cristianismo -pero entonces este continente tiene forzosamente también un aspecto de contenido, (79) y, así, de «verdad» -ya en el contenido «verdad» como en el Islam y a fortiori en las gnosis- y entonces este contenido se presenta forzosamente bajo el aspecto formal de continente, y, así, de «fenómeno divino» o de símbolo. (80) El continente es el «Verbo hecho carne», y el contenido es la absolutidad de la Realidad o del Sí, expresada, en el Cristianismo, por la exhortación a amar a Dios con todo nuestro ser y a amar al prójimo como a nosotros mismos, pues «todo es Atmâ». (81) 1596 FSCI 6

Por otro lado, si lo que en sí es Evidencia in divinis se vuelve Fenómeno sagrado en un orden determinado -en el orden humano e histórico en este caso- es ante todo porque el receptáculo previsto es una colectividad, es decir, un sujeto múltiple que se diferencia por los individuos y que se extiende a través de la duración y más allá de las individualidades efímeras; la divergencia de los puntos de vista no se produce sino a partir del momento en que el fenómeno sagrado se separa, en la conciencia de los hombres, de la verdad eterna que él manifiesta -y que ya no se «percibe»- y en que, por este hecho, la certidumbre se convierte en «creencia» y no se vale más que del fenómeno, del signo divino objetivo, del MILAGRO externo, o -lo que viene a ser lo mismo- del principio captado racionalmente y prácticamente reducido al fenómeno. Cuando el fenómeno sagrado como tal se convierte prácticamente en el factor exclusivo de la certidumbre, el intelecto principial y supra-fenoménico es rebajado al nivel de los fenómenos profanos, como si la inteligencia pura sólo fuera capaz de relatividades y como si lo «sobrenatural» estuviera en tal o cual arbitrariedad celestial y no en la naturaleza de las cosas. Al distinguir entre la «substancia» y los «accidentes», comprobamos que los fenómenos están relacionados con éstos y el intelecto con aquélla; pero el fenómeno religioso, claro está, es una manifestación directa o central del elemento «substancia», mientras que el intelecto, en su actualización humana y únicamente desde el punto de vista de la expresión, pertenece forzosamente a la accidentalidad de este mundo de las formas y de los movimientos. 1602 FSCI 6

Y recordemos aquí esta verdad axiomática: que la Intelección se sirva del razonamiento, lo que es humanamente inevitable, no puede significar que se identifique con éste; sin embargo, el razonamiento correcto y fundado sobre datos suficientes puede ser una causa ocasional para una intelección particular, exactamente como puede serlo un símbolo cualquiera en la naturaleza o en el arte. El pensamiento suficientemente adecuado, aunque fuese titubeante, puede actualizar una toma de consciencia procedente de una dimensión muy distinta del encadenamiento de las operaciones mentales, pues, proporcionado a la Intelección, ofrece un simbolismo y un punto de partida; ahora bien, la función de todo símbolo es quebrar la corteza de olvido que cubre la ciencia inmanente del Intelecto. La dialéctica intelectual, como el símbolo sensible, es un velo transparente que, cuando sucede el MILAGRO del recordar, se desgarra y descubre una evidencia que, siendo universal, brota de nuestro ser, el cual no sería si no fuera Lo que es. 2038 EPV: INTRODUCCIÓN

En su celo por defender los derechos de la suprarracionalidad divina contra la lógica – de facto fragmentaria – de los racionalistas, algunos llegan hasta a reivindicar para el orden divino e incluso simplemente espiritual un derecho a la irracionalidad, luego al ilogismo, como si pudiera haber un derecho al absurdo intrínseco. Afirmar que Cristo anduvo sobre las aguas no es en absoluto contrario a la lógica o a la razón – aunque se pueda desconocer el fundamento del prodigio (NA: Queremos decir con esto que también los MILAGROs tienen su mecanismo, pero el encadenamiento causal es entonces «vertical» y no «horizontal»: el rayo del desarrollo causal atraviesa varios planos existenciales en lugar de no operar más que en uno solo.)- porque la ley de la gravedad es algo condicional, relativo, lo sepamos o no; e incluso sin saberlo, podemos al menos adivinarlo o tenerlo por posible, visto el nivel del fenómeno. Pero afirmar que Cristo habría andado sobre las aguas sin andar sobre las aguas, o elevándose por los aires, sería con toda seguridad contrario a la razón, puesto que un fenómeno o una posibilidad no podría ser bajo un solo y el mismo aspecto otro fenómeno u otra posibilidad, o la ausencia de lo que son; Dios puede exigir la aquiescencia al MILAGRO o al misterio, pero no puede exigir la aquiescencia al absurdo intrínseco, y por tanto lógico y ontológico a la vez (NA: Según Santo Tomás de Aquino, los principios de la lógica residen en Dios, y es según ellos como debemos pensar, de manera que una contradicción entre nuestra inteligencia y la verdad fundada en Dios es imposible. Ciertamente los absurdos extrínsecos existen, pero en su caso no hay contrasentido más que por nuestra ignorancia o nuestra torpeza de espíritu. «La recta razón es el templo de Dios», dijo San JuanJuan de la Cruz.). 2146 EPV: I COMPRENDER EL ESOTERISMO

Hay que conocer el continente y no dispersarse en los contenidos. El continente es en primer lugar el MILAGRO permanente de la existencia; es, a continuación, el de la consciencia o de la inteligencia, y después el del gozo que, como un poder expansivo y creador, llena, por decirlo así, los «espacios» existencial e intelectual. 4091 PP LAS PERLAS DEL PEREGRINO LA VÍA DE LA UNIDAD

Dios ha abierto una puerta en medio de la creación, y esta puerta abierta desde el mundo hacia Dios es el hombre; esta abertura es la invitación de Dios a mirar hacia Él, a tender hacia Él, a perseverar junto a Él y a retornar a Él. Y esto nos permite comprender por qué esta puerta se cierra con la muerte cuando ha sido despreciada durante la vida; pues ser hombre no significa otra cosa que mirar hacia fuera y pasar por la puerta. La incredulidad y el paganismo son todo lo que da la espalda a la puerta abierta; en su umbral se separan la luz y las tinieblas. La noción del infierno resulta perfectamente clara cuando se piensa cuán insensato es -y hasta qué punto es un despilfarro y un suicidio- deslizarse a través del estado humano sin ser verdaderamente hombre, es decir, no hacer caso de Dios, y, por consiguiente, no hacer caso de nuestra propia alma, como si se tuviera derecho a las facultades humanas fuera del retorno a Dios, y como si el MILAGRO del estado humano tuviera una razón suficiente fuera del fin prefigurado en el propio hombre; o también; como si Dios nos hubiera dado sin motivo el espíritu que discierne y la voluntad que elige. 4415 PP LAS PERLAS DEL PEREGRINO LA VÍA DE LA UNIDAD

Una pregunta que se podría plantear ahora es la siguiente: ¿Por qué estas viejas religiones han podido derivar en paganismo y después extinguirse, cuando semejante destino parece excluido para las grandes tradiciones actualmente vivas de Occidente y Oriente? La respuesta es que las tradiciones de origen prehistórico están hechas, hablando simbólicamente, para el «espacio» y no para el «tiempo», es decir, que han salido a la luz en una época primordial donde el tiempo aún no era más que un ritmo dentro de una beatitud espacial y estática y donde el espacio o la simultaneidad todavía predominaban sobre la experiencia de la duración y el cambio; las tradiciones históricas, por el contrario, deben contar con la experiencia del «tiempo» y prever la inestabilidad y la decadencia, puesto que nacieron en épocas en que el tiempo se había hecho como un río rápido y cada vez más devorador, donde la perspectiva espiritual debía centrarse sobre el fin del mundo. La posición del hinduismo es intermedia en el sentido que tiene la facultad, excepcional para una tradición de tipo primordial, de rejuvenecerse y adaptarse; es, pues, a la vez prehistórica e histórica y realiza a su manera el MILAGRO de una síntesis entre los dioses de Egipto y el dios de Israel. 4599 FSRMA: MIRADAS SOBRE LOS MUNDOS ANTIGUOS LA VÍA DE LA UNIDAD

Hemos dicho antes que los «descreídos» ya no tienen el sentido de la nada ni de la existencia, que ya no conocen el precio de ésta y que nunca la miran en relación con la nada de la que se separa MILAGROsamente. Los MILAGROs propiamente dichos no son en suma más que variantes particulares de este MILAGRO inicial -y presente por todas partes- que es el hecho de existir; lo MILAGROso y lo divino están en todo; la mentalidad humana es la que está ausente. 4703 FSRMA: CAIDA Y DECADENCIA LA VÍA DE LA UNIDAD

La misión del hombre es introducir lo Absoluto en lo relativo, si se puede usar una expresión tan elíptica; ésta es igualmente por vía de consecuencia -puesto que el hombre ha faltado a su misión con demasiada frecuencia- la función de la Revelación y del Avatara, así como del MILAGRO. En el MILAGRO, como en otras teofanías, el velo de Maya se desgarra simbólicamente; el MILAGRO, el Profeta, la sabiduría son metafísicamente necesarios, es inconcebible que no aparezcan en el mundo humano; y el propio hombre implica todos estos aspectos en relación con el mundo terrestre, del que es el centro y la abertura hacia el Cielo, o el pontifex. El sentido de la vida humana es -para parafrasear una fórmula cristiana que enuncia la reciprocidad entre el hombre y Dios- realizar que Atma se ha hecho Maya a fin de que Maya se haga Atma (En un sentido análogo los budistas dicen que Shûnya (el «Vacío», el mundo) es Nirwâna (la «Extinción», el Absoluto) y que el Nirwâna es Shûnya.). 4945 FSRMA: SOBRE LAS HUELLAS DE MAYA LA VÍA DE LA UNIDAD

Es preciso conocer el continente y no dispersarse en los contenidos. El continente es, en primer lugar, el MILAGRO permanente de la existencia; luego, el de la conciencia o la inteligencia, y a continuación, el de la alegría, que, como un poder expansivo y creador, llena como si dijéramos los «espacios» existencial e intelectual. Será quemado todo lo que no es capaz de inmortalidad; los accidentes perecen, sólo la Realidad permanece. 5065 FSRMA: EL HOMBRE EN EL UNIVERSO LA VÍA DE LA UNIDAD

Existe el prejuicio de la ciencia y el social; el monaquismo, con su insistencia en la «única cosa necesaria» y con su pauperismo colectivo libre de todo deseo -y perfectamente concreto respecto a los individuos, aunque el monasterio fuese rico-, el monaquismo ofrece a su manera respuesta a los dos obstáculos. ¿Qué es una ciencia que no da cuenta ni del Infinito trascendente y consciente, ni del más allá, ni de fenómenos fundamentales tales como la Revelación, el MILAGRO, la intelección pura, la contemplación, la santidad? ¿Y qué es un equilibrio social que abole toda superioridad real y no tiene ninguna cuenta de la naturaleza intrínseca del hombre y sus fines últimos? Se sonríen del relato bíblico de la creación, pero se ignora el simbolismo semítico, que suministra la clave para cosas aparentemente ingenuas; se pretende que la Iglesia ha estado siempre «con los ricos» y se olvida que desde el punto de Vista de la religión sólo está el hombre, sea rico o pobre -el hombre hecho de carne y espíritu, expuesto siempre a las miserias y condenado a la muerte-; y si la Iglesia como institución terrestre se ha apoyado forzosamente en los poderosos que la protegían o estaban obligados a protegerla, nunca se ha negado a los pobres y compensa ampliamente sus imperfecciones accidentales y humanas con sus dones espirituales y sus innumerables santos, sin olvidar esta presencia espiritual permanente que precisamente realiza el monaquismo. Se ha reprochado a la Iglesia católica su «suficiencia»: pero la Iglesia tiene mil razones para ser «suficiente», puesto que ella es lo que es y ofrece lo que ofrece; no tiene que agitarse, ni hacer su «autocrítica», ni «dar un viraje» como lo exigen aquellos que ya no tienen ningún sentido de su dignidad. La Iglesia tiene el derecho a reposarse en sí misma; su línea de combate son los santos; no tiene necesidad de demagogos muy atareados que juegan al «drama» y a la «agonía». Los santos le bastan y siempre ha tenido (A este respecto añadamos que una Iglesia que no es «triunfalista» no es una Iglesia, como tampoco un dogma que no «retumba» no es un dogma.). 5123 FSRMA: UNIVERSALIDAD Y ACTUALIDAD DEL MONAQUISMO LA VÍA DE LA UNIDAD

Y esto es de primera importancia: si no existiera el puro Intelecto – la facultad intuitiva e infalible del Espíritu inmanente -, tampoco existiría la razón, pues el MILAGRO del razonamiento no se explica y no se justifica más que por el de la intelección. Los animales carecen de razón porque son incapaces de concebir el Absoluto; dicho de otro modo, si el hombre posee la razón, y con ella el lenguaje, es únicamente porque tiene acceso en principio a la visión suprarracional de lo Real y por consiguiente a la certidumbre metafísica. La inteligencia del animal es parcial, la del hombre es total; y esta totalidad no se explica sino por una realidad trascendente a la que la inteligencia está proporcionada. 5258 STRP: PREMISAS EPISTEMOLÓGICAS LA VÍA DE LA UNIDAD

Sin duda, el espacio en cuanto continente puro y simple es vacío y sin vida – no realiza, sin embargo, este aspecto más que de un modo relativo y fragmentario -, pero, en cuanto campo de manifestación de las posibilidades formales, luego en su naturaleza íntegra, es plenitud y movimiento; por eso de hecho, y con razón, no hay espacio total sin cuerpos celestes, y no hay cuerpos celestes sin cambio ni desplazamiento. Si el espacio no fuera más que un vacío desprovisto de substancialidad y energía, y que contuviera por MILAGRO formas, no sería más que un museo de cristales; decimos «por MILAGRO», pues, al no ser nada, un vacío absoluto no puede contener nada. 5330 STRP: DIMENSIONES, MODOS Y GRADOS DEL ORDEN DIVINO LA VÍA DE LA UNIDAD