«¡Homenaje a vosotros, portadores de flechas, y a vosotros, arqueros, homenaje! ¡Homenaje a vosotros, flechadores, y a vosotros, hacedores de arcos!» Taittiriya Samhita IV.5.3.2 y 4.2
El contenido simbólico de un arte está asociado originalmente a su función práctica, pero no se pierde necesariamente cuando, bajo condiciones cambiadas, el arte ya no se practica por necesidad, sino como un juego o un deporte; e incluso cuando un tal deporte se ha secularizado completamente y ha devenido para el profano sólo una mera recreación o entretenimiento, todavía es posible, para quienquiera que posee el conocimiento indispensable del simbolismo tradicional, completar esta participación física en el deporte, o en el disfrute de él como un espectáculo, con una comprensión de su significación olvidada, y restaurar así, para sí mismo al menos, el «equilibrio polar de lo físico y lo metafísico» que es característico de todas las culturas tradicionales.
La posición del tiro con arco en Turkía, mucho después de que la introducción de las armas de fuego hubiera robado al arco y la flecha su valor militar, nos proporciona un excelente ejemplo de los valores rituales que todavía pueden ser inherentes a lo que a un observador moderno podría parecerle un «mero deporte». Aquí, el tiro con arco había devenido ya en el siglo XV un «deporte» bajo patronazgo real, en el que los sultanes mismos competían con otros en el campo ( meidan ). En el siglo XVI, en los festivales de la circuncisión de los hijos de Muhammad II, los arqueros competidores disparaban sus flechas a través de placas de hierro y espejos de metal, o disparaban a valiosos premios colocados sobre elevados postes: los simbolismos implícitos son evidentemente los de la «penetración», y el de la obtención de los bienes solares que no están dentro del alcance directo del arquero; podemos asumir que, como en la India, la «doctrina» implicaba una identificación del arquero mismo con la flecha que alcanzaba su blanco.
En el primer cuarto del siglo XIX, Mahmud II fue uno de los más grandes patronos de los gremios de los arqueros, y fue para él y «para revivir la Tradición» ( ihja’ al sunna ) — es decir, en renovada «imitación de la Vía de Muhammad», el modelo de conducta humana — por lo que Mustafa Kani compiló su gran tratado sobre tiro con arco, el Telkhis Resail er-Rümat , tratado en el que se resumen los contenidos de una larga serie de obras más antiguas sobre el tema y se da una cuenta detallada de todo el arte de la manufactura y del uso del arco y la flecha.
Kani comenzaba estableciendo la justificación canónica y la transmisión legítima del arte del arquero. Citaba cuarenta Hadith, o dichos tradicionales de Muhammad, de los que el primero se refería al «Qur’an» ( VIII.60 ): «Preparad contra ellos cuanta fuerza podáis», donde Kani asume que «fuerza» significa «arqueros»; otro Hadith atribuye a Muhammad el dicho de que «hay tres a quienes Allah lleva al Paraíso por medio de una y la misma flecha, a saber, a su hacedor, al arquero, y al que la recupera y la devuelve», donde el comentador entiende que la referencia es al uso del arco y la flecha en la Guerra Santa; otro Hadith glorifica el espacio entre los dos blancos como un «Paraíso». Kani proseguía «derivando» el arco y la flecha de los que el ángel Gabriel confió a Adam, que había suplicado a Dios que le asistiera contra los pájaros que devoraban sus cosechas; al acudir en su socorro, Gabriel dijo a Adam: «Este arco es el poder de Dios; esta cuerda es su majestad; estas flechas son la cólera y el castigo de Dios infligido a sus enemigos». Desde Adam, la tradición se transmitió a través de la «cadena» de los Profetas ( fue a Abraham a quien se le reveló el arco compuesto ) hasta Muhammad, cuyo Compañero Sa’d b. Abi Wakkas, «el Paladín del Islam» ( faris al-islam ), fue el primero en disparar contra los enemigos de Allah bajo la nueva dispensación, y es por consiguiente el «Pir» o santo Patrono del gremio de los arqueros turkos, en los cuales la transmisión iniciatoria nunca se ha interrumpido ( a no ser, quizás, muy recientemente ).
A la cabeza del gremio de los arqueros está el «sheikh del campo» ( sheikh-ül-meidan ). El gremio mismo es una sociedad claramente secreta, dentro de la cual hay admisión sólo por cualificación e iniciación. La cualificación es principalmente una cuestión de preparación bajo un maestro ( usta ), cuya aceptación de un pupilo, o más bien discípulo, va acompañada por un rito en el cual se dicen plegarias en beneficio de las almas del «Pir» Sa’d b. Abi Wakkas, de los imames arqueros de todas las generaciones y de todos los arqueros creyentes. El maestro transmite al pupilo un arco, con las palabras: «De acuerdo con el mandato de Allah y la Vía ( sunna ) de su enviado elegido…» El discípulo recibe el arco, besa su empuñadura, y lo tensa. Este procedimiento prescrito, preparatorio a toda instrucción práctica, es análogo a los ritos por los cuales un discípulo es aceptado como tal por cualquier orden dervish. La instrucción efectiva es larga y ardua; el propósito del pupilo es lograr la excelencia, y a este fin debe entregarse literalmente.
Cuando el aspirante ha pasado todo el curso de instrucción y ha alcanzado la pericia, a ello le sigue la aceptación formal del candidato por el sheikh. El candidato debe mostrar que puede acertar el blanco y que puede disparar a una distancia no menor de novecientas zancadas: de esta manera, da testimonio así de su dominio. Cuando el sheikh está satisfecho, el discípulo se arrodilla ante él y toma un arco que está junto a él, lo encuerda, y encaja una flecha en la cuerda, y habiendo hecho esto tres veces la reemplaza, todo con extrema formalidad y de acuerdo con reglas fijadas. El sheikh instruye entonces al maestro de ceremonias para que lleve al discípulo a su maestro, de quien recibirá la «empuñadura» ( kabza ). El discípulo se arrodilla ante el maestro y besa su mano: el maestro le toma por la mano derecha en señal de un pacto mutuo cuyo modelo es el del Qur’an ( XLVIII.10-18 ), y susurra el «secreto» en su oído. El candidato es ahora un miembro del gremio de los arqueros y un eslabón en la «cadena» que remonta hasta Adam. En adelante nunca usará el arco a menos de estar en una condición de pureza ritual; antes y después de usar el arco siempre besará su empuñadura. Ahora puede tomar parte libremente en las contiendas formales, y en el caso de que llegue a ser un gran maestro de tiro de larga distancia puede establecer un record que se marcará con una piedra.
La recepción de la «empuñadura» es el signo exterior de la iniciación del discípulo. Por supuesto, durante mucho tiempo ha estado trabajando con el arco, pero lo que se significa con la «empuñadura» es algo más que un mero manejo del arco: la empuñadura misma implica el «secreto». En el caso del arco compuesto, usado por los turkos y la mayor parte de los orientales, la empuñadura es la parte media del arco, que une sus otras dos partes, la superior y la inferior. Es por esta pieza media como el arco se hace uno. Sólo cuando se intenta comprender esto aparece la significación metafísica del arco, al cual Gabriel había descrito como el «poder» de Dios: la empuñadura es la unión de Allah con Muhammad. Pero decir esto es formular el «secreto» sólo en su forma más desnuda: al pupilo se le comunica una explicación más amplia, basada en las enseñanzas de Ibn al-’Arabi. Aquí sólo se indica que lo que enlaza a la Deidad arriba y al Profeta abajo es el kutb como Axis Mundi, y que éste es una forma del Espíritu ( al-Ruh ).