Guénon Relâmpago

René Guénon — A ÁRVORE E VAJRA

Empero, podría preguntarse si la relación así establecida entre el árbol y el símbolo del rayo, que pueden parecer a primera vista cosas muy distintas, es capaz de llegar aún más lejos que al solo hecho de esa significación “axial” que les es manifiestamente común; la respuesta se encuentra en lo que hemos dicho sobre la naturaleza ígnea del “Árbol del Mundo”, al cual Agni mismo, en cuanto Vanáspati, se identifica en el simbolismo védico, y del cual, por lo tanto, la “columna de fuego” es un exacto equivalente como representación del eje. Es evidente que el rayo también es de naturaleza ígnea o luminosa; el relámpago, por lo demás, es uno de los símbolos más habituales de la “iluminación” entendida en su sentido intelectual o espiritual. El “Árbol de Luz” del que hemos hablado atraviesa e ilumina todos los mundos; según el pasaje del Zóhar citado a este respecto por A. Coomaraswamy, “la iluminación comienza en la cima y se extiende en línea recta a través del tronco íntegro”; y esta propagación de la luz puede evocar fácilmente la idea del relámpago. Por lo demás, de modo general, el “Eje del Mundo” se considera siempre, más o menos explícitamente, como luminoso; hemos tenido ya ocasión de recordar que Platón, en particular, lo describe como un “eje luminoso de diamante”, lo que, precisamente, se refiere también de modo directo a uno de los aspectos del vajra, ya que este término tiene a la vez los sentidos de ‘rayo’ y ‘diamante’1.




  1. A este respecto, hemos establecido también una vinculación con el simbolismo búdico del “Trono de diamante”, situado al pie del árbol axial; en todo ello, ha de considerarse en el diamante por un lado, su luminosidad, y por otro, el carácter de indivisibilidad e inalterabilidad, que es una imagen de la inmutabilidad esencial del eje 

René Guénon