Cuando la presencia visible del Salvador se retira él está representado en nosotros por el Consejero (parakletos), «El Espíritu de Verdad (to pneuma tes aletheias)… que es el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas,… Él os guiará en toda verdad» (San Juan 14:17, 26; 16:13). En él no podemos dejar de ver el Daimon y Hegemon inmanente de Platón, «quien de nada cuida sino de la verdad» y que Dios ha dado a cada uno de nosotros «para morar junto con él y en él» (Hippias mayor 288D, Timeo 90AB); el Ingenium de San Agustín, la Sindéresis ESCOLÁSTICA, el Amor de Dante y nuestro Presenciador o Consciencia en su significación más plena (y no meramente ética). 411 AKCMeta Sobre El Único Y Solo Transmigrante
Es precisamente el hecho de que las encantaciones védicas son litúrgicas lo que hace irracional esperar de ellas una exposición sistemática de la filosofía que dan por establecida; si consideramos los mantras por sí mismos, es como si tuviéramos que deducir la filosofía ESCOLÁSTICA partiendo solo del libro de la Misa. No es que esto sea imposible, pero seríamos acusados de leer en la Misa significados que no podrían haber estado presentes en la mentalidad prevaleciente en la «Edad Obscura»; seríamos acusados de ceder, como lo expresa el Profesor Keith (que no puede ser acusado de ninguna tal debilidad), a «nuestro deseo natural… de encontrar la razón prevaleciente en una edad bárbara». Sin embargo, tanto los mantras como los himnos latinos están tan minuciosamente elaborados, su simbolismo se emplea con una exactitud tan matemática (Emile Mâle habla del simbolismo cristiano como un «cálculo»), que nosotros no podemos suponer que sus autores no comprendían sus propias palabras; somos nosotros quienes no comprendemos, si insistimos en leer álgebra como si fuera aritmética. Todo lo que podemos aprender de la historia literaria es que las doctrinas que se dan por establecidas en los mantras no fueron publicadas, quizás, hasta después de que un cierto cambio lingüístico ya hubiera tenido lugar; podemos encontrar algunas palabras nuevas, pero no encontraremos ideas nuevas. Somos nosotros los defectivos si no podemos ver que Mitrâvarunau, de quienes el segundo (Varuna) es «el hermano inmortal del mortal» (Mitra), no son ningún otro que el apara-Brahman y el para-Brahman a quienes las Upanishads llaman como mortal e inmortal respectivamente. 809 AKCMeta EL «MONOTEÍSMO» VÉDICO
De todos los pasajes precedentes es evidente que, como en la tradición ESCOLÁSTICA y neoplatónica, y también en la tradición védica, es una luz formal la que es la causa del ser y el devenir de todas las cosas (como «luz», la causa de su ser, como «formal» la causa de su devenir); y que la radiación efusiva de esta luz primordial parece ser una expresión o emanación efectiva (srshti) y una moción local (caranam, gati), aun cuando, realmente, este Agni, si bien «Él procede, siempre permanece en su terreno» (anvagram carati ksheti budhnah, Rig Veda Samhitâ III.55.7), «Aún permaneciendo en el Germen, Él nace repetidamente» (Rig Veda Samhitâ VIII.43.9); cf. Plotino (IV.3.13) «morando intacto arriba, aunque procediendo hacia abajo», y el Maestro Eckhart, «El Hijo permanece dentro como Esencia y sale fuera como Persona… otro, pero no otro, pues esta distinción es lógica (sánscrito vikalpam), pero no real (sánscrito satyam)». 873 AKCMeta EL EJEMPLARISMO VÉDICO
Así pues, al insistir en la necesidad de la «Fe» (sraddhâ), toda la tradición védica (y la cristiana igualmente) no carece de razón. Asumimos la definición ESCOLÁSTICA de Fides como un «consentimiento del intelecto a una proposición creíble, para la que no hay ninguna prueba empírica». Si uno no tiene tanta con-fianza en los textos como para creer que detrás de las palabras hay más de lo que puede decirse en palabras; si uno no está convencido, por la consistencia técnica de los versos, de que sus «autores» no podían haber hablado así sin poseer ellos mismos una comprensión clara y una experiencia efectiva de lo que estaban hablando; si uno no confía tanto en los textos como para darse cuenta de que no están meramente construidos, en el sentido literario, sino que son, hablando estrictamente, «in-formados», ¿cómo puede uno pretender haber aprehendido o aspirar a aprehender su verdadera intención, la vera sentenzia de Dante? Como lo expresan tan a menudo los textos budistas, la preocupación del nominalista por las superficies estéticas, y el descuido de su contenido, solo puede compararse al caso del hombre que, cuando se señala la luna, no ve nada más que el dedo que apunta; nos referimos a la condición que un escritor europeo moderno ha diagnosticado tan acertadamente como de «miopía intelectual». 971 AKCMeta Manas
Summa Theologica I.45.1C, «La Creación, que es la emanación de todos los seres, es desde el no ser, que es nada (Creatio, quae est emanatio totius esse, est ex non ente, quod est nihil)», combinado con I.14.8C, «El conocimiento de Dios es la causa de las cosas. Pues el conocimiento de Dios es a todas las criaturas lo que el conocimiento del artífice es a las cosas hechas por su arte (sicut scientia artificis se habet ad artificiata)» y con la doctrina del Espíritu como el poder animante en el acto de la generación, ya sea humano o divino (ver arriba) – todo esto está representado en una formulación más breve del Rig Veda. Así Rig Veda Samhitâ X.72.2: «El Maestro del Poder Espiritual, como un herrero con sus fuelles, juntó todas estas generaciones de los Ángeles; en el eón primordial, el ser fue engendrado del no ser», donde el «Herrero» (karmâra, «hacedor», «trabajador»), como Tvashtr (el «Carpintero», que en el Rig Veda «talla con el intelecto (manasâ takshati )», en el sentido del per verbum in intelectu conceptum escolástico, predicado del artífice en Summa Theologica I.45.6C) y Visvakarman (el «Omnihacedor», posteriormente el aspecto de la deidad patrón de los oficios y adorado como tal en sus misterios menores), corresponde al Deus sicut artifex de la imaginería ESCOLÁSTICA; y «juntó con sus fuelles» (samadhamat) alude a la «ráfaga» del Espíritu, el Viento animante (vâta, vâyu) por el que el Hijo mismo es «despertado» (Agni, vâtajutah, Rig Veda Samhitâ I.65.4, VI.6.3, etc.) y «hecho incandescer» (dhamitam, Rig Veda Samhitâ II.24.7), «cuando Vâta sopla sobre su llama» (Rig Veda Samhitâ IV.7.10), «ese Viento, tu Spiritus que truena por todo el universo» (âtmâ te vâtah, etc., Rig Veda Samhitâ VII.87.2), «Vâyu, la espiración de los Ángeles, cuyo sonido se escucha, aunque su forma jamás se ve» (Rig Veda Samhitâ X.168.4). 1095 AKCMeta DOS PASAJES EN EL «PARADISO» DE DANTE?
La definición ESCOLÁSTICA más general del pecado, de cualquier tipo, es como sigue, «El pecado es una desviación del orden hacia el fin» (Summa Theologica II-I.21.1C y 2 ad 2), y en conexión con el pecado artístico, Santo Tomás prosigue explicando que es un pecado propio del arte «si un artista produce una cosa mala, cuando tiene intención de producir algo bueno; o produce algo bueno, cuando tiene intención de producir algo malo». En Katha Upanishad II.1.1, el que elige lo que más le gusta (preyas) en vez de lo que es más bello (sreyas) se dice que «se desvía del fin» (hîyate arthât); en Shatapatha Brâhmana II.1.4.6, si una cierta parte del rito se hace erróneamente, «eso sería un pecado (aparâddhi), de la misma manera que si uno hace una cosa cuando tiene intención de hacer otra; o si uno dice una cosa cuando tiene intención de decir otra; o si uno va por un camino cuando tiene intención de ir por otro». 1097 AKCMeta DOS PASAJES EN EL «PARADISO» DE DANTE?
sankha. El significado primario es «número», de aquí sankham gam, «ser contado» o «enumerado», como en Udâna 55, donde «ellos son contados (sankham gacchanti) (como) “Hijos del Buddha”» (sakyaputtiya). En este sentido sankham gam es «ser llamado», «obtener un nombre». Se sigue que, de una manera más general, ser «enumerado» es existir en el universo cuantitativo y dimensionado (nimitta), y que sankha, es desde este punto de vista, equivalente de mâtrâ («medida», y etimológicamente «materia», eso que se conoce en los términos de «forma y fenómeno», nâma-rûpa), en cuyo sentido, sankha es casi el equivalente exacto del «número» en tanto que característico de la «especie» en la filosofía ESCOLÁSTICA. Venir al ser, nacer y ser «nombrado» es un bien desde algunos puntos de vista, pero nunca un bien final; y, por consiguiente, desde otro punto de vista, el del hombre que está buscando devenir «nadie» (akimcana), es un mal. Así en Sutta-Nipâta 1074, del Muni partido como una llama apagada por el viento, y liberado de nombre y cuerpo (nâmakâyâ = nâmarupayâ), se dice que «vuelve a casa (attham paleti), no vuelve a un número (na upeti sankham)», es decir, que él no es cognoscible: de la misma manera, del Arhat, que no puede ser encontrado por los dioses ni por los hombres ni en el cielo ni en la tierra, se dice que «ha acabado con el número (pahâsi sankham, Samyutta Nikâya I.12)»; de hecho es justamente de tales como estos de quienes dice Brahmâ, que él «no puede dar ninguna verdadera cuenta» (sankhâtum no pi sakkomi, etc., Dîgha Nikâya II.218); e, inversamente, en Samyutta Nikâya III.35, «Lo que quiera que un hombre se lleva al lecho, por eso es por lo que obtiene su número» (yam… anuseti tena sankham gacchati), es decir, su propósito incumplido determina su nacimiento (como en Maitri Upanishad II.6d). 1513 AKCMeta ALGUNAS PALABRAS PÂLI