La designación de lo que aquí es cuestión proviene de que las enseñanzas que constituyen su base son expresadas en los tratados que llevan el nombre genérico de “TANTRAS”, nombre que tiene una relación directa con el simbolismo del tejido, simbolismo que ya hemos cuestionado en otras ocasiones, ya que, en el sentido propio, “tantra”, es la cadena de un tejido; y hacíamos observar, también entonces, que uno encuentra términos con el mismo significado aplicados a los Libros Sagrados. Esos TANTRAS son frecuentemente mirados como formando un “Quinto Vêda”, especialmente destinado a los hombres del Kali-Yuga; y esto sería completamente injustificado si los mismo no fueran, como lo explicábamos hace un momento, derivados del Vêda entendido en su acepción más rigurosa y a título de adaptación a las condiciones de un época determinada. Por lo demás, importa considerar que en realidad el Vêda es Uno, principalmente y en cierto modo “intemporalmente”, antes de ser devenido triple y luego cuádruple en su formación; es así que si puede ser también “quíntuple” en la edad actual, debido al hecho de los desarrollos suplementarios requeridos por facultades de comprensión menos “abiertas”, facultades que no pueden ejercerse ya tan directamente en el orden de la intelectualidad pura, es evidente que eso no afectará en punto ninguno su unidad primera, que es esencialmente su aspecto “perpetuo” (NA: sanâtana), y en consecuencia independiente de las condiciones particulares de cualquier edad que sea. EH: EL QUINTO VÊDA (NA: Publicado en E. T., de agosto-septiembre de 1937.)
La doctrina de los TANTRAS no es pues y no puede se en suma más que un desarrollo normal, siguiendo ciertos puntos de vista, de lo que está ya contenido en el Vêda, pues que es por eso, y por eso solamente, que la doctrina en cuestión aquí puede ser, como lo es de hecho, parte integrante de la tradición hindú; y, por lo que es de los medios de “realización” (NA: sâdhana) prescritos por los TANTRAS, uno puede decir muy bien que, por ello mismo, son también legítimamente derivados del Vêda, pues que los mismos no son en el fondo otra cosa que la aplicación y la puesta en obra efectiva de esta misma doctrina. Es así que si esos medios, en los cuales es menester comprender naturalmente, sea esto a título principal o simplemente a título accesorio, los ritos de todo género, parecen no obstante revestir un cierto carácter de “novedad” en relación a los que les han precedido, ello es que no había lugar a considerarlos en las épocas anteriores si ello no era a título de puras posibilidades, pues que los hombres no tenían entonces necesidad de ellos ya que disponían de otros medios que convenían mejor a su naturaleza. Hay en esto algo enteramente comparable a lo que es el desarrollo especial de una ciencia Tradicional en tal o cual época, desarrollo que no constituye tampoco una “aparición” espontánea o una “innovación” cualesquiera, pues que, en ese caso igualmente, jamás puede tratarse realmente más que de una aplicación de los principios, y en consecuencia de algo que tenía en estos una preexistencia al menos implícita y que era siempre posible, por lo tanto, volver explícito en no importa que momento, supuesta habida la razón para hacerlo; pero, precisamente, esta razón no se encuentra de hecho más que en las circunstancias contingentes que condicionan una época determinada. EH: EL QUINTO VÊDA (NA: Publicado en E. T., de agosto-septiembre de 1937.)