René Guénon — SIMBOLISMO DA CRUZ
REPRESENTAÇÃO DA CONTINUIDADE DOS DIFERENTES ESTADOS DO SER
En nuestra nueva representación, no hemos considerado todavía hasta aquí más que un plano horizontal, es decir, un solo estado de ser, y ahora nos es menester figurar también la continuidad de todos los planos horizontales, que representan la indefinida multiplicidad de todos los estados. Esta continuidad se obtendrá geométricamente de una manera análoga: en lugar de suponer el plano horizontal fijo en la extensión de tres dimensiones, suposición que el hecho del movimiento hace por lo demás tan irrealizable materialmente como el trazado de una curva cerrada, vamos a suponer que se desplaza insensiblemente, paralelamente a sí mismo, permaneciendo pues siempre perpendicular al eje vertical, y de manera que encuentre sucesivamente a este eje en todos sus puntos consecutivos, con lo cual el paso de un punto a otro corresponde al recorrido de una de las espiras que hemos considerado. El movimiento espiroidal se supondrá aquí isócrono, primero para simplificar la representación tanto como sea posible, y también para traducir la equivalencia de las múltiples modalidades del ser en cada uno de sus estados, cuando se les considera desde el punto de vista Universal.
Para más simplicidad, podemos considerar de nuevo y provisoriamente cada una de las espiras como la hemos considerado ya en el plano horizontal fijo, es decir, como una circunferencia. Esta vez también, la circunferencia no se cerrará, ya que, cuando el radio que la describe vuelva a superponerse a su posición inicial, no estará ya en el mismo plano horizontal ( supuesto fijo como paralelo a la dirección de uno de los planos de coordenadas y marcando una cierta situación definida sobre el eje perpendicular a esta dirección ); la distancia elemental que separará las dos extremidades de esta circunferencia, o más bien de la curva supuesta tal, ya no se medirá entonces sobre un radio salido del polo, sino sobre una paralela al eje vertical1. Estos puntos extremos no pertenecen al mismo plano horizontal, sino a dos planos horizontales superpuestos; están situados de una y otra parte del plano horizontal considerado en el curso de su desplazamiento intermediario entre esas dos posiciones ( desplazamiento que corresponde al desarrollo del estado representado por este plano ), porque marcan la continuidad de cada estado de ser con el que le precede y el que le sigue inmediatamente en la jerarquización del ser total. Si se consideran los radios que contienen las extremidades de las modalidades de todos los estados, su superposición forma un plano vertical del cual son las rectas horizontales, y este plano vertical es el lugar de todos los puntos extremos de los que acabamos de hablar, y que se podrían llamar puntos límites para los diferentes estados, como lo eran precedentemente, desde otro punto de vista, para las diversas modalidades de cada estado. La curva que provisoriamente habíamos considerado como una circunferencia es en realidad una espira, de altura infinitesimal ( distancia de dos planos horizontales que encuentran al eje vertical en dos puntos consecutivos ), de una hélice trazada sobre un cilindro de revolución cuyo eje no es otro que el eje vertical de nuestra representación. La correspondencia entre los puntos de las espiras sucesivas está marcada aquí por su situación sobre una misma generatriz del cilindro, es decir, sobre una misma vertical; los puntos que se corresponden, a través de la multiplicidad de los estados de ser, aparecen confundidos cuando se les considera en la totalidad de la extensión de tres dimensiones, en proyección ortogonal sobre un plano de base del cilindro, es decir, sobre un plano horizontal determinado.
Para completar nuestra representación, basta considerar ahora simultáneamente, por una parte, este movimiento helicoidal, efectuándose sobre un sistema cilíndrico vertical constituido por una indefinidad de cilindros circulares concéntricos ( cuyo radio de base no varía de uno a otro más que una cantidad infinitesimal ), y, por otra, el movimiento espiroidal que hemos considerado precedentemente en cada plano horizontal supuesto fijo. A consecuencia de la combinación de estos dos movimientos, la base del sistema vertical no será otra que la espiral horizontal, equivalente al conjunto de una indefinidad de circunferencias concéntricas no cerradas; pero, además, para llevar más lejos la analogía de las consideraciones relativas respectivamente a las extensiones de dos y tres dimensiones, y también para simbolizar mejor la perfecta continuidad de todos los estados de ser entre ellos, será menester considerar la espiral, no en una sola posición, sino en todas las posiciones que puede ocupar alrededor de su centro. Se tendrá así un indefinidad de sistemas verticales tales como el precedente, que tienen el mismo eje, y que se interpenetran todos cuando se les considera como coexistentes, puesto que cada uno de ellos comprende igualmente la totalidad de los puntos de una misma extensión de tres dimensiones, en la cual están todos situados; aquí todavía, no es más que el sistema considerado simultáneamente en todas las posiciones, en multitud indefinida, que puede ocupar al llevar a cabo una rotación completa alrededor del eje vertical.
Sin embargo, veremos que, en realidad, la analogía así establecida no es todavía completamente suficiente; pero, antes de ir más lejos, haremos destacar que todo lo que acabamos de decir podría aplicarse a la representación «macrocósmica», tanto como a la representación «microcósmica». En ese caso, las espiras sucesivas de la espiral indefinida trazada en el plano horizontal, en lugar de representar las diversas modalidades de un estado de ser, representarían los dominios múltiples de un grado de la Existencia universal, mientras que la correspondencia vertical sería la de cada grado de la Existencia, en cada una de las posibilidades determinadas que comprende, con todos los demás grados. Agregamos por lo demás, para no tener que volver sobre ello, que esta concordancia entre las dos representaciones “macrocósmica” y “microcósmica” será igualmente verdadera para todo lo que va a seguir.
En otros términos, es en el sentido vertical, y ya no en el sentido horizontal como precedentemente, que la curva permanece abierta. ↩