Cuando la gran Naturaleza suspira, oímos los vientos
que, silenciosos por sí mismos,
despiertan voces de otros seres,
soplando sobre ellos.
Desde todas las aberturas
suenan fuertes voces. ¿No habéis oído nunca
este ajetreo de tonos?
Ahí está el bosque colgado
sobre la empinada montaña:
viejos árboles con agujeros y grietas
como muescas para vigas, como cuencos,
surcos en la madera, huecos llenos de agua;
se oyen mugidos y rugidos, silbidos,
voces de mando, gruñidos,
profundos zumbidos, tristes flautas.
Una llamada despierta a otra entablando un diálogo.
Los vientos suaves cantan tímidamente,
los fuertes truenan sin restricción.
Entonces el viento se abate. Las aberturas
emiten su último sonido.
¿No habéis observado cómo entonces todo
tiembla y se aquieta ?
Yu replicó: Comprendo.
La música de la Tierra canta a través de mil orificios.
La música del hombre está interpretada con
flautas e instrumentos.
¿Qué es lo que interpreta la música de los cielos?
El maestro Ki dijo:
Algo sopla sobre mil orificios diferentes.
Algún poder está detrás de todo esto y hace
que los sonidos se apaguen.
¿Qué es este poder?