«Debido a la magnitud del Espíritu (mahatmyat) se da una diversidad de nombres (vidhiyate) …» (Casi verbalmente idéntico con Jan van Ruysbroeck, «debido a su incomprensible nobleza y sublimidad, que nosotros no podemos nombrar acertadamente ni expresar enteramente, nosotros Le damos todos estos nombres» Adornment of the Spiritual Marriage, XXV. «Pues considero imposible que El que es el hacedor del universo en toda su grandeza, el Padre o Senor de todas las cosas, pueda ser nombrado con un único nombre; sostengo que Él es sin nombre, o más bien, que todos los nombres son nombres de Él. Pues Él, en su unidad, es todas las cosas; de modo que nosotros debemos llamar a todas las cosas por su nombre, o bien llamarle a él por el nombre de todas las cosas», Hermes (Asclepius III.20A).
«Solo tiene el espíritu de Cristo quien ha cambiado sus formas y sus nombres desde el comienzo del mundo y reaparecido así una y otra vez en el mundo» (San Clemente, Clementine Homilies III.20, cf. Bhagavad Gita IV.8, sambhavami yuge yuge). «Cada príncipe angélico es una propiedad de la voz de Dios, y lleva el gran nombre de “Dios“» (Jacob Boehme, Signatura rerum XVI.5). Cf. Jaiminiya Upanishad Brahmana III.1, donde al Viento del Espíritu (vayu) se le llama «la única divinidad entera» (eka… krtsna devata), el resto son «semidivinidades»).