Henry Corbin: Corpo Espiritual e Terra Celeste
Es posible que el mundo que designaremos aquí, de acuerdo con la terminología simbólica de nuestros autores, como “octavo clima” represente para los occidentales el “continente perdido”. Si algunos de ellos ya se han dedicado a su búsqueda, tal vez puedan actuar como guías los Espirituales a los que el presente libro sirve de intérprete.
Las distancias espaciales entre los humanos disminuyen en la actualidad, al menos si se valoran en términos de tiempo, y simultáneamente se habla de una “aceleración de la Historia”. Sin embargo, parece ser que nunca ha sido tan difícil como ahora que se estableciera una intercomunicación, y que existiera cierta permeabilidad entre los universos reales, esos por los que y para los que los hombres viven y mueren, universos que siguen siendo irreductibles a los datos empíricos, porque su realidad secreta es anterior a todos nuestros proyectos y los predetermina. Es posible que la primera y única razón de esta impenetrabilidad haya que buscarla en la pérdida de ese intermundo, la consciencia desapareció de ese conjunto de universos que nuestros autores designan a veces como el “mundo de Hurqalya”, y a veces como el “octavo clima” o el ‘alam al-mital. Este último término es el que traducimos literalmente por el latino mundus imaginalis, el mundo “imaginal”, que nunca se debe confundir con “lo imaginario”.
Para guiar al lector, vamos a reconsiderar las intenciones y los temas esenciales de este libro. Se trata de penetrar en ese universo místico que nuestros autores designan mediante expresiones tales como “octavo clima” (con relación a los siete climas del mundo terrenal), o Mundo de las ciudades místicas de Yabalqa, Yabarsha y Hurqalya, etc. Tal vez el medio más directo de situar este universo consista en constatar el vacío que deja su ausencia.
Éste es el mundo intermedio sobre el que no han dejado de meditar, sobre todo en el Irán islámico, además de los maestros sufíes, los adeptos de la filosofía de Suhrawardi de la Luz y los de la gnosis chiíta. Este mundo intermedio ya no es sólo el centro del mundo como Eran-Vej, sino el centro de los mundos. El mundus imaginalis, mundo de las Formas y realidades imaginales, se establece como mediador entre el mundo de las puras esencias inteligibles y el universo sensible. Este intermundo es el octavo “keshvar”, el octavo clima: la “Tierra de las ciudades de esmeralda”, la Tierra mística de Hurqalya.
Es decir que penetrar en estas Tierras es acceder al clima intermedio de las “Almas celestes” que mueven las Esferas, y que están dotadas por excelencia de la Imaginación pura, independientemente de los sentidos. Es el “octavo” clima en el que, como en Eran-Vej, no se penetra a través de los órganos de la percepción sensible, sino a través de la “Fuente de la Vida”, en el centro psico-cósmico.
Mientras que el mundo de la extensión perceptible para los sentidos, nos dicen, consta de siete climas (los siete keshvars que hemos mencionado anteriormente), existe otro mundo que constituye el octavo clima. A este mundo es al que aludían los antiguos Sabios al manifestar que fuera del mundo sensible existe también otro mundo dotado de forma y dimensiones, que se extiende asimismo en un espacio, sin que se trate no obstante de forma, dimensiones y extensión idénticas a las que percibimos en el mundo de los cuerpos físicos, a pesar de que todo cuanto existe en este mundo sensible tiene su equivalente; no se trata de dimensiones sensibles, sino de dimensiones simbólicas imaginales (maqadir mitaliyya).
Este octavo clima, esse mundo en estado sutil integrado por multitud de niveles y en el que no se penetra con los órganos de los sentidos, es el lugar real de todos los acontecimientos psico-espirituales (visiones, carismas, acciones taumatúrgicas en contradicción con las leyes físicas del espacio y del tiempo), acontecimientos que se consideran simplemente imaginarios, es decir, irreales, si nos aferramos al dilema reacional que no deja más elección que entre los dos términos del dualismo superficial, “materia” o “espíritu”, que corresponden a este otro falso dilema: “historia” o “mito”.
El “octavo clima” es el clima del alma, y esto es lo que el gran teósofo Ibn Arabi (muerto en 1240) nos manifiesta en un relato místico del que no cito aquí más que algunos de sus rasgos más conmovedores.
Ahora podemos darnos cuenta del alcance de las fórmulas concretas y penetrantes en las que un gran teólogo-filósofo, imamí del siglo XVII, Muhsin Fayd, condensa todo lo que es imprescindible saber respecto a la Tierra de Hurqalya, octavo clima, mundus imaginalis, o mundo de las Formas imaginales: “Este mundo intermedio dice ocupa en el macrocosmos el mismo rango que la Imaginación en el microcosmos”. Y por esta razón “es el mundo donde se corporalizan los espíritus y a través del cual se espiritualizan los cuerpos”.