Por otra parte, para hacer comprender mejor cuál es el simbolismo de que se trata en esta última cita que hemos hecho según Aroux, he aquí la descripción de la Jerusalem celeste, tal como está figurada en el Capítulo de los Soberanos Príncipes Rosa-Cruz, de la Orden de Heredom de Kilwinning u Orden Real de Escocia, llamados también Caballeros del Aguila y del Pelícano: «En el fondo (de la última estancia) hay un cuadro donde se ve una montaña de donde brota un río, a la orilla del cual crece un árbol que lleva doce tipos de frutos. Sobre la cima de la montaña hay una peana compuesta de doce piedras preciosas en doce pasamentos. Encima de esta peana hay un cuadrado de oro, sobre cada una de cuyas caras hay tres ángeles con los nombres de cada una de las doce tribus de Israel. En este cuadrado hay una cruz, sobre el centro de la cual está tumbado un CORDERO» (Manuel maçonnique del F.: Vuilliaume, pp. 143-l44. — Cf. Apocalípsis, XXI.). Así pues, es el simbolismo apocalíptico el que rencontramos aquí, y lo que sigue mostrará hasta qué punto las concepciones cíclicas a las que se refiere están íntimamente ligadas al plan de la obra de Dante. 1502 RGED CAPÍTULO III
Según lo que cuenta M. Ossendowski, el «Rey del Mundo» apareció antaño varias veces, en la India y en Siam, «bendiciendo al pueblo con una manzana de oro coronada de un CORDERO»; y este detalle toma toda su importancia cuando se le aproxima a lo que Saint-Yves dice del «Ciclo del Cordero y del Carnero» (Recordaremos aquí la alusión que ya hemos hecho en otra parte a la relación que existe entre el Agni védico y el símbolo del Cordero (El Esoterismo de Dante, ed. francesa de 1957, pp. 69-70; El Hombre y su devenir según el Vêdânta, ed. francesa, p. 43); el carnero representa en la India el vehículo de Agni. — Por otra parte, M. Ossendowski indica en varias ocasiones que el culto de Râma existe también en Mongolia; así pues, en eso hay otra cosa que Budismo, contrariamente a lo que pretenden la mayoría de los orientalistas. Por otra parte, se nos ha comunicado, sobre los recuerdos del «Ciclo de Ram» que subsistirían todavía actualmente en Camboya, reseñas que nos han parecido tan extraordinarias que hemos preferido no hacer constancia de ellas; no mencionaremos pues este hecho sino como memoria.). Por otro lado, y esto es todavía más destacable, existen en la simbólica cristiana innumerables representaciones del Cordero sobre una montaña de donde descienden cuatro ríos, que son evidentemente idénticos a los cuatro ríos del Paraíso terrestre (Señalamos también las representaciones del Cordero sobre el Libro sellado con siete sellos de que se habla en el Apocalipsis; el Lamaísmo tibetano posee igualmente siete sellos misteriosos, y no pensamos que esta aproximación sea puramente accidental.). Ahora bien, hemos dicho que el Agarttha, anteriormente al comienzo del Kali-Yuga, llevaba otro nombre, y este nombre era el de Paradêsha, que, en sánscrito, significa «región suprema», lo que se aplica perfectamente al centro espiritual por excelencia, designado también como el «Corazón del Mundo»; es de esta palabra de donde los Caldeos han hecho Pardes y los occidentales Paraíso. Tal es el sentido original de esta última palabra, y esto debe acaba de hacer comprender por qué hemos dicho precedentemente que lo que se trata es siempre, bajo una forma o bajo otra, la misma cosa que el Pardes de la Kabbala hebraica. 5919 RGRM CAPÍTULO IX
Por lo demás, hay en realidad tanta más relación entre estas dos aplicaciones de un mismo simbolismo cuanto que el Universo mismo, en algunas tradiciones, se simboliza a veces por un libro: a este propósito, recordaremos solo el Liber Mundi de los Rosa-Cruz, y también el símbolo bien conocido del Liber Vitae apocalíptico ( NA: Hemos indicado más atrás que, en algunas figuraciones, el libro sellado con siete sellos, sobre el que está acostado el CORDERO, está colocado, como el “Árbol de la Vida”, en la fuente común de los cuatro ríos paradisiacos, y hemos hecho alusión entonces a una relación entre el simbolismo del árbol y el del libro: las hojas del árbol y los caracteres del libro representan igualmente todos los seres del Universo ( los “diez mil seres” de la tradición extremo oriental ). ). Desde este punto de vista también, los hilos de la urdimbre, por los que son ligados los puntos que se corresponden en todos los estados, constituyen el Libro sagrado por excelencia, que es el prototipo ( o más bien el arquetipo ) de todas las escrituras tradicionales, y del que éstas no son más que expresiones en lenguaje humano ( Eso se afirma expresamente del Vêda y del Qorân; la idea del “Evangelio eterno” muestra también que esta misma concepción no es enteramente extraña al cristianismo. ); los hilos de la trama, de los que cada uno es el desarrollo de los acontecimientos en un cierto estado, constituyen su “comentario”, en el sentido de que dan las aplicaciones relativas a los diferentes estados; todos los acontecimientos, considerados en la simultaneidad de lo “intemporal”, están inscritos así en este Libro, del que cada uno es por así decir un carácter, que se identifica por otra parte a un punto del tejido. Sobre este simbolismo del libro, citaremos también un resumen de la enseñanza de Mohyiddin ibn Arabi: “El Universo es un inmenso libro; los caracteres de este libro son todos escritos, en principio, con la misma tinta y son transcritos en la Tabla eterna por la pluma divina; todos son transcritos simultáneamente e indivisibles; por ello es por lo que los fenómenos esenciales divinos ocultos en el “secreto de los secretos” tomaron el nombre de “letras transcendentes”. Y estas mismas letras transcendentes, es decir, todas las criaturas, después de haber sido condensadas virtualmente en la omnisciencia divina, son descendidas, por el soplo divino, a las líneas inferiores, y han compuesto y formado el Universo manifestado” ( El-Futûhâtul-Mekkiyah. — Podrá hacerse una aproximación con el papel que desempeñan igualmente las letras en la doctrina cosmogónica del Sepher Ietsirah. ). 6286 SC XIV
Por la operación del “Espíritu Universal” ( Âtma ), que proyecta el “Rayo Celeste” que se refleja sobre el espejo de las “Aguas”, se encierra en el seno de éstas una chispa divina, germen espiritual increado, que, en el Universo potencial ( Brahmânda o “Huevo del Mundo” ), es esta determinación del “No-Supremo” Brahma ( Apara-Brahma ) que la tradición hindú designa como Hiranhagarbha ( es decir, el “Embrión de Oro” ) ( Ver El Hombre y su devenir según el Vêdânta, cap. XIII. ). En cada ser considerado en particular, esta chispa de la Luz Inteligible constituye, si se puede hablar así, una unidad fragmentaria ( expresión por lo demás inexacta si se tomara al pie de la letra, puesto que la unidad es en realidad indivisible y sin partes ) que, al desarrollarse para identificarse en acto a la Unidad total, a la que es en efecto idéntica en potencia ( ya que contiene en sí misma la esencia indivisible de la luz, como la naturaleza del fuego está contenida entera en cada chispa ) ( Ver El Hombre y su devenir según el Vêdânta, cap. V. ), se irradiará en todos los sentidos a partir del centro, y realizará en su expansión el perfecto florecimiento de todas las posibilidades del ser. Este principio de esencia divina involucionado en los seres ( en apariencia solo, ya que no podría ser afectado realmente por las contingencias, y ya que ese estado de “envolvimiento” no existe más que desde el punto de vista de la manifestación ), es también, en el simbolismo Vêdico, Agni ( NA: Agni es figurado como un principio ígneo ( del mismo modo, por lo demás, que el Rayo luminoso que le hace nacer ), puesto que al fuego se le considera como el elemento activo en relación al agua, el elemento pasivo. — Agni en el centro del swastika, es también el CORDERO en la fuente de los cuatro ríos en el simbolismo cristiano ( ver El Hombre y su devenir según el Vêdânta, cap. III; El esoterismo de Dante, cap. IV; El Rey del Mundo, cap. IX ). ), manifestándose en el centro del swastika, que es, como lo hemos visto, la cruz trazada en el plano horizontal, y que, por su rotación alrededor de este centro, genera el ciclo evolutivo que constituye cada uno de los elementos del ciclo universal. El centro, que es el único punto que permanece inmóvil en este movimiento de rotación, es, en razón misma de su inmovilidad ( imagen de la inmutabilidad principial ), el motor de la “rueda de la existencia”; encierra en sí mismo la “ley” ( en el sentido del término sánscrito Dharma ) ( NA: Ver Introducción general al estudio de las doctrinas hindúes, 3a Parte, V, y El Hombre y su devenir según el Vêdânta, cap. IV. — Hemos indicado también en otra parte la relación que existe entre el término Dharma y el nombre sánscrito del Polo, Dhruva, derivados respectivamente de las raíces dhri y dhru, que tienen el mismo sentido y expresan esencialmente la idea de estabilidad ( El Rey del Mundo, cap. I ). ), es decir, la expresión o la manifestación de la “Voluntad del Cielo”, para el ciclo que corresponde al plano horizontal en el que se efectúa esta rotación, y, según lo que hemos dicho, su influencia se mide, o al menos se mediría si tuviéramos la facultad para ello, por el paso de la hélice evolutiva en el eje vertical ( NA: “Cuando se dice ahora ( en el curso de la manifestación ) “el Principio”, este término ya no designa el Ser solitario, tal como fue primordialmente; designa el Ser que existe en todos los seres, norma universal que preside la evolución cósmica. La naturaleza del Principio, la naturaleza del Ser, son incomprehensibles e inefables. Solo lo limitado puede comprenderse ( en modo individual humano ) y expresarse. Del Principio que actúa como el polo, como el eje de la universalidad de los seres, de él solo decimos que es el polo, que es el eje de la evolución universal, sin intentar explicarle” ( Tchoang-tseu, cap. XXV ). Por eso es por lo que el Tao “con un nombre”, que es “La Madre de los diez mil seres” ( Tao-te-king, cap. I ), es la “Gran Unidad” ( Tai-i ), situada simbólicamente, como lo hemos visto más atrás, en la estrella polar: “Si es menester dar un nombre al Tao ( aunque no pueda ser nombrado ), se le llamará ( como equivalente aproximativo ) la “Gran Unidad”? Los diez mil seres son producidos por Tai-i, modificados por yin y yang”. — En occidente, en la antigua “Masonería operativa”, una plomada, imagen del eje vertical, se suspendía de un punto que simbolizaba el polo celeste. Es también el punto de suspensión de la “balanza” de la que hablan diversas tradiciones ( ver El Rey del Mundo, cap. X ); y esto muestra que la “nada” ( Ain ) de la Qabbala hebraica corresponde al “no-actuar” ( wou-wei ) de la tradición extremo oriental. ). 6480 SC XXIV