Elías (RG)

No nos corresponde examinar aquí en su conjunto la cuestión tan compleja y controvertida de la pluralidad de orígenes de la Masonería; nos limitamos a tomar en consideración lo que puede llamarse el aspecto corporativo, representado por la Masonería operativa, o sea, las antiguas fraternidades de constructores. Al igual que las demás corporaciones, estas últimas poseían un simbolismo religioso, o si se prefiere, herméticoreligioso, en relación con las concepciones de aquel esoterismo católico tan difundido en la Edad Media, cuyos vestigios se encuentran por doquier en los monumentos y hasta en la literatura de aquella época. A pesar de cuanto sostienen numerosos historiadores, la confluencia del hermetismo con la Masonería se remonta a mucho antes de la afiliación de ELÍAS Ashmole a esta última (1646); por nuestra parte pensamos incluso que, durante el siglo XVII solamente se trató de reconstruir, bajo este aspecto, una tradición que en gran parte ya se había perdido. Algunos, que parecen estar bien informados de la historia de las corporaciones, llegan incluso a fijar con mucha precisión la fecha de esta pérdida de la antigua tradición, allá por el año 145910. Nos parece indiscutible que los dos aspectos operativo y especulativo han estado siempre reunidos en las corporaciones de la Edad Media, que utilizaban por lo demás ciertas expresiones muy claramente herméticas como aquella de “Gran Obra”, con aplicaciones diversas pero siempre analógicamente correspondientes entre sí11. 2021 EMS V: A PROPÓSITO DE LOS SIGNOS CORPORATIVOS Y DE SU SENTIDO ORIGINAL

Para terminar este examen del libro de M. Vulliaud, formularemos todavía algunas observaciones al respecto de una cuestión que merece particularmente la atención, y que tiene una cierta relación con las consideraciones que ya hemos tenido la ocasión de exponer, especialmente en nuestro estudio sobre El Rey del Mundo; queremos hablar de la cuestión que concierne a la Shekinah y Metatron. En su sentido más general, la Shekinah es la «presencia real» de la Divinidad; la primera cosa que debemos hacer destacar es que los pasajes de la Escritura en los que es hecha especialmente mención de la misma son sobre todo aquellos en que es cuestión la institución de un centro espiritual: la construcción del Tabernáculo, la edificación de los Templos de Salomón y Zorobabel. Un tal centro, constituido en condiciones regularmente definidas, debía ser, en efecto, el lugar de la manifestación divina, siempre representada como una «luz»; y, aunque M. Vulliaud niega toda relación entre la Kabbala y la Masonería (aún reconociendo empero que el símbolo del «Gran Arquitecto» es una metáfora habitual en los rabinos), la expresión de «lugar muy iluminado y muy regular», que esta última ha conservado, bien parece ser un recuerdo de la antigua ciencia sacerdotal que presidía en la construcción de los templos, y que por lo demás no era particular a los judíos. Es inútil que abordemos aquí la teoría de las «influencias espirituales» (preferimos esta expresión a la de «bendiciones» para traducir el hebreo berakoth, tanto más cuanto que éste es el sentido que ha conservado muy nítidamente en árabe el término Barakah); pero incluso considerando las cosas bajo este solo punto de vista, sería posible explicar la palabra de ELÍAS Levita que M. Vulliaud narra: «Los Maestros de la Kabbala tienen a este sujeto grandes secretos». Ahora la cuestión es tanto mas compleja cuanto que la Shekinah se presenta bajo aspectos múltiples; tiene dos aspectos principales: Interior uno y exterior el otro (t. I, p. 495); pero aquí, M. Vulliaud habría podido explicarse un poco más claramente de lo que lo ha hecho, tanto más cuanto que a despecho de su intención de no tratar más que de la «Kabbala judía», ha señalado precisamente «las relaciones entre las teologías judía y cristiana a propósito de la Shekinah» (p. 493). Ahora bien, justamente, hay en la Tradición cristiana, una frase que designa con el máximo de claridad los dos aspectos de que habla: Gloria in excelsis Deo, et in terra Pax hominibus bonae voluntatis. Los términos Gloria y Pax se refieren respectivamente al aspecto interno, en relación al Principio, y al aspecto exterior, en relación al mundo manifestado; y si se consideran estos dos términos de esta manera, uno puede comprender de inmediato por qué son pronunciados por los Ángeles (Malakim) para anunciar el nacimiento del «Dios con nosotros» o «en nosotros» (Emmanuel). También sería posible, para el primer aspecto, recordar la teoría de los teólogos sobre la «Luz de la gloria» en la cual y por la cual, se cumple la visión beatífica (in excelsis); y para el segundo aspecto diremos todavía que la «Paz» en su sentido esotérico, es indicada por todas partes como el atributo espiritual fundamental de los centros espirituales establecidos en este mundo (terra). Por otra parte el término árabe Sakinah, que es de toda evidencia idéntico al término hebreo, se traduce por «Gran Paz», la cual es el equivalente exacto de la Pax Profunda de los Rosa Cruz, y de esta manera, sería sin duda posible explicar lo que estos entendían por el «Templo del Espíritu Santo». Podríase de la misma manera interpretar de un modo preciso un cierto número de texto evangélicos, tanto más cuanto que «la Tradición secreta concerniente a la Shekinah tendría alguna relación con la luz del Mesías» (p. 503). ¿Es pues sin intención que M. Vulliaud, al dar esta última indicación, dice que se trata de la Tradición «reservada a los que prosiguen el camino que conduce al Pardes», es decir, como lo hemos explicado en otra parte, al Centro espiritual supremo? Esto nos lleva todavía a otra observación; un poco más adelante es cuestión de un «misterio relativo al jubileo» (p. 506), el cual se vincula en un cierto sentido a la idea de «Paz» y a este propósito se cita este texto del Zohar (III, 586): «El río que sale del Edén lleva el nombre de Jobel, como del de Jeremías (XVII, 8): El extenderá sus raíces hacia el río, de donde resulta que la idea central del Jubileo es el retorno de todas las cosas a su estado primitivo». Está claro que se trata aquí del retorno al «estado primordial» considerado por todas las tradiciones y del cual hemos debido ocuparnos en nuestro estudio sobre Dante; y, cuando se añade que «el retorno de todas las cosa a su primer estado anunciará la era mesiánica» (p. 507), los que hayan leído este estudio podrán acordarse de lo que hemos dicho allí al respecto de las relaciones entre el «Paraíso terrestre» y la «Jerusalem celeste». Por otra parte de lo que se trata aquí, por todas partes y siempre, en las fases diversas de la manifestación cíclica, es del Pardes, el centro de este mundo, que el simbolismo Tradicional de todos los pueblos compara al corazón, dentro del ser y «residencia divina» (Brahma-pura en la doctrina hindú), como el Tabernáculo que es su imagen y que, por esta razón, es denominado en hebreo mishkam o «habitáculo de Dios» (p. 493), término que tiene la misma raíz que el término Shekinah. Bajo otro punto de vista, la Shekinah es la síntesis de los Sephiroth; ahora bien, en el árbol sephirótico, la «columna de la derecha» es el lado de la Misericordia, y la «columna de la izquierda» es el lado del Rigor; debemos pues reencontrar esos dos aspectos también en la Shekinah. En efecto «si el hombre peca y se aleja de la Shekinah, cae bajo el poder de las potencias (Sârim) que dependen del Rigor» (p. 507), y entonces la Shekinah es llamada «mano de Rigor», lo que recuerda de inmediato el símbolo bien conocido de la «mano de justicia». Pero, al contrario, si el hombre se aproxima a la Shekinah, se libera, y la Shekinah es «la mano derecha» de Dios, es decir, que la «mano de justicia» deviene entonces la «mano bendiciente». Son los misterios de la «Casa de justicia» (Beith-Din) que es todavía otra designación del Centro espiritual supremo; apenas hay necesidad de hacer observar que los dos lados que hemos considerado son los mismos en los que se reparten los elegidos y los condenados en las representaciones cristianas del «Juicio final». Podríase igualmente establecer una aproximación con las dos vías que los Pitagóricos representaban por la letra Y, y que bajo una forma exotérica estaban simbolizadas por el mito de Hércules entre la Virtud y el Vicio; con las dos puertas celeste e infernal, que, entre los latinos, estaban asociadas al simbolismo de Janus; con las dos fases cíclicas ascendente y descendente que, entre los hindúes, se vinculaban semejantemente al simbolismo de Ganesha. En fin, es fácil comprender así lo que significan verdaderamente expresiones como las de «intención recta» y de «buena voluntad» (Pax hominibus bonae voluntatis), y los que conocen los numerosos símbolos a los cuales hemos hecho aquí alusión, verán que no carece de razón que la fiesta de Navidad coincida con el solsticio de invierno), cuando uno tiene cuidado de dar de lado con todas las interpretaciones exteriores, filosóficas y morales, que les han sido dadas desde los estoicos hasta Kant. 2546 FTCC «LA KABBALA JUDÍA»

Por otro lado, hay casi siempre una estrecha conexión establecido entre Henoch (Seyidna Idris) y ELÍAS (Seyidna Dhûl-Kifl), elevados uno y otro al cielo sin haber pasado por la muerte corporal (Se dice que deben manifestarse de nuevo sobre la tierra al fin del ciclo: Son los dos «testigos» de los que se habla en el capítulo XI del Apocalipsis. ), y la Tradición islámica los sitúa a ambos en las esfera solar. Del mismo modo, según la Tradición rosicruciana, ELÍAS Artista, que preside en la «Gran Obra» hermética (Encarna en cierto modo la naturaleza del «fuego filosófico», y se sabe que, según el relato bíblico, el profeta ELÍAS fue elevado al cielo sobre un «carro de fuego»; esto se refiere al vehículo ígneo (taijasa en la doctrina hindú) que, en el ser humano, corresponde al estado sutil (Ver El Hombre y su devenir según el Vêdânta, cap. XIV).), reside en la «Ciudadela solar», que es por lo demás propiamente la morada de los «inmortales» (en el sentido de los Chirajîvîs de la Tradición hindú, es decir, de los seres «dotados de longevidad», o cuya vida se perpetúa a través de toda la duración del ciclo) (Ver El Hombre y su devenir según el Vêdânta, cap. I.- Recordaremos también, bajo el punto de vista alquímico, la correspondencia del Sol con el oro, designado por la Tradición hindú como la «luz mineral»; el «oro potable» de los hermetistas es por lo demás la misma cosa que el «brebaje de inmortalidad», que también se llama «licor de oro» en el Taoísmo.), y que representa uno de los aspectos del «Centro del Mundo». Todo esto es seguramente muy digno de reflexión, y, si se le agregan también las Tradiciones que, un poco por todas partes, asimilan simbólicamente el Sol mismo al fruto del «Árbol de la Vida» (Ver El Simbolismo de la Cruz, cap. IX. ), se comprenderá quizás la relación especial que tiene la influencia solar con el hermetismo, en tanto que éste, como los «misterios menores» de la antigüedad, tiene por meta esencial la restauración del «estado primordial» humano: ¿No es la «Ciudadela solar» de los RosaCruz la que debe «descender del cielo a la tierra», al fin del ciclo, bajo la forma de la «Jerusalém celeste», realizando la «cuadratura del círculo» según la medida perfecta de la «caña de oro»? 2585 FTCC HERMES

Pensamos que no carece de interés hacer aquí una digresión, al menos aparente, a propósito de un símbolo que es estrechamente conexo al del yin-yang: este símbolo es la doble espiral (NA: Fig. 10), que desempeña un papel extremadamente importante en el arte tradicional de los países más diversos, y concretamente en el de la Grecia arcaica (NA: Conformemente a las tendencias modernas, algunos no quieren ver en ello, naturalmente, más que un motivo simplemente «decorativo» u «ornamental»; pero olvidan o ignoran que toda «ornamentación» tiene originariamente un carácter simbólico aunque, por una suerte de «supervivencia», haya podido continuar siendo empleada en épocas en las que ese carácter había cesado de ser comprendido.). Como se ha dicho muy justamente, esta doble espiral, «que puede considerarse como la proyección plana de los dos hemisferios del Andrógino, ofrece la imagen del ritmo alternado de la evolución y de la involución, del nacimiento y de la muerte, en una palabra representa la manifestación bajo su doble aspecto» (NA: ELÍAS Lebasquais, Tradition hellénique et Art grec, en los Études traditionnelles, número de diciembre de 1935.). Por lo demás, esta figuración puede considerarse a la vez en un sentido «macrocósmico» y en un sentido «microcósmico»: en razón de su analogía, siempre se puede pasar del uno al otro de estos dos puntos de vista por una transposición conveniente; pero es sobre todo al primero al que vamos a referirnos directamente aquí, ya que es en relación al simbolismo del «Huevo del Mundo», al que ya hemos hecho alusión a propósito del yin-yang, donde se presentan las aproximaciones más destacables. Desde este punto de vista, se pueden considerar las dos espirales como la indicación de una fuerza cósmica que actúa en sentido inverso en los dos hemisferios, que, en su aplicación más extensa, son naturalmente las dos mitades del «Huevo del Mundo», siendo los dos polos los puntos alrededor de los cuales se enrollan estas dos espirales (NA: La doble espiral es el elemento principal de algunos talismanes muy extendidos en los países islámicos; en una de las formas más completas, los dos puntos en cuestión están marcados por estrellas que son los dos polos; sobre una vertical mediana que corresponde al plano de separación de los dos hemisferios, y respectivamente por encima y por debajo de la línea que une las dos espirales una a la otra, están el Sol y la Luna; en fin, en los cuatro ángulos hay cuatro figuras cuadrangulares que corresponden a los cuatro elementos, identificados así a los cuatro «ángulos» (arkân) o fundamentos del mundo.). Se puede observar enseguida que esto está en relación estrecha con los dos sentidos de rotación del swastika (NA: Fig. 11), puesto que éstos representan en suma la misma revolución del mundo alrededor de su eje, pero vista respectivamente desde uno y otro de los dos polos (NA: Ver El Simbolismo de la Cruz, cap. X.); y estos dos sentidos de rotación expresan en efecto la doble acción de la fuerza cósmica de que se trata, doble acción que es en el fondo la misma cosa que la dualidad del yin y del yang bajo todos sus aspectos. 2691 RGGT LA DOBLE ESPIRAL

En este estado, las facultades externas, aunque subsisten potencialmente, se reabsorben en el sentido interno ( manas ), que es su fuente común, su soporte y su fin inmediato, y que reside en las arterias luminosas ( nâdîs ) de la forma sutil, donde está extendido de una manera indivisa, a la manera de un calor difuso. Por lo demás, el elemento ígneo mismo, considerado en sus propiedades esenciales, es a la vez luz y calor; y, como lo indica el nombre mismo de Taijasa aplicado al estado sutil, estos dos aspectos, convenientemente transpuestos ( puesto que entonces ya no se trata de cualidades sensibles ), deben encontrarse igualmente en este estado. Todo lo que se refiere a éste, como ya hemos tenido la ocasión de hacerlo destacar en otras circunstancias, toca muy de cerca a la naturaleza misma de la vida, que es inseparable del calor; y recordaremos que, sobre este punto como sobre muchos otros, las concepciones de Aristóteles concuerdan plenamente con las de los orientales. En cuanto a la luminosidad que acabamos de mencionar, es menester entenderla como la reflexión y la difracción de la Luz inteligible en las modalidades extrasensibles de la manifestación formal ( modalidades de las que no vamos a considerar en todo esto más que lo que concierne al estado humano ). Por otra parte, la forma sutil misma ( sûkshma-sharîra o linga-sharîra ), en la que reside Taijasa, se asimila también a un vehículo ígneo ( NA: A propósito de esto, hemos recordado en otra parte elcarro de fuego” sobre el que el profeta ELÍAS subió a los cielos ( II Libro de los Reyes, II, 11 ). ), aunque debe distinguirse del fuego corporal ( el elemento Têjas o lo que procede de él ) que es percibido por los sentidos de la forma grosera ( sthula-sharîra ), vehículo de Vaishwânara, y más especialmente por la vista, puesto que la visibilidad, que supone necesariamente la presencia de la luz, es, entre las cualidades sensibles, la que pertenece en propiedad a Têjas; pero, en el estado sutil, ya no puede tratarse en modo alguno de los bhûtas, sino solo de los tanmâtras correspondientes, que son sus principios determinados inmediatos. En lo que concierne a las nadîs o arterias de la forma sutil, no deben confundirse con las arterias corporales por las que se efectúa la circulación sanguínea, y corresponden más bien fisiológicamente, a las ramificaciones del sistema nervioso, ya que se describen expresamente como luminosas; ahora bien, como el fuego se polariza en cierto modo en calor y luz, el estado sutil está ligado al estado corporal de dos maneras diferentes y complementarias, por la sangre en cuanto a la cualidad calórica, y por el sistema nervioso en cuanto a la cualidad luminosa ( Ya hemos indicado, a propósito de la constitución de la annmaya-kosha, que es el organismo corporal, que los elementos del sistema nervioso provienen de la asimilación de las substancias ígneas. En cuanto a la sangre, que es líquida, está formada a partir de las substancias acuosas, pero es menester que éstas hayan sufrido una elaboración debida a la acción del calor vital, que es la manifestación de Agni Vaishwânara, y las mismas desempeñan solo el papel de un soporte plástico que sirve para la fijación de un elemento de naturaleza ígnea: el fuego y el agua son aquí, uno en relación al otro, “esencia” y “substancia” en un sentido relativo. Esto podría aproximarse fácilmente a algunas teorías alquímicas, como aquellas donde interviene la consideración de los principios llamados “azufre” y “mercurio”, uno activo y el otro pasivo, y respectivamente análogos, en el orden de los “mixtos”, del fuego y del agua en el orden de los elementos, sin hablar de las otras designaciones múltiples que se dan también simbólicamente, en el lenguaje hermético, a los dos términos correlativos de una semejante dualidad. ). No obstante, debe entenderse bien que, entre las nâdis y los nervios, no hay todavía más que una simple correspondencia, y no una identificación, puesto que los primeros no son corporales, y puesto que se trata en realidad de dos dominios diferentes en la individualidad integral. Del mismo modo, cuando se establece una relación entre las funciones de estas nâdis y la respiración ( NA: Aquí hacemos alusión más especialmente a las enseñanzas que se vinculan al Hatha-Yoga, es decir, a los métodos preparatorios para la “Unión” ( Yoga en el sentido propio de la palabra ) y que se basan sobre la asimilación de algunos ritmos, principalmente ligados a la regulación de la respiración. Lo que se llama dhikr en las escuelas esotéricas árabes tiene exactamente la misma razón de ser, y, frecuentemente, incluso los procedimientos puestos en obra son completamente similares en las dos tradiciones, lo que, por lo demás, no es para nos el indicio de ningún plagio; la ciencia del ritmo, en efecto, puede ser conocida por una y otra parte de una manera completamente independiente, ya que se trata de una ciencia que tiene su objeto propio y que corresponde a un orden de realidad claramente definido, aunque sea enteramente ignorada por los occidentales. ), porque ésta es esencial para el mantenimiento de la vida y corresponde verdaderamente al acto vital principal, es menester no concluir de ello que se les pueda representar como una suerte de canales en los que circularía el aire; eso sería confundir el “soplo vital” ( prânâ ), que pertenece propiamente al orden de la manifestación sutil ( Esta confusión ha sido cometida efectivamente por algunos orientalistas, cuya comprehensión es sin duda incapaz de rebasar los límites del mundo corporal. ), con un elemento corporal. Se dice que el número de nâdis es de setenta y dos mil; no obstante, según otros textos, sería de setecientos veinte millones; pero la diferencia es aquí más aparente que real, ya que, así como ocurre siempre en parecido caso, estos números deben tomarse simbólicamente, y no literalmente; y es fácil darse cuenta de ello si se observa que están en relación evidente con los números cíclicos ( NA: Los números cíclicos fundamentales son 72 = 23 x 32; 108 = 23 x 33; 432 = 24 x 33 = 72 x 6 = 108 x 4; los mismos se aplican concretamente a la división geométrica del círculo ( 360 = 72 x 5 = 12 x 30 ) y a la duración del periodo astronómico de la precesión de los equinoccios ( 72 x 360 = 432 x 60 = 25.920 años ); pero esas no son más que sus aplicaciones más inmediatas y más elementales, y no podemos entrar aquí en las consideraciones propiamente simbólicas a las que se llega por la transposición de estos datos en órdenes diferentes. ). Más adelante, tendremos todavía la ocasión de dar otros desarrollos sobre esta cuestión de las arterias sutiles, así como sobre el proceso de los diversos grados de reabsorción de las facultades individuales, reabsorción que, como lo hemos dicho, se efectúa en sentido inverso del desarrollo de estas mismas facultades. 3260 HDV XIII

“Pero el que ha obtenido ( antes de la muerte, entendida siempre como la separación del cuerpo ) el verdadero Conocimiento de Brahma ( que implica, por la realización metafísica sin la que no habría más que un conocimiento imperfecto y completamente simbólico, la posesión efectiva de todos los estados de su ser ) no pasa ( en modo sucesivo ) por todos los mismos grados de retirada ( o de reabsorción de su individualidad, desde el estado de manifestación grosera al estado de manifestación sutil, con las diversas modalidades que ello conlleva, y después al estado no manifestado, donde las condiciones individuales son finalmente enteramente suprimidas ). Procede directamente ( a este último estado, e incluso más allá de éste si se considera solo como principio de la manifestación ) a la Unión ( ya realizada al menos virtualmente durante su vida corporal ) ( Si la “Unión” o la “Identidad Suprema” no ha sido realizada más que virtualmente, la “Liberación” tiene lugar inmediatamente en el momento mismo de la muerte; pero esta “Liberación” puede tener lugar también durante la vida misma, si la “Unión” está desde entonces realizada plena y efectivamente; la distinción de estos dos casos se expondrá más completamente a continuación. ) con el Supremo Brahma, al que se identifica ( de una manera inmediata ), como un río ( que representa aquí la corriente de la existencia a través de todos los estados y de todas las manifestaciones ), en su desembocadura ( que es la conclusión o el término final de esa corriente ), se identifica ( por penetración íntima ) con las olas del mar ( samudra, donde la unión de las aguas simboliza la totalización de las posibilidades en el Principio Supremo ). Sus facultades vitales y los elementos de los que estaba constituido su cuerpo ( considerados todos en principio y en su esencia suprasensible ) ( Puede ocurrir incluso, en algunos casos excepcionales, que la transposición de estos elementos se efectúe del tal manera que la forma corporal misma desaparezca sin dejar ningún rastro sensible, y que, en lugar de ser abandonada por el ser como ocurre de ordinario, pase así toda entera, ya sea al estado sutil, ya sea al estado no manifestado, de suerte que ahí no hay muerte hablando propiamente; a propósito de esto, hemos recordado en otra parte los ejemplos bíblicos de Henoch, de Moisés y de ELÍAS. ), las dieciséis partes ( shodasha-kalâh ) componentes de la forma humana ( es decir, los cinco tanmâtras, el manas y las diez facultades de sensación y de acción ), pasan completamente al estado no manifestado ( avyakta, donde, por transposición, se reencuentran todos en modo permanente, en tanto que posibilidades inmutables ), y, por lo demás, este paso no implica para el ser mismo ningún cambio ( tal como lo implican los estadios intermediarios, que, al pertenecer todavía al “devenir”, conllevan necesariamente una multiplicidad de modificaciones ). El nombre y la forma ( nâma-rûpa, es decir, la determinación de la manifestación individual en cuanto a su esencia y en cuanto a su substancia, como lo hemos explicado precedentemente ) cesan igualmente ( en tanto que condiciones limitativas del ser ); y, siendo “no dividido”, y por consiguiente sin las partes o los miembros que componían su forma terrestre ( en el estado manifestado, y en tanto que esta forma estaba sometida a la cantidad bajo diversos modos ) ( NA: Los modos principales de la cantidad se designan expresamente en esta fórmula bíblica: “Tú has dispuesto todas las cosas en peso, número y medida” ( Sabiduría, XI, 21 ), a la cual responde término a término ( salvo la intervención de los dos primeros ) el Mane, Theqel, Fares, ( contado, pesado, dividido ) de la visión de Baltasar ( Daniel, V, 25 a 28 ). ), está liberado de las condiciones de la existencia individual ( así como de todas las demás condiciones referentes a un estado especial y determinado de existencia cualquiera que sea, incluso supraindividual, puesto que el ser está en adelante en el estado principial, absolutamente incondicionado )” ( Prashna Upanishad, 6 Prashna, shruti 5; Mundaka Upanishad, 3er Mundaka, 2 Khanda, shruti 8. — Brahma-Sûtras, 4 Adhyâya, 2 Pâda, sûtras 8 a 16. ). 3384 HDV XIX

Hemos visto recientemente, en una revista espiritista extranjera un artículo cuyo autor criticaba, con razón, la idea ridícula de los que, anunciando para un tiempo próximo la “segunda venida” de Cristo, la presentan como debiendo ser una reencarnación (Esta extravagante opinión, que ha encontrado en particular, desde hace algunos años, mucho crédito entre los teosofistas, apenas es más absurda, después de todo, que la de la gente que sostiene que san Juan Bautista fue una reencarnación del profeta ELÍAS; por otro lado, diremos algunas palabras a continuación, con respecto a los diversos textos de los Evangelios que algunos se han esforzado por interpretar a favor de la teoría reencarnacionista.). Pero la cosa se pone más divertida cuando ese mismo autor declara que, si no puede admitir esta tesis, es muy simplemente porque, según él, el retorno de Cristo es ahora un hecho cumplido… ¡por el espiritismo! «Ha venido ya, dice él, puesto que, en ciertos centros, se registran sus comunicaciones.» Verdaderamente, ¡hay que tener una fe bien robusta para poder creer así que el Cristo y sus Apóstoles se manifiestan en sesiones espiritistas y hablan por el órgano de los médiums! Si hay gentes para las que una creencia es necesaria (y parece que sea el caso de la inmensa mayoría de los Occidentales), no dudamos en afirmar cuán preferimos incluso la del católico menos iluminado, o incluso la fe del materialista sincero, pues ésta también lo es (Véase a este respecto “A propos du Grand Architecte de l’Univers”, en Etudes sur la Franc-Maçonnerie, t. II.). 5185 MISCELÁNEA LA GNOSIS Y LAS ESCUELAS ESPIRITUALISTAS

Llamamos muy particularmente la atención sobre esto: el centro de que se trata es el punto fijo que todas las tradiciones están de acuerdo en designar simbólicamente como el «Polo», puesto que es alrededor de él donde se efectúa la rotación del mundo, representado generalmente por la rueda, tanto en los Celtas como en los Caldeos y en los Hindúes (El símbolo céltico de la rueda se ha conservado en la edad media; se pueden encontrar numerosos ejemplos de él sobre las iglesias románicas, y el rosetón gótico mismo parece ser un derivado suyo, ya que hay una relación cierta entre la rueda y las flores emblemáticas tales como la rosa en Occidente y el loto en Oriente.). Tal es la verdadera significación del swastika, este signo que se encuentra difundido por todas partes, desde el Extremo Oriente hasta el Extremo Occidente (Este mismo signo no ha sido extraño al hermetismo Cristiano: hemos visto, en el antiguo monasterio de los Carmelitas de Loudun, símbolos muy curiosos, que datan verosímilmente de la segunda mitad del siglo XV, y entre los cuales el swastika ocupa, con el signo del que hablaremos más adelante, uno de los lugares más importantes. Es bueno anotar, en esta ocasión, que los Carmelitas, que han venido de Oriente, vinculan la fundación de su Orden a ELÍAS y a Pitágoras (como la Masonería, por su lado, se vincula a la vez a Salomón y al mismo Pitágoras, lo que constituye una similitud bastante destacable), y también que, por otra parte, algunos pretenden que en la edad media tenían una iniciación muy vecina de la de los Templarios, así como los religiosos de la Merced; se sabe que esta última Orden ha dado su nombre a un grado de la Masonería escocesa, del cual hemos hablado bastante largamente en El Esoterismo de Dante.), y que es esencialmente el «signo del Polo»; sin duda es aquí la primera vez, en la Europa moderna, que se hace conocer su sentido real. En efecto, los sabios contemporáneos han buscado vanamente explicar este símbolo mediante las teorías más fantasiosas; la mayoría de entre ellos, obsesionados por una suerte de idea fija, han querido ver en él, como casi por todas partes, un signo exclusivamente «solar» (La misma precisión se aplica concretamente a la rueda, cuya verdadera significación acabamos de indicar igualmente.), mientras que, si lo ha devenido a veces, no ha podido ser más que accidentalmente y de un manera desviada. Otros han estado más cerca de la verdad al considerar al swastika como el símbolo del movimiento; pero esta interpretación, sin ser falsa, es muy insuficiente, ya que no se trata de un movimiento cualquiera, sino de un movimiento de rotación que se cumple alrededor de un centro o de un eje inmutable; y es el punto fijo el que es, lo repetimos, el elemento esencial al que se refiere directamente el símbolo en cuestión (No citaremos más que de memoria la opinión, todavía más fantasiosa que todas las demás, que hace del swastika el esquema de un instrumento primitivo destinado a la producción del fuego; ahora bien, si este símbolo tiene a veces una cierta relación con el fuego, puesto que es concretamente un emblema de Agni, es por razones completamente diferentes.). 5813 RGRM CAPÍTULO II

Los «intermediarios celestes» de que se trata son la Shekinah y Metatron; y diremos primero que, en el sentido más general, la Shekinah es la «presencia real» de la Divinidad. Es menester notar que los pasajes de la Escritura donde se hace mención de ella muy especialmente son sobre todo aquellos donde se trata de la institución de un centro espiritual: la construcción del Tabernáculo, la edificación de los Templos de Salomón y de Zorobabel. Un tal centro, constituido en condiciones regularmente definidas, debía ser en efecto el lugar de la manifestación divina, siempre representada como «Luz»; y es curioso destacar que la expresión de «lugar muy iluminado y muy regular», que la Masonería ha conservado, parece ser efectivamente un recuerdo de la antigua ciencia sacerdotal que presidía la construcción de los templos, y que, por lo demás, no era particular a los Judíos; volveremos sobre este tema más tarde. No vamos a entrar en el desarrollo de la teoría de las «influencias espirituales» (preferimos esta expresión a la palabra “bendiciones” para traducir el hebreo berakoth, tanto más cuanto que ese es el sentido que ha guardado muy claramente en árabe la palabra barakah); pero, incluso limitándose a considerar las cosas bajo este único punto de vista, sería posible explicarse la palabra de ELÍAS Levita, que cuenta M. Vulliaud en su obra sobre La Kabbale juive: «Los Maestros de la Kabbala tienen sobre este punto grandes secretos». 5824 RGRM CAPÍTULO III