Guénon Coração Centro

René Guénon — OS SÍMBOLOS DA CIÊNCIA SAGRADA

Coração — Centro do Ser
Para comprender bien tal relación, hay que referirse ante todo a la doctrina hindú que da al corazón, en cuanto centro del ser, el nombre de “Ciudad divina” ( Brahma-pura ) y que — cosa muy notable — aplica a esta “Ciudad divina” expresiones idénticas a algunas de las que se emplean en el Apocalipsis para describir la “Jerusalén celeste”1. El Principio divino, en cuanto reside en el centro del ser, es a menudo designado simbólicamente como el “Éter en el corazón”, tomándose, naturalmente, para representar el Principio, el elemento primordial del cual todos los demás proceden; y este “Éter” ( akasha ) es la misma cosa que el ‘Avîr hebreo, de cuyo misterio brota la luz ( ‘ôr ) que realiza la extensión por su irradiación externa2, “haciendo del vacío ( tohû ) un algo y de lo que no era lo que es”3, mientras que, por una concentración correlativa con respecto a esta expansión luminosa, permanece en el interior del corazón como el yod, es decir, “el punto escondido hecho manifiesto”, uno en tres y tres en uno4. Pero dejaremos ahora este punto de vista cosmogónico para referirnos de preferencia al punto de vista concerniente a un ser particular, como el ser humano, aunque cuidando señalar que entre los dos puntos de vista, “macrocósmico” y,”microcósmico” hay una correspondencia analógica en virtud de la cual siempre es posible una transposición del uno al otro.

En los textos sagrados de la India encontramos lo siguiente: “Este atman ( el Espíritu divino ), que reside en el corazón, es más pequeño que un grano de arroz, más pequeño que un grano de cebada, más pequeño que un grano de mostaza, más pequeño que un grano de mijo, más pequeño que el germen que está en un grano de mijo; este atman, que reside en el corazón, es también más grande que la tierra, más grande que la atmósfera, más grande que el cielo, más grande que todos los mundos en conjunto”5. Es imposible que no llame la atención la similitud entre los términos de este pasaje y los de la parábola evangélica aludida “Semejante es el reino de los cielos a un granito de mostaza, que tomándolo un hombre lo sembró en su campo; el cual es la más pequeña de todas las semillas, mas cuando se ha desarrollado es mayor que las hortalizas y se hace un árbol, de modo que vienen las aves del cielo y anidan en sus ramas”6.




  1. Cf. L’Homme et son devenir selon le Vêdânta, cap. III. 

  2. Cf. Le Règne de la quantité et les signes des temps, cap. III. 

  3. Es el Fiat Lux ( Yehi ‘or ) del Génesis, primera afirmación del Verbo divino en la obra de la Creación; vibración inicial que abre la vía al desarrollo de las posibilidades contenidas potencialmente, en estado “informe y vacío” ( tohû va- bohû ), en el caos originario (cf. Aperçus sur l’Initiation, cap. XLVI ). 

  4. Cf. Le Symbolisme de La Croix, cap. IV. 

  5. Chhandogya-Upânishad, Prapàthaka 3, Khanda 14, çruti 3. 

  6. San Mateo, XIII, 31-32; cf. San Marcos, IV, 30, 32; San Lucas, XIII, 18-19. 

René Guénon