René Guénon — Émile Coué
14.- La Clé, enseignement recueilli par Grace Gassette et Georges Barbarin. (Editions du Prieuré, Bazainville (Seine-et-Oise). –Bien que este volumen, que porta en exergo la máxima cartesiana: “Pienso, luego existo”, sea publicado sin nombre de autor, proviene visiblemente de la misma “fuente” que el libro del Dr. Alexander Cannon del cual hemos hablado aquí hace algunos meses. Se encuentra en él un poco de todo: numerosas citas del Evangelio, acompañadas de interpretaciones frecuentemente contestables, se mezclan con pretendidas enseñanzas de los “Sabios del Tíbet” (?), y también con ideas mucho más auténticamente tomadas de la filosofía y la ciencia modernas; y las experiencias más vulgarizadas del Hatha-yoga se juntan con “afirmaciones” que recuerdan curiosamente el método Coué. Todo se mantiene prácticamente al nivel intelectual de las innumerables producciones americanas que pretenden enseñar los medios para obtener el “éxito” en uno u otro orden; basta además, para apreciar su espíritu con leer las líneas del prólogo, donde se dice que: “la edad de la iniciación ha terminado”, y que “el avance de la humanidad en las vías de la bondad y del conocimiento (!) permiten hoy dar la elevada enseñanza a todos”; si estas palabras han sido escritas de buena fe, apenas testimonian a favor del “conocimiento”¡ni incluso, más simplemente, de la perspicacia de su autor! 8108 El Teosofismo: RESEÑAS DE LIBROS — Diciembre de 1935
32.- Upton Sinclair. Comment je crois en Dieu. Traduit de l’anglais par Henri Delgove et R. N. Raimbault (Editions Adyar, Paris). La concepción “religiosa” del autor, que, por otro lado, no se puede consentir en llamar así más que a condición de especificar que se trata de simple “religiosidad” y no de religión propiamente dicha; esta concepción, decimos, es, en el fondo, una mezcla bastante típicamente americana de “idealismo” y de “pragmatismo”: él nota la necesidad de creer en un “ideal”, lo que es muy vago, y, al mismo tiempo, quiere que este “ideal”, que conviene en denominar “Dios” aun confesando que no sabe lo que éste es verdaderamente, le “sirve” prácticamente en todo tipo de circunstancias; debe servirle especialmente , según parece, para curarse cuando está enfermo, pues las historias de “curaciones mentales” y de “religiones sanadoras” ocupan en el libro un lugar particularmente importante (destaquemos a este respecto que la “formación” de Emile Coué no era quizás tan diferente como él lo cree de la de M. Baker Eddy, pues, hecho que ignora probablemente, Emile Coué, antes de fundar su propia escuela de “autosugestión”, había sido el discípulo de Víctor Segno y de los “mentalistas” americanos, que tienen muchos puntos comunes con la Christian Science). Por su lado “idealista”, esta manera de ver se vincula manifiestamente a lo que hemos llamado el “psicologismo”, pues es evidente que el valor o la eficacia de un “ideal” como tal no puede ser más que puramente psicológico (y además él impulsa esta tendencia hasta a querer explicar psicológicamente, asimilándolos a simples sugestiones, hechos que pertenecen al dominio de la magia o de la brujería); pero, por añadidura, como ocurre muy frecuentemente hoy en semejante caso, intervienen también elementos que proceden de un “psiquismo” bastante sospechoso puesto que, en el fondo, se trata sobre todo, de apelar al “subconsciente”, en lo cual el autor no hace además sino seguir a William James, su maestro en “pragmatismo”; está totalmente dispuesto a atribuir a fenómenos psíquicos tales como la telepatía y la clarividencia, un valor “espiritual”, lo que es una bien lamentable ilusión; y se puede incluso preguntar si, en definitiva, lo que él “deifica” no es simplemente su propio subconsciente…-Hay en la traducción algunas faltas de lenguaje verdaderamente extrañas: Así, las células del cerebro son en realidad células “cerebrales” y no “cervicales”, lo que significa células del cuello; y “sectatario” es un barbarismo bastante divertido, aparentemente formado por una confusión de “secuaz” (sectateur) con “sectario” (sectaire). 8183 El Teosofismo: RESEÑAS DE LIBROS — Marzo de 1938