René Guénon — O ESOTERISMO DE DANTE
Capítulo IX — ERRORES DE LAS INTERPRETACIONES SISTEMÁTICAS
Algunos pensarán quizás que este estudio plantea aún más cuestiones de las que resuelve, y, a decir verdad, no podríamos protestar contra una semejante crítica, si es que es una crítica; y solo puede serlo por parte de aquellos que ignoran cuánto difiere de todo saber profano el conocimiento iniciático. Por eso es por lo que, desde el comienzo, hemos tenido cuidado de advertir que no entendíamos dar una exposición completa, ya que la naturaleza misma del tema nos impedía una semejante pretensión; y, por lo demás, en este dominio todo se relaciona tan estrechamente, que serían menester ciertamente varios volúmenes para desarrollar como lo merecerían las cuestiones múltiples a las que hemos hecho alusión en el curso de nuestro trabajo, sin hablar de todas las que no hemos tenido la ocasión de considerar, pero a las que este desarrollo, si quisiéramos emprenderle, introduciría a su vez inevitablemente.
Al terminar, diremos solamente, para que nadie pueda equivocarse sobre nuestras intenciones, que los puntos de vista que hemos indicado no son en modo alguno exclusivos, y que sin duda hay todavía muchos otros en los que uno podría colocarse igualmente y de los que se sacarían conclusiones no menos importantes, puesto que todos estos puntos de vista se completan en perfecta concordancia en la unidad de la síntesis total. Pertenece a la esencia misma del simbolismo iniciático no poder reducirse a fórmulas más o menos estrechamente sistemáticas, como aquellas en las que se complace la filosofía profana; el papel de los símbolos es ser el soporte de concepciones cuyas posibilidades de extensión son verdaderamente ilimitadas, y toda expresión no es ella misma más que un símbolo; así pues, es menester reservar siempre la parte de lo inexpresable, que es incluso, en el orden de la metafísica pura, lo que importa más.
En estas condiciones, se comprenderá sin esfuerzo que nuestras pretensiones se limiten a proporcionar un punto de partida a la reflexión de aquellos que, al interesarse verdaderamente en estos estudios, son capaces de comprender su alcance real, y a indicarles la vía de algunas investigaciones de las que nos parece que se podría sacar un provecho muy particular. Así pues, si este trabajo tuviera como efecto suscitar otros en el mismo sentido, solo este resultado estaría lejos de ser desdeñable, tanto más cuanto que, para nos, en esto no se trata de erudición más o menos vana, sino de comprehensión verdadera, y, sin duda, no es sino por tales medios como será posible algún día hacer sentir a nuestros contemporáneos la estrechez y la insuficiencia de sus concepciones habituales. La meta que tenemos así en vista es quizás muy lejana, pero no obstante no podemos evitar pensar en ella y tender hacia ella, al contribuir por nuestra parte, por débil que sea, a aportar alguna luz sobre un lado muy poco conocido de la obra de Dante.