René Guénon — O SIMBOLISMO DA CRUZ
LUGAR DO ESTADO INDIVIDUAL HUMANO NO CONJUNTO DO SER
Según lo que hemos dicho en el capítulo precedente sobre el tema del antropomorfismo, es claro que la individualidad humana, considerada incluso en su integralidad ( y no restringida únicamente a la modalidad corporal ), no podría tener un lugar privilegiado y “fuera de serie” en la jerarquía indefinida de los estados del ser total; ocupa en ella su rango como no importa cuál de los demás estados y al mismo título exactamente, sin nada de más ni de menos, conformemente a la ley de la armonía que rige las relaciones de todos los ciclos de la Existencia universal. Este rango está determinado por las condiciones particulares que caracterizan el estado del que se trata y que delimitan su dominio; y, si no podemos conocerle actualmente, es porque no nos es posible, en tanto que individuos humanos, salir de estas condiciones para compararlas a las de los demás estados, cuyos dominios nos son forzosamente inaccesibles; pero nos basta evidentemente, siempre como individuos, comprender que este rango es lo que debe ser y que no puede ser otro que el que es, puesto que cada cosa está rigurosamente en el lugar que debe ocupar como elemento del orden total. Además, en virtud de esta misma ley de armonía a la que acabamos de hacer alusión, “puesto que la hélice evolutiva es regular por todas partes y en todos sus puntos, el paso de un estado a otro se hace tan lógica y tan simplemente como el paso de una situación ( o modificación ) a otra en el interior de un mismo estado”1, sin que, desde este punto de vista al menos, haya en ninguna parte del Universo la menor solución de continuidad.
Matgioi, LA VÍA METAFÍSICA, pp. 96-97. ↩