Kali-Yuga

René Guénon — O REI DO MUNDO

CAPÍTULO VIII — EL CENTRO SUPREMO OCULTO DURANTE EL «KALI-YUGA»
El Agarttha, se dice en efecto, no siempre fue subterráneo, y no lo permanecerá siempre; vendrá un tiempo donde, según las palabras contadas por M. Ossendowski, «los pueblos de Agharti saldrán de sus cavernas y aparecerán sobre la superficie de la tierra»1. Antes de su desaparición del mundo visible, este centro llevaba otro nombre, ya que el de Agarttha, que significa «inaprehensible» o «inaccesible» (y también «inviolable», ya que es la «morada de la Paz», Salem), no le habría convenido entonces; M. Ossendowski precisa que ha devenido subterráneo «hace más de seis mil años», y se encuentra que esta fecha corresponde, con una aproximación muy suficiente, al comienzo del KALI-YUGA o «edad negra», la «edad de hierro» de los antiguos occidentales, el último de los cuatro periodos en los cuales se divide el Manvantara2; su reaparición debe coincidir con el fin del mismo periodo.
(…)
En Europa, todo lazo establecido conscientemente con el centro por medio de organizaciones regulares está actualmente roto, y ello es así desde hace ya varios siglos; por otra parte, esta ruptura no se ha cumplido de un solo golpe, sino en varias fases sucesivas3. La primera de estas fases se remonta al comienzo del siglo XIV; lo que ya hemos dicho en otra parte de las Órdenes de caballería puede hacer comprender que una de sus funciones principales era asegurar una comunicación entre Oriente y Occidente, comunicación cuyo verdadero alcance es posible aprehender si se precisa que el centro del que hablamos aquí ha sido descrito siempre, al menos en lo que concierne a los tiempos «históricos», como estando situado en la parte de Oriente. No obstante, después de la destrucción de la Orden del Temple, el Rosacrucianismo, o aquello a lo que se debía dar este nombre después, continuó asegurando el mismo lazo, aunque de una manera más disimulada4. El Renacimiento y la Reforma marcaron una nueva fase crítica, y finalmente, según lo que parece indicar Saint-Yves, la ruptura completa habría coincidido con los tratados de Westfalia que, en 1648, terminaron la guerra de los Treinta Años. Ahora bien, es sorprendente que varios autores hayan afirmado precisamente, que, poco después de la guerra de los Treinta Años, los verdaderos Rosa-Cruz abandonaron Europa para retirarse a Asia; y recordaremos, a este propósito, que los Adeptos rosacrucianos eran en número de doce, como los miembros del círculo más interior del Agarttha, y conformemente a la constitución común a tantos centros espirituales formados a la imagen de ese centro supremo.

A partir de esta última época, el depósito del conocimiento iniciático efectivo ya no es guardado realmente por ninguna organización occidental; así, Swedenborg declaraba que en adelante es entre los Sabios del Tíbet y de la Tartaria donde sería menester buscar la «Palabra perdida»; y, por su lado, Anne-Catherine Emmerich tuvo la visión de un lugar misterioso que llamaba la «Montaña de los Profetas» y que se situaba en las mismas regiones. Agregaremos que es de las informaciones fragmentarias que Mme Blavatsky pudo recopilar sobre este tema, sin comprender por lo demás su verdadera significación, de donde nació en ella la idea de la «Gran Logia Blanca», a la que podríamos llamar, no ya una imagen, sino simplemente una caricatura o una parodia imaginaria del Agarttha5.




  1. Estas palabras son aquellas por las cuales se termina una profecía que el «Rey del Mundo» habría hecho en 1890, cuando apareció en el monasterio de Narabanchi. 

  2. El Manvantara o era de un Manu, llamado también Maha-Yuga, comprende cuatro Yugas o periodos secundarios: Krita-Yuga (o Satya-Yuga), Trêtâ-Yuga, Dwâpara-Yuga y KALI-YUGA, que se identifican respectivamente a la «edad de oro», a la «edad de plata», a la «edad de bronce» y a la «edad de hierro» de la antigüedad grecolatina. En la sucesión de estos periodos, hay una suerte de materialización progresiva, que resulta del alejamiento del Principio que acompaña necesariamente al desarrollo de la manifestación cíclica, en el mundo corporal, a partir del «estado primordial». 

  3. De igual modo, bajo otro punto de vista más extenso, hay para la humanidad grados en el alejamiento del centro primordial, y es a estos grados a los que corresponde la distinción de los diferentes Yugas

  4. Sobre este punto todavía, estamos obligados a remitir a nuestro estudio sobre RGED, donde hemos dado todas las indicaciones que permiten justificar esta aserción. 

  5. Aquellos que comprendan las consideraciones que exponemos aquí verán por eso mismo por qué nos es imposible tomar en serio las múltiples organizaciones pseudo-iniciáticas que han visto la luz en el Occidente contemporáneo: no hay ninguna de ellas que, sometida a un examen algo riguroso, pueda proporcionar la menor prueba de «regularidad».