El segundo tipo de tanzîh representa el límite más extremo de «substracción» (tajrid) y atribuye a lo Absoluto el grado más alto de transcendencia. Según Ibn Arabi, el profeta Enoc era, literalmente, una encarnación de dicho tanzîh. En su descripción de la mitológica figura de Enoc como símbolo de este tipo de tanzîh, al-Qashani dice:
Enoc alcanzó el extremo en la «substracción» de sí mismo [es decir: no sólo «substrajo» todo lo posible y material de lo Absoluto, sino que «substrajo» todos esos elementos de sí mismo] y en la «espiritualización» (tarawwuh). Tanto es así que, al final, él mismo se convirtió en puro espíritu. De este modo, se desprendió de su cuerpo, se mezcló con los ángeles, se unió con los seres espirituales de las esferas celestiales y ascendió al mundo de la Santidad. Transcendió completamente el curso normal de la naturaleza.
En cambio, prosigue al-Qashani, Noé vivió en la tierra como un hombre corriente con deseos corrientes, se casó y tuvo hijos. Pero Enoc se convirtió en puro espíritu.
Todos los deseos se desprendieron de él, su naturaleza se tornó espiritual, sus propiedades físicas naturales fueron substituidas por propiedades espirituales. La asidua disciplina espiritual cambió por completo su naturaleza, y Enoc se transformó en puro intelecto sin mezcla (‘aql mujarrad). De este modo fue elevado a un alto lugar en el cuarto Cielo.