concentración de su naturaleza

Este punto central y primordial es idéntico al “Santo Palacio” de la Qabbala hebraica; en sí mismo, no está situado, ya que es absolutamente independiente del espacio, que no es más que el resultado de su expansión o de su desarrollo indefinido en todos los sentidos, y que, por consiguiente, procede enteramente de él: “Transportémonos en espíritu fuera de este mundo de las dimensiones y de las localizaciones, y ya no habrá lugar a querer situar el Principio” (Tchoang-tseu, cap. XXII.). Pero, una vez realizado el espacio, el punto primordial, aunque permanece siempre esencialmente “no localizado” (ya que no podría ser afectado o modificado por eso en nada), se hace el centro de este espacio (es decir, transponiendo este simbolismo, el centro de toda la manifestación universal), así como ya lo hemos indicado; es de él de donde parten las seis direcciones, que oponiéndose dos a dos, representan todos los contrarios, y es también a él a donde vuelven, por el movimiento alternativo de expansión y de concentración que constituye, así como se ha dicho más atrás, las dos fases complementarias de toda manifestación. Es la segunda de estas fases, el movimiento de retorno hacia el origen, la que marca la vía seguida por el sabio para llegar a la unión con el Principio: la “CONCENTRACIÓN DE SU NATURALEZA”, la “reunión de todas sus potencias”, en el texto que citábamos hace un momento, lo indican tan claramente como es posible; y la “simplicidad”, de la que ya se ha tratado, corresponde a la unidadsin dimensiones” del punto primordial. “El hombre absolutamente simple doblega por su simplicidad a todos los seres… de suerte que nada se opone a él en las seis regiones del espacio, nada le es hostil, el fuego y el agua no le hieren” (Lie-tseu, cap. II. SC VII