FRANCIS LUCILLE — PERGUNTA E RESPOSTA
¿Qué es una pregunta y qué es una respuesta?
Antes de la formulación de una pregunta aparece el sentimiento, “no sé”. Es en esta apertura a nivel mental desde la que surge la pregunta. Esta apertura se expresa de la única forma en la que la mente puede expresar algo, mediante conceptos, pero la verdadera esencia de la pregunta es la apertura en la que se origina. Podríamos decir que una pregunta es esta apertura en forma de concepto; es la forma que “no sé” adopta en la mente.
Cuando esta pregunta es recibida por alguien que está simplemente presente como esta apertura, la apertura vuelve a adoptar otra vez la forma de un pensamiento conceptual y da una respuesta. El propósito de la respuesta no es perpetuar el pensamiento conceptual que aparece en la pregunta, aunque a veces puede que se produzca un diálogo a ese nivel. El propósito de la respuesta es poner punto final a la pregunta, porque una pregunta solo deja de ser pregunta cuando es respondida verdaderamente.
Lo que pone fin a la pregunta es aquello que disuelve el concepto; la forma en la que se planteó la pregunta y en lo que ésta se disuelve es aquello desde lo que surgió: la apertura. No hay ningún otro sitio al que pueda ir. Así que podríamos decir que la respuesta desnuda la pregunta y nos devuelve a la apertura desnuda, al no-saber original.
La diferencia entre la apertura antes de la pregunta y después de la respuesta es simplemente que debido a que la pregunta ha sido contestada satisfactoriamente, al menos temporalmente, hay una cesación de la agitación en esta apertura, no hay impulso alguno para escapar de ella hacia el pensamiento conceptual, y por lo tanto en este momento tenemos un vislumbre de nuestra verdadera naturaleza; la apertura se experimenta a sí misma como tal.
Así que el maestro no añade nada nuevo. La pregunta contiene la respuesta, de hecho surge de la verdadera respuesta. Sino fuera así, sino conociéramos ya la respuesta, ¿cómo podríamos reconocerla cuando la oímos? ¿Desde dónde vendría ese “Sí” que sentimos cuando entendemos algo?
La apertura de la que surge la pregunta y la apertura de la que proviene la respuesta no son dos aperturas diferentes, son una y la misma. El planteamiento de la pregunta es el aspecto creativo de esta apertura. Su disolución es el aspecto meditativo, la disolución de todo lo que existe en aquello que es. Si preguntamos, “¿cuál es el propósito de la pregunta? ¿porqué este movimiento, esta creatividad, porqué no simplemente reposo?” No podemos contestar porque la propia mente es parte de la creatividad sobre la que estamos preguntando.
Sin embargo, William Blake dijo, “La eternidad está enamorada de los productos del tiempo” y así, quizás esta apertura disfruta simplemente de revelarse a sí misma momento a momento y este juego de diálogos es solo una de sus muchas formas de disfrute. Es como jugar al escondite en el que se esconde a de sí misma y se descubre a sí misma según le place.
Así que, la verdadera pregunta y la verdadera respuesta no residen en las palabras. Para entender su verdadero significado las palabras deben desaparecer y en ese momento nos damos cuenta de que no entendemos lo que se dice en estas páginas, sino que somos ese entendimiento. Así que el verdadero contenido tanto de la respuesta como de la pregunta es esta apertura, este no-saber, del cual surgen ambas, en el cual se mantienen ambas y en el que ambas se disuelven. Es aquello que está presente detrás, entre y dentro de las palabras.