Shiva (RGEH)

Ahora bien, para comprender esto, es menester recordar que los dos puntos de vista, vishnuita y shivaita, que corresponden a dos grandes vías que convienen a seres de naturaleza diferente, toman cada uno, como soporte para elevarse hacia el Principio supremo, uno de los dos aspectos divinos, complementarios en cierto modo, a los cuales deben los mismos sus designaciones respectivas, y transponen este aspecto de tal modo que le identifican al Principio mismo, considerado sin ninguna restricción y más allá de toda determinación o especificación cualesquiera. Es esto por lo que los Shaivas designan el Principio supremo como Mahâdêva o Mahêshwara, que es propiamente un equivalente de SHIVA, mientras que los Vaishnavas le designan de igual modo mediante alguno de los nombres de Vishnu, tales como Nârâyana o Bhagavat, siendo este último empleado sobre todo por una cierta rama que lleva por esta razón la denominación de Bhâgavatas. Por lo demás, en todo esto no hay elemento de contradicción ninguno: Es así que los nombres son múltiples como las vías a las cuales se refieren, pero esas vías, en modo más o menos directo conducen todas al mismo fin; la doctrina tradicional hindú no conoce nada semejante al exclusivismo occidental, para el cual una sola y misma vía debería convenir parejamente a todos los seres, sin tener en cuenta ninguna de las diferencias de naturaleza que existen entre los mismos. EH: ÂTMÂ-GÎTÂ (Publicado en V.J., en marzo de 1930)

Por consiguiente, para nosotros, la verdadera India no es esa India más o menos modernizada, es decir, occidentalizada, con la que sueñan algunos jóvenes alumnos en las universidades de Europa y de América, los cuales, por orgullosos que se sientan del saber enteramente exterior que hayan adquirido de aquella, no son no obstante, desde el punto de vista oriental, otra cosa que perfectos ignorantes, y constituyen, bajo ese mismo punto de vista y a pesar de sus pretensiones, todo lo contrario de una elite intelectual en el sentido en que nosotros la entendemos. La India verdadera, es la que permanece siempre fiel a la enseñanza que su elite se transmite a través de los siglos, es la que conserva integralmente el depósito de una tradición cuya fuente se remonta más alto y más allá de la humanidad; es la India de Manu y de los Rishis, la India de Shrî Râma y de Shrî Krishna. Sabemos que no siempre estuvo al frente de lo que se designa hoy por el nombre de elite; sin duda siquiera que después de la estancia ártica primitiva de la que habla el Vêda, la elite ocupó sucesivamente muchas situaciones geográficas diferentes; y quizás que ocupará otras todavía, pero poco importa, ya que la elite estará siempre allí donde esté el asiento de esta gran tradición cuyo mantenimiento entre los hombres es su misión y su razón de ser. Por la cadena ininterrumpida de sus Sabios, de sus Gurús y de su Yogîs, la misma subsiste a través de todas las vicisitudes del mundo exterior inconmovible como el Mêru; durará tanto como el Sanâtana Dharma (NA: que se podría traducir por Lex perennis, tan exactamente como lo permite una lengua occidental), y jamás cesará de contemplar las cosas todas, mediante el ojo frontal de SHIVA, en la serenidad inmutable del eterno presente. Todos los esfuerzos hostiles se quebrarán finalmente contra la sola fuerza de la verdad como las nubes se disipan delante del sol, inclusive aún cuando hayan llegado a oscurecerle momentáneamente a nuestras miradas. La acción destructiva del tiempo no deja subsistir más que lo que es superior al tiempo: devorará a todos aquellos que hayan limitado su horizonte al mundo del cambio y puesto toda realidad en el devenir, a aquellos que se han hecho una religión de lo contingente y de lo transitorio, ya que «aquél que sacrifica a un dios devendrá el alimento de ese dios»; ¿pero qué podría el tiempo contra aquellos que llevan en ellos mismos la consciencia de la Eternidad? EH: EL ESPIRITU DE LA INDIA ( (Publicado en Le Monde Nouveau, de junio de 1930.)

Kundalinî, en tanto que permanece en su estado de reposo, reside en el mûlâdhâra chakra, que es, como lo hemos dicho, el centro «localizado» en la base de la columna vertebral, y que es la raíz (NA: mûla) de sushumnâ y de todos los nâdîs. En éste está el triángulo (NA: trikona) llamado Traipura (NA: El triángulo, en tanto que yantra de la Shakti, es siempre trazado con la base en alto y el vértice hacia abajo; sería fácil mostrar la similitud de esto con numerosos otros símbolos del principio femenino.), que es el asiento de la Shakti (NA: Shakti-pîtha); Kundalinî se halla enrollada aquí tres veces y media (NA: Indicaremos de pasada una analogía entre esas tres vueltas y media de enrollamiento de Kundalinî y los tres días y medio durante los cuales, según diversas tradiciones, el espíritu permanece todavía ligado al cuerpo después de la muerte, y que representan el tiempo necesario al «desenlace» de la fuerza vital, que permanece en el estado «no-despierto» en el caso del hombre ordinario. Un día es una revolución cíclica, que corresponde a una vuelta de la espiral; y, el proceso de reabsorción, pues que es inverso al proceso de manifestación, conlleva, en el desenvolvimiento de la espiral en cuestión, como un resumen en cierto modo de la vida entera del individuo, pero tomada remontando el curso de los sucesos que la han constituido; es penoso añadir que estos dones mal comprendidos han engendrado muy frecuentemente toda suerte de interpretaciones fantásticas.) alrededor del linga simbólico de SHIVA, designado como Swayambhu, cubriendo con su cabeza el Brahma-dwâra, es decir, la entrada de sushumnâ (NA: El mandala o yantra del elemento Prithvi es un cuadrado, que corresponde en tanto que figura plana al cubo, cuya forma simboliza las ideas de «fundamento» y de «estabilidad», uno podría decir, en la lengua de la tradición islámica, que se tiene aquí la correspondencia con la «piedra negra», equivalente al linga hindú, y también con el omphalos que es, como lo hemos expuesto en otra parte, uno de los símbolos del «centro del mundo».). Hay otros dos lingas, uno (NA: Bâna) en el anâtha chakra, y el otro (NA: Itara) en el âjnâ chakra; los mismos corresponden a los principales «nudos vitales» (NA: granthis), cuya travesía constituye lo que uno podría denominar los «puntos críticos» en el proceso de Kundalinî-yoga (NA: Los tres lingas cuestionados se refieren también a las diferentes situaciones según el estado de desarrollo del ser, del luz o «núcleo de inmortalidad», del cual hemos hablado en El Rey del Mundo.); y hay al fin un cuarto (NA: Para) en el sahasrâra, residencia de Paramashiva. EH: KUNDALINÎ-YOGA (Publicado en V.J., octubre y noviembre de 1933)