RENÉ GUÉNON — FORMAS TRADICIONAIS E CICLOS CÓSMICOS

ALGUNAS PRECISIONES SOBRE LA DOCTRINA DE LOS CICLOS CÓSMICOS
Consideraremos ahora las divisiones de un Manvantara, es decir, los Yugas, que son en número de cuatro; y señalaremos primero, sin insistir largamente en ello, que esta división cuaternaria de un ciclo es susceptible de aplicaciones múltiples, y que la misma se reencuentra de hecho en muchos ciclos de orden más particular: Se puede citar como ejemplo las cuatro estaciones del año, las cuatro semanas del mes lunar, las cuatro edades de la vida humana, etc…; aquí todavía, hay correspondencia con un simbolismo espacial, referido principalmente en este caso a los cuatro puntos cardinales. Por otra parte, frecuentemente se ha destacado la equivalencia manifiesta de los cuatro Yugas con las cuatro edades de oro, de plata, de bronce y de hierro, tales como eran conocidas de la antigüedad grecolatina en relación al que le ha precedido; y esto, que se opone directamente a la idea de «progreso» tal y como la conciben los modernos, se explica muy simplemente por el hecho de que todo desarrollo cíclico, es decir, en suma, todo proceso de manifestación, implicando necesariamente un alejamiento gradual del principio, constituye muy verdaderamente en efecto, un «descenso», lo que es por lo demás también el sentido real de la «caída» en la Tradición Judeo-Cristiana.

De un Yuga a otro, la degeneración se acompaña de un decrecimiento de la duración, que es por otra parte considerado como influenciando la longitud de la vida humana; y lo que importa ante todo a este respecto, es la relación que existe entre las duraciones respectivas de estos diferentes periodos. Si la duración total del Manvantara es representada por 10, la del Krita-Yuga o Satya-Yuga lo estará por 4, la del Treta-Yuga por 3, la del Dwapara-Yuga por 2, y la del Kali-Yuga por 1; estos números son también los de los pies del toro simbólico del Dharma que son figurados como reposando sobre la tierra durante los mismos periodos. La división del Manvantara se efectúa pues siguiendo la fórmula 10 = 4 + 3 + 2 + 1, que es, en sentido inverso, la de la Tetraktis pitagórica: 1 + 2 + 3 + 4 = 10; esta última fórmula corresponde a lo que el lenguaje del hermetismo occidental llama la «circulatura del cuadrado», y la otra corresponde al problema inverso de la «cuadratura del círculo», que expresa precisamente la relación del fin del ciclo con su comienzo, es decir, la integración de su desarrollo total; hay ahí todo un simbolismo a la vez aritmético y geométrico, que no podemos más que indicar todavía de pasada para no alejarnos demasiado de nuestro sujeto principal.

Guénon – Mistérios, Índia e China