Demanda do Graal

René Guénon: O REI DO MUNDO

Lo que sigue puede parecer más enigmático: Seth obtuvo entrar en el Paraíso terrestre y pudo así recobrar el precioso vaso; ahora bien, el nombre de Seth expresa las ideas de fundamento y de estabilidad, y, por consiguiente, indica en cierto modo la restauración del orden primordial destruido por la caída del hombre (v. Quarenta). Así pues, se debe comprender que Seth y aquellos que después de él poseyeron el Grial pudieron por eso mismo establecer un centro espiritual destinado a reemplazar el Paraíso perdido, y que era como una imagen de éste; y entonces, esta posesión del Grial representa la conservación integral de la tradición primordial en un tal centro espiritual. Por lo demás, la leyenda no dice dónde ni por quién fue conservado el Grial hasta la época de Cristo; pero el origen céltico que se le reconoce debe dar a entender sin duda que los Druidas tuvieron una parte en ello y que deben ser contados entre los conservadores regulares de la tradición primordial.

La pérdida del Grial, o de alguno de sus equivalentes simbólicos, es en suma la pérdida de la tradición con todo lo que ésta conlleva; por lo demás, a decir verdad, esta tradición es más bien ocultada que perdida, o al menos no puede estar perdida más que para algunos centros secundarios, cuando éstos cesan de estar en relación directa con el centro supremo. En cuanto a este último, guarda siempre intacto el depósito de la tradición, y no es afectado por los cambios que sobrevienen en el mundo exterior; tanto es así que, según diversos Padres de la Iglesia, y concretamente San Agustín, el diluvio no ha podido alcanzar el Paraíso terrestre, que es «La habitación de Henoch y la Tierra de los Santos», y cuya cima «toca la esfera lunar», es decir, se encuentra más allá del dominio del cambio (identificado al «mundo sublunar»), en el punto de comunicación de la Tierra y de los Cielos1. Pero, del mismo modo que el Paraíso terrestre ha devenido inaccesible, el centro supremo, que es en el fondo la misma cosa, puede, en el curso de un cierto periodo, no estar manifestado exteriormente, y entonces se puede decir que la tradición está perdida para el conjunto de la humanidad, ya que no es conservada más que en algunos centros rigurosamente cerrados, y la masa de los hombres no participa ya en ella de una manera consciente y efectiva, contrariamente a lo que había tenido lugar en el estado original; tal es precisamente la condición de la época actual, cuyo comienzo, por lo demás, se remonta mucho más allá de lo que es accesible a la historia ordinaria y «profana». Así pues, la pérdida de la tradición, según los casos, puede ser entendida en este sentido general, o bien puede referirse al oscurecimiento del centro espiritual que regía más o menos invisiblemente los destinos de un pueblo particular o de una civilización determinada; es menester pues, cada vez que se encuentra un simbolismo que se refiere a su pérdida, examinar si debe ser interpretado en uno u otro sentido.


  1. Esto es conforme al simbolismo empleado por Dante, que sitúa el Paraíso terrestre en la cima de la montaña del Purgatorio, que se identifica en él a la «montaña polar» de todas las tradiciones

Graal