Aunque nuestra intención no sea explicar especialmente los fenómenos del espiritismo, debemos hablar al menos sumariamente de su explicación, aunque no sea más que para mostrar que se puede prescindir perfectamente de la hipótesis espiritista, antes de aportar contra ésta razones más decisivas. Por lo demás, hacemos observar que no es un orden lógico el que entendemos seguir en esto: fuera de toda consideración relativa a los fenómenos, hay razones plenamente suficientes para rechazar de una manera absoluta la hipótesis de que se trata; al establecer la imposibilidad de ésta hipótesis, es menester, si no se tiene otra explicación enteramente adecuada para dar cuenta de los fenómenos, decidirse a buscar una. Puesto que la mentalidad de nuestra época está vuelta sobre todo del lado experimental, estará mejor preparada, en muchos casos, a admitir que una teoría es imposible y a examinar sin ninguna toma de partido las pruebas que se den de ello, si se le ha mostrado primero que la teoría es inútil, y que existen otras susceptibles de reemplazarla ventajosamente. Por otro lado, importa decir de inmediato que muchos de los hechos de que se trata, si no todos, no dependen de la ciencia ordinaria, no podrían entrar en los estrechos cuadros que los modernos le han fijado a ésta, y que están, en particular, enteramente fuera del dominio de la fisiología y de la psicología clásica, contrariamente a lo que piensan algunos psiquistas que se ilusionan enormemente a este respecto. Puesto que no sentimos ningún respeto por los prejuicios de la ciencia oficial, no estimamos que tengamos que excusarnos de la aparente extrañeza de algunas de las consideraciones que van a seguir; pero es bueno prevenir a los que, en razón de los hábitos adquiridos, podrían tomarlas por demasiado extraordinarias. Todavía una vez más, todo eso no quiere decir que acordemos a los fenómenos psíquicos el menor carácter «transcendental»; por lo demás, ningún fenómeno, de cualquier orden que sea, tiene en sí mismo un tal carácter, pero eso no impide que haya muchos de ellos que escapan a los medios de acción de la ciencia occidental moderna, que no está tan «avanzada» como lo creen sus admiradores, o que al menos no lo está más que sobre puntos muy particulares. La magia misma, por el hecho de que es una ciencia experimental, no tiene absolutamente nada de «transcendente»; lo que por el contrario puede considerarse como tal, es la «teurgia», cuyos efectos, inclusive cuando se parecen a los de la magia, difieren totalmente en cuanto a su causa; y es precisamente la causa, y no el fenómeno que produce, la que es entonces de orden transcendente. Permítasenos, para hacernos comprender mejor, tomar aquí una analogía a la doctrina católica (y hablamos solo de analogía y no de asimilación, puesto que no nos colocamos en el punto de vista teológico): hay fenómenos, enteramente semejantes exteriormente, que han sido constatados en santos y en brujos; ahora bien, es bien evidente que es solo en el primer caso que se les puede atribuir un carácter milagroso y propiamente «sobrenatural»; en el segundo caso, todo lo más pueden llamarse «preternaturales»; no obstante, si los fenómenos son los mismos, es porque la diferencia no reside en su naturaleza, sino únicamente en su causa, y es únicamente del «modo» y de las «circunstancias» de donde tales fenómenos sacan su naturaleza sobrenatural. No hay que decir que, cuando se trata del psiquismo, ninguna causa transcendente podría intervenir, ya sea que se consideren los fenómenos provocados ordinariamente por las prácticas espiritistas, o los fenómenos magnéticos e hipnóticos, o todos aquellos que les están más o menos conexos; así pues, no vamos a preocuparnos aquí de las cosas de orden transcendente, y eso quiere decir que hay cuestiones, como las de los «fenómenos místicos» por ejemplo, que pueden permanecer enteramente fuera de las explicaciones que vamos a considerar. Por otra parte, no vamos a examinar todos los fenómenos psíquicos indistintamente, sino solo aquellos que tienen alguna relación con el espiritismo; y todavía podríamos, entre éstos últimos, dejar de lado aquellos que, como los fenómenos de «encarnación» que ya hemos mencionado, o como los que producen los «médiums curanderos», se reducen en realidad, ya sea a la sugestión, o ya sea al magnetismo propiamente dicho, puesto que es manifiesto que se explican muy suficientemente fuera de la hipótesis espiritista. No queremos decir que no haya ninguna dificultad en la explicación de los hechos de este orden, pero los espiritistas no pueden pretender anexarse todo el dominio del hipnotismo y del magnetismo; por lo demás, es posible que esos hechos se encuentren, como por añadidura, algo más esclarecidos por las indicaciones que daremos a propósito de los otros.
Explicações dos Fenômenos Espíritas [RGES]
TERMOS CHAVES: espiritismo