Cristianos (RG)

Entre las atribuciones de las Ordenes de Caballería y más particularmente de los Templarios, una de las más conocidas pero no de las mejor comprendidas en general, es la de «Guardianes de Tierra Santa». Seguramente, si nos atenemos al sentido más externo, se encuentra una explicación inmediata de este hecho en la conexión que existe entre el origen de estas Ordenes y las Cruzadas pues, tanto para los CRISTIANOS como para los judíos, parece ser que la «Tierra Santa» no designa nada más que Palestina. Sin embargo la cuestión se completa cuando se observa que diversas organizaciones orientales cuyo carácter iniciático no es dudoso, como los Asacis y los Drusos, han tomado igualmente el mismo nombre de «guardianes de la Tierra Santa». En efecto, en ese caso ya no puede tratarse de Palestina, y además es remarcable que estas organizaciones presenten tan gran número de rasgos comunes con las órdenes de caballería occidentales, que incluso algunas de ellas hayan estado históricamente en relación con aquéllas, ¿Qué hay que entender pues en realidad por «Tierra Santa» y a quién corresponde exactamente ese papel de «guardianes» que parece relacionado con un género de iniciación determinado, que se puede llamar iniciación «caballeresca», dando a este término una extensión mayor que la que se le da de ordinario, pero que las analogías existentes entre las diferentes formas de las que hablamos bastarían ampliamente para legitimarla? 1292 Esoterismo Cristiano (RGEC) LOS GUARDIANES DE TIERRA SANTA

Una de las causas del desconocimiento del Sr. Scarlata está quizá en la forma en que Dante opone el uso del vulgare al del latín, lengua eclesiástica, y también la manera de simbolizar de los poetas, según el verace intendimento, a la de los teólogos (NA: siendo esta última una simple alegoría); pero es a ojos de los adversarios de Dante, o (NA: lo que en tal caso viene a significar lo mismo) de los que no le comprendieron, para los que el vulgare no era más que el sermolaicus, mientras que para él mismo era otra cosa distinta; y por otra parte, desde el punto de vista estrictamente tradicional, la función de los iniciados, ¿no es verdaderamente más «sacerdotal» que la de un «clérigo» exoterista que no posee más que la letra y se detiene en la corteza de la doctrina? (NA: Según el orden jerárquico normal, el iniciado está por encima del «clero» ordinario (NA: siendo éste teológico), mientras que el «laico» está naturalmente por debajo de éste.) El punto esencial aquí, es saber lo que Dante entiende por la expresión vulgare illustre que puede parecer extraña y contradictoria si nos atenemos al sentido ordinario de las palabras, pero que se explica si se subraya que él tomaba vulgare como sinónimo de naturale; es la lengua que el hombre aprende directamente por transmisión oral (NA: como el niño, que desde el punto de vista iniciático representa al neófito, aprende su propia lengua materna), es decir, simbólicamente, la lengua que sirve de vehículo a la tradición, y que puede, bajo este punto de vista, identificarse a la lengua primordial y universal. Esto toca de cerca, como se ve, a la cuestión de la misteriosa «lengua siria» (NA: loghah suryaniyah) de la que hemos hablado en artículos precedentes; (NA: La Science des lettres (NA: n. de febrero de 1931), y Le langage des oiseaux (NA: n. de noviembre de 1931). (NA: N. del T.): véase «Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada», Ed. Eudeba.) es cierto que parece haber sido el hebreo pero, como ya dijimos, tal afirmación no debe ser tomada al pie de la letra, pudiendo ser dicha la misma cosa de toda lengua que tenga un carácter «sagrado», es decir que sirva para la expresión de una forma tradicional regular. (NA: No hay que decir que, cuando se opone «lenguas vulgares» a «lenguas sagradas», se toma la palabra «vulgar» en su sentido habitual; si se tomase en el sentido de Dante, esta expresión no podría aplicarse, y sería mejor la de «lenguas profanas» la que habría que tomar para evitar todo equívoco.) Según Dante, la lengua hablada por el primer hombre, creado inmediatamente por Dios, fue continuada por sus descendientes hasta la edificación de la Torre de Babel; después «hanc formam locutionis hereditati sunt filii Heber…; hiis solis post confusionen remansit»; pero estos «hijos de Heber» ¿no son todos los que han guardado la tradición, más que un pueblo determinado? El nombre de «Israel» ¿no ha sido empleado a menudo para designar al conjunto de los iniciados, sea cual sea su origen étnico, y éstos, que de hecho forman realmente el «pueblo elegido», no poseen la lengua universal que les permite a todos comprenderse entre ellos, es decir, el conocimiento de la tradición única que está oculta bajo todas las formas particulares? (NA: Ver a este respecto el capítulo sobre El don de lenguas en «Apreciaciones sobre la Iniciación (RGAI)».) Además, si Dante hubiera pensado que se trataba realmente de la lengua hebrea, no habría podido decir que la Iglesia (NA: designada por el nombre enigmático de Petramala) cree hablar la lengua de Adán, puesto que habla, no el hebreo, sino el latín, para el que nadie ha reivindicado nunca la cualidad de lengua primitiva; pero, si se entiende por ello que cree enseñar la verdadera doctrina de la revelación, todo se vuelve perfectamente inteligible. Por lo demás, incluso admitiendo que los primeros CRISTIANOS, que poseían esta verdadera doctrina, hayan hablado efectivamente el hebreo (NA: lo que sería históricamente inexacto, pues el arameo no es el hebreo como el italiano no es el latín), los «Fieles de Amor», que se consideraban como sus continuadores, no han pretendido nunca retomar este lenguaje para oponerlo al latín, como hubiesen debido hacer lógicamente si se hubiesen atenido a la interpretación literal. (NA: Añadamos aún que, como lo nota el Sr. Scarlata, la idea de la continuación de la lengua primitiva es contradicha por las palabras que Dante mismo, en la Divina Comedia, atribuye a Adán (NA: Paraíso, XXVI, 124). Estas palabras pueden explicarse por la consideración de los períodos cíclicos, la lengua original fue tutta spenta desde el final del Krita-Yuga, es decir, antes de la tentativa del «pueblo de Nemrod», que sólo corresponde al principio del Kali-yuga.) 1358 Esoterismo Cristiano (RGEC) NUEVAS APRECIACIONES SOBRE EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE

Este grado de Príncipe de Gracia, o Escocés Trinitario, es el grado 26 del Rito Escocés; he aquí lo que dice de él el F.: Bouilly, en su Explicación de los doce escudetes que representan los emblemas y los símbolos de los doce grados filosóficos del Rito Escocés Antiguo y Aceptado (del grado 19 al 30): «Este grado es, según nosotros, el más inextricable de todos los que componen esta docta categoría: también toma el sobrenombre de Escocés Trinitario (Debemos confesar que no vemos la relación que puede existir entre la complejidad de este grado y su denominación.). En efecto, todo ofrece en esta alegoría el emblema de la Trinidad: este fondo a tres colores (verde, blanco y rojo), abajo esta figura de la Verdad, en fin, por todas partes este indicio de la Gran Obra de la Naturaleza (a las fases de la cual hacen alusión los tres colores), de los elementos constitutivos de los metales (azufre, mercurio y sal) (Este ternario alquímico se asimila frecuentemente al ternario de los elementos constitutivos del ser humano mismo: espíritu, alma y cuerpo.), de su fusión, de su separación (solve y coagula), en una palabra de la ciencia de la química mineral (o más bien de la alquimia), de la que Hermes fue el fundador entre los Egipcios, y que dio tanta potestad y extensión a la medicina (espagírica) (Las palabras entre corchetes han sido añadidas por nos para hacer el texto más comprensible.). Hasta tal punto es verdad que las ciencias constitutivas de la felicidad y de la libertad se suceden y se clasifican con este orden admirable que prueba que el Creador ha proporcionado a los hombres todo lo que puede calmar sus males y prolongar su paso sobre la tierra (Se puede ver en estas últimas palabras una alusión discreta al «elixir de la larga vida» de los alquimistas. — El grado precedente (grado 25), el de Caballero de la Serpiente de Bronce, era presentado como «encerrando una parte del primer grado de los Misterios egipcios, de donde brota el origen de la medicina y el gran arte de componer los medicamentos».). Es principalmente en el número tres, tan bien representado por los tres ángulos del Delta, del que los CRISTIANOS han hecho el símbolo brillante de la Divinidad; es, digo, en este número tres, que se remonta a los tiempos más lejanos (El autor quiere decir sin duda: «cuyo empleo simbólico se remonta a los tiempos más remotos», ya que no podemos suponer que haya pretendido asignar un origen cronológico al número tres mismo.), donde el sabio observador descubre la fuente primitiva de todo lo que sacude al pensamiento, enriquece la imaginación, y da una justa idea de la igualdad social… Así pues, no cesemos, dignos Caballeros, de permanecer Escoceses Trinitarios, de mantener y de honrar el número tres como el emblema de todo lo que constituye los deberes del hombre, y recuerda a la vez la querida Trinidad de nuestra Orden, grabada sobre las columnas de nuestros Templos: la Fe, la Esperanza y la Caridad» (Los tres colores del grado a veces se consideran como simbolizando respectivamente las tres virtudes teologales: el blanco representa entonces la Fe, el verde la Esperanza, y el rojo la Caridad (o el Amor). — Las insignias de este grado de Príncipe de Gracia son: un mandil rojo, en medio del cual hay pintado o bordado un triángulo blanco y verde, y un cordón con los tres colores de la Orden, colocado en aspa, del que hay suspendido como joya un triángulo equilátero (o Delta) de oro (Manuel maçonnique de F.: Vuilliaume, p. 181).) 1484 RGED CAPÍTULO III

A propósito de esta cuestión de las “prefiguraciones”, se nos ha señalado un hecho notable: la cruz, en su forma habitual, la de la cruz misma de Cristo, se encuentra en los jeroglíficos egipcios con el sentido de “salvación” (por ejemplo en el nombre de Ptolomeo Soter). Este signo es claramente distinto de la “cruz ansada”, que, por su lado, expresa la idea de “vida”, y que fue por lo demás empleada como símbolo por los CRISTIANOS de los primeros siglos. Se puede preguntar, además, si el primero de los dos jeroglíficos no tendría cierta relación con la figuración del Árbol de la Vida, lo que religaría una a la otra ambas formas diferentes de la cruz, puesto que su significación sería así en parte idéntica, y, en todo caso, hay entre las ideas de “vida” y de “salvación” una conexión evidente. 2037 EMS VI: LOS ÁRBOLES DEL PARAÍSO

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