A continuación viene el segundo ternario, constituido por la Trascendencia, la Inmanencia y la Manifestación: estas hipóstasis se distinguen de las precedentes por el hecho de que presuponen el mundo. En efecto, la Realidad divina no puede ser trascendente e inmanente más que por referencia al mundo que ella supera y al mismo tiempo penetra; con mayor razón, no puede manifestarse más que en un mundo que, por definición, está ya manifestado. Este último elemento, la Manifestación divina o TEOFANÍA, es el reflejo directo del Principio en el cosmos – son las diversas apariciones del Logos – y cierra el despliegue de los aspectos divinos o de las Hipóstasis. 2514 EPV: I NÚMEROS HIPOSTÁTICOS Y CÓSMICOS