En lo referente a la negación -extrínseca y condicional- de la Trinidad cristiana por el Corán, hay que tener en cuenta los matices siguientes: la Trinidad puede ser considerada según una perspectiva «vertical» y dos perspectivas «horizontales», suprema una y no-suprema la otra: la perspectiva «vertical» (Sobre-Ser, Ser, Existencia) considera las hipóstasis «descendentes» de la Unidad o del Absoluto, o de la Esencia si se quiere, o sea, los grados de la Realidad; la perspectiva «horizontal» suprema corresponde al ternario vedántico Sat (Realidad sobreontológica), Chit (Conciencia absoluta), ANANDA (Beatitud infinita), es decir, considera la Trinidad en cuanto ésta se esconde en la Unidad (21); la perspectiva «horizontal» no-suprema, por el contrario, sitúa la Unidad como una esencia oculta en la Trinidad, que es entonces ontológica y representa los tres aspectos o modos fundamentales del Ser puro; de ahí el ternario Ser-Sabiduría-Voluntad (Padre-Hijo-Espíritu). El concepto de una Trinidad como «despliegue» (tajallî) de la Unidad o del Absoluto no se opone en nada a la doctrina unitaria del Islam; lo que se opone a ella es únicamente la atribución de la absolutidad a la sola Trinidad, e incluso a la sola Trinidad ontológica, tal como la considera el exoterismo. Este último punto de vista no alcanza al Absoluto, hablando con rigor, lo que equivale a decir que presta un carácter absoluto a algo relativo y que ignora mâyâ y los grados de realidad o de ilusión; no concibe la identidad metafísica -pero no «panteísta»- (22) entre la manifestación y el Principio, ni, con mayor razón, la consecuencia que implica esta identidad desde el punto de vista del intelecto y del conocimiento liberador. 803 FSCI 2
(6) Trinidad, Encarnación, Revelación. Se trata de la Trinidad sobreonto-lógica y gnóstica, concebida, ya en sentido “vertical” (jerarquía de las hipós-tasis: Sobre-Ser, Ser, Existencia; Paramâtma, Ishvara, Buddhi), ya en sentido “horizontal” (“aspectos” o “modos” intrínsecos de la Esencia: Realidad, Sabidu-ría, Beatitud; Sat, Chit, ANANDA). 1389 FSCI 4
En el microcosmos humano, la dualidad se manifiesta por la doctrina vedántica Sat, Chit, ANANDA: Dios, a partir de su Esencia supraontológica es puro «Ser», puro «Espíritu», pura «Felicidad» (NA: Por «Ser» hay que entender aquí, no el solo Principio ontológico y creador, sino la Realidad en sentido estricto. Por lo que se refiere a la distinción entre el Ser creador y el Supra-Ser, haremos notar que los términos esse y posse, en su yuxtaposición y su correlación, dan claramente cuenta de la relación entre los dos aspectos de que se trata.). 2422 EPV: I NÚMEROS HIPOSTÁTICOS Y CÓSMICOS
Esto equivale a decir que el elemento ANANDA, o bien constituye la irradiación interna e intrínseca de Atmâ, que no desea otra cosa – por decirlo así- que el goce de su propia Posibilidad infinita, o bien por el contrario tiende hacia la manifestación – y la refracción innumerable – de esta Posibilidad ahora desbordante. Es así como, en el amor sexual, el fin o el resultado puede ser exterior y casi social, a saber, el hijo; pero puede también ser interior y contemplativo, a saber, la realización – mediante este simbolismo vivido, precisamente – de la Esencia una en la cual se funden los dos componentes de la pareja, lo que es un nacimiento hacia lo alto y una reabsorción en la Substancia (NA: Los dos puntos de vista pueden combinarse, y lo hacen necesariamente cuando hay coincidencia entre una vocación social y una vocación contemplativa, coincidencia que favorece la perspectiva islámica y el ejemplo del Profeta en particular.). En este caso, el resultado es esencialidad, mientras que en el caso precedente es perfección; es decir, que las dimensiones de absolutidad y de infinitud por una parte proceden de la Esencia que las une y, por otra, producen la perfección que las manifiesta. 2426 EPV: I NÚMEROS HIPOSTÁTICOS Y CÓSMICOS
Pero volvamos al ternario Sat-Chit-ANANDA representado por el triángulo, cuya cima indica Sat y cuyos dos ángulos inferiores indican respectivamente Chit y ANANDA: por la inversión del triángulo, la cima, que es Ser y Potencia irradiante en el triángulo recto, se convierte en potencia que aleja y coagula, luego, a fin de cuentas, subversiva, en el triángulo invertido; es la imagen de la caída de Lucifer, en que el punto más elevado se convierte en el punto más bajo, imagen que explica la relación misteriosa y paradójica entre el Ser poderoso, pero inmutable, y la potencia manifestadora que aleja del Ser hasta rebelarse finalmente contra él (NA: Siendo el diablo la personificación humanizada – en contacto con el hombre – del aspecto subversivo de la potencia existencial centrífuga; no de esta potencia en cuanto tiene por misión manifestar positivamente la Posibilidad divina.). La potencia cosmogónica positiva e inocente desemboca en este punto de caída que es la materia, mientras que la potencia centrífuga subversiva conduce al mal; éstos son dos aspectos que es preciso no confundir. 2436 EPV: I NÚMEROS HIPOSTÁTICOS Y CÓSMICOS
Hay una imagen particularmente concreta del ternario vedántico que es el sol: el astro solar, como todas las estrellas fijas, es materia, forma e irradiación. La materia, o la masa-energía, manifiesta a Sat, el Ser-Potencia; la forma equivale a Chit, la Consciencia o Inteligencia (NA: En cualquier criatura humana, animal, vegetal o mineral, la forma expresa Chit; la materia Sat, y la extensión o el crecimiento ANANDA. Es imposible sin embargo aislar una de estas dimensiones de la otra, porque ellas «operan» siempre en común: si la forma que distingue una flor de otra flor manifiesta el elemento «Conocimiento», Chit, no deja por ella de expresar en el marco mismo de este elemento, el elemento «Gozo», ANANDA, de ahí la belleza de la flor. Precisemos que, en los seres conscientes, una aplicación psicológica del ternario se superpone con toda evidencia a la aplicación físico-vegetativa que acabamos de señalar.); la irradiación corresponde a ANANDA, la Felicidad o la Bondad. Ahora bien, la irradiación incluye tanto el calor como la luz, al igual que ANANDA participa a la vez en Sat y en Chit, refiriéndose el calor a la Bondad y la luz a la Belleza; la luz transporta a lo lejos la imagen del sol, de la misma manera que la Belleza transmite la Verdad; «la Belleza es el esplendor de la Verdad». Según un simbolismo un poco diferente y no menos plausible, el sol se presenta a la experiencia humana como forma, luz y calor: Sat, Chit, ANANDA; en este caso, la substancia se hace una con la forma, que indica la Potencia fundamental, mientras que la luz manifiesta la Inteligencia y el calor, la Bondad (NA: Es curioso notar que en imágenes litúrgicas del sol, como el ostensorio o el marco del monograma de Jesús, los rayos rectos se alternan con las llamas, lo que expresa la distinción entre la «luz» y el «calor» del Ser divino.). 2438 EPV: I NÚMEROS HIPOSTÁTICOS Y CÓSMICOS
Por lo que respecta al reflejo del ternario hipostático en el microcosmo humano, diremos que el Intelecto, que es el «ojo del corazón» o el órgano del conocimiento directo, se proyecta en el alma individual limitándose y polarizándose; se manifiesta entonces en un triple aspecto o, si se prefiere, se escinde en tres modos, a saber, la inteligencia, la voluntad y el sentimiento. Es decir, que el Intelecto mismo es a la vez cognoscitivo, volitivo y afectivo en el sentido que implica tres dimensiones que se refieren respectivamente al «Conocimiento» (NA: Chit), al «Ser» (NA: Sat) y a la «Felicidad» (NA: ANANDA) del Principio (NA: Atmâ). 2444 EPV: I NÚMEROS HIPOSTÁTICOS Y CÓSMICOS
En cuanto al número seis, su imagen es, bien el sello de Salomón, bien la cruz de tres dimensiones: Norte, Sur, Este, Oeste, Cenit, Nadir. En el sello de Salomón, la interpretación varía según pongamos el acento sobre la punta superior o sobre la punta inferior; en este último caso, es la tendencia a la manifestación la que predomina (NA: El sello de Salomón, evidentemente, simboliza asimismo la Dualidad, en el aspecto particular de la interpenetración, siendo cada uno de los dos polos, a su manera, Sat, Chit y ANANDA. Ciertos yantras tántricos se basan en esta imagen, desarrollándola de diversas maneras. Sobre la base de un simbolismo bíblico, se ha sostenido – al ser el séptimo día de la creación el día del Creador – que el número seis es el de la imperfección; ahora bien, por una parte, el número de las direcciones del espacio a partir del centro no puede ser imperfecto y, por otra, ninguno de los números simples o fundamentales puede reducirse a una significación negativa.). El número seis es el del despliegue total – de ahí los seis días de la creación – y es por lo mismo el número de las hipóstasis. 2500 EPV: I NÚMEROS HIPOSTÁTICOS Y CÓSMICOS
Sat, Chit, ANANDA: Ser, Consciencia, Felicidad. Ser, luego Potencia; Consciencia, luego Sabiduría; Felicidad, luego Belleza. A este ternario divino corresponde, en el microcosmo humano, el ternario voluntad, inteligencia, sentimiento; o actividad, conocimiento, amor. 2650 EPV: II LA TRIPLE NATURALEZA DEL HOMBRE
En términos islámicos, las raíces divinas de las dimensiones espirituales del hombre son las hipóstasis de «Poder» (NA: Qudrah), de Sabiduría (NA: Hikmah) y de «Clemencia» (NA: Rahmah), bipolarizándose esta última en dos Nombres divinos: «el infinitamente Bueno en sí» (NA: Rahmân) y «el infinitamente Misericordioso» (NA: Rahîm). Nosotros interpretamos estos Nombres diciendo: la «Belleza», que es intrínseca, y la «Bondad», que es extrínseca, constituyen la «Beatitud» (NA: la Rahmah como equivalente de la ANANDA vedántica) (NA: Analógicamente hablando, la sustancia invencible del sol es Qudrah, «Potencia»; su forma perfecta es Hikmah, «Sabiduría»; su irradiación es Rahmah, «Beatitud». Y, en esta irradiación, la luz es Rahmân, «Belleza», mientras que el calor es Rahîm, «Bondad». Esta interpretación de los términos Rahmah, Rahmân y Rahîm da cuenta de la intención de la constelación hipostática.). 2668 EPV: II LA TRIPLE NATURALEZA DEL HOMBRE
Puesto que el divino Principio se tripolariza en Ser-Potencia, Consciencia-Sabiduría y Felicidad-Misericordia, puede plantearse la cuestión de saber cuál es la relación jerárquica entre estas tres hipóstasis. Sin querer caer en un esquematismo irrealista, diremos que hay suficientes razones para poder afirmar que el Ser-Potencia y la Consciencia-Sabiduría son dos aspectos indiferenciados del Absoluto – indiferenciados pero diferenciables en el plano ya relativo del Ser creador -, mientras que la Felicidad-Misericordia coincide con la Infinitud del Principio. La Beatitud – ANANDA – también posee dos aspectos, la Mâyâ que proyecta, referida al Ser-Potencia, y la Mâyâ que reabsorbe, referida a la Consciencia-Sabiduría. 2704 EPV: II LA TRIPLE NATURALEZA DEL HOMBRE
«Dios es amor». Si esta sentencia es verdadera – y lo es por autoridad divina – el sentimiento es una dimensión normal, luego positiva en sí, del microcosmo humano, y todas las suspicacias a su respecto son aberrantes. Atmâ es Sat, Chit y ANANDA: «Ser», «Consciencia» y «Felicidad», o también «Poder», «Sabiduría» y «Bondad»; en el microcosmo, estos aspectos vienen a ser la voluntad, la inteligencia y el sentimiento. Querer suprimir el sentimiento equivale pues, ontológicamente hablando, a querer suprimir el elemento ANANDA, ni más ni menos. 2894 EPV: II NATURALEZA Y PAPEL DEL SENTIMIENTO
«Dios es bello y ama la belleza», dice un hadîth que hemos citado más de una vez (NA: Otro hadîth nos recuerda que «el corazón del creyente es dulce y ama la dulzura (NA: halâwah)». Lo «dulce», según la palabra árabe, es al mismo tiempo lo agradable con un matiz de belleza primaveral; lo que equivale a decir que el corazón del creyente es profundamente benévolo, porque, al haber vencido la dureza propia del egoísmo y la mundanalidad, está hecho de dulzura o de generosa belleza.): Atmâ es no solamente Sat y Chit, «Ser» y «Consciencia» – o, más relativamente, «Potencia» y «Omnisciencia»- , sino también ANANDA, «Felicidad», por consiguiente Belleza y Bondad (NA: Cuando el Corán dice que Dios «se ha prescrito a sí mismo la Misericordia» (NA: Rahrnah), afirma que ésta pertenece a la Esencia misma de Dios; por lo demás la noción de Misericordia no da cuenta, más que de una manera parcial y extrínseca, de la naturaleza beatífica del Infinito.); y lo que queremos conocer y realizar debemos reflejarlo a priori en nuestro propio ser, porque no podemos conocer perfectamente, en el orden de las realidades positivas (NA: Esta reserva significa que no conocemos las realidades privativas – que precisamente manifiestan irrealidad – más que por contraste; por ejemplo, el alma comprende la fealdad moral en la medida en que ella misma es moralmente bella, y no puede serlo más que por participación en la Belleza divina, la Belleza en sí misma.), más que lo que somos. 3356 EPV: III FUNDAMENTOS DE UNA ESTÉTICA INTEGRAL
Dios, al ser pura Santidad, es Poder, Consciencia, Felicidad; se podría decir también que es puro Ser, puro Espíritu, pura Posibilidad. Esto es lo que significan los términos sánscritos Sat, Chit, ANANDA, y los términos árabes Wujûd, Shujûd y Hayât, o Qudrah, Hikmah y Rahmah. Este es el grado supremo, el de la Esencia, Dhât, o el de la Unidad, Ahadiyah; siendo el grado no-supremo el de las cualidades, Çifât, o el de la Unicidad, Wâhidiyah. 3846 EPV: IV LA VÍA DE LA UNIDAD
En la Esencia – en el «puro Absoluto»- la Inteligencia, el Poder y la Bondad se sitúan también (NA: Si uno se refiere al ternario vedántico Sat (NA: «puro Ser»), Chit (NA: «Consciencia»), ANANDA (NA: «Beatitud»), hay que tener en cuenta el hecho de que el aspecto «Poder» deriva del aspecto «puro Ser». En física se dirá que la «energía» es solidaria de la «masa»; la prueba de ello la constituye el magnetismo de los cuerpos celestes en la medida de su tamaño o de su densidad.), no una junto a otra, sino una en la otra; de modo que podemos decir, bien que el Absoluto – o el Absoluto-Infinito-Bien – es la Inteligencia, bien que es el Poder, o bien que es la Bondad, siempre en su realidad intrínseca y puramente principial. Conforme al primer aspecto, se dirá que el Absoluto es el Sí, lo que expresa, por lo demás, el término Atmâ; el Absoluto así considerado es el Sujeto a secas, el Sujeto real y único; extrínsecamente y combinándose con Mâyâ, este Sujeto será la raíz de todas las subjetividades posibles, será el «Yo divino» inmanente. Conforme al segundo aspecto, el del Poder, se dirá que el Absoluto es el «absolutamente Otro», el Trascendente al mismo tiempo que el Omnipotente principal; extrínsecamente y combinándose con Mâyâ, será el Agente subyacente de todos los actos en cuanto tales, no en cuanto intenciones y formas (NA: Aquí es donde se sitúa la teoría asharí de la «adquisición» (NA: kasb) humana de los Actos divinos: es únicamente Dios el que actúa, puesto que sólo Él es capaz de ello; es Él quien «crea» nuestros actos, pero somos nosotros quienes los «adquirimos» (NA: naksibûn).). Conforme al tercer aspecto, por último, el de la Bondad o la Belleza, se dirá que el Absoluto coincide con la suprema Beatitud y que, extrínsecamente y combinándose con Mâyâ, será el «Padre» generoso, pero también la «Madre» misericordiosa: infinitamente bienaventurado en sí mismo, da la existencia y los bienes de la existencia; ofrece todo lo que Él es en su Esencia. 5311 STRP: DIMENSIONES, MODOS Y GRADOS DEL ORDEN DIVINO LA VÍA DE LA UNIDAD
La Omniposibilidad, sea cual sea su nivel hipostático (NA: Sobre-Ser, Ser o Existencia; ya sea el Infinito puro (NA: ANANDA), o bien su prolongación en el Ser (NA: = Prakriti), o, también, la ilimitación de la Substancia cósmica existenciante (NA: = Saraswatî – Lakshmî – Pârvatî). Según Paracelso, Dios «Hijo» presupone no sólo el «Padre», sino también la «Madre»; ésta se halla más o menos escondida en el «Padre», y María es quien la personifica en el plano humano. Esta opinión es plausible en el sentido de que el Infinito puede ser considerado metafóricamente – si aceptamos este género de simbolismo, y presuponiendo un marco que lo haga posible – como la «Esposa» (NA: Shakti) del Absoluto y la «Madre» de la divina Perfección o del supremo Bien; el Infinito se refleja entonces necesariamente, en un modo «de fuerza mayor», en la Mujer-Avatâra.), prefigura con su ilimitación a la vez estática y dinámica la complementareidad «espacio-tiempo», o más concretamente la del éter y de su potencia vibratoria; el éter es, en nuestro mundo material, la substancia de base que prefigura a su vez la complementareidad «masa-energía». Y recordemos en esta ocasión que el vacío espacial es en realidad el éter, que es por consiguiente un vacío relativo y simbólico; asimismo, el vacío temporal, si así se puede decir – la ausencia de cambio o de movimiento – es en realidad la energía latente del elemento etéreo, pues no hay inercia absoluta. El espacio concreto es una substancia, o la substancia, la primera de todas; el vacío concreto es una vibración, o la vibración, la que comunica todas las demás. Si el vacío empírico fuera absoluto como sólo un principio puede serlo, sería una pura nada, y no habría extensión posible – ni espacial ni temporal – pues no se puede añadir una nada a otra nada; el punto no podría entonces engendrar concretamente la línea, ni el instante la duración. Sólo una substancia – por definición energética o vibratoria – puede transmitir contenidos, ya sean estáticos, ya dinámicos. 5329 STRP: DIMENSIONES, MODOS Y GRADOS DEL ORDEN DIVINO LA VÍA DE LA UNIDAD