Miguel Cruz Hernández — História do pensamento no mundo islâmico
Excertos do Capítulo 10 — IBN SlNA (AVICENA), 980-1037
Los modos del ser y el ser intencional
Ibn Sina distingue tres modos fundamentales del ser: el de las cosas reales, el de la representación abstracta de dichas cosas y el del signo intencional. Del mismo modo al tratar de los grados del ser, al lado del ser per se y el ser in alio, coloca a las negaciones y las privaciones. El ser per se es la sustancia dentro de la cual distingue Ibn Sina la forma inmaterial separada, la forma material y la materia que es la sustancia de orden inferior. La forma inmaterial es la de mayor jerarquía sustancial y lo es siempre en acto; la forma material es sustancia, por ser una parte de las sustancias que subsisten en acto; y la materia es sustancia en potencia. Pero, aparte de la sustancia, toda cosa va acompañada de la idea de ser, que existe bien concretamente como realizado, bien sólo en nuestra inteligencia, pues lo que no puede darse es algo que no exista ni concreta ni mentalmente. Una cosa puede existir legítimamente en el espíritu y no existir realmente en los objetos exteriores; y a esta clase de existencia se le llama intencional. Precisamente lo no existente sólo puede ser conocido en tanto que es concebido mentalmente, y sólo podemos atribuirle predicados negativos si previamente le hemos conferido una existencia intencional. Incluso nuestras palabras encierran un signo y tienen que referirse, directa e indirectamente, a alguna realidad. Por ejemplo, escribe Ibn Sina, cuando decimos «la Resurrección tendrá lugar» atribuimos una existencia mental a cada uno de los términos de dicha afirmación, y sólo después predicamos uno del otro. Por tanto, para atribuir un predicado a un objeto este último tiene que existir mentalmente, y, hablando con propiedad, los predicados sólo pueden atribuirse a objetos que tengan ya una existencia intencional. Las relaciones que pueden establecerse entre los objetos mentales y las cosas concretas pueden ser de tres tipos: 1.° El ser mental se corresponde con un objeto real. 2.° El ser mental se corresponde con la privación de un objeto. 3.° El ser mental se corresponde con una simple relación. En los tres casos el ser mental se apoya en el objeto real que se afirma, se niega o se relaciona.
Esta doctrina condujo a Ibn Sina a la idea del esse diminutum. «La concepción por la inteligencia — escribe — varía según el ser de las cosas…; aquellas que existen intensamente, porque llegan a aplastarla; en caníbio, las cosas que existen débilmente, como el movimiento, el tiempo, la materia, son a menudo difíciles de concebir, debido a que su ser es (demasiado) débil. Así, las privaciones no son concebidas por la inteligencia que existe absolutamente en acto, ya que la privación es aprehendida en tanto que se aprehende el habitus correspondiente.» Esta idea del ser intencional, recogida de una perspicaz observación de Aristóteles, fue elaborada y transmitida a la escolástica latina, habiendo dado origen a largas y fructuosas doctrinas y habiendo pasado a la actualidad del pensamiento a través de Brentano, Husserl y Scheler. Ibn Sina la ha utilizado para explicar la relación objeto-sujeto del conocer. Así, mediante la virtud expresiva del concepto ponemos en relación intencional la forma abstraída con los objetos concretos. Pero, además, el hombre mismo es un ser abierto a las cosas; y este tender hacia es poseer el ser de un modo intencional. Incluso dentro del mecanismo del conocimiento, ha desarrollado la sistemática de la intencionalidad — tal como luego aparecerá en el siglo XIII en la escolástica latina —, distinguiendo entre intenciones sensibles, inteligibles y non sensatas, o intermedias; entre primeras y segundas intenciones y entre intenciones formales y objetivas.