Brahmâ (RGEH)

Los centros en cuestión son denominados «ruedas» (NA: chakras), y son descritos también como «lotos» (NA: padmas), de los cuales cada uno tiene un número de pétalos determinado (NA: que irradian en el intervalo comprendido entre vajrâ y chitrâ, es decir, en el interior del primero y alrededor del segundo). Los seis chakras son pues: mûlâdhâra, en la base de la columna vertebral; swâdhishthâna, que corresponde a la región abdominal; manipûra, a la región umbilical; anâtha, que corresponde a la región del corazón; vishuddha, que corresponde a la región de la garganta; âjnâ, que corresponde a la región situada entre los dos ojos, es decir, a la región que corresponde al «tercer ojo»; en fin, en la sumidad de la cabeza, alrededor del Brahma-randhra, queda un séptimo «loto», sahasrâra o el «loto de los mil pétalos», que no es contado en el número de chakras, porque, como le veremos luego, esto «loto» se reporta, en tanto que «centro de consciencia», a un estado que queda más allá de la individualidad (NA: Los siete nudos del bastón brâhmanico simbolizan los siete «lotos»; en el caduceo, por el contrario, parece que la bola terminal debe su reportada solamente a âjnâ, identificándose entonces a las dos alas que la acompañan a los dos pétalos del loto en cuestión.). Según las descripciones dadas para la meditación (NA: dhyâna), cada loto lleva en su pericarpio el yantra o símbolo geométrico del bhûta correspondiente, en el cual está el bîja-mantra de éste, soportado por su vehículo simbólico (NA: vâhana); allí reside una «deidad» (NA: dêvatâ), acompañado de su shakti particular. Las «deidades» que presiden a los seis chakras, y que no son otra cosa que las «formas de consciencia» por las cuales pasa el ser a los correspondientes estados, son respectivamente, en el orden ascendente, BRAHMÂ, Vishnu, Rudra, Isha, Sadâchiva y Shambhu, deidades que tienen por otro lado, bajo el punto de vista «macrocósmico», sus mansiones en los seis «mundos» (NA: lokas) jerárquicamente superpuestos: Bhûrloka, Bhuvarloka, Swarloka, Janaloka, Tapoloka y Maharloka; en Sahasrâra preside Paramashiva, cuya mansión es el Satyaloka; es así que todos esos mundos tienen su correspondencia en los «centros de consciencia» del ser humano, según el principio de la analogía que ya hemos indicado precedentemente. En fin, cada uno de los pétalos de los diferentes «lotos» lleva una de las letras del alfabeto sánscrito, o quizás que fuera más exacto decir que los pétalos son las letras mismas (Los números de los pétalos son: 4 para mûladara, 6 para swâdhishthâna, 10 para manipûra, 12 para anâhata, 16 para vishuddha, 2 para âjna, que son en total 50, lo que es también el número de las letras del alfabeto sánscrito; las letras todas se enumeran en sahasrâra, siendo cada una de ellas repetida 20 veces (50×20=1000).); pero sería poco útil entrar ahora en más detalles sobre este sujeto, y los complementos necesarios a este respecto encontrarán mejor su lugar en la segunda parte de nuestro estudio, luego de que hayamos dicho lo que es Kundalinî, de la cual no hemos hablado hasta aquí todavía. EH: KUNDALINÎ-YOGA (Publicado en V.J., octubre y noviembre de 1933)

Puesto esto a punto, volvemos ahora a la noción misma de varna: El término en cuestión significa propiamente «color», pero también, por extensión, significa «cualidad» en general, y es esto por lo que puede ser tomado para designar la naturaleza individual; M. Mees descarta muy justamente la interpretación bizarra propuesta por algunos, que quieren ver en el sentido de «color» la prueba de que la distorsión de los varnas habría estado en el origen, basada sobre diferencias de raza, interpretación de la cual es enteramente imposible encontrar en ninguna parte la menor confirmación. La verdad es que, si colores hay que son efectivamente atribuidos a los varnas, ello es de una manera enteramente simbólica; y la “llave” de ese simbolismo queda dada por la correspondencia de los mismos colores con los gunas, correspondencia que es claramente indicada en modo muy explícito en este texto del Vishnu-Purâna: “Cuando BRAHMÂ, en conformidad con su designio, quiso producir el mundo, seres en los cuales sattwa prevalecía provinieron de su boca; otros en los cuales rajas era predominante provinieron de su pecho; otros en los cuales rajas y tamas eran igualmente fuertes uno y otro provinieron de sus muslos; en fin, otros provinieron de sus pies, pues que tenían por característica principal tamas. De esos seres fueron compuestos los cuatro varnas, los Brâhmanes, los Kshatriyas, los Vaishyas y los Shûdras, los que habrían provenido respectivamente de su boca, de su pecho, de sus muslos y de sus pies”. Es así que sattva, pues que es representado por el color blanco, traspasa este mismo naturalmente a los Brâhmanes; de igual modo, el rojo, color representativo de rajas, es atribuido a los Kshatriyas; los Vaishyas, caracterizado por una mezcla de los dos gunas inferiores, tienen por color simbólico el amarillo; en fin, el negro, color de tamas, es en consecuencia el que conviene a los Shûdras. EH: VARNA (Publicado en V. J. de noviembre de 1935)