COSMOLOGIA — CÉUS
VIDE: céu; céu e terra; raio divino; cadeia do ser; Steinsaltz Sistema de Mundos
Evangelho de Jesus: Mas a nossa pátria está nos céus, onde também aguardamos um Salvador, o Senhor Jesus Cristo. (Filipenses 3,20)
CRISTOLOGIA: Castelos Moradas Céus
GNOSTICISMO: Descida do Verbo através dos Sete Céus
BUDISMO: Céus Budistas
C.S.Lewis: Imagem do Mundo; Lewis Céus
René Guénon: Céus do Paraíso de Dante; graus da existência universal
GURDJIEFF: Raio de Criação
Henry Corbin: Corbin Homem Luz
Hay en efecto correlación entre el descubrimiento del yo interior, el yo en segunda persona, el alter ego, tú, y el sentido vertical de la altura, entre la interiorización (el descubrimiento de los cielos del alma) y la orientación respecto del polo celeste. Si la «teosofía oriental» de Sohravardi hace estallar el esquema de la astronomía ptolemaica y de la teoría peripatética de las Inteligencias, es porque el universo de seres espirituales que postulan una y otra no está a la altura de las multitudes del cielo de los astros fijos, las «luces infinitas» en las que se había fijado la meditación de Sohravardi. Pero es por una apercepción visionaria, que él relaciona con las visiones de Zaratustra y del bienaventurado rey Kay-Khosraw (uno de los reyes legendarios del antiguo Irán, nacido en Erân-Vêj), como Sohravardi supera el esquema de la astronomía de su tiempo, es decir, por la visión de los cielos suprasensibles, lo que el sufismo llama «lo esotérico en cada cielo» (bâtin al-falak), y que son los mismos que marcan las etapas de la ascensión celestial del Profeta o el ascenso a la montaña de Qâf. La identificación del Oriente «esotérico», es decir, del Oriente suprasensible, como norte cósmico, polo celeste, está condicionada por el paso efectivo al mundo interior, es decir, al octavo clima, clima del alma, Tierra de luz, Hûrqalyâ.
También Najmoddîn Kobrâ insistirá en el motivo de que lo semejante sólo puede ser conocido por lo semejante. «No creas que el cielo que contemplas en lo suprasensible es el cielo exterior visible. No, hay en lo suprasensible (es decir, en el mundo espiritual) otros cielos más sutiles, más azules, más puros, más brillantes, sin número ni límite. Cuanto más puro te vuelves interiormente, más puro y más bello es el cielo que se te muestra, hasta que finalmente caminas en la pureza divina. Pero la pureza divina es también sin límite. Nunca pienses, pues, que más allá de lo que has alcanzado, no hay nada más, pues siempre hay algo más elevado». (§ 60).
Y he aquí un enunciado todavía más radical del principio de interioridad, que hace de toda realidad espiritual algo tan inherente al místico como su propia vida y su propia muerte: «Sabe que el alma, el demonio, el ángel, no son realidades extrínsecas a ti; tú eres ellas mismas. De manera análoga, el Cielo, la Tierra y el Trono no son cosas extrínsecas a ti; ni el Paraíso o el Infierno, la muerte o la vida. Existen en ti; cuando hayas realizado el viaje místico y hayas llegado a ser Puro, tomarás conciencia de esto» (§ 67). Ahora bien, realizar este viaje místico es interiorizar, es decir, «salir hacia sí mismo»; es el éxodo, el viaje hacia el Oriente-origen que es el polo celeste, el ascenso del alma hasta salir fuera del «pozo», cuando en la abertura se eleva la visio smaragdina.