I
Para protegerse de los ladrones que saquean arcas, vacían bolsas y fuerzan armarios, se asegura todo esto con cuerdas y candados. A esto se suele llamar inteligencia. Pero si llega un ladrón poderoso, cargará bolsas, arcas y armarios y escapará, con el único temor de que las cuerdas y candados no sean lo suficientemente sólidos. Entonces, lo que era considerado una actitud inteligente, no fue sino guardar y disponer lo atesorado para un ladrón poderoso.
Digamos lo siguiente: lo que se acostumbra considerar inteligencia, ¿no es en realidad atesorar para el ladrón poderoso? Y el hombre considerado sabio, ¿no estará disponiendo lo atesorado para beneficio del gran ladrón?
¿Por qué decimos que esto es así?
Antiguamente, en el estado de Qi, los pueblos vecinos se divisaban a lo lejos, y se podía oir el canto de sus gallos y el ladrido de sus perros. El espacio para la caza y para la siembra alcanzaba una extensión de dos mil li cuadrados. En los límites de sus cuatro fronteras se levantaban los templos de los antepasados y de los espíritus de la tierra y también se establecieron las divisiones administrativas. Todo esto se conformaba a lo instituído por los sabios. Pero llegó el día en que Tian Chengzi se levantó y dio muerte al príncipe de Qi y robó su estado. Pero no sólo robó su estado, sino también sus sabias leyes y aunque Tian Chengzi se ganó el título de ladrón, vivió el resto de sus días tan seguro y tranquilo como Yao o Shun. Los estados más débiles no se atrevieron a condenarlo, ni los más fuertes a atacarlo, y de este modo pudo consolidar el poder usurpado en el estado de Qi. ¿No diremos en este caso que Tian Chengzi se alzó con la sabiduría de las leyes para proteger su persona de ladrón?
Digamos lo siguiente: lo que usualmente se llama gran inteligencia ¿no es atesorar para el gran ladrón? Lo que usualmente se llama gran sabiduría ¿no es proteger a los grandes ladrones?
¿Por qué decimos que esto es así?
Antiguamente, Longfeng fue decapitado, a Bigan le arrancaron el corazón, Chaghong fue descuartizado y Zhou fue arrojado al agua para pasto de los peces. Todos ellos, sabios y valiosos, no pudieron evitar su destrucción.
Uno de sus seguidores preguntó al ladrón Zhi: “¿Tenemos los ladrones también una doctrina?”.
“Vayas donde vayas -respondió el ladrón Zhi- siempre encontrarás una doctrina. Calcular lo que se guarda en una casa es sabiduría; ser el primero en irrumpir es valentía; ser el último en huir es justicia; determinar si el asalto es posible o no es inteligencia y dividir el botín equitativamente es benevolencia. Sin estas cinco virtudes, nadie jamás ha llegado a convertirse en un gran ladrón”*.
De aquí podemos ver que un hombre bueno no puede mantener su rectitud si no adhiere a las virtudes de los sabios, y que el ladrón Zhi no hubiera llegado a ser un gran ladrón si no hubiese adherido también a la doctrina de los sabios.
Los hombre buenos son pocos y los que no los son, muchos; así es que poco es el beneficio que trae el sabio y mucho el daño que acarrea. Así se ha dicho: “Cuando se alzan los labios, los dientes sienten el frío; el vino adulterado de Lu trajo la guerra de Handam”. Aparece el sabio y tras él el ladrón. Abatiendo a los sabios y liberando a los ladrones el mundo volverá a ordenarse. Si el manantial se seca, el valle se volverá un desierto. Si la colina se desmorona, el valle se allana. Desaparecidos los sabios ya no habrá ladrones; el mundo se ordenará y ya no habrá conflictos.
Si los sabios no desaparecen, no desaparecerán los ladrones. Recurrir a los sabios para organizar al mundo es atesorar ganancias para el ladrón Zhi. Unos inventan el litro y el kilo para medir; los otros roban con el litro y el kilo. Unos inventan balanzas y pesas; los otros roban con balanzas y pesas. Unos inventan sellos para garantizar la confianza; otros roban con esos mismos sellos. Unos predican benevolencia y justicia para encauzar a los hombres; otros roban en nombre de la benevolencia y la justicia. ¿Por qué decimos que esto es así? Quien roba una hebilla sufre pena de muerte, quien roba un estado se convierte en señor feudal y en su puerta encontrarás escrito: “Benevolencia y justicia”. ¿No es esto robar benevolente y justamente? ¿No es esto robar inteligente y sabiamente? Entonces se sigue a grandes ladrones y señores feudales, y se roba con benevolencia y con justicia, y se obtiene provecho de pesas y balanzas y de sellos. A esos no los encauzarás con la promesa de recompensarlos con carruajes y dignidades ni los detendrás con la amenaza del verdugo. Y todo este atesorar para el ladrón Zhi, a un punto tal que ya no puede detenerse no es sino culpa de los sabios.
Hay un proverbio que dice: “El pez no debe no debe ser sacado de la profundidad del estanque y las afiladas armas del estado no deben ser exhibidas ante los hombres”.
Los sabios, que son las armas afiladas del estado, no deben brillar ante los hombres.
Así, cuando se descarte la sabiduría y se abandone la inteligencia se acabará con los grandes ladrones. Cuando se deseche el jade y se destruyan las perlas se acabará con los ladrones pequeños. Cuando se rompan las pesas y balanzas y se destruyan los sellos el pueblo retornará a su simplicidad. Cuando se deroguen las instituciones de los sabios, el pueblo volverá a tomar parte en los debates. Cuando se deshagan las seis armonías y se destruyan las flautas y laúdes y se clausuren los oídos del músico Shikuang, los hombres recobrarán la agudeza del oído. Cuando se descarten dibujos y diseños y se confundan los cinco colores y se cieguen los ojos del pintor Lizhu, los hombres recobrarán la agudeza de la vista. Cuando se supriman el gancho y la cuerda y se arrojen la escuadra y el compás y se aten los dedos del artesano Chui, los hombres del mundo entero ejercerán sus propias habilidades. Es así que se ha dicho: “La gran habilidad parece torpe”. Cuando se condene la conducta de Zeng y de Shi y se cierre la boca a Yang y a Mo, y se rechace la benevolencia y la justicia, entonces la virtud de cada hombre podrá alcanzar la identidad profunda y misteriosa. Si los hombres recuperan la lucidez de su vista, ya no podrá haber confusión. Si los hombres conservan la claridad de su oído, ya no podrá haber padecimientos. Si los hombres ejercen su conocimiento espontáneo, ya no podrá haber engaño. Si los hombres ejercen su virtud, ya no podrá haber extravío. Aquellos como Zeng, Shi, Yang, Mo, Zhikuang, Gongchui y Lizhu fundamentaron su poder en algo exterior a sus personas y de ese modo trastornaron al mundo. Imitarlos no conduce a nada.
II
¿Alguien conoce la época en que floreció la suprema virtud? Fueron los tiempos en los que Rongcheng, Dating, Bohuang, Zhongyang, Lilu, Lixu, Xuanyuan, Hexu, Zunlu, Zhurong, Fuxi y Shenmong gobernaron el mundo. Entonces los hombres ataban cuerdas para recordar los grandes acontecimientos; saboreaban su comida, encontraban hermosos sus vestidos, alegres sus costumbres y confortables sus moradas. Aunque los estados vecinos estaban a la vista y podían oírse el canto de sus gallos y el ladrido de sus perros, ellos envejecían y morían sin haberse visitado nunca. En aquella época el orden era perfecto.
Ahora, en cambio, puede verse a la gente en puntas de pie y estirando su cuello mientras dice: “En aquel lugar hay un sabio”. Y hacia allí van, corriendo y llevando provisiones. En sus casas, abandona a sus padres, y fuera, eluden el servicio a su país. Las huellas de sus pies y de las ruedas de sus carros trazan un sendero laberíntico en su ir y venir por los diferentes estados. A eso los ha llevado la enorme afición de los encumbrados hacia la inteligencia.
Mientras los encumbrados se inclinen hacia la inteligencia y desconozcan el Tao, el mundo no puede estar sino en un profundo desorden.
¿Por qué decimos que esto es así?
Cuanto es mucho el ingenio empleado en la fabricación de arcos, flechas y todo tipo de trampas, los pájaros se alteran en el cielo. Cuando es mucha la habilidad empleada en la fabricación de anzuelos, cebos y redes, los peces se inquietan en la profundidad. Cuando es mucho el ingenio a la hora de fabricar cepos y estacadas para las liebres, los animales del campo se alborotan. Cuando es mucha la disputa mediante los sofismas de “lo duro y lo blanco” y “lo idéntico y lo diverso”, los hombres son llevados a perderse en la discusión. De este modo, la culpa del caos constante que reina en el mundo viene de la afición a la inteligencia.
Así, todo el mundo se afana por conocer lo que no conoce, sin intentar conocer mejor lo que ya conoce. Todos son hábiles para censurar lo que consideran malo, y no saben censurar lo que consideran malo. Así, el mundo se hunde en el caos. Así, en lo alto, se oculta la luz del sol y la luz de la luna. En lo bajo, la esencia sutil de montañas y ríos se corrompe; y en el medio, se trastorna el curso de las estaciones y ya no existe gusano o insecto que no haya sido despojado de su naturaleza original. A este extremo llegó la confusión en que la inteligencia ha sumido al mundo. Esto es así desde los tiempos de las Tres Dinastías. Se hace a un lado a los hombres honestos y se encumbran las enseñanzas de los charlatanes.
Son estos charlatanes los que trastocaron el mundo.
- Virtudes sistematizadas por los ru jia (doctores confucianos), contra los que va dirigido el panfleto.