Aquellos que, como individuos, son particulares de un manvantara dado, son los Ângeles presidentes (devah), los Profetas (rsayah) y el Manu y sus descendientes, es decir, los reyes y los demás hombres. Por supuesto, los Ângeles en cuestión no pueden considerarse como del orden de los ajanaja («de nacimiento», por ejem., Kamadeva), sino que serán de los de la clase karma, es decir, que tienen posiciones a las que les ha hecho titulares una cualificación por las Obras; y de estos karma-devah o Ângeles (por las) Obras, el principal es Indra. De aquí que se asuma constantemente que un individuo que se prepara a sí mismo debidamente aquí y ahora puede devenir el Indra (o por el mismo motivo incluso el Brahma) de una edad futura; y a menudo se atribuyen celos a los Ângeles con respecto a aquellos que les sucederán así en el oficio.
Hay alguna inconsistencia de detalle, aunque no de principio, como entre Vishnu Purana II.8, donde se dice que la «inmortalidad» de los Ângeles significa una supervivencia sin cambio de estado hasta el fin del kalpa, e ídem III.1, donde el tiempo de vida de un Indra y de los otros Ângeles (karma) se restringe al manvantara.
En todo caso, el punto de vista hindú respecto de la naturaleza de los oficios angélicos es idéntico al de la teología cristiana ortodoxa, cf. San Gregorio y San Agustín; Angelus nomen est offícii, non naturae; para lo cual, y para la traducción de deva por «Ângel», ver Coomaraswamy, «Sobre la Traducción: Maya, Deva, Tapas», 1933.