Ananda Coomaraswamy — ARTIGOS SELETOS DE METAFÍSICA
Artistas Imitadores
Platón sabía tan bien como los filósofos Escolásticos que el artista como tal no tiene responsabilidades morales, y que puede pecar como un artista sólo si deja de considerar únicamente el bien de la obra que ha de hacerse, cualquiera que pueda ser[[Leyes 670E; Summa Theologica I.91.3, I-II.57.3 ad 2.]]. Pero, como Cicerón, Platón sabe igualmente que «aunque es un artista, también es un hombre»[[Cicerón, Pro quinctio XXV.78.]] y que, si es un hombre libre, es responsable como tal por todo lo que emprende hacer; un hombre que, si representa lo que no debe ser representado y trae a la existencia cosas indignas de los hombres libres, debe ser castigado, o al menos confinado o exilado como cualquier otro criminal o loco. Es precisamente a esos poetas u otros artistas que imitan todo y que no se avergüenzan de representar o incluso de «idealizar» cosas esencialmente bajas, a quienes Platón, sin ningún respeto de sus capacidades, por grandes que sean, desterraría de la sociedad de los hombres racionales, «no sea que de la imitación de las cosas vergonzosas los hombres embeban su actualidad»[[República 395C; cf. 395-401, esp. 401BC, 605-607, y Leyes 656C.]], es decir, por las mismas razones que, en momentos de cordura (sophrosyne), nosotros vemos conveniente condenar la exhibición de películas de gángsters en las que se hace del malhechor un héroe, o estamos de acuerdo en prohibir la manufactura de los alimentos más sofisticadamente adulterados.
Si nosotros no nos atrevemos a preguntar, con Platón, «¿imitaciones de qué tipo de vida?» e «¿imitaciones de la apariencia o de la realidad, del fantasma o de la verdad?»[[República 400A, 598B; cf. Timeo 29C.]] ello se debe a que nosotros ya no estamos seguros de qué tipo de vida debemos imitar por nuestro propio bien y felicidad, y a que, en nuestra mayor parte, estamos convencidos de que nadie sabe o puede saber la verdad final sobre nada: nosotros sólo sabemos lo que «aprobamos», es decir, lo que nos agrada hacer o pensar, y deseamos más una libertad para hacer y pensar lo que nos agrada que una liberación del error. Nuestros sistemas educativos son caóticos debido a que nosotros no somos unánimes en la cuestión de para qué se educa, exceptuando la auto-expresión. Pero toda la tradición está de acuerdo en cuanto a qué tipos de modelos se han de imitar: «La ciudad nunca puede ser feliz a menos que sea diseñada por esos pintores que siguen un original divino»[[República 500E.]]; «Los oficios tales como la construcción y la carpintería… toman sus principios de ese reino y del pensamiento de allí»[[Plotino, Enéadas V.9.11, como Platón, Timeo 28AB]]; «Mira, haz todas las cosas de acuerdo con el modelo que se te mostró en el monte»[[Éxodo 25:40.]]; «Es en imitación (anukrti) de las formas divinas como toda forma (silpa) humana se inventa aquí»[[Aitareya Brahmana VI.27.]]; «Hay este arpa divina, ten la seguridad; esta arpa humana viene al ser en su semejanza» (tad anukrti([[Shankhayana Aranyaka VIII.9.]]; «Nosotros debemos hacer lo que los Dioses hicieron primero»[[Shatapatha Brahmana VII.2.1.4; cf. III.3.3.16, XIV.1.2.26, y Taittiriya Samhita V.5.4.4. Siempre que los Sacrificadores pierden el rastro, se les pide que contemplen (cetayadhvam), y la forma requerida vista así deviene su modelo. CF. Filón, Moisés II.74-76.]]. Ésta es la «imitación de la Naturaleza en su manera de operación», y, como la primera creación, es la imitación de un modelo inteligible, no de un modelo perceptible.
Pero tal imitación de los principios divinos sólo es posible si nosotros los hemos conocido «como ellos son», pues si nosotros mismos no los hemos visto, nuestra iconografía mimética, basada en la opinión, será completamente defectiva; nosotros no podemos conocer el reflejo de algo a menos que conozcamos lo que se refleja en el reflejo[[República 377, 402, Leyes 667-668, Timeo 28AB, Fedro 243AB (sobre hamartia peri mythologian), República 382BC (el mal uso de las palabras es un síntoma de enfermedad en el alma).]]. La base de la crítica de Platón a los poetas y pintores naturalistas es que ellos no conocen nada de la realidad de las cosas, sino sus apariencias, para las que su visión es excesiva: sus imitaciones no son de los originales divinos, sino sólo copias de copias[[Ver República 601, por ejemplo. Porfirio nos cuenta que Plotino se negaba a tener su retrato pintado, objetando, «¿Debo yo consentir en dejar, como un espectáculo deseable para la posteridad, una imagen de una imagen?». Cf. Asterius, obispo de Amasea, ca. 340 d. C.: «No pintéis ningún Cristo: pues la sola humildad de su encarnación le basta» (Migne, Patrologia graeca XI.167). La base real de la objeción Semítica a las imágenes esculpidas, y de todo otro iconoclasmo, no es una objeción al arte (al simbolismo adecuado), sino una objeción a un realismo que implica un culto esencialmente idólatra de la naturaleza. La figuración del Arca, acordemente al modelo que fue visto sobre el monte (Éxodo 25:40), no es «ese tipo de imaginería con referencia al que se dio la prohibición» (Tertuliano, Contra Marcionem II.22).]]. Y viendo que sólo Dios es verdaderamente bello, y que toda otra belleza es por participación, sólo puede llamarse bella una obra de arte que ha sido trabajada, en su tipo (idea) y en su significación (dynamis), según un modelo eterno[[Timeo 28AB; cf. nota 34. Los símbolos que son justamente sancionados por un arte hierático, no son convencionalmente correctos, sino naturalmente correctos (orthoteta physei parechomena) Leyes 657A). Por consiguiente, hay que distinguir entre el simbolismo que sabe y el simbolismo que busca. Es el primero el que el iconógrafo puede y debe comprender, pero difícilmente será capaz de hacerlo a menos de que él mismo esté acostumbrado a pensar en estos términos precisos.]]. Y puesto que los modelos eternos e inteligibles son suprasensuales e invisibles, evidentemente «no es por la observación» sino en la contemplación donde deben conocerse[[Las realidades se ven «con el ojo del alma» (República 533D), «con el alma sola y sólo consigo misma» (Teeteto 186A, 187A), «contemplando siempre lo que es auténtico», pros to kata tauta echon blepon aei, Timeo 28A; cf. pros ton theon blepein, Fedro 253A), y así, «por intuición de lo que realmente es» peri to on ontos ennoiais, Filebo 59D). De la misma manera en la India, sólo cuando los sentidos se han retirado de sus objetos, sólo cuando el ojo se ha vuelto (avrtta cakshus), y sólo con el ojo de la Gnosis (jiana cakshus), puede aprehenderse la realidad.]]. Así pues, son necesarios dos actos, uno de contemplación y otro de operación, para la producción de cualquier obra de arte[[El actus primus contemplativo (theoria, sánscrito dhi, dhyana y el actus secundus operativo (apergasia, sánscrito karma) de los filósofos escolásticos.]].