En Brhadaranyaka Upanishad III.6, donde hay un diálogo sobre el Brahman, finalmente se alcanza la posición donde al preguntador se le dice que el Brahman es «una divinidad sobre la cual no pueden hacerse más preguntas», y a esto el preguntador «guarda silencio» (upararama). Esto está, por supuesto, en perfecto acuerdo con el empleo de la via remotíonís en los mismos textos, donde se dice que el Brahman es «No, No» (netí, netí), y también con el texto tradicional citado por Shankara sobre Vedanta Sutras III.2.17, donde Bahva, preguntado acerca de la naturaleza del Brahman, permanece silente (tushnim), exclamando, solo cuando la pregunta se repite por tercera vez, «Yo te enseno, en verdad, pero tú no comprendes: este Brahman es silencio». Precisamente se asocia la misma significación a la negativa del Buddha a analizar el estado de nirvana. (Cf. avadyam, «lo inefable», de lo cual los principios procedentes son liberados por la luz manifestada, Rig Veda Samhita, passim). En Bhagavad Gita X.38, Krishna habla de sí mismo como «el silencio de los ocultos (mauna guhyanam) y la gnosis de los Gnósticos» (jnanam jnanavatam); donde mauna corresponde al familiar muni, «sabio silente». Esto no quiere decir, por supuesto, que Él no «hable» sino que su habla es simplemente la manifestación, y no una afección, del Silencio; como Brhadaranyaka Upanishad III.5 nos recuerda también, el estado supremo es el que transciende la distinción entre el habla y el silencio — «Independiente del hablar y del silencio (amaunam ca maunam nirvídya), entonces, ciertamente, es un Brahman». Cuando se pregunta además, «¿Con qué medios uno deviene así un Brahman?» se dice al preguntador, «Con esos medios con los que uno deviene un Brahman», lo cual equivale a decir, por una vía que puede encontrarse pero que no puede trazarse. El secreto de la iniciación permanece inviolable por su naturaleza misma; no puede ser traicionado debido a que no puede ser expresado — es inexplicable (aniruktam), pero lo inexplicable es todo, al mismo tiempo todo lo que puede y todo lo que no puede ser expresado.
Se verá por las citas de arriba que los textos Brahmana, y los ritos a los que se refieren, son no solo absolutamente auto-consistentes sino que están en completo acuerdo con los valores implícitos en el texto de Rig Veda Samhita II.43.3; ciertamente, las explicaciones son de validez universal y podrían aplicarse tanto a las Orationes Secretae de la Misa cristiana (que es también un sacrificio) como a la repetición inarticulada de las fórmulas de Yajus indias. La consistencia aporta al mismo tiempo una excelente ilustración del principio general de que lo que se encuentra en los Brahmanas y Upanishads no representa nada nuevo en principio sino solo una expansión de lo que se toma por establecido y por más «eminentemente» enunciado en los textos litúrgicos «más antiguos». Aquellos que asumen que en los Brahmanas y Upanishads se ensenan «doctrinas enteramente nuevas» están poniendo simplemente dificultades innecesarias en la vía de su propia comprensión de los Samhitas.
Será ventajoso considerar también la derivación y la forma de la palabra tushnim. Esta forma indeclinable, generalmente adverbial («silentemente»), pero que a veces ha de traducirse adjetivamente, o como un nombre, es realmente el acusativo de un supuestamente perdido tushra, fem. tushri, correspondiente en significado al griego sige, y derivado de la √ tush, que significa estar satisfecho, contentado y en reposo, en el sentido en que la moción viene a reposar en la obtención de su objeto, y ciertamente como el habla viene a reposar en el silencio cuando ha sido dicho todo lo que puede ser dicho. La palabra tushnim aparece como un acusativo real (W. Caland, «tushnim es igual a vacamyamah») — pues hablar de «contemplar silentemente» implicaría una tautología — en Pancavimsa Brahmana VII.6.1, donde Prajapati, deseando proceder del estado de unidad al estado de multiplicidad (bahu syam), se expresó a sí mismo con las palabras «Nazca yo» (prajayeya), y «habiendo contemplado por el intelecto el Silencio» (tushnim manasa dhyayat), con ello «vio» (adidhit) que el Germen (garbham, a saber, Agni o Indra, que como el Brhat deviene el «hijo primogénito») yacía oculto dentro de sí mismo (antarhitam), y así se propuso hacerlo nacer por medio de la Palabra (vac). (Cf. Taittiriya Samhita II.5.11.5, yad-dhi manasa dhyayati, donde yad es equivalente a «palabra in-hablada», «concepto in-pronunciado»). Tushnim manasa dhyayat corresponde entonces al más usual manasa vacam akrata (Rig Veda Samhita X.71.2) o manasaiva vacam mithunam samabhavat (Shatapatha Brahmana VI.1.2.9), con referencia al «acto de fecundación latente en la eternidad», pues así «Él (Prajapati) devino prenado (garbhin) y expresó (asrjata) los Múltiples Ángeles». El nacimiento del Hijo es, hablando estrictamente, no solo una concepción desde los principios conjuntos, en el sentido de operación vital, sino al mismo tiempo una concepción intelectualmente, per verbum in intellectu conceptum, que corresponde a la designación del Germen (garbham, es decir, Hiranyagarbha) como un concepto (didhitim) en este sentido, Rig Veda Samhita III.31.1.