Coomaraswamy (Civilização) – essência da vida

QUOD FACTUM EST IN IPSO VITA ERAT

O gégonen én autou zoe hen.

Estas palabras, tomadas de San Juan 1:3-4, citadas en la forma en que se dan en casi todos los códices más antiguos, y en la que las citan los escolásticos, e.g. el Maestro Eckhart en Expositio S. Evangelii sec. Johannem (ed. J. Christ and J. Koch, Stuttgart-Berlín, 1936, p. 56), y por Orígenes en Comm. in Ev. Joannis II.16, 19 , yo las traduzco por «Lo que ha sido hecho (o, «Lo que ha devenido», o «Lo que fue engendrado») era vida en Él», o en sánscrito Yad bhutam (o jatam) tad svatamni jiva asit.

Tanto el Maestro Eckhart como San Buenaventura, éste último en I Sent. d.36, s.2, q.1 y 4, citando las palabras de San Agustín res factae… in artifice creato dicuntur vivere, reconocen la analogía de los artífices humano y divino; en ambos casos, el modelo de lo que ha de hacerse preexiste en la mente viva del hacedor, y está vivo en ella, y permanece vivo en ella incluso cuando el factibile ha devenido un factum o después de que haya sido destruido. Nuestra intención es indicar el trasfondo inmediato y universal sobre el que se apoyan estas ideas.

Este trasfondo es esencialmente el de la doctrina tradicional de las «dos mentes», o de los dos aspectos de la mente, uno en acto y el otro en acción. Combinando los textos de Aristóteles de Metafísica XII.7.8, 1072 b 20 f. y XII.9.5, 1074 a 34 f., con los de De Anima III.5, 430 a f., encontramos que, de estas dos mentes, la primera, o la Mente «en acto» (energeia) — «en sí misma, (kath’ adten) en su propio acto de ser — es «aparte» (choristos) «de los sensibles» (ton aistheton), «contemplativa» (theoretikos), «impasible» (apathes), sin recuerdo y sin mezcla; «ella no piensa», o más bien, «su “pensamiento” es el “Pensamiento del pensamiento”» (noeseos noesis), es decir, el principio y sine qua non, pero no la actividad del pensamiento. En otras palabras, «ella se piensa sólo a sí misma» (auton ARA noei) «por toda la eternidad» (ton apanta aiona), sin distinción entre sujeto y objeto, pues donde ambos son inmateriales «la tesis es a la vez la operación y el pensamiento» (o logos to pragma ki he noesis), «el pensamiento y lo que es pensado son uno y lo mismo» (he noesis tou nooumenou mia); la Mente, «al devenir todo» (panta ginesthai), es lo que conoce. Además, es Vida eterna y beatífica (hedistos), la Vida (zoe) de Dios mismo. La segunda mente es creativa (poietikos), y una «causa eficiente (to aition kai poietikon) puesto que hace todo» (tou panta poein); es pasible (pathetikos) y mortal, y piensa en las cosas contingentes como distintas de sí misma. Por Metafísica I.1.17, vemos que en un plano todavía más bajo que el de su actividad creativa, la mente es «sensitiva» (aisthetikos = pathetikos).

Estas dos (o tres) mentes son lo mismo que las dos (o tres) partes del alma de Platón, a saber, una inmortal, y la otra mortal, y esta última, en su parte mejor, activa y animosa, y en su parte peor, afectada y sujeta pasivamente a las emociones y reacciones provocadas por la sensación (aisthesis). Las dos mentes son las «naturalezas» en la doctrina universal de «una única esencia y dos naturalezas». Si se toman como tres, corresponden a las vidas contemplativa y activa y a la vida de placer.

De estas distinciones entre la mente teórica y la mente práctica, y en la identificación de la primera (Mente) con la Vida (zoe) de Dios, y de su Pensamiento con su Tesis — ¿o por qué no decir «Palabra» (Logos)? — hay una verdadera predicción en las palabras de San Juan «En el Principio Primero (como los escolásticos interpretan tan a menudo in principio = sánscrito agre, es decir, no tanto «en el comienzo» como «en la cima») era la Palabra, y la Palabra estaba en Dios, y la Palabra era Dios». La «Palabra» que, como dice Aristóteles, piensa la Mente Primera, cuando en su acto de ser se piensa a sí misma, es para San Juan Cristo, el Hijo de Dios, «por quien todas las cosas fueron hechas» y a quien San Agustín llama, por consiguiente, «por así decir, el arte de Dios» (De Trin. VI.10) — el arte por el que todas las cosas fueron hechas. Para Platón, «Palabra» y «Mente» (logos, nous) son a menudo intercambiables, mientras que si para Aristóteles la Palabra es la que piensa la Mente Primera, y el Pensador y el pensamiento son uno, es evidente que se podrían parafrasear acertadamente las palabras de San Juan como «En el Principio Primero era la Mente, y la Mente era con Dios, y la Mente era Dios».

 

Ananda Coomaraswamy