Así pues, esta relación resulta de la idea de que el propio buscador es una partícula de la luz divina buscada, e ilustra el principio de la búsqueda y el reconocimiento de lo «semejante por lo semejante», que otros pasajes amplifican con una potencia extraordinaria, convirtiéndonos en testigos de esta reunión que es el momento culminante de la iniciación personal. «Hay luces que suben y luces que bajan. Las que suben son las del corazón; las que bajan, las del Trono. El ser creado es el velo entre el Trono y el corazón. Cuando este velo se rompe y en el corazón se abre una puerta hacia el Trono, lo semejante se precipita hacia su semejante. La luz sube hacia la luz, y la luz desciende sobre la luz, y es luz sobre luz (Qorân 24, 35)» (§ 62). Todo lo que estamos analizando está quizá bien condensado en estas pocas líneas: totalidad que es «luz sobre luz», no la luz y la sombra, de ahí la triple dimensión psíquica sobre la que se insistirá a continuación para terminar.
He aquí todavía algunas observaciones de inestimable valor: «Cada vez que el corazón suspira por el Trono, el Trono suspira por el corazón, de modo que se encuentran… Cada piedra preciosa [es decir, cada uno de los elementos del hombre de luz] que está en ti, entraña para ti un estado místico o una visualización en el cielo que le corresponde, ya sea el fuego de un ardiente deseo, de una dilección o de un amor [cf. el § 83 citado infra IV, 9]. Cada vez que sube de ti una luz, desciende hacia ti una luz, y cada vez que suben de ti resplandores, descienden igualmente hacia ti resplandores que les corresponden [cf. también el § 83]… Si sus energías son del mismo orden, se encuentran a medio camino [entre cielo y tierra]… Pero cuando tu substancia de luz ha crecido en ti, es ella la que deviene un Todo en relación a su homogéneo en el cielo; entonces es la substancia de luz en el cielo la que suspira por ti, pues es la tuya la que la atrae, y ella desciende hacia ti. Tal es el secreto del camino místico [sirr al-sayr, § 63-64]».
Descripción a decir verdad fascinante; pero ¿cómo llega el sufí a este punto? El medio de realización más eficaz que se le ofrece es el dhikr (= zekr), la oración continua. Es el dhikr lo que puede conducir a la aparición, y luego al crecimiento, de esa substancia de luz que está dentro de uno mismo, hasta un grado tal que atrayendo hacia ella su testigo celestial, su guía suprasensible, se lleve a cabo la reunión. Los fotismos coloreados señalarán entonces el crecimiento de este organismo de luz, hasta la salida de la partícula de luz divina, el hombre de luz en ti, tu φωτεινός ἄνθρωπος [photeinos anthropos].