Cavalgar o Tigre
En una época de disolución, aquí reside el fondo esencial de una visión de la vida apropiada para el hombre abandonado a si mismo y que debe probar su fuerza. Es preciso, en contrapartida, ser uno mismo su propio centro o hacer algo para convertirse en tal, constatar o descubrir la suprema identidad consigo mismo. Percibir en sí mismo la dimensión de la trascendencia y anclarse, hacet de gozne que permanece inmóvil incluso cuando se cierra la puerta (la imagen es del Maestro Eckhart). A partir de este momento toda “invocación” y toda plegaria se convierten en existencialmente imposibles. La herencia de “Dios”, que no se osa asumir, no es la del delirio lúcido de lwllov: es el sentido sereno de una presencia y de una posesión intangible, de una superioridad a la vida inserta en la vida misma. Idéntico es el sentido más profundo de la palabra sobre la “nueva nobleza”: “En esto consiste precisamente la divinidad, que existen los dioses y ningún dios existe”. Para emplear una imagen: como el rayo de luz que lleva en él, en su carrera sin tener necesidad de volver hacia atrás la fuerza luminosa y el impulso del centro donde se originó. Es también asumir su posición de una manera absoluta, en términos que excluyen el tema de las crisis religiosas, es decir, el sentimiento de sentirse abandonado por Dios”. En este estadio, ello equivale a un Dios que se habría abandonado a sí mismo y del mismo modo no ha aquí una negación posible de Dios: negar o poner en duda a Dios se negarse a sí mismo o dudar de si mismo. Una vez desaparecida la idea de un Dios personal, Dios cesa de ser un “problema”, un objeto de “creencia” o una necesidad del alma; el término “creyente”, con el del “ateo”) “librepensador” aparecen privados de sentido. Una y otra actitud son superadas. CABALGAR EL TIGRE: EN UN MUNDO DONDE DIOS HA MUERTO 9.