Guénon Cosmogonia Cabala

René Guénon — O SIMBOLISMO DA CRUZ
LAS DIRECCIONES DEL ESPACIO
Volvamos a la doctrina cosmogónica de la Qabbalah, tal como se expone en el Sepher Ietsirah: “Se trata -dice M. Vulliaud- del desarrollo a partir del Pensamiento hasta la modificación del Sonido ( La Voz ), desde lo impenetrable a lo comprehensible. Se observará que estamos en presencia de una exposición simbólica del misterio que tiene por objeto la génesis universal y que se liga al misterio de la unidad. En otros pasajes, es el del “punto” que se desarrolla por líneas en todos los sentidos1, y que no deviene comprehensible más que por el “Palacio interior”. Es el del inaprehensible éter ( Avir ), donde se produce la concentración, de donde emana la luz ( Aor )”2. El punto es efectivamente el símbolo de la unidad; él es el principio de la extensión, que no existe más que por su irradiación ( puesto que el “vacío” anterior no es más que pura virtualidad ), pero no deviene comprehensible más que situándose en esta extensión, de la que es entonces el centro, así como lo explicaremos más completamente en lo que sigue. La emanación de la luz, que da su realidad a la extensión, “haciendo del vacío algo y de lo que no era lo que es”, es una expansión que sucede a la concentración; son éstas las dos fases de aspiración y de expiración de las que se trata tan frecuentemente en la tradición hindú, y de las que la segunda corresponde a la producción del mundo manifestado; y hay lugar a observar la analogía que existe también, a este respecto, con el movimiento del corazón y la circulación de la sangre en el ser vivo. Pero prosigamos: “La luz ( Aor ) brotó del misterio del éter ( Avir ). El punto oculto fue manifestado, es decir, la letra iod” ( Ibid., tomo I, p. 217. ). Esta letra representa jeroglíficamente el Principio, y se dice que de ella se forman todas las demás letras del alfabeto hebraico, formación que, según el Sepher Ietsirah, simboliza la formación misma del mundo manifestado3. Se dice también que el punto primordial incomprehensible, que es el Uno no manifestado, forma tres que representan el Comienzo, el Medio y el Fin4), y que estos tres puntos reunidos constituyen la letra iod, que es así el Uno manifestado ( o más exactamente afirmado en tanto que principio de la manifestación universal ), o, para hablar el lenguaje teológico, Dios haciéndose “Centro del Mundo” por su Verbo. “Cuando este iod ha sido producido, dice el Sepher Ietsirah, lo que quedó de este misterio o del Avir ( el éter ) oculto fue Aor ( la luz )”; y en efecto, si se quita el iod de la palabra Avir, queda Aor.

Sobre este punto, M. Vulliaud cita el comentario de Moisés de León: “Después de haber recordado que el Santo, bendito sea, incognoscible, no puede ser aprehendido sino según sus atributos ( middoth ) por los que Él ha creado los mundos5, comenzamos por la exégesis de la primera palabra de la Thorah: Bereshit6. Antiguos autores nos han enseñado relativamente a este misterio, que él está oculto en el grado supremo, el éter puro e impalpable. Este grado es la suma total de todos los espejos posteriores ( es decir, exteriores en relación a este grado mismo )7. Proceden de él por el misterio del punto que es él mismo un grado oculto y que emana del misterio del éter puro y misterioso8. El primer grado, absolutamente oculto ( es decir, no-manifestado ), no puede ser aprehendido9. Del mismo modo, el misterio del punto supremo, aunque esté profundamente oculto10, puede ser aprehendido en el misterio del Palacio interior. El misterio de la Corona Suprema ( Kether, el primero de los diez sephiroth ) corresponde al del puro e inaprehensible éter ( Avir ). Él es la causa de todas las causas y el origen de todos los orígenes. Es en este misterio, origen invisible de todas las cosas, donde el “punto” oculto de quien todo procede toma nacimiento. Por eso es por lo que se dice en el Sepher Ietsirah: “Antes del Uno, ¿qué puedes tú contar?”. Es decir: antes de ese punto, ¿qué puedes tu contar o comprender?11 Antes de ese punto, no hay nada, excepto Ain, es decir, el misterio del éter puro e inaprehensible, llamado así ( por una simple negación ) a causa de su incomprehensibilidad12. El comienzo comprehensible de la existencia se encuentra en el misterio del “punto” supremo13. Y porque este “punto” es el “comienzo” de todas las cosas, es llamado “Pensamiento” ( Mahasheba )14. El misterio del Pensamiento creador corresponde al “punto” oculto. Es en el Palacio interior donde el misterio unido al “punto” oculto puede ser comprendido, ya que el puro e inaprehensible éter permanece siempre misterioso. El “punto” es el éter hecho palpable ( por la “concentración” que es el punto de partida de toda diferenciación ) en el misterio del Palacio interior o Santo de los Santos15. Todo, sin excepción, ha sido concebido primero en el Pensamiento16. Y si alguno dijera: “¡Mira!, hay novedad en el mundo”, impónle silencio, ya que eso fue anteriormente concebido en el Pensamiento17. Del “punto” oculto emana el Santo Palacio interior ( por las líneas salidas de ese punto según las seis direcciones del espacio ). Es el Santo de los Santos, el quincuagésimo año ( alusión al Jubileo que representa el retorno al estado primordial )18, que se llama igualmente la Voz que emana del Pensamiento19. Todos los seres y todas las cosas emanan entonces por la fuerza del “punto” de arriba. He aquí lo que es relativo a los misterios de los tres sephiroth supremos”20. Hemos querido dar este pasaje entero, a pesar de su longitud, porque, además de su interés propio, tiene, con el tema del presente estudio, una relación mucho más directa de lo que se podría suponer a primera vista.




  1. Estas líneas se representan como los “cabellos de Shiva” en la tradición hindú. 

  2. La Qabbalah judía, tomo I, p. 217. 

  3. La “formación” ( Ietsirah ) debe entenderse propiamente como la producción de la manifestación en el estado sutil; la manifestación en el estado grosero es llamada Asiah, mientras que, por otra parte, Beriah es la manifestación informal. Ya hemos señalado en otra parte esta exacta correspondencia de los mundos considerados por la Qabbalah con el Tribhuvana de la doctrina hindú ( El Hombre y su devenir según el Vêdânta, capítulo V ). 

  4. Bajo este aspecto, estos tres puntos pueden asimilarse a los tres elementos del monosílabo Sagrado Aum ( Om ) en el simbolismo hindú, y también en el antiguo simbolismo Cristiano ( ver El Hombre y su devenir según el Vêdânta, capítulo XVI y El Rey del Mundo, capítulo IV  

  5. Se encuentra aquí el equivalente de la distinción que hace la doctrina hindú entre Brahma “no cualificado” ( nirguna ) y Brahma “cualificado” ( saguna ), es decir, entre el “Supremo” y el “No Supremo”, no siendo este último otro que Ishwara ( ver El Hombre y su devenir según el Vêdânta, I y X ). — Middah significa literalmente “medida” ( cf. el sánscrito mâtrâ ). 

  6. Se sabe que ésta es la palabra por la que comienza el Génesis: “in Principio”. 

  7. Se ve que este grado es la misma cosa que el “grado universal” del esoterismo islámico, en el que se totalizan sintéticamente todos los demás grados, es decir, todos los estados de la Existencia. La misma doctrina hace uso también de la comparación del espejo y de otros similares: es así como, según una expresión que hemos ya citado en otra parte ( El Hombre y su devenir según el Vêdânta, X ), la Unidad, considerada en tanto que contiene en sí misma todos los aspectos de la Divinidad ( Asrâr rabbâniyah o “misterios dominicales” ), es decir, todos los atributos divinos, expresados por los nombres çifâtiyah ( ver El Rey del Mundo, cap. III ), “es del Absoluto ( el “Santo” inaprehensible fuera de Sus atributos ) la superficie reverberante de innumerables facetas que magnifica a toda criatura que se mira en ella directamente”; y apenas hay necesidad de destacar que aquí se trata precisamente de estos Asrâr rabbâniyah. 

  8. El grado representado por el punto, que corresponde a la Unidad, es el del Ser Puro ( Ishwara en la doctrina hindú ). 

  9. A propósito de esto, uno podrá remitirse a lo que enseña la doctrina hindú sobre el tema de lo que está más allá del Ser, es decir, del estado incondicionado de atman ( ver El Hombre y su devenir según el Vêdânta, XV, donde hemos indicado las enseñanzas concordantes de las demás tradiciones ). 

  10. El Ser es todavía no manifestado, pero es el Principio de toda manifestación

  11. La unidad es, en efecto, el primero de todos los números; antes de ella, no hay pues nada que pueda ser contado; y la numeración se toma aquí como símbolo del conocimiento en modo distintivo. 

  12. Es el Cero metafísico, o el “No Ser” de la tradición extremo oriental, simbolizado por el “vacío” ( cf. Tao-Te-king, XI ); ya hemos explicado en otra parte por qué las expresiones de forma negativa son las únicas que pueden aplicarse todavía al más allá del Ser ( El Hombre y su devenir según el Vêdânta, cap. XV ). 

  13. Es decir, en el Ser, que es el principio de la Existencia, la cual es la misma cosa que la manifestación universal, del mismo modo en que la unidad es el principio y el comienzo de todos los números

  14. Porque todas las cosas deben ser concebidas por el pensamiento antes de ser realizadas exteriormente: esto debe entenderse analógicamente por una transferencia del orden humano al orden cósmico. 

  15. El “Santo de los Santos” estaba representado por la parte más interior del Templo de Jerusalem, que era el Tabernáculo ( mishkan ) donde se manifestaba la Shekinah, es decir, la “presencia divina”. 

  16. Es el Verbo en tanto que Intelecto divino, que es, según una expresión empleada por la teología cristiana, el “lugar de los posibles”. 

  17. Es la “permanente actualidad” de todas las cosas en el “eterno presente”. 

  18. Ver El Rey del Mundo, cap. III; se destacará que 50 = 7 al cuadrado – 1. La palabra kol, “todo”, en hebreo y en árabe, tiene por valor numérico 50. Cf. también las “cincuenta puertas de la Inteligencia”. 

  19. Es también el Verbo, pero en tanto que Palabra divina; primero es Pensamiento en el interior ( es decir, en Sí mismo ), y después Palabra en el exterior ( es decir, en relación a la Existencia universal ), puesto que la Palabra es la manifestación del Pensamiento; y la primera Palabra proferida es el Iehi Aor ( Fiat Lux ) del Génesis

  20. Citado en La Qabbalah judía, tomo I, pp. 405-406. 

René Guénon