Símbolos – Flores
René Guénon – As Flores Simbólicas
El uso de las flores en el simbolismo está, como nadie ignora, muy difundido y se encuentra en la mayoría de las tradiciones; es también muy complejo, y nuestra intención no puede ser aquí sino la de indicar algunas de sus significaciones más generales. Es evidente, en efecto, que, según se tome como símbolo tal o cual flor, el sentido ha de variar, por lo menos en sus modalidades secundarias, y también que, como ocurre en el, simbolismo generalmente, cada flor puede tener en sí pluralidad de significaciones, por lo demás vinculadas mutuamente por ciertas correspondencias.
Uno de sus sentidos principales es el que se refiere al principio femenino o pasivo de la manifestación, es decir a Prakriti, la sustancia universal; y a este respecto la flor equivale a cierto número de otros símbolos, entre los cuales uno de los más importantes es la copa. Como ésta, en efecto, la flor evoca por su forma misma la idea de un “receptáculo” como lo es Prakriti para los influjos emanados de Purusha, y también se habla corrientemente del “cáliz” de una flor. Por otra parte, el abrirse de la flor representa a la vez el desarrollo de la manifestación misma, considerada como producción de Prakriti; este doble sentido está particularmente neto en un caso como el del loto, que es en Oriente la flor simbólica por excelencia y que tiene como carácter especial abrirse en la superficie de las aguas, la cual, según hemos explicado en otro lugar, representa siempre el dominio de determinado estado de manifestación, o el plano de reflexión del “Rayo celeste” que expresa el influjo de Purusha en acto de ejercerse sobre ese dominio para realizar las posibilidades contenidas potencialmente en él, envueltas en la indiferenciación primordial de Prakriti1.
Henry Corbin: Corpo Espiritual e Terra Celeste
Otro ejemplo de representación de la Tierra celeste lo podemos encontrar en esa botánica sagrada que acerca el cultivo de las flores y el arte floral a la liturgia. Una de las características de la angelología mazdeísta consiste en dar a cada uno de sus Arcángeles y de sus Ângeles una flor como símbolo, queriendo indicar que, si se desea contemplar mentalmente cada una de estas Figuras celestes y ser receptáculo de sus Energías, el mejor instrumento de meditación es la flor que los simboliza individualmente. A cada uno de los Arcángeles o Ângeles, a los que está dedicado un día del mes que lleva su propio nombre, le corresponde una flor. La flor de Ohrmazd es el mirto, la de Vohuman el jazmín blanco, la de Artavahisht es la mejorana, a Shathrivar le corresponde la planta real (albahaca), a Spandarmat el almizcle, y a Jurdat la flor de lis. La de Amertat es esa flor amarilla perfumada que en sánscrito se llama campak.
Después de los Amahraspands, veamos la misma relación respecto a los Ângeles femeninos que están con contacto con el alma de una manera más estrecha, el Xvarnah y la Tierra: Ardvi Sura tiene como símbolo el iris, Daena, la rosa de los cien pétalos; Ashi Vanuhi (Ashisang), su hermana, todas las especies de flores silvestres (y también el crisantemo, buphthalmus); Arshtat, el haoma blanco; Zamyat, el azafrán , etc. Estas flores han desempeñado un papel muy importante en las antiguas costumbres litúrgicas zoroástricas, pues se utilizaban algunas flores para cada Ângel, cuya liturgia se celebraba por separado. También los antiguos persas crearon un lenguaje sagrado de las flores . Por ello este simbolismo delicado y sutil ofrece combinaciones ilimitadas a la imaginación litúrgica, así como a los rituales de meditación. También el arte de los jardines y del cultivo de un jardín adquiere a su vez el sentido de una liturgia y de una realización mental, donde las flores desempeñan el papel de materia prima para la meditación alquímica. Se trata de recomponer mentalmente el Paraíso, de estar en contacto con los seres celestes; la contemplación de las flores que los simbolizan provoca reacciones psíquicas, que transforman las formas contempladas en las energías que les corresponden, y estas energías psíquicas se resuelven finalmente en estados de conciencia, en estados de visión mental en los que aparecen las Figuras celestes.