Guénon Janua Coeli

René Guénon — SÍMBOLOS DA CIÊNCIA SAGRADA

IANUA COELI
En su importante estudio “Svayamâtrinnâ Ianua Caeli”1, Ananda K. Coomaraswamy expone el simbolismo de la superestructura del altar védico, y más especialmente el de los tres ladrillos perforados ( svayamâtrinnâ ) que constituyen una de sus partes esenciales. Esos ladrillos, que pueden también ser piedras ( çárkara ), deberían en principio, según su designacioón, ser “perforados de por sí”, es decir, naturalmente, aunque en la práctica tal perforación haya podido ser artificial. Como quiera que fuere, se trata de tres ladrillos o piedras de forma anular, que, superpuestos, corresponden a los “tres mundos” ( Tierra, Atmósfera y Cielo ) y que, con otros tres ladrillos que representan a las “Luces universales” ( Agni, Vatyu y Aditya ), forman el Eje vertical del Universo. Por otra parte, en antiguas monedas indias ( y figuraciones similares se ven también en sellos babilonios ) se encuentra una representacioón de los “tres mundos” en forma de tres anillos vinculados entre sí por una línea vertical que pasa por sus centros (v. Mundos).

De los tres ladrillos superpuestos, el más bajo corresponde arquitectónicamente al hogar ( con el cual, por lo demás, el altar mismo se identifica por ser el lugar de manifestación de Agni en el mundo terrestre ), y el más alto al “ojo” o abertura central del domo2; forman así, como dice Coomaraswamy, a la vez una “chimenea” y un “camino” ( y la semejanza de ambos vocablos ciertamente no carece de significación, aun si, como puede ser, no estén directamente relacionados por la etimología )3, “por donde Agni se encamina y nosotros mismos debemos encaminarnos hacia el Cielo”. Además, al permitir el paso de un mundo a otro, paso que se efectúa necesariamente según el Eje del Universo, y ello en los dos sentidos opuestos, son la vía por la cual los Deva suben y descienden a través de estos mundos, sirviéndose de las tres “Luces universales” como de otros tantos peldaños, conforme a un simbolismo cuyo más conocido ejemplo es la “escala de Jacob”4. Lo que une estos mundos y les es en cierto modo común, aunque según modalidades diversas, es el “Hálito total” ( sarvprana ), al cual corresponde aquí el vacío central de los ladrillos superpuestos5; y es también, según otro modo de expresión en el fondo equivalente, el sûtrâtmâ que, como ya lo hemos explicado en otro lugar, vincula todos los estados del ser entre sí y con su centro total, generalmente simbolizado por el sol, de modo que el sûtrâtmâ mismo se representa entonces como un “rayo solar”, y, más precisamente, como el “séptimo rayo, que pasa directamente a través del sol6.




  1. En Zalmoxis, t. II, 1939. 

  2. Ver “La Porte étroite” ( aquí, cap. XLI: “La Puerta estrecha” ). 

  3. Coomaraswamy recuerda a este respecto el caso de los personajes “folklóricos” tales como san Nicolás y las diversas personificaciones de la Navidad, que se representan como descendiendo y reascendiendo por la chimenea, lo cual, en efecto, no deja de tener cierta relación con el asunto de que tratamos. ( En cuanto a la semejanza entre las palabras “chimenea” y “camino”, mucho mayor en francés ( cheminée, chemin ) que en español, es también visible en los términos latinos ( de origen diverso entre sí ) de los cuales aquéllos proceden: caminus y camminus. ( N. del T ) ). 

  4. Ver “Le Symbolisme de l’échelle” ( aquí, cap. LIV: “El simbolismo de la escala” ). Está claro que los Deva son, en la tradición hindú, lo mismo que los Ângeles en las tradiciones judeocristiana e islámíca. 

  5. Esto está en evidente relación con el simbolismo general de la respiración y con el de los “hálitos vitales” 

  6. Todo este simbolismo debe entenderse a la vez en sentido macrocósmico y en sentido microcósmico, puesto que se aplica tanto a los mundos considerados en conjunto, según aquí se ve, como a cada uno de los seres manifestados en ellos. Esa conexión de todas las cosas con el sol se establece, naturalmente, por el “corazón”, es decir, por el centro; y es sabido que el corazón mismo corresponde al sol y es como su imagen en cada ser particular. 

René Guénon