“El “alma viva” ( jivatma ), con las facultades vitales reabsorbidas en ella ( y que permanecen en ella en tanto que posibilidades, así como se ha explicado precedentemente ), una vez retirada a su propia morada ( el centro de individualidad, designado simbólicamente como el corazón, así como lo hemos visto desde el comienzo, y donde reside en efecto en tanto que, en su esencia e independientemente de sus condiciones de manifestación, es realmente idéntica a Purusha, de quien no se distingue más que ilusoriamente ), a la sumidad ( es decir, la porción mas sublimada ) de este órgano sutil ( figurada como un loto de ocho pétalos ), brilla1 e ilumina el pasaje por el que el alma debe partir ( para alcanzar los diversos estados de los que vamos a tratar a continuación ): la coronilla de la cabeza, si el individuo es un Sabio ( vidwan ), y otra región del organismo ( que corresponde fisiológicamente al plexo solar ), si es un ignorante ( avidwan )2. Ciento una arterias ( nadis, igualmente sutiles y luminosas )3 salen del centro vital ( como los radios de una rueda salen de su núcleo ), y una de estas arterias ( sutiles ) pasa por la coronilla de la cabeza ( región considerada como correspondiente a los estados superiores del ser, en cuanto a sus posibilidades de comunicación con la individualidad humana, como se ha visto en la descripción de los miembros de Vaishwanara ); ella se llama sushumnâ”4. Además de ésta, que ocupa una situación central, hay otras dos nâdis que desempeñan un papel particularmente importante ( concretamente para la correspondencia de la respiración en el orden sutil, y por consiguiente para las prácticas del Hatha-yoga: una, situada a su derecha, se llama pingala; la otra, a su izquierda, se llama ida. Además, se dice que la pingala corresponde al Sol y la ida a la Luna; ahora bien, se ha visto más atrás que el Sol y la Luna se designan como los dos ojos de Vaishwanara; así pues, éstos están respectivamente en relación con las dos nadis de que se trata, mientras que la sushumna, al estar en el medio, está en relación con el “tercer ojo”, es decir, con el ojo frontal de Shiva; pero no podemos más que indicar de pasada estas consideraciones, que se salen del tema que vamos a tratar al presente.
Es evidente que esta palabra es también de las que deben entenderse simbólicamente, puesto que aquí no se trata del fuego sensible, sino de una modificación de la Luz inteligible. ↩
Brihad-Aranyaka Upanishad, 4 Adhyâya, 4 Brâhmana, shrutis 1 y 2. ↩
Recordaremos que no se trata de las arterias corporales de la circulación sanguínea, como tampoco de canales que contienen el aire respirado; por lo demás, es bien evidente que en el orden corporal no puede haber ningún canal que pase por la coronilla de la cabeza, puesto que no hay ninguna abertura en esa región del organismo. Por otra parte, es menester destacar que, aunque el precedente retiro de jivatma implica ya el abandono de la forma corporal, no toda relación ha cesado todavía entre ésta y la forma sutil en la fase de que se trata ahora, pues se puede continuar, al describir ésta, hablando de los diversos órganos sutiles según la correspondencia que existía en la vida fisiológica. ↩
Katha Upanishad, 2 Adhyâya, 6 Vallî, shruti 16. ↩