ignorancia (AKC)

El Vedânta da por establecida una omnisciencia independiente de toda fuente de conocimiento externo a sí misma, y una beatitud independiente de toda fuente externa de gozo. Al decir «Eso eres tú», el Vedânta afirma que el hombre está poseído por, y que él mismo es, «esa única cosa que cuando es conocida, todas las cosas son conocidas» y que «solo por amor de la cual todas las cosas son queridas». Afirma que el hombre es desconocedor de este tesoro oculto dentro de sí mismo a causa de que ha heredado una IGNORANCIA que es inherente a la naturaleza misma del vehículo psicofísico que identifica erradamente con él mismo. El propósito de toda la enseñanza es disipar esta IGNORANCIA; cuando la obscuridad ha sido traspasada no queda nada excepto la Gnosis de la Luz. Por consiguiente, la técnica de la educación es siempre formalmente destructiva e iconoclasta; no es la transmisión de una información sino la educación de un conocimiento latente. El Vedânta y La Tradición Occidental

Volviendo a nuestro autómata, consideremos lo que tiene lugar a su muerte. El ser compuesto se deshace en el cosmos; no hay nada que pueda sobrevivir como una consciencia de ser Fulano. Los elementos de la entidad psicofísica se desintegran y pasan a otros como un legado. Esto es, en verdad, un proceso que ha estado teniendo lugar a todo lo largo de la vida de nuestro Fulano, y es un proceso que puede seguirse muy claramente en la propagación, repetidamente descrita en la tradición india como el «renacimiento del padre en y como el hijo». Fulano vive en sus descendientes directos e indirectos. Esta es la supuesta doctrina india de la «reencarnación»; es la misma que la doctrina griega de la metasomatosis y la metempsicosis; es la doctrina cristiana de nuestra preexistencia en Adán «según la substancia corporal y la virtud seminal»; y es la doctrina moderna de la «repetición de los caracteres ancestrales». Solamente el hecho de una transmisión tal de caracteres psicofísicos puede hacer inteligible lo que se llama en religión nuestra herencia del pecado original, en metafísica nuestra herencia de la IGNORANCIA, y por el filósofo nuestra capacidad congénita para conocer en términos de sujeto y objeto. Solamente cuando estamos convencidos de que nada acontece por azar deviene inteligible la idea de una Providencia. El Vedânta y La Tradición Occidental

«Viendo, entonces, que el Alma (theos de Leyes 897B) es inmortal y ha nacido muchas veces, y ha contemplado todas las cosas tanto en este mundo como en el Hades, ella ha aprendido todas las cosas, sin excepción; de modo que no hay que maravillarse de que sea capaz de recodar todo cuanto conoció antes acerca de la virtud y las demás cosas. Y puesto que toda la Naturaleza es congenérica, no hay razón alguna por la cual nosotros no debiéramos, no recordando sino una cosa única – que es lo que nosotros llamamos “aprender”- descubrir todas las otras, si somos bravos y no flaqueamos en la indagación; pues parece que indagar y aprender son enteramente una cuestión de recuerdo». La misma doctrina se trata en Fedón 72E sig., y 75E, donde «nosotros debemos haber aprendido necesariamente en algún tiempo anterior lo que ahora recordamos. Pero esto es imposible si el Alma en nosotros no hubiera existido en alguna parte antes de nacer en esta naturaleza humana; y así, por esta consideración, aparece de nuevo que el Alma es inmortal»; como en Menón 86AB, «si en nosotros la verdad de todas las cosas es el Alma, entonces el Alma debe ser “inmortal” pues ella conoce cosas de las cuales nosotros no podríamos haber adquirido conocimiento en esta vida y “debe haber tenido esta enseñanza desde siempre” (oti ton panta chronon)» (cf. pros ton xympanta chronon, Timeo 36E). Siguiendo a Menón 81, Sócrates continua dando una demostración práctica más bien por deducción que por comunicación a un discípulo, del conocimiento que él no parecía poseer; y esto parece mostrar que toda educación verdadera es más bien una destrucción de la IGNORANCIA que el don de un conocimiento, un punto de vista que está en estrecho acuerdo con lo que se llama en la India la naturaleza de la «auto-manifestación» (sva-prakâsatva) del principio intelectual. Recordación, India Y Platónica

Todo esto se refleja en el ritual, como si fuera en un espejo, inversamente. Mientras que Prajâpati se divide a sí mismo, derrama a sus hijos, se hace a sí mismo muchos y entra en nosotros en quienes él está tragado y oculto, así, a su vez, el sacrificador «retrotrae (uddhrtya, r. hr) estos soplos con Om, y los sacrifica en el Fuego sin mal» (Maitri Upanishad VI.26). Como Prajâpati «emanó a sus hijos, y se pensó vaciado» (rirícâno’manyata), así «el sacrificador es como si emanara a sus hijos y con ello está, por así decir, vaciado» (rirícâna iva, Taittirîya Samhitâ VI.6.5.1): «Con toda su mente, con todo su sí mismo (sarvenevâtmanâ), ciertamente, el iniciado (dîkshitah) recoge (sambharati) y junta (sam ca jihîrshati, r. hr) El Sacrificio; su sí mismo, por así decir, está vaciado» (rirícâna ivâtmâ bhavati, Shatapatha Brâhmana III.8.1.2, Kausitakî Brâhmana X.3). Que el sacrificador se «junte» así a sí mismo (samharati, r. hr) es el equivalente activo, por su parte, de lo que le hace el Sí mismo Espiritual en la muerte (o en el sueño, o en samâdhi) «cuando los soplos (prânâh, es decir, indríyâní, tes psyches dynameis) se unen con él (con el Sí mismo Espiritual) (abhisamâyanti), y Él, tomando posesión completa de esas medidas del fuego (etâ tejo-mâtrâh samabhyâdadâno’) desciende adentro del corazón (hrdayam evânvakrâmati)… (y así), abatiendo el cuerpo, disipando su IGNORANCIA, se junta a sí mismo (âtmânam samharati) con el fin de pasar» (Brhadâranyaka Upanishad IV.4.1); el equivalente, por su parte, de lo que le hace el Soplo (prânâh) que parte, cuando «extrae» (samvrh, Brhadâranyaka Upanishad VI.1.13) o «levanta» (samkhid, Chândogya Upanishad V.1.2) los soplos, como un caballo podría arrancar las estacas con las que está atado. Âtmayajña: El Sacrificio de sí Mismo

Puesto que el «secreto» de lo que se entiende por «dementación» (amanîbhâva) es inaccesible al «mero saber» (cf. panditam manyamânâh… mudhah, Mundaka Upanishad I.2.8: cf. Îsâvâsya Upanishad 9), también es inaccesible, por definición, a la «erudición», en el sentido moderno y filológico de la palabra, y desde este punto de vista debe confesarse que la mayor parte de nuestros «estudios védicos» no equivale a otra cosa que a un «vagar en la IGNORANCIA por parte de ciegos guías de ciegos» (Mundaka Upanishad I.2.8) y no, ciertamente, a una «comprensión» tal como la que implica el constantemente repetido ya evam vidvân de los textos, una comprensión que es una cuestión de experiencia, o nada en absoluto. Así pues, el saber erudito, como otros «medios» (upâya), puede ser dispositivo «o a la esclavitud o a la liberación», y que esto es así es una proposición con la que incluso algunos críticos occidentales, de miras educativas modernas, están sinceramente de acuerdo. El fin o el «valor» último depende, como es habitual, de la causa final; cuando el saber deviene un fin en sí mismo, una ciencia por la ciencia, entonces no equivale a otra cosa que a lo que San Bernardo llamaba una «vil curiosidad» (turpis curiositas). Pero si el saber se adquiere no por su propia causa, sino como un medio hacia un fin que le rebasa, y deviene así un «sacrificio de conocimiento… ofrecido a Mí» (jñâna-yajñam… mad arpanam, Bhagavad Gîtâ IX.15, 27), entonces es conductivo al summum bonum considerado por todas las escrituras como el fin último del hombre. Manas

Solo queda agregar que se encuentran en contextos Brahmánicos los correspondientes sánscritos nastika y nâstíkya = natthitâ. En Maitri Upanishad II.5, nâstíkyam está agrupado con temor, hambre, cólera, IGNORANCIA, etc., en una larga lista de cualidades tâmasa; Bhagavad Gîtâ II.42 da el sentido del pâli natthika, pero no la palabra misma, así, «El estólido pronuncia palabras floridas, y su deleite está en el sentido literal de los Vedas, diciendo “No hay nada más” (nânyad astîti vâdinah)». De la misma manera Katha Upanishad II.6, aunque sin mencionar el término nâstíka, define de hecho al «positivista» con palabras idénticas a las de Majjhima Nikâya I.403 y de Jâtaka V.228 citado arriba, a saber, como «el que sostiene que “no hay ningún otro mundo que este” (ayam loko nâstí para ití mânî)», es decir, el que niega que hay otras posibilidades que las posibilidades de manifestación. Para Mânava Dharmasâstra, nâstíkya es un ahetuvâda y, efectivamente, un ucchedavâda: encontramos en Mânava Dharmasâstra III.65 que «por la negación de la causalidad, las familias se destruyen pronto» (nâstikyena ca karmânâm kulâny âsu vinasyanti), lo cual entendemos que significa que negar la herencia del carácter kármico del padre por parte del hijo es negar la realidad de la filiación, y así «destruir la familia», como la familia se comprende tradicionalmente: pues desde este punto de vista, donde no hay ninguna transmisión hereditaria de una vocación y de un carácter, no hay ningún linaje de familia. De la misma manera Mânava Dharmasâstra VIII.22, donde se destruye un reino infestado de nâstíkas; en II.11, y III.150, los nâstíkas son agrupados con los ladrones, los burladores del Veda, los descastados, los sudras, etc., y en IV.163 y XI.67 nâstíkya es emparejado con la burla del Veda y con el crimen. ALGUNAS PALABRAS PÂLI

Pâdavâra y padavâra aparecen también en Jâtaka I.213 y 506: en este último contexto es especialmente claro que hay implícita una pausa, puesto que la descripción es la de un caminar deliberado «como si a cada paso (padavâre-padavâre) estuviera soltando un saco de un millar de piezas de oro» – lo cual no podría hacerse sin pausa. De hecho, puede señalarse que siempre es con un solo pie como se da una zancada, y que el otro se deja atrás durante el movimiento. En el relieve de Bhârhut (Cunningham, lám. 17, centro) que representa el subsecuente descenso en Samkassa, vemos, por lo tanto, un solo pie sobre el peldaño superior de la escala, y el otro sobre su peldaño inferior: el descenso se hace de una sola zancada; por consiguiente, tenemos aquí la pintura efectiva de un pâdacchida. De la misma manera, el Sol tiene regularmente «un solo pie» o rayo, con el que camina y alcanza así a cada criatura, a la que confiere su ser, Rig Veda Samhitâ etc.; passim, pero los pies de Muerte (que es también el Sol), considerados como «plantados» en el corazón (hrdaye pâdâv atihatau, Shatapatha Brâhmana X.5.2.13), son dos, «y cuando los separa, parte (âchidyotkrâmati)»: donde âchidya es más bien «separar» que el «cortar» de Eggeling, puesto que, efectivamente, es un padacchida lo que tiene lugar en la muerte, cuando el espíritu «parte» (utkrâmati), o como en Brhadâranyaka Upanishad IV.4.3, donde «este espíritu, sacudiéndose el cuerpo y desechando la IGNORANCIA, dando otra zancada (anyam âkramam âkramya), se junta a sí mismo», es decir, entra en su fuente, vuelve a sí mismo, puesto que akramya implica nuevamente un pâdacchida». ALGUNAS PALABRAS PÂLI

Más familiar es el simbolismo de la «Otra Orilla», que ha de alcanzarse de diferentes maneras, ya sea con balsa, barco, puente o vado, y en conexión con la cual nos encontramos con una gran variedad de términos, tales como tara, tarana, târâ, tîran, tîrtha, trâtr, etc., que derivan de tr, «cruzar». En este caso las Aguas que han de cruzarse son específicamente el Río de la Muerte (Majjhima Nikâya I.225-27; Dhammapada Atthakathâ II.275, etc.); o, como se explica más plenamente en Samyutta Nikâya IV.174-75, la Gran Inundación de Agua (mahâ udakannavo), es la inundación de la volición, el nacimiento, la opinión y la IGNORANCIA (kâma, bhava, ditthi, avijjâ); Esta Orilla representa la «incorporación» (sakkâya), la Otra Orilla representa el nibbâna, y el «Brahman que ha cruzado y alcanzado la otra orilla y que está en terreno sólido» (tinno pâramgato thale titthatí brahmano) es el Arahat. La fórmula del cruce a la otra orilla, o el cielo de la seguridad, aparece tan repetidamente en contextos igualmente budistas y brahmánicos que no es necesario citar aquí ningún ejemplo más. La metáfora de la «barca» salvadora (pâli y sánscrito nâvâ) se conserva en nuestra «nave» (de una iglesia). ALGUNAS PALABRAS PÂLI

Así pues, la vida instintiva de los «dioses dentro de vosotros», verdaderamente ángeles caídos, es la pasión del Sí mismo mientras desea y busca; y puesto que el propósito de la Iniciación o Consagración (dîkshâ), es precisamente la destrucción de la IGNORANCIA y la recuperación del conocimiento del Sí mismo, podemos comprender inmediatamente la necesidad de una regeneración iniciatoria de los poderes del alma, si ellos han de liberarse de su mortalidad. Estará claro ahora que solo «está realmente iniciado aquel cuyos “dioses dentro de él” están iniciados», a saber, la mente, el habla, la respiración, la visión y el oído (colectivamente «la constitución del hombre», manushyasya sambhuti), cada uno por su propio principio equívoco (Kausitakî Brâhmana VII.4; cf. Shatapatha Brâhmana III.1.3.18-22 y XIII.1.7), de modo que nosotros, «liberando al Oidor del oído, a la Mente de la mente – es decir, al Soplo de la respiración – y al Vidente de la visión, podamos, cuando dejemos este mundo, dejarlo como inmortales» (Jaiminîya Upanishad Brâhmana IV.18.2 = Kena Upanishad I.2). Pues, que nosotros nos salvemos o condenemos depende enteramente de si nosotros nos hemos «conocido a nosotros mismos», Quien somos realmente, y de la respuesta a la grávida pregunta, «¿En quién, cuando nosotros partamos, estaremos nosotros partiendo?» (Brhadâranyaka Upanishad IV.4.13, 14, Prasna Upanishad VI.3), es decir, en nuestros sí mismos mortales o en el «Sí mismo inmortal del sí mismo», el «Alma del alma». Sobre la Psicología Tradicional e India, o más bien Neumatología

¿Cómo es la Victoria que se ha de ganar en esta ?ihâd? Nuestro sí mismo, en su IGNORANCIA de, y en oposición a, su Sí mismo inmortal, es el enemigo que ha de ser convencido. La Vía es de preparación intelectual, sacrificio y contemplación, y presupone siempre, al mismo tiempo, una guía por precursores. En otras palabras, hay a la vez una teoría y un correspondiente modo de vida que no pueden separarse si han de ser efectivos. La preparación intelectual es filosófica, en el sentido en que la «filosofía» era comprendida por los antiguos. El objeto propio de esta filosofía se expresa en las palabras del Oráculo Délfico, «Conoce tu Sí mismo» (gnothi seauton). Por supuesto, eso significa también distinguir el Sí mismo de lo que es no-Sí mismo, puesto que la forma primaria de la IGNORANCIA es una confusión del Sí mismo con lo que es no-Sí mismo. Sobre la Psicología Tradicional e India, o más bien Neumatología

En lo que concierne a la voluntad, es sumamente importante una preparación intelectual – intellíge ut credas; y aquí volvemos a nuestra psicología. Toda la fuerza de esta ciencia se dirige hacia un análisis destructivo del engaño animista de que este hombre, Fulano, que habla de sí mismo como «yo», es una entidad. Esta situación en ninguna parte está mejor ni más brevemente expresada que en Plutarco cuando dice, «Nadie permanece una única persona, o es una única persona» (Moralia 392D). El argumento puede seguirse en la tradición europea desde Heráclito en adelante: nuestra «vida» es una sucesión de instantes de consciencia, cada uno diferente del anterior y del siguiente, y es enteramente ilógico decir de algo que jamás se detiene a ser, que ello «es»; una cosa solo puede ser, si ella nunca cambia (Banquete 207D, Fedón 78D sig., etc.). Nuestra existencia no es un ser, sino un devenir. La demostración sistemática es típicamente budista: se analiza la personalidad, generalmente como un compuesto de cuerpo, sensación, cognición, complejos y consciencia discriminante, y se muestra sucesivamente que cada uno de estos factores del supuesto «sí mismo» es inconstante, y que ni de uno ni de todos juntos puede decirse que «eso es mi Sí mismo». La psicología tradicional no está «en busca de un alma», sino que es una demostración de la irrealidad de todo lo que el «alma», el «sí mismo» y el «yo» significan ordinariamente. Ciertamente, nosotros no podemos conocer lo que nosotros somos, pero podemos devenir lo que nosotros somos sabiendo lo que nosotros no somos; pues lo que nosotros somos es el Dios inmanente, y él mismo no puede saber lo que él es, porque él no es un qué, ni jamás deviene alguien. Nuestro fin se habrá alcanzado cuando nosotros ya no somos alguien. Por supuesto, eso no debe confundirse con una aniquilación; el fin de todo devenir está en el ser, o más bien, en la fuente de ser, más rica que el ser. «La palabra “yo” (ego), no es propia para nadie sino solo para Dios en su mismidad» (Maestro Eckhart, ed. Pfeiffer, p. 261). La noción de un ego de «nosotros» es una infatuación u opinación (abhimâna, oiosis, oioma) basada en la experiencia sensitiva (Maitri Upanishad VI.10; Filón, ut infra); como hemos visto, no tiene ningún fundamento racional -«Nuestros sentidos, por IGNORANCIA de la realidad, nos dicen falsamente que lo que parece ser, efectivamente es» (Plutarco, Moralia 392D). Y puesto que la noción de que «yo soy el hacedor» (ahamkâra, karto’ham ití) es a la vez la forma primaria de nuestra IGNORANCIA y la causa de todo el sufrimiento sentido o infligido, todo el complejo de «yo y mío» (aham ca mama ca) y la noción de un «yo» que puede sobrevivir a la disolución del vehículo psicofísico, están bajo un constante ataque. Pensar que es nuestra propia mente la que trabaja es una «doctrina penetrada y traspasada»; nada es más vergonzoso que suponer que «yo pienso» o que «yo percibo» (Filón, Legum allegoriae I.47, II.68, III.33). Inferir de los accidentes de mi existencia que «yo soy» (upâdayâ asmi) es ridículo, debido a la inconstancia de toda experiencia (Samyutta Nikâya III.105). «Si no fuera por la prisión, ¿quién diría “yo soy yo”? «(Mathnawî I.2449); Heithe, o téchnon, kai su seauton diexelolytheis (Hermes, Lib. XIII.4). No puede haber ningún dolor más grande, que el hombre verdaderamente sabio pueda sentir, que reflexionar que «él» todavía es «alguien» (La Nube de Inconocimiento, cap. 44). Sobre la Psicología Tradicional e India, o más bien Neumatología

Así pues, el significado de las palabras «Sócrates es viejo» dependerá en parte del universo de discurso en el que se dicen. Para el filósofo en cualquier sentido tradicional no significarán que Sócrates «es». Pues no es un descubrimiento nuevo del positivismo moderno que yo «es meramente un nombre para una serie de eventos atómicos»; esta es una doctrina tradicional, integral a la Philosofía Perennis, y de antigüedad desconocida. En palabras de Platón: «Aunque un hombre es llamado siempre “él mismo”, sin embargo, él no es nunca tal que retenga las mismas propiedades en “él mismo”; él está deviniendo siempre un hombre nuevo… no solo en su cuerpo sino en su alma, puesto que nada de su disposición moral (ta ethe), opiniones, deseos, placeres, dolores o temores permanece nunca lo mismo en un individuo (ekasto)… ni nosotros somos nunca los mismos respecto del contenido de nuestro conocimiento» (Banquete 207DE, 208A); y así, dice también, «pertenece naturalmente a todo lo que es compuesto (synthetos) sufrir una disolución correspondiente», y solo a un ser real e inmutable pertenece ser y permanecer siempre él mismo; de modo que las cosas que se nombran, tales como los hombres, el caballo o los vestidos, aunque nombrarlas parece implicar que ellas «son», ellas no son realmente esencias y nunca son las mismas; esto se aplica a todo lo que es perceptible por los sentidos, y solo de las substancias simples e invisibles puede decirse propiamente que ellas «son» (Fedón 78C-79A). Similarmente para Plutarco: «Nadie permanece una persona, ni es una persona… y si él no es la misma persona, no tiene ningún ser permanente, sino que su naturaleza misma cambia según una personalidad sucede en él a otra. Nuestros sentidos, por IGNORANCIA de la realidad (to on, lo que “es”), nos dicen falsamente que lo que parece ser, es» (Moralia 392DE, cf. Filón, De cherubim 113 sig.). Y así «el alma presa de divino descontento no puede reposar su comprensión en nada que tenga nombre… Debemos tener símbolos (gelichnüsse)… (pero? nuestra comprensión de ellos es totalmente diferente de la cosa como ella es en sí misma y como ella es en Dios…. Yo siempre tengo ante mi comprensión esta pequeña palabra, quasi, “como”; los niños en la escuela la llaman un “adjetivo” (bîwort) (Maestro Eckhart, ed. Pfeiffer, PP. 552, 331-332, 271). De hecho, el lenguaje (por muy «científico» que sea), está esencialmente condicionado por «la filosofía del “Como si”»; y esto lo pasan por alto los fundamentalistas y una mayoría de científicos para quienes toda comunicación es solo de hechos literales, el «pan solo» de la conversación. ¿«Sócrates Es Viejo» Implica que «Sócrates Es»?