En lo que concierne al alcance de todos estos paralelos sobre la validez de la doctrina y exégesis cristiana: desde el punto de vista hindú, la consecuencia natural de la comparación será evocar la consideración, «La doctrina cristiana, juzgada por los modelos védicos, es también ortodoxa». Podría esperarse, y a priori debería esperarse, el reconocimiento inverso, de que «la doctrina védica, juzgada por las normas cristianas, es también ortodoxa», pero dada la asumición cristiana, no solo de un conocimiento de la verdad (lo cual puede concederse libremente), sino también de una posesión exclusiva de este conocimiento (tal como los hindúes ni pretenden para sí mismos ni conceden a ningún otro), todo lo que puede predicarse, por el momento, es una aceptación de los datos védicos en tanto que «argumentos extrínsecos y probables» (Summa Theologica I.1.8 ad 2), de la misma manera que Santo Tomás mismo hizo uso, de hecho, de Aristóteles, y de la misma manera que San Jerónimo, al tratar de la superioridad del estado de virginidad al estado de casado (ADVERSUS JOVINIANUM I.42), invocó efectivamente la doctrina de los «Gimnosofistas de la India, entre quienes se transmite el dogma de que el Buddha, el cabeza de su enseñanza, nació de una virgen por su costado». 555 AKCMeta LA DOCTRINA TÁNTRICA DE LA BIUNIDAD DIVINA