Amándose entre sí, Adán y Eva amaban a Dios; no podían amar ni conocer fuera de Dios. Después de la caída, se amaban fuera de Dios y para sí mismos y se conocían como fenómenos separados y no como teofanías; este nuevo género de amor fue la CONCUPISCENCIA, y este nuevo género de conocimiento fue la profanidad. Por una parte, el hombre, a partir de entonces, miró las cosas en su fenomenalidad aislada y bruta y, por otra, se hizo insaciable; se convirtió en homo faber, constructor y productor; sin embargo, obraba todavía bajo la inspiración divina – no existen invenciones primordiales – porque se había reconciliado con Dios, y la invención propiamente dicha estaba reservada a fases ulteriores de la caída (NA: Como la Antigüedad llamada clásica, el Renacimiento, el siglo XIX, etc.). El peligro de productividad prometeica o titánica explica, por otra parte, la prohibición de las imágenes entre los semitas monoteístas, de origen nómada, que tienden a mantener al hombre en una especie de improductividad cercana a la simplicidad primordial; los símbolos bíblicos del «pecado creador» son la torre de Babel y el becerro de otro (NA: Desde el punto de vista de los pueblos que practican tradicionalmente las artes plásticas, el Artifex divino se coloca en el sujeto humano; es pues Dios quien opera a través del hombre y quien crea o produce la obra; ésta tendrá una virtud interiorizadora, no exteriorizadora como en el arte propiamente «idólatra» o profano.). 2562 EPV: I EL ÁRBOL PRIMORDIAL
«Y vieron que estaban desnudos»: su inteligencia y su voluntad, lo mismo que su manera de sentir, se habían exteriorizado, y por lo mismo su amor se había separado de la esencia divina de las cosas y se había transmutado en CONCUPISCENCIA; reflejos del divino Sol sobre el agua de la Existencia, se habían tomado a sí mismos por el Sol, olvidándose de que no eran más que reflejos, y tuvieron vergüenza de las consecuencias humillantes de este error. Si en el simbolismo bíblico y coránico las partes sexuales evocan la vergüenza y la humillación, es porque recuerdan al hombre la pasión ciega y deífuga, que es indigna del hombre, porque le arrebata su inteligencia y su voluntad; pero es evidente que esta perspectiva moral no resume toda la verdad y que el simbolismo positivo de la nuditas sacra es mucho más profundo: por una parte, evoca la semidivinidad del hombre primordial y, por otra, entiende llevarnos, desde la accidentalidad, que es diversa y exterior, hacia la substancialidad, que es simple e interior. Por lo demás, la Biblia no reprocha a Adán y Eva su desnudez; levanta acta del hecho de que se dieron cuenta de dicha circunstancia con vergüenza, lo que está en relación con la caída pero no con la desnudez en sí (NA: Según el Islam, el vestido es una revelación divina, lo que coincide con el relato bíblico; «y el vestido del temor de Dios es mejor», añade sin embargo el Corán (NA: Sura El Muro, 26), es decir, que la consciencia de lo Divino protege mejor que el vestido contra la CONCUPISCENCIA deífuga, idea que evoca el principio de la desnudez sagrada, del que todas las religiones ofrecen, por lo demás, al menos algunos ejemplos.). 2564 EPV: I EL ÁRBOL PRIMORDIAL
El desapego es lo opuesto de la CONCUPISCENCIA y la avidez; es la grandeza de alma que, inspirada por la consciencia de los valores absolutos y, por tanto, también de la imperfección y de la fugacidad de los valores relativos, permite al alma guardar su libertad interior y su distancia respecto a las cosas. La consciencia de Dios, por una parte, anula de algún modo las formas y las cualidades, y, por otra, les confiere un valor que va más allá de ellas; el desapego hace que el alma esté como impregnada de la muerte, pero también, por compensación, que tenga consciencia de la indestructibilidad de las bellezas terrenales; porque la belleza no puede ser destruida, se retira en sus arquetipos y en su esencia, donde renace, inmortal, en la bienaventurada proximidad de Dios. 2780 EPV: II LAS VIRTUDES EN LA VÍA
La cuestión de saber qué detalle es contrario a la autenticidad de una aparición celestial depende, bien de la naturaleza de las cosas, bien de determinada perspectiva religiosa o de determinado nivel de esa perspectiva. Es decir, que hay elementos que por sí mismos, y desde cualquier punto de vista religioso o espiritual, son incompatibles con las apariencias celestiales, mientras que hay otros que lo son en el marco de tal o cual perspectiva o desde tal o cual punto de vista espiritual; por ejemplo, según la criteriología católica, la desnudez total está excluida para los mensajeros del Cielo (NA: Para las mujeres probablemente incluso la desnudez parcial, exceptuados los casos de la lactatio, como lo indica la visión de San Bernardo y como lo muestran ciertos iconos.), mientras que en el hinduismo tiene un carácter, bien indiferente, bien positivo. La razón de la actitud católica es que el Cielo no puede querer ni excitar la CONCUPISCENCIA ni atentar contra el pudor – aunque hay, incluso en el ambiente cristiano, un cierto margen -, mientras que la actitud hindú se explica por el carácter sacro de la desnudez, fundada en el teomorfismo del cuerpo, luego en cierta medida en su «humana divinidad»; la transparencia metafísica compensa aquí la ambigüedad carnal, la cual es por otra parte considerada, tanto por los hindúes como por los musulmanes, como algo natural y no pecaminoso (NA: Se objetará sin duda que lo mismo ocurre entre los cristianos, lo que es cierto en teoría, pero no en la práctica, puesto que el sentimiento colectivo no siempre está al nivel de las distinciones teológicas. La opinión de los modernistas no guarda relación alguna con la sensibilidad cristiana auténtica.). En cuanto a las disonancias intrínsecas incompatibles con una manifestación celestial, están primeramente – y con toda evidencia – los elementos de fealdad y los detalles grotescos, y esto no solamente en la forma de la aparición; sino también en sus movimientos e incluso simplemente en el ambiente; están después los discursos desde el doble punto de vista del contenido y el estilo, porque el Cielo no miente ni parlotea (NA: Lo que deja fuera a toda una serie de apariciones o de «mensajes» de los que se oye hablar en esta segunda mitad del siglo XX.). «Dios es bello y ama la belleza», dijo el Profeta; al amar la belleza, Dios ama igualmente la dignidad, Él, que combina la belleza (NA: jamâl) con la majestad (NA: jalâl). «Dios es amor», y el amor excluye, si no la santa cólera, al menos ciertamente la fealdad y la mezquindad. 3664 EPV: III CRITERIOLOGÍA ELEMENTAL DE LAS APARICIONES CELESTIALES
El hombre experimenta dos atracciones, la del mundo exterior y la del centro interior. Atraído hacia el exterior, se hunde en la CONCUPISCENCIA y la inquietud; atraído hacia el interior, encuentra la certidumbre y la paz. 4525 PP LAS PERLAS DEL PEREGRINO LA VÍA DE LA UNIDAD
Cuando el hombre ha realizado el equilibrio entre el interior y el exterior, éste ya no equivale a la CONCUPISCENCIA y a la inquietud; en cierto modo es interiorizado, sus contenidos son transparentes. Es ver la substancia en los accidentes, o la esencia en las formas. 4528 PP LAS PERLAS DEL PEREGRINO LA VÍA DE LA UNIDAD
Si la sabiduría de Cristo es «locura a los ojos del mundo» es porque el «mundo» está en oposición con el «reino de Dios, que está dentro de vosotros», y por ninguna otra razón; no es, ciertamente, porque reivindique un misterioso derecho al contrasentido, quod absit (NA: Mencionemos, a título de ejemplo, la contradicción siguiente: según la Biblia, Dios elevó a Enoc junto a Sí, y Elías subió al cielo en un carro de fuego; pero, según el credo católico, Cristo «descendió a los infiernos» a fin de llevar al cielo a todos los hombres que habían vivido antes que él, incluidos Enoc y Elías, quienes también se encuentran «abajo» cuando Dios los había situado «arriba». Todo esto para decir que nadie se salva si no es por el divino Logos; pero este Logos es en realidad intemporal, actúa, pues, independientemente de la Historia, lo que no impide, evidentemente, que pueda manifestarse en forma humana, luego en la Historia. Observemos a este respecto que algunos Padres de la Iglesia, al hablar del «seno de Abraham», han añadido prudentemente: «sea lo que sea lo que pueda entenderse por esta palabra».). La sabiduría de Cristo es «locura» porque no favorece la perversión exteriorizante, y a la vez dispersante y endurecedora, que caracteriza al hombre de la CONCUPISCENCIA, del pecado, del error; y es esta perversión la que precisamente constituye el «mundo», esta perversión, con su insaciable curiosidad científica y filosófica, la cual perpetúa el pecado de Eva y Adán y lo reedita en formas indefinidamente diversas (NA: Es muy extraño que la Iglesia no discierna esta perversión más que en los planos dogmático y moral; esta ceguera tiene algo de providencial en el sentido de que «es necesario que haya escándalo».). 5278 STRP: PREMISAS EPISTEMOLÓGICAS LA VÍA DE LA UNIDAD
Pero volvamos al hadîth de Alî: en suma, el ensañamiento del cuarto califa contra el vino se explica cuando se admite que el vino es prácticamente el orgullo. La hinchazón narcisista que la embriaguez produce no es, en efecto, sino el «pecado original» considerado en su aspecto luciferino. Asimismo, se comprende el ensañamiento del hadîth sobre los comerciantes – que hemos citado en primer lugar – si se tienen en cuenta las ecuaciones «avidez igual a CONCUPISCENCIA» y «CONCUPISCENCIA igual a caída»; lo que se considera es también el pecado original, pero esta vez en su aspecto de egoísmo ávido y avaro. La victoria sobre el «dinero» y el «vino» se convierte en la victoria sobre el «viejo Adán»: la victoria a secas, la que personifican los santos y los Profetas; y la naturaleza de éstos no es otra que la Fitrah, la «Naturaleza primordial»; la de los elegidos en el Paraíso. 5442 STRP: ESCOLLOS DEL LENGUAJE DE LA FE LA VÍA DE LA UNIDAD