Si se hubiera de buscar bajo un punto de vista absoluto un punto de comparación con las teorías físicas, en la acepción actual de ese término, sería sin duda más justo considerar los elementos, refiriéndose a su correspondencia con las cualidades sensibles, en tanto que las mismas representan diferentes modalidades vibratorias de la materia, modalidades bajo las cuales se vuelve perceptible sucesivamente a cada uno de nuestros sentidos; y por lo demás, cuando decimos sucesivamente, debe ser bien entendido que no se trata en esto más que de una sucesión puramente lógica (NA: Va de suyo que uno no puede pensar de ningún modo en realizar, suponiendo una sucesión cronológica en el ejercicio de los diferentes sentidos, una concepción de las del género de la estatua ideal que ha imaginado CONDILLAC en su muy famoso Tratado de las Sensaciones.). Solamente, que cuando se habla así de las modalidades vibratorias de la materia, como cuando es cuestión de sus estados físicos, hay un punto al cual es menester llamar la atención: ello es que, entre los hindúes al menos (NA: e inclusive también entre los griegos en una cierta medida), uno no encuentra la noción de materia en el sentido de los físicos modernos; la prueba de ello es que, como lo hemos hecho ya observar en otra parte, no existe en sánscrito término ninguno, ni siquiera aproximadamente, que pueda traducirse por «materia». Si pues nos es permitido servirnos a veces de esta noción de materia para interpretar las concepciones de los antiguos, a fin de hacernos comprender más fácilmente, uno no debe no obstante hacerlo jamás, si ello no es con algunas precauciones; pero es posible considerar estados vibratorios, por ejemplo, sin hacer llamada necesariamente a las propiedades especiales que los modernos atribuyen esencialmente a la materia. A pesar de esto, una tal concepción nos parece todavía más propia para indicar analógicamente lo que son los elementos, con la ayuda de una manera de hablar que los hace imaginar, si uno puede decirlo así, antes que definirlos verdaderamente; y quizás que sea esto, en el fondo, todo lo que es posible hacer con el lenguaje que al presente tenemos a nuestra disposición, a consecuencia del olvido en el que han caído las ideas tradicionales en el mundo occidental. EH: LA TEORÍA HINDÚ DE LOS CINCO ELEMENTOS ( (Publicado en V.J., agosto-septiembre de 1935).)