Eckhart

Ha habido maestros tales como Orfeo, Hermes, Buddha, Lao-tzu y Cristo, cuya existencia humana es de historicidad dudosa, y a quienes puede concederse la dignidad más elevada de una realidad mítica. Shankara, como Plotino, San Agustín o el Maestro ECKHART, fue ciertamente un hombre entre los hombres, aunque nosotros conocemos comparativamente poco sobre su vida. Era brahman por nacimiento, de la India del sur, floreció en la primera mitad del siglo noveno d. C., y fundó una orden monástica que todavía sobrevive. Devino un samnyâsin u «hombre verdaderamente pobre», a la edad de ocho años, como discípulo de un cierto Govinda y del propio maestro de Govinda, Gaudapâda, autor de un tratado sobre las Upanishads en el cual se expuso su doctrina esencial de la no dualidad del Ser divino. Shankara viajó a Benarés y escribió allí el famoso comentario sobre el Brahma Sutra a los doce años de edad; los comentarios sobre las Upanishads y la Bhagavad Gîtâ fueron escritos más tarde. La mayor parte de la vida del gran sabio la pasó errante por la India, enseñando y tomando parte en controversias. Se cree que murió entre los treinta y los cuarenta años de edad. Periplos y disputas como las suyas han sido siempre instituciones característicamente Indias; en sus días, como ahora, el sánscrito era la lengua franca de los hombres instruidos, justamente como durante siglos el latín fue la lengua franca de los países Occidentales, y el debate público libre estaba tan generalmente reconocido que se erigían salas para el acomodo de maestros y ponentes peripatéticos en casi todas las cortes. METAFÍSICA: El Vedânta y La Tradición Occidental

La metafísica, en general, recurre a símbolos visuales (cruces y círculos, por ejemplo) y sobre todo al simbolismo de la luz y del sol – que, como dice Dante, «ningún objeto de los sentidos en el mundo entero es más digno de ser hecho un tipo de Dios». Pero tendré que usar también términos técnicos tales como esencia y substancia, potencialidad y acto, espiración y despiración, semejanza ejemplar, aeviternidad, forma y accidente. La metempsicosis debe ser distinguida de la transmigración y ambas de la «reencarnación». Tendremos que distinguir el alma del espíritu. Antes de que podamos saber cuándo es apropiado, si lo es alguna vez, traducir una palabra sánscrita dada por nuestra palabra «alma» (anima, psyque), debemos tener conocimiento de los múltiples sentidos en que la palabra «alma» ha sido empleada en la tradición europea; qué tipo de almas pueden ser «salvadas»; qué tipo de alma requiere Cristo que «odiemos» si nosotros hemos de ser sus discípulos; a cuál tipo de alma se refiere el Maestro ECKHART cuando dice que el alma debe «entregarse a la muerte». Tenemos que saber lo que Filón entiende por «alma del alma»; y tenemos que preguntarnos cómo podemos concebir a los animales «sin alma», cuando la palabra «animal» significa literalmente «en-almado» o «dotado de alma». Tenemos que distinguir esencia de existencia. Y yo mismo puedo tener que acuñar una palabra tal como «ahora-siempre» para expresar los significados plenos y originales de palabras tales como «súbitamente», «inmediatamente» e «instantáneamente». METAFÍSICA: El Vedânta y La Tradición Occidental

Por otra parte, el hombre educado de hoy día está completamente fuera de contacto con esos modos del pensamiento europeo y con esos aspectos intelectuales de la doctrina cristiana que más se acercan a los de las tradiciones Védicas. Un conocimiento del cristianismo moderno será de escasa utilidad a causa de que la sentimentalidad fundamental de nuestros tiempos ha reducido lo que una vez fuera una doctrina intelectual a una mera moralidad que apenas puede distinguirse de un humanismo pragmático. De un europeo difícilmente puede decirse que esté adecuadamente preparado para el estudio del Vedânta a menos de que haya adquirido algún conocimiento y comprensión como mínimo de Platón, Filón, Hermes, Plotino, los Evangelios (especialmente el de San Juan), San Dionisio y finalmente del Maestro ECKHART quien, con la posible excepción de Dante, puede ser considerado desde un punto de vista indio como el más grande de todos los europeos. METAFÍSICA: El Vedânta y La Tradición Occidental

Quizás podamos comprender mejor ahora todo lo que se significa por las penetrantes palabras del réquiem Védico, «El Sol reciba tu ojo, el Viento tu espíritu», y reconocer su equivalente en las palabras «En tus manos encomiendo mi espíritu», o en el «Ojo con el cual yo veo a Dios, ese es el mismo ojo con el cual Dios ve en mí; mi ojo y el ojo de Dios, es un único ojo y una única visión y un único conocimiento y un único amor» del Maestro ECKHART, o «será un único espíritu» de San Pablo. Los textos tradicionales son marcadamente enérgicos. Encontramos, por ejemplo, en las Upanishads la afirmación de que quienquiera que adora pensando en la deidad como otro que sí mismo, es poco mejor que un animal. Esta actitud está reflejada en el dicho proverbial, «Para adorar a Dios debes haber devenido Dios» – lo cual es también el significado de las palabras, «adorar en espíritu y en verdad». Somos devueltos así al gran dicho, «Eso eres tú», y ahora tenemos una idea mejor, aunque todavía lejos de la comprensión perfecta (a causa de que queda por efectuar el último paso), de lo que «Eso» puede ser. Ahora podemos ver por qué las doctrinas tradicionales (al distinguir el hombre exterior del interior, el mundanal del ultramundanal, el autómata del espíritu inmortal), aunque admiten e inclusive insisten sobre el hecho de que Fulano no es nada sino un eslabón en una cadena causal sin fin, pueden afirmar no obstante que la cadena puede ser rota y la muerte derrotada sin consideración del tiempo: que esto puede tener lugar, por consiguiente, tanto aquí y ahora como en el momento de la partida o después de la muerte. METAFÍSICA: El Vedânta y La Tradición Occidental

Sin embargo, todavía no hemos alcanzado lo que desde el punto de vista de la metafísica se define como el fin último del hombre. Al hablar de un fin del camino, hasta aquí lo hemos concebido solamente como un cruce de todas las veintiuna barreras y de una visión final del Sol Supernal, la Verdad misma; como un alcanzar el pabellón mismo del Espectador; como un estar en el cielo cara a cara con el Ojo manifestado. Esta es, de hecho, la concepción del fin último del hombre como se considera en la religión. Es una beatitud aeviternal alcanzada en la «Cima del Árbol», en la «Sumidad del ser contingente»; es una salvación de todas las vicisitudes temporales del campo que ha sido dejado detrás de nosotros. Pero es un cielo en el cual cada uno de los salvados es todavía uno entre otros, y otro que el Sol de los Hombres y luz de las luces (estas son expresiones tanto védicas como cristianas); un cielo que, como el Elíseo griego, es aparte del tiempo pero no sin duración; un lugar de reposo pero no un hogar final (pues no era nuestra fuente última, la cual estaba en el no ser de la Divinidad). Nos queda pasar a través del Sol y alcanzar el «hogar» empíreo del Padre. «Ningún hombre va al Padre salvo a través de mí». Hemos pasado a través de las puertas abiertas de la iniciación y de la contemplación; nos hemos movido, a través de un proceso de auto-anonadación progresiva, desde el recinto más exterior al recinto más interior de nuestro ser, y ahora no podemos ver ninguna vía por la cual continuar – aunque sabemos que detrás de esta imagen de la Verdad, por la cual hemos sido iluminados, hay un algo que no es en ninguna semejanza, y aunque sabemos que detrás de esta faz de Dios que brilla sobre el mundo hay otro lado terribilísimo de él que no es cuidador del hombre sino enteramente auto-absorbido en sí mismo – un aspecto que no conoce ni ama nada en absoluto externo a sí mismo. Es nuestra propia concepción de la Verdad y de la Divinidad lo que impide nuestra visión de Quien no es bueno ni verdadero en ningún sentido nuestro. La única vía adelante pasa directamente a través de todo lo que habíamos pensado que habíamos comenzado a comprender: si hemos de encontrar nuestra vía adentro, la imagen de «nosotros mismos» que todavía mantenemos – por muy exaltada que sea su manera – y la de la Verdad y la Divinidad que hemos «imaginado» per excellentiam, deben ser pulverizadas por uno y el mismo golpe. «Es más necesario para el alma perder a Dios que perder a las criaturas… el alma honra más a Dios estando limpia de Dios… a ella le queda ser algo que él no es… morir a toda la actividad denotada por la naturaleza divina si ella ha de entrar en la naturaleza divina donde Dios está completamente vacante… ella pierde la posesión de sí misma y siguiendo su propia vía, no busca más a Dios» (Maestro ECKHART). En otras palabras, nosotros debemos ser uno con el Espectador, cuando sus ojos están abiertos y cuando están cerrados. Si nosotros no lo somos, ¿qué ocurrirá con nosotros cuando él duerme? Todo lo que hemos aprendido a través de la teología afirmativa debe ser complementado y consumado por un Inconocimiento, la Docta Ignorantia de los teólogos cristianos, la Agnosia del Maestro ECKHART. Es por esta razón por lo que hombres tales como Shankara y Dionisio han insistido tan vigorosamente sobre la vía remotíonís, y no a causa de que un concepto positivo de la Verdad o de la Divinidad fuera menos querido por ellos de lo que podría serlo por nosotros. La práctica personal de Shankara se dice que fue devocional – aunque el suplicó perdón por haber adorado a Dios con nombre, que no tiene nombre. Para hombres tales como éstos no había literalmente nada querido que no estuvieran dispuestos a dejar. METAFÍSICA: El Vedânta y La Tradición Occidental

De la misma manera el Maestro ECKHART, basando sus palabras sobre el logos, «Si un hombre no odia a padre y madre,… y a su propia alma también, no puede ser mi discípulo», dice que «mientras tú sabes quiénes han sido tu padre y tu madre en el tiempo, tú no estás muerto con la muerte real»; y de la misma manera, Rumî, el par en el Islam del Maestro ECKHART, atribuye al Guardián de la Puerta las palabras, «A quienquiera que entra diciendo “yo soy fulano”, Yo le golpeo en la cara». No podemos ofrecer de hecho ninguna definición mejor de las escrituras védicas que esta palabra de San Pablo, «La palabra de Dios es rauda y poderosa, y más afilada que una espada de doble filo, que penetra hasta la separación entre el alma y el espíritu»: «Quid est ergo, quod debet homo inquirere in hac vita? Hoc est ut sciat ipsum». «¡Si ignoras te, egredere!». METAFÍSICA: El Vedânta y La Tradición Occidental

La relación, en la identidad, del «Eso» y el «tú» en el dicho «Eso eres tú» se afirma en el Vedânta por designaciones tales como «Rayo del Sol» (implicando filiación), o en la fórmula bhedâbheda (cuya significación literal es «distinción sin diferencia»). La relación se expresa por el símil de los amantes, tan estrechamente abrazados que ya no hay consciencia de «un adentro o un afuera», y por la correspondiente ecuación Vaishnava, «cada uno es ambos». Puede verse también en la concepción de Platón de la unificación del hombre interior y del hombre exterior; en la doctrina cristiana de los miembros en el cuerpo místico de Cristo; en el «quienquiera que está unido al Señor es un único espíritu» de San Pablo; y en la fórmula admirable del Maestro ECKHART «fundidos pero no confundidos». METAFÍSICA: El Vedânta y La Tradición Occidental

Se sabe, por supuesto, que «alma», como «sí mismo», es un término ambiguo, y que, en algunos contextos puede denotar el Espíritu o «Alma del alma», o «Sí mismo del sí mismo», ambas expresiones en uso común. Pero nosotros estamos hablando aquí del «alma» mutable en tanto que distinguida del «espíritu», y no debe perderse de vista hasta qué punto esta nefesh, el anima por la cual el anima-l humano y los demás anima-les se llaman así, es constantemente despreciada en la Biblia, como lo es la correspondiente nafs en el Islam. Esta alma es el sí mismo que ha de ser «negado» (el original griego significa «rechazo sumo», con una aplicación más bien ontológica que meramente ética), el alma que debe ser «perdida» si «ella» ha de ser salvada; y que, como dicen tan a menudo el Maestro ECKHART y los sufîs, debe «entregarse a la muerte», o, como dicen los hindúes y los budistas, debe ser «conquistada» o «domada» pues «eso no es mi Sí mismo». Esta alma, sujeta a persuasión, y agitada por sus apetencias y repulsas, esta «mente» que nosotros significamos cuando hablamos de haber tenido «en mente hacer esto o aquello», es «eso que tú llamas “yo” o “mí mismo”», y a la cual Jacob Boehme distingue así del Yo que es, cuando dice, con referencia a sus propias iluminaciones, que «no yo, el yo que yo soy, conoce estas cosas, sino Dios en mí». No podemos tratar la doctrina del Ego extensamente, pero diremos solamente que, en cuanto se refiere al Maestro ECKHART y a los sufîs, «Ego, la palabra Yo, no es propia para nadie excepto Dios en su mismidad», y ese «Yo» sólo puede ser atribuido justamente a Él y a quien, estando «unido al Señor, es un único espíritu». METAFÍSICA: ¿Quién es «Satán» Y «Dónde Está El Infierno»?

«Chispa del alma… imagen de Dios, que hay siempre en todo sabio en guerra con todo lo que no es divino… y que se llama la Sindéresis» (Maestro ECKHART, ed. Pfeiffer, p. 113). «Nosotros sabemos que la Ley es del Espíritu… pero yo veo otra ley en mis miembros, en guerra contra la Ley del Intelecto, y que ME pone en cautividad… Con el Intelecto yo mismo sirvo a la Ley de Dios; pero con la carne a la ley del pecado… Someted por tanto vuestros sí mismos a Dios: resistid al Diablo». Y similarmente en otras Escrituras, concretamente la Bhagavad Gîtâ (VI.5, 6): «Eleva el sí mismo por el Sí mismo, no dejes que el sí mismo se quede atrás. Pues, ciertamente, el Sí mismo es a la vez el amigo y el enemigo del sí mismo; el amigo de aquel cuyo sí mismo ha sido conquistado por el Sí mismo, pero para aquel cuyo sí mismo no ha sido vencido, el Sí mismo en guerra, ciertamente, actúa como un enemigo»; y en el Dhammapada budista (103, 160, 380), donde «el Sí mismo es el Señor del sí mismo» y uno debe «por el Sí mismo incitar al sí mismo, y por el Sí mismo aplacar al sí mismo» (como un caballo es «domado» por un domador experto), y «el que ha conquistado el sí mismo es el mejor de todos los campeones». (Cf. Filóstrato, Vip. Ap., I.13: «Justamente como nosotros domamos caballos espantadizos e indóciles golpeándolos y acariciándolos»). METAFÍSICA: ¿Quién es «Satán» Y «Dónde Está El Infierno»?

Al mismo tiempo, no debe olvidarse que la Psicomaquia es también una «batalla de amor», y que Cristo – a quien «debéis ser casados… a fin de que nosotros demos fruto en Dios» (Romanos 7:3, 4)- ya amaba al alma no regenerada «en su bajeza y suciedad», o que es de ella de quien Donne dice: «Nunca casta, excepto cuando Tú ME raptas». Solo «para ir y recoger a su Señora, a quien su Padre le había dado eternamente por esposa, y para restaurarla a su elevado estado anterior el Hijo procedió fuera del Altísimo» (Maestro ECKHART). La lanza o el rayo de la Deidad es al mismo tiempo su dardo, con el cual él traspasa a su Esposa mortal. La historia de Semele tocada por el rayo nos recuerda que la «Theotokos», en último análisis «Psique», ha sido siempre de estirpe Lunar, nunca de estirpe Solar; y todo esto es la suma y substancia de todo «mito solar», el tema del Liebesgeschichte des Himmels y de la Drachenkämpfe. METAFÍSICA: ¿Quién es «Satán» Y «Dónde Está El Infierno»?

Una tal comprensión es todavía más rara, y se puede decir anormal para el tipo de humanidad occidental. Si el cristiano moderno no refrenda enteramente la conducta de los héroes de Carlomagno en Zaragoza -«Entraron en las sinagogas y en las mezquitas, cuyas paredes las derribaron todas con mazos y con hachas: hicieron añicos los ídolos… Las gentes paganas eran conducidas en multitudes a la fuente bautismal, para uncirles el yugo de Cristo… Así, de la obscuridad pagana han sido redimidos cinco mil, y son ahora verdaderos cristianos», es al menos completamente cierto que por cada hombre que ha muerto por persecución religiosa en la India, diez mil han muerto en Europa, y es igualmente cierto que la actividad de las misiones cristianas todavía suscriben con todo descaro un programa de conversión por la fuerza – la fuerza del dinero, no ciertamente pagado en efectivo, sino gastado en educación y ayuda médica ofrecidas con motivaciones ulteriores. La «fuerza», como escribió Lafcadio Hearn en una ocasión, «el instrumento principal del propagandismo cristiano en el pasado, es todavía la fuerza que hay detrás de nuestras misiones». No se encontrarán ofensores más grandes que los misioneros contra el mandamiento, «No darás falso testimonio contra tu prójimo». Sin embargo, no quiero insistir en absoluto sobre este punto de vista, sino señalar más bien que aunque la tolerancia religiosa jamás se ha fundado en Europa, como en Asia, en la creencia de que todas las religiones son verdaderas, sino más bien en una indiferencia creciente a todas las doctrinas religiosas, no por ello falta en el cristianismo una base intelectual para una tolerancia expresa de otras formas de creencia. San Juan, ciertamente, habla de la «Verdadera Luz que ilumina a todos los hombres». Incluso Santo Tomás admite que algunos de los Gentiles que vivieron antes del nacimiento temporal de Cristo pueden haberse salvado. Pues como dijo Clemente de Alejandría mucho tiempo antes, «Siempre ha habido una manifestación natural del único Dios Todopoderoso, entre todos los hombres de pensamiento recto». El Maestro ECKHART habla de «Uno de nuestros más antiguos filósofos que encontró la verdad mucho, mucho antes del nacimiento de Dios, antes de que hubiera fe cristiana como ella es ahora», y de nuevo mucho más osadamente, «Aquel para quien Dios es diferente en una cosa diferente de otra y para quien Dios es más querido en una cosa que en otra, ese hombre es un bárbaro, todavía sin cultivar, un niño». METAFÍSICA: Shrî Ramakrishna Y La Tolerancia Religiosa

Es perfectamente legítimo sentir que una religión dada es más adecuadamente verdadera que otra; sostener, por ejemplo, que el catolicismo es más adecuadamente verdadero que el protestantismo, o el hinduismo que el budismo. Se pueden trazar distinciones reales: el cristianismo mantiene, por ejemplo, que la metafísica, aunque la más elevada de las otras ciencias, es inferior a la ciencia sagrada de la teología; el hinduismo es primariamente metafísico, y solo secundariamente religioso, de aquí las controversias en cuanto al verdadero significado de la «deificación», y de aquí que por mucho que un hindú pueda encontrarse en concordia entusiasta con los doctores angélico y celestial (Santo Tomás y San Buenaventura), está mucho más cómodo con algunos gigantes del pensamiento cristiano cuya ortodoxia es sospechosa, quiero decir Eriugena, ECKHART, Boehme, Blake, y más cómodo con Plotino que con los representantes de la ortodoxia exotérica cristiana; más cómodo con San Juan que con Santiago, más en simpatía con el platonismo cristiano que con el aristotelismo cristiano, escasamente en simpatía con las teologías protestantes, y mucho más en simpatía con las interpretaciones qabbalísticas del Génesis y del Éxodo que con cualesquiera otras aproximaciones históricas. De modo que no tenemos la intención de mantener la impropiedad de todas las controversias dogmáticas. Debemos tener presente que inclusive dentro del marco de una fe presumiblemente homogénea se da por establecido que las mismas verdades deben presentarse de maneras diferentes adecuadas a la audiencia, y que esto no es una cuestión de afirmaciones contradictorias, sino de «medios convenientes». Lo que mantenemos es que todas las vías convergen; que el Viajero, habiendo recorrido ya una vía dada, bajo todas las circunstancias normales, alcanzará más pronto ese punto en el cual todo progreso acaba -«Al alcanzar a Dios, todo progreso acaba»- que si rehace sus pasos y comienza de nuevo. METAFÍSICA: Shrî Ramakrishna Y La Tolerancia Religiosa

A muchos cristianos, sin duda, la adhesión principal de Shrî Ramakrishna al culto de la Gran Madre les ofende. Ciertamente, nada es más habitual que considerar que el cristianismo, para bien o para mal, se adhiere a interpretaciones puramente masculinas del ser divino; el cristiano habla de un Padre, pero no de una Madre en el Cielo, mientras que en la India, el antiguo amor de la Magna Mater, se mantiene hasta hoy en iguales términos que el del Propator. Y sin embargo, la doctrina de la maternidad de la naturaleza divina se afirma repetidamente, por muy reservadamente que sea, en la teología cristiana, fundamentalmente en la de las «dos naturalezas», más explícitamente en la de las natividades temporal y eterna, y en la de la Generación del Hijo como una operación vital de principios conjuntos -«Processio Verbi in divinis dicitur generatio… quae est operatio vitae… et propter hoc proprie dicitur genitum et Filius» (Summa Theologica I.27.2; cf. I.98.2C, «En todo acto de generación hay un principio activo y un principio pasivo»). Es en tanto que la «filiación eterna no depende de una madre temporal» (ídem III.35.5 ad 2) como el Maestro ECKHART puede hablar del «acto de fecundación latente en la eternidad», y decir que «es Dios quien tiene el tesoro y la esposa en Él», y que la «Divinidad retoza con la Palabra», y que «Su nacimiento en María Espiritual fue para Dios más gozoso que Su natividad de ella en la carne». Se ve que cuando Santo Tomás habla de «esa Naturaleza por la cual el Padre engendra» (Summa Theologica I.41.5), la referencia es realmente a la Magna Mater, la Aditi védica, para no mencionar otros nombres de la Única Madonna, y se ve también lo que se entiende realmente por la aserción, de otro modo obscura, de que aunque la materia prima «recede de la semejanza a Dios, no obstante… retíene una cierta semejanza con el ser divino» (ídem I.14.11 ad 3).Ciertamente, la Natura Naturata «retiene» una cierta semejanza con la «Natura Naturans, Creatrix, Deus»: La Madre Tierra con la Madre Naturaleza, María en la carne con María espiritual. Solo se necesita considerar el Génesis I:27, «A la imagen de Dios Él le creó; macho y hembra Él los creó», en conexión con Gálatas 3:28, «según la imagen de Aquel que le creó, donde no hay macho ni hembra», para darse cuenta de que si bien Esencia y Naturaleza son in divinis una única substancia simple sin composición, el hecho mismo de que los principios conjuntos puedan ejemplificarse por separado es prueba de que de la Identidad Suprema puede hablarse verídicamente como Padre o como Madre, o como Padre-Madre, de la misma manera que en los Vedas los «Progenitores» Divinos son indiferentemente «Padres» (pitarâ) o «Madres» (mâtarâ), o como «Ese Uno, espirado, despirado» (tad ekam ânît avâtam, Rig Veda Samhitâ X.129.2, donde ningún género está implícito; cf. el «Donde estos dos abismos penden, igualmente espirado, despirado, allí está el Ser Supremo» del Maestro ECKHART). METAFÍSICA: Shrî Ramakrishna Y La Tolerancia Religiosa

Encontramos también la doctrina de la recordación en contextos Hebreos. En el Talmud (Nidda 30B) y en el Zohar (Wayyiqra, Aharei Mot), se nos dice que todas las almas humanas tienen un conocimiento pleno de la Torah, etc. (ver nota 32) y retienen todo su conocimiento hasta que descienden a la tierra y nacen. Manasseh ben Israel (siglo XVII) vio aquí el equivalente de la doctrina de la Recordación de Platón, pues puede deducirse que todo cuanto se aprende después del nacimiento solo puede equivaler a una recuperación de este conocimiento, y así Elimelech de Lizensk (siglo XVIII) dice, «Al reaprender la Torah más tarde por amor de ella, él (el niño) logra aprehender la verdad como ella fue implantada originalmente en él». La eternidad implícita de «la Torah que creó todos los mundos y es el medio por el que estos se sostienen» (Zohar, Beha ‘Alotheka) es como la del Veda, de cuyo origen nada más puede decirse sino que «el Señor» (Îsvara = Kyrios, Demiurgos), al comienzo de cada mundo-eón, le «recuerda» (smrtvâ) y promulga, y no hay fundamento alguno para suponer que fuera compuesto con ningún otro modelo (Âpadeva). La doctrina de la Recordación es explícita también en el Maestro ECKHART, que dice: «Si yo conociera mi Sí mismo tan íntimamente como debería, yo tendría conocimiento perfecto de todas las criaturas», pues «el alma es capaz de conocer todas las cosas en su facultad más elevada», a saber, «como un espejo claro ve todas las cosas en una única imagen», y así «hasta que no conoce todo lo que ha de ser conocido ella (el alma) no pasa al Bien Inconocido». La misma doctrina sobrevive en las palabras de Blake «¿Es el Espíritu Santo otro que un manantial intelectual?». METAFÍSICA: Recordación, India Y Platónica

Ciertamente, solo si nosotros reconocemos que Cristo y no «yo» es nuestro Sí mismo real, y el único experiente en todo ser vivo, podemos comprender las palabras, «Yo estaba hambriento… yo estaba sediento… Cuanto hayáis hecho a uno de los menores de mis hermanos, a mí ME lo habéis hecho» (San Mateo 25:35 sig.). Desde este punto de vista el Maestro ECKHART habla del hombre que se conoce a sí mismo como «viendo tu Sí mismo en todos, y a todos en ti» (ed. Evans, II,132), y la Bhagavad Gîtâ habla del hombre unificado como «viendo por todas partes al mismo Señor universalmente hipostasiado, el Sí mismo establecido en todos los seres y a todos los seres en el Sí mismo» (VI.29 con XIII.28). Si no fuera porque todo lo que hacemos a «otros» se hace así realmente a nuestro Sí mismo, que es también su Sí mismo, no habría ninguna base metafísica para hacer a «otros» lo que querríamos que se nos hiciera a nosotros; el principio está implícito en la regla y solo más explícito en otras partes. El mandato de «odiar» a nuestros parientes (San Lucas 14:26) debe comprenderse desde el mismo punto de vista: los «otros» no son objetos de amor más válidos que lo soy «yo»; no es en tanto que «nuestros» parientes o prójimos como ellos han de ser amados, sino en tanto que nuestro Sí mismo (âtmanas tu kâmâya, Brhadâranyaka Upanishad II.4.5); de la misma manera que es solo a sí mismo a quien Dios ama en nosotros, así es a Dios sólo a quien nosotros debemos amar unos en otros. METAFÍSICA: Sobre El Único Y Solo Transmigrante

Eyâ diz solte du sële scheiden von allem dem, daz iht ist. Maestro ECKHART, ed. Pfeiffer, p. 525. METAFÍSICA: Âkimcañña: La Anonadación De Sí Mismo

Her umbe sol der mensche geflizzen sïn, daz er sich entbilde sïn selbes unt allen crëatüre nock keínen vater wizze denne got alleine… Dis ist allen menschen fremde… ich wolde, das irz befunden hëtet mit lebenne. Maestro ECKHART, ed. Pfeiffer, PP. 421, 464. METAFÍSICA: Âkimcañña: La Anonadación De Sí Mismo

Por otra parte, en las palabras del Maestro ECKHART, «La Sagrada Escritura clama por la liberación del sí mismo». En esta enseñanza universal y unánime, que afirma una libertad y autonomía absoluta, espacial y temporal, alcanzable igualmente aquí y ahora como en cualquier otro lugar, esta atesorada «personalidad» nuestra es a la vez una prisión y una falacia, de la cual solamente la Verdad os hará libres: una prisión, a causa de que toda definición limita aquello que se define, y una falacia a causa de que en esta «personalidad» psicofísica, siempre cambiante, compuesta y corruptible, es imposible aprehender una substancia constante, e imposible por lo tanto reconocer ninguna substancia auténtica o «real». En la medida en que el hombre es meramente un «animal racional y mortal», la tradición está de acuerdo con el determinista moderno en afirmar que «este hombre», Fulano (yoyamâyasmâ evam nâmo evam gotto, Samyutta Nikâya III.25) no tiene libre albedrío ni elemento alguno de inmortalidad. Cuán poca validez atribuye a esta convicción del libre albedrío del hombre, aparecerá si reflexionamos que si bien nosotros hablamos de «hacer lo que nosotros queremos», jamás hablamos de «ser cuando nosotros queremos», y que concebir una libertad espacial que no es también una libertad temporal implica una contradicción. Sin embargo, la tradición se aparta de la ciencia replicando al hombre que confiesa ser solo un animal racional y mortal que él ha «olvidado quien es» (Boecio, De consolatione philosophiae, prosa VI), le requiere «Conócete a ti mismo», y le advierte «Si no te conoces a ti mismo, vete» (si ignoras te, egredere, Cantar de Salomón, I:8). La tradición, en otras palabras, afirma la validez de nuestra consciencia de ser pero la distingue del Fulano que nosotros pensamos ser. La validez de nuestra consciencia de ser no se establece en metafísica (como lo es en filosofía) por el hecho del pensamiento o conocimiento; al contrario, nuestro ser verdadero se distingue de las operaciones del pensamiento discursivo y del conocimiento empírico, que son simplemente los trabajos causalmente determinados del «animal racional y mortal», y que han de considerarse yathâbhutam, no como afectos sino solo como efectos en los cuales nosotros (en nuestro ser verdadero) no estamos implicados realmente, sino solo supuestamente. La tradición difiere pues del «positivista» (sánscrito nâstíka, pâli natthika) al afirmar una naturaleza espiritual que no es otra que inmensurable, innumerable, infinita e inaccesible a la observación, y cuya realidad, por lo tanto, la ciencia empírica no puede afirmar ni negar. Es a este «Espíritu» (griego pneuma; sánscrito âtman; pâli attâ; árabe ruh, etc.) en tanto que distinguido del cuerpo y del alma – es decir, de todo lo que es fenómenico y formal (griego soma y psyche; sánscrito y pâli nâma-rûpa y savijñana-kâya, saviññâna-kâya, «nombre y apariencia», el «cuerpo con su consciencia»)- a lo que la tradición atribuye con perfecta consistencia una libertad absoluta, espacial y temporal. Nuestro sentido del libre albedrío es tan válido en sí mismo como nuestro sentido de ser, y tan inválido como nuestro sentido de ser Fulano. Hay un libre albedrío, es decir, una voluntad incondicionada por nada externo a su propia naturaleza; pero es «nuestro» solamente en la medida en que hemos abandonado todo lo que entendemos, según el sentido común, por «nosotros mismos» y por nuestra voluntad «propia». Solo Su servicio es libertad perfecta. «El Fatum está en las causas creadas mismas» (Summa Theologica I.116.2); «lo que más se aleja de la Mente Primera está más profundamente implicado en las redes del Fatum (es decir, del karma, la operación ineluctable de las «causas mediatas»); y todo está tanto más libre del Fatum cuanto más se acerca al eje de todas las cosas. Y si se establece en la constancia de la Mente Supernal, que no necesita moverse, entonces es superior a la necesidad del Fatum» (Boecio, De consolatione philosophiae, prosa IV). Esta libertad del Movedor Inmutable («ese que, él mismo en reposo, aventaja a los que corren», Îsâvâsya Upanishad IV) respecto de toda necessítas coactionis es la del espíritu que sopla donde y como quiere (opou thélei pnei, San Juan 3:8; carati yathâ vasâm, Rig Veda Samhitâ X.168.4). Para poseerle, uno debe haber «nacido de nuevo… del Espíritu» (San Juan 3:7-8) y así «en el espíritu» (San Pablo, passim), uno debe haber «encontrado y despertado al Espíritu (yasyânuvittah pratibuddha âtmâ, Brhadâranyaka Upanishad IV.4.13), uno debe estar en excessus («partido de» uno mismo, de los propios sentidos de uno), en samâdhi (etimológica y semánticamente «síntesis»), unificado (eko bhutah, cf. ekodi-bhâva), o, en otras palabras, «muerto», en el sentido en que «el Reino de Dios no es para nadie sino para el complemente muerto» (Maestro ECKHART), y en el sentido en que Rumî habla de un «hombre muerto andando» (Mathnawî VI.742-755), o también en el de la muerte iniciática como el preludio a una regeneración. No hay, por supuesto, ninguna conexión necesaria entre la liberación y la muerte física: un hombre puede estar liberado tanto «ahora en el tiempo de esta vida» (ditthe va dhamme parinibbuto, jîvan mukta), como en cualquier otro tiempo, dependiendo todo solo de su recuerdo de «quien es él», y esto es lo mismo que el olvido de uno mismo, que «odiar la propia vida de uno» (la psique, el «alma», o el «sí mismo individual», San Lucas 14:26), que defícere a se tota y a semetipsa liquescere (San Bernardo), que la «muerte del alma» (Maestro ECKHART), que «nada más que el espíritu sale fuera de sí mismo, fuera del tiempo, y entra en una nada pura» (Johannes Tauler), deviniendo así «libre como la Divinidad en su no existencia» (Maestro ECKHART); y que haber dicho «Hágase Tu voluntad, no la mía» o, en otras palabras, haber sido perfeccionado en el «islam» (la sumisión a la Voluntad divina). METAFÍSICA: Âkimcañña: La Anonadación De Sí Mismo

El hombre tiene así dos sí mismos, vidas o «almas», una física, instintiva y mortal, la otra espiritual y no condicionada por el tiempo ni por el espacio, sino cuya vida es un Ahora «donde todo donde y todo cuando tienen su foco» (Paradiso XXIX.12), y «aparte de lo que ha sido o será» (Katha Upanishad II.14), ese «ahora que está quieto», del cual nosotros, como seres temporales, que conocen solo un pasado y un futuro, no podemos tener ninguna experiencia empírica. La Liberación no es una cuestión de sacudirse solo el cuerpo físicouno mismo no se evade tan fácilmente – sino, como lo expresan los textos indios, de sacudirse todos los cuerpos, mentales o psíquicos tanto como físicos. «La palabra de Dios es rauda y poderosa, y más aguda que una espada de doble filo, que penetra hasta la división del alma (Psyque) y el espíritu (Pneuma)» (Hebreos 4:12). Es entre estos dos donde está nuestra elección: entre nosotros mismos como somos en nosotros mismos y para los demás, y nosotros mismos como somos en Diossin olvidar que, como dice el Maestro ECKHART, «Una pulga como ella es en Dios es más eminente que el más eminente de los ángeles como él es en sí mismo». De estos dos «sí mismos», el psicofísico y el espiritual, uno es la «vida» (psyche) que ha de ser rechazada y el otro es la «vida» que se salva con ello (San Lucas 17:33 y San Mateo 16:25), y de éstos, además, el primero es esa «vida» (psyche) que «el que la odia… en este mundo la guardará en la vida eterna» (San Juan 12:25) y a la cual un hombre debe odiar, «si quiere ser mi discípulo» (San Lucas 14:26). Todo lo que se entiende por psique en nuestra «psicología es ciertamente lo que en esta vía es le moi haïssable (el yo detestable); de hecho, todo lo que en nosotros está sujeto a afectos o afecciones o deseos de cualquier tipo, o mantiene «opiniones suyas propias». METAFÍSICA: Âkimcañña: La Anonadación De Sí Mismo

A veces nos choca el menosprecio budista de las afecciones y lazos de familia naturales (cf. Maitri Upanishad VI.28, «Si está atado a hijo y esposa y familia -¡para ese tal, no, nunca!»). Pero, ciertamente, no es el cristiano quien puede sorprenderse, pues ningún hombre puede ser discípulo de Cristo «y no odiar a su padre, y madre, y esposa, e hijos, y hermanos, y hermanas», y también a sí mismo (San Lucas 14:26 (cf. Platón, Fedón, 68A)). Estas palabras inflexibles, de quien ratificó el mandato de honrar a padre y madre e igualó el rencor con el crimen, muestra, con suficiente claridad que no estamos tratando de una doctrina ética de abnegación o altruismo, sino con una doctrina puramente metafísica de la transcendencia de la individuación. Es en este mismo sentido como Cristo exclama, «¿Quién es mi madre, o mis hermanos?» (San Marcos 3:33, etc.), y, en consecuencia, como el Maestro ECKHART advierte, «Mientras sepas quienes han sido en el tiempo tu padre y tu madre, tú no estás muerto de la muerte real» (ed. Pfeiffer, p. 462). METAFÍSICA: Âkimcañña: La Anonadación De Sí Mismo

Se verá que el anonimato es un aspecto esencial de la âkimcaññâ. Todas las iniciaciones (dîkshâ) e igualmente la ordenación budista (pabbajana), que, como en el monasticismo en otras partes, es un tipo de iniciación, implican en el comienzo una negación de sí mismo. Esto es explícito en Udâna 55, donde «De la misma manera que los ríos pierden su nombre y linaje anteriores (purimâni nâma-gottâní) cuando alcanzan el mar, y son tenidos solo como “el gran mar”, así los hombres de las cuatro castas (brâhmana khattiyâ vessâ suddâ), cuando “como-errantes-son-ordenados” (pabbajitvâ), desechan sus nombres y linaje anteriores, y son reconocidos solo como “Afanados, Hijos del Sakyan”». Es así como el «exiliado» (pabbâjaka) trabaja en orden a «de-formarse de sí mismo», como lo expresa el Maestro ECKHART (daz er sich entbilde sin selbes) o, en otras palabras, en orden a «transformarse». METAFÍSICA: Âkimcañña: La Anonadación De Sí Mismo

En conclusión, el estudioso no debe dejarse extraviar por términos tales como anonadación de sí mismo, no ser, o cualquier otra de las frases de la teología negativa. No ser, por ejemplo, en una expresión tal como la «no existencia de la Divinidad» del Maestro ECKHART, es ese aspecto transcendente de la Identidad Suprema que, ciertamente, no es ser, sino eso a lo cual todo ser, incluso el ser de Dios, puede reducirse como a su principio; es ese aspecto de Dios que no es susceptible de manifestación, del cual, por lo tanto, nosotros no podemos hablar en los términos que son aplicables solo a los estados de manifestación, y sin el cual Dios sería solo un «panteón», una deidad «panteísta», más bien que «todo esto» y «más que esto», «dentro» y «fuera». De la misma manera, debe comprenderse que de uno asimilado a Dios por auto-anonadación, y por lo tanto ya no más un alguien, nosotros no tenemos ningún medio o modo de expresión humano (vâdapatha) para decir lo que él es, sino solo para decir que él no es tal o cual. Más incierto aún sería decir que él no es que decir que él es; él es simplemente inaccesible al análisis. Incluso un entendimiento teórico de la metafísica es imposible hasta que no hemos aprendido que hay «cosas que nuestro intelecto no puede contemplar… nosotros no podemos comprender lo que ellas son excepto negando cosas de ellas» (Dante, Convito III.15) y que estas mismas cosas son la parte mayor del fin último del hombre. Por ejemplo, si el Arhat ya no desea, ello no es porque, en el lenguaje humano, él es «apático», sino porque todos los deseos están poseídos y la búsqueda no tiene ya ningún significado; si el Arhat ya no «se mueve», ello no es como una piedra que está quieta, sino porque ya no necesita ningún medio de locomoción para estar en todas partes; si no es curioso sobre las verdades empíricas, sobre si «esto es así» o «no es así», ello no es porque no sepa, sino porque no sabe como nosotros sabemos, en estos términos. Por ejemplo, el Arhat no piensa en términos de pasado o de futuro, sino que es solo ahora. Si permanece «vacante», desde el punto de vista de quienes todavía tenemos «cosas que hacer», ello es porque él está «todo en acto» (krtakrtyah, katakaranîyo) con una actividad independiente del tiempo. METAFÍSICA: Âkimcañña: La Anonadación De Sí Mismo

Se verá que al hablar de aquellos que han hecho lo que tenía que ser hecho, hemos estado describiendo a aquellos que han devenido «perfectos, como vuestro Padre en el Cielo es perfecto». Habrá muchos que digan que aunque todo esto sea válido para el abandonador de todo, ello no puede tener ningún significado para «mí», y es cierto que ello no puede tener su significado pleno para «mí» que, siendo un alguien, soy insusceptible de deificación y por lo tanto incapaz de alcanzar a Dios. Pocos o ninguno de «nosotros» estamos cualificados todavía para abandonarnos a nosotros mismos. Sin embargo, mientras haya una Vía, puede seguirse paso a paso. Hay una preparación intelectual, que no solo prepara la vía a una verificación (sacchikiriyâ) sino que es indispensable a ella. Mientras nosotros amamos a «nuestros» sí mismos y concebimos una «auto-negación» solo en términos de «altruismo», o nos aferramos a la idea de una inmortalidad «personal» para nuestros sí mismos o los de otros, nosotros permanecemos inamovibles. Pero se habrá dado un gran paso si al menos hemos aprendido a aceptar la idea de la anonadación de sí mismo como un bien, por contraria que pueda ser a nuestro deseo «natural», por allen menschen fremde que sea (Maestro ECKHART). Porque si el «espíritu» está así queriendo, vendrá el tiempo en que la «carne», bien sea en este o en otro conjunto de posibilidades formando un «mundo», ya no será débil. La doctrina de la anonadación de sí mismo está, por lo tanto, dirigida a todos en la medida de su capacidad, y en modo alguno solo a aquellos que ya han abandonado formalmente nombre y linaje. No es el santo, sino el pecador, el que es llamado a arrepentirse de su existencia. METAFÍSICA: Âkimcañña: La Anonadación De Sí Mismo

Esto nos introduce a «Soma», de quien tendremos mucho que decir. Pues él también, el Rey Soma, es la víctima: Agni el comedor, Soma el alimento aquí abajo, el Sol el Comedor, la Luna su alimento y oblación allí arriba (Shatapatha Brâhmana XI.1.6.19, X.6.2.1-4, y passim). No podemos desarrollar aquí esta relación en toda su extensión excepto para decir que «cuando comedor y alimento (adya = purodâsa, torta sacrificial) se unen (ubhayam samâgacchati), ello es llamado el comedor, no el alimento» (Shatapatha Brâhmana X.6.2.1), es decir, hay una asimilación en ambos sentidos de la palabra; que esta asimilación es también el matrimonio efectuado la noche antes de la salida de la luna nueva (amâvâsya, «cohabitación», Pânini III.1.122) cuando ella entra (pravisati) en él (Jaiminîya Upanishad Brâhmana I.33.6); que el Sol y la Luna son los mundos divino y humano, Om y Vâc (Jaiminîya Upanishad Brâhmana III.13, 14), (es decir, el Sí mismo y el sí mismo); y nuevamente, que el Sol es Indra, la Luna Vrtra, a quien él traga esa noche antes de que aparezca la luna nueva (Shatapatha Brâhmana I.6.4.18, 19). De una correlación de este pasaje con Shatapatha Brâhmana II.4.4.17-19, se desprende, ciertamente, que Vrtra es la esposa del Indra solar – cf. Rig Veda Samhitâ X.85.29, donde la esposa del Sol, que entra en él (visati patim), es originalmente ofidiana, y solo adquiere pies en su matrimonio (como en el matrimonio de una sirena con un humano); y que hay más de una manera de «matar» a un dragón. Todo esto expresa la relación entre el Soplo y el «sí mismo elemental», Eros y Psique, el «Espíritu» y el «alma», y tiene su paralelo en las palabras del Maestro ECKHART «El alma, en su ardiente búsqueda de Dios, deviene absorbida en Él… justamente como el sol tragará y disipará a la aurora» (ed. Evans, I, 292; cf. Dante, Paradiso XXVII. 136-138), que, ella misma, es una «serpiente» (apâd) en el comienzo (Rig Veda Samhitâ I.152.3, VI.59.6). METAFÍSICA: Âtmayajña: El Sacrificio de sí Mismo

«Lo que es el comienzo, eso es el fin» (Keith), o más bien «El que sale es también el que vuelve (yo hy eva prabhavah sa evâpyayah, Aitareya Âranyaka III.2.6; cf. Katha Upanishad VI.11, Mundaka Upanishad 6, y Bhagavad Gîtâ XVIII.16)». «Su antes y después son lo mismo» (yad asya purvam aparam tad asya, Aitareya Brâhmana III.43); en otras palabras, «Él es fluente y re-fluente» (ECKHART), su partida cuando nosotros acabamos es «el vuelo del solo al solo» (Plotino). Y por lo tanto «Eso» es lo que queda (atra parisishyate) cuando el morador del cuerpo (dehínah, no mi «alma» sino mi Sí mismo) se des-ata y se libera del cuerpo (Katha Upanishad V.4); lo que queda entonces (atisishyate) es el Sí mismo inmortal (âtman, Chândogya Upanishad VIII.1.4-5). Como es en la pira, y como este Sí mismo que el Comprehensor renace de la pira, el «residuo transcendente» (atisesha) es el análogo allí del «residuo» (sesha) que el Comprehensor deja tras él aquí, para que herede el carácter del cual, como brahmavit y brahmabhuta, él se ha liberado ahora, desde la manifestación mortal a la esencia inmortal, sin distinción entre apara y para Brahma. Por lo tanto, la Serpiente (nâga) es la interpretación (nirvacanam) del «religioso cuyas salidas han cesado» (khînâsava bhikkhu, M I.142-45): de la misma manera que Brahma es akshara. «El último paso que hay que dar es sin pies»; «en mí no hay yo ni nosotros, yo soy nada, sin cabeza ni pies» (Rumî, Dîvân, PP. 137, 295). Así «se nos lleva ante el hecho pasmoso (menos pasmoso, quizás, en vista de lo que se ha dicho arriba) de que Zeus, padre de los dioses y de los hombres, es figurado por sus adoradores como una serpiente», y con el hecho correlativo de que «en toda Grecia al héroe muerto se le rendía culto en la forma de serpiente y se le trataba con títulos eufemísticos afines a los de Meilichios» (Jane Harrison, Prolegomena to the Study of the Greek Religion, Cambridge, 1922, PP. 18, 20, 325 sig.). Dios es la Serpiente inmortal, o más bien siempre renaciente, con quien todo Héroe Solar debe batirse y a quien a su vez se asimila el Héroe cuando saborea la carne y sangre del gran antagonista. Aprovechamos esta oportunidad para llamar la atención sobre la Historia del Rey Karade en el «Parzival Alsaciano», una leyenda que recuerda en más de un detalle las versiones indias de la enemistades de Indra y Vrtra. En la historia de Karade, el mago Elyafres, que lleva a cabo la hazaña del Caballero Verde dejándose decapitar y reapareciendo después indemne, es el amante de la Reina y el padre natural del supuesto hijo del Rey, Karados. Elyafres ha sido decapitado por Karados y cuando reaparece al cabo de un año para devolver golpe por golpe, en lugar de un golpe físico revela a Karados su verdadera paternidad. Karados, sin embargo, toma el bando de su padre legal. La Reina persuade entonces a Elyafres para que cree una serpiente que sea la destructora de Karados, de la misma manera que Vrtra es creado para que sea el enemigo mortal de Indra, con el mismo resultado en ambos casos, puesto que, aunque la intención es que sea el vencedor, ya sea directa o indirectamente, deviene el sufridor. La serpiente se enrolla alrededor del brazo de Karados y no puede ser abatida. Karados es salvado sólo por su prometida, Guingenier, y su hermano; Guingenier expone su pecho a la mirada de la serpiente y cuando ésta se extiende hacia ella, su hermano la corta en pedazos. No intentaremos analizar aquí todo este interesantísimo mito, solo señalar que el mago Elyafres corresponde a Tvashtr, el Mâyin; Karados a Indra, que es hijo y enemigo de Tvashtr como Karados lo es de Elyafres; la serpiente a Ahi-Vrtra; y que el motivo de los anillos (al enrollarse la serpiente) corresponde al evento relatado en Taittirîya Samhitâ V.4.5.4, donde Vrtra «envuelve a Indra con dieciséis anillos» (sodasabhir bhogair asinât). De estos anillos Indra sólo puede ser liberado por Agni, que los quema. En la mitología India, Agni es hermano de Indra; en la historia de Karade no es, ciertamente, el hermano del héroe sino su hermano político el que destruye a la serpiente. METAFÍSICA: Apéndice 2: Shesa, Ananta, Anantaram

En una concepción tal no hay nada extraño o únicamente indio. El Maestro ECKHART, por ejemplo, dice: «Siempre ha habido este juego en la Naturaleza del Padre… del abrazo del Padre a su propia naturaleza viene este eterno juego del Hijo. Este juego fue jugado eternamente antes de todas las criaturas… El juego de los dos es el Espíritu Santo, en quien ambos se recrean, y que él mismo se recrea en ambos. Juego y jugadores son lo mismo» (ed. Evans, p. 148). Boehme agrega «no que este primer gozo comenzara con la creación, no, pues era por toda eternidad… La creación es el mismo juego de sí mismo» (Signatura rerum XVI.2-3). METAFÍSICA: Lîlâ

Parece, entonces, que mientras que in divinis (adhidevatam) «sobre la cabeza» significa «en el cielo», con referencia a una persona dada aquí abajo (adhyâtman) significa solo sobre la cabeza. Por consiguiente, encontramos en el Lalita Vistara (I, p. 3) que cuando el Buddha está en samâdhi, «un Rayo, llamado el “Ornamento de la Luz de la Gnosis” (jñânâlokâlankâram nâma rasmih), procedente de la apertura en la protuberancia craneal (ushrîshavivarântarât), juega sobre su cabeza» (uparishtân murdhnah… cacâra). Esto es manifiestamente la prescripción iconográfica subyacente en la presentación de una llama que se hace salir de la coronilla de la cabeza en muchas de las figuras tardías del Buddha. El Saddharma Pundarîka (tr. H. Kern, Oxford, 1884) (p. 467 del texto) pregunta: «¿Por razón de qué gnosis (jñâna), es que la protuberancia craneal (murdhnyushrîsha) del Tathâgatha brilla (vibhâti)?». La respuesta a esto se da en parte arriba, y más generalmente en Bhagavad Gîtâ XIV.11: «Cuando hay gnosis, la luz brilla afuera (prakâsa upajâyate jñânam yadâ) desde los orificios del cuerpo, y entonces se sabe que el “Ser ha madurado” (vrddham sattvam), es decir, que el hombre ha «devenido lo que él es» (cf. Santo Tomás de Aquino, «La refulgencia corporal es natural en un cuerpo glorificado… pero milagrosa en un cuerpo natural», Summa Theologica III.45.2c). Antes de proseguir al último paso debemos hacer alusión a otro contexto bien conocido en el que una llama aparece «sobre la cabeza». El Râga Dîpak es célebre como una melodía que es literalmente una iluminación y que puede consumir al cantor en su llama; en el texto hindi se dice que «Dîpak se recrea (kêli karata = krîdatí), Dîpak es un rey, que exhibe la plenitud de la belleza y sobre cuya cabeza brilla una llama tremolante (bigala bijotî mastaka ujiyârî)». Teniendo presente que el Spiritus Sanctus es la «luz intelectual», el «fünkelîn der sêle» del Maestro ECKHART, y que el Fuego es el principio del Habla, puede citarse un notable paralelo de algunos de los contextos precedentes con los Hechos 2:3-4, donde el Espíritu se aparece a los Apóstoles en la forma de «lenguas de fuego partidas y se posó sobre cada uno de ellos. Y ellos… comenzaron a hablar con otras lenguas, según el Espíritu les daba a expresar». METAFÍSICA: Lîlâ

La concepción de un Fuego transcendente y universal, del que nuestros fuegos son solo pálidos reflejos, sobrevive en las palabras «empíreo» y «éter»; esta última palabra deriva de aitho, «encender» (sánscrito indh) e, incidentalmente, no carece de interés que «el tigre incandescente» de Blake recuerda el aithones theres de los griegos, que se referían así al caballo, al león y al águila; el Rig Veda (II.34.5) habla de «vacas flamígeras (indhanvan = aithon)». Para Esquilo, Zeus estin aither (Fr. 65A; cf. Virgilio, Geórgicas II.325); en el Antiguo Testamento (Deuteronomio 4:24) y para San Pablo (Hebreos 12:29), Noster Deus ignis (pur) consumens est; y la epifanía del Espíritu es como «lenguas de fuego» (Hechos 2:3, 4). Agni (ignis, Fuego) es uno de los principales y quizás el primero de los nombres de Dios en el Rig Veda. Indra es «metafísicamente Indha» (aithon), un «Encendedor», pues «enciende» (inddha) los Soplos o Spiraciones (prânâh, Shatapatha Brâhmana VI.1.1.2). El Cisne solar (hamsa), «viendo al cual uno ve el Todo», es un «Fuego deslumbrante» (tejas-endham, Maitri Upanishad VI.35), y de él se habla como «flamígero» (lelâyati, Brhadâranyaka Upanishad IV.3.7), igual que las lenguas de Agni (lalâyamânâh en Mundaka Upanishad I.2.4). El Buddha, que puede considerarse como un tipo humanizado de Agni o Indrâgnî, es «un maestro consumado del elemento de fuego» (tejo-dhâtum-kusalo,Vinaya-Pítaka I.25) que puede asumir a voluntad, y es representado iconográficamente no solo como un Árbol sino también como un Pilar de Fuego. El Maestro ECKHART puede hablar también del «cielo inmutable, llamado fuego o el empíreo» y decir que el néctar (die züezekeit = ambrosía, amrta, «miel», «agua de la vida») está negado a todos aquellos que no alcanzan «esa ígnea inteligencia celestial». METAFÍSICA: MEDIDAS DE FUEGO

Pasajes familiares, a menudo desechados como «tardíos», incluyen Rig Veda Samhitâ I.164.46: «Los sacerdotes llaman de muchas maneras diferentes (bahudhâ vadanti) a Eso que es solo Uno; Le llaman Agni, Yama, Mâtarisvân: Le llaman Indra, Mitra, Varuna, Agni, a quien es el águila celestial (suparna) Garutmân»; Rig Veda Samhitâ X.114.5, «Los formadores extáticos (viprâh kavayah) Le conciben de muchas maneras (bahidhâ kalpayanti), al águila que es Uno»; y X.90.11, donde, después de que los Primeros Sacrificadores han dividido (vyadadhuh) a la Persona, se hace esta pregunta a la manera brahmodaya, «¿Cuán múltiple Le pensaron? (katidhâ vyakalpayan)». Es precisamente este objetivo (artham) de que se le haga morar en muchas sedes (bahudhâ nivishta) lo que Agni teme, mientras se demora en la obscuridad (tamasi ksheshi, X.51.4-5), de suerte que, de hecho, aunque Él procede, no obstante, Él se queda dentro (anu agram carati ksheti budhnah, III.55.7 = krshre budhne, IV.17.14 = vrshabhasya nîle, IV.1.12). Como lo expresa el Maestro ECKHART, «el Hijo permanece dentro como esencia y procede como persona… la naturaleza divina se manifiesta en una relación de otreidad, otro pero no otro, pues esta distinción es racional, no real». «A los Formadores Él se manifiesta como el Sol de los hombres» (âvir… abhavat suryo nrn, Rig Veda Samhitâ I.146.4). Cf. Plotino, V.8.9, «El que es el único Dios… ¿qué lugar puede nombrarse al que Él no alcance?». METAFÍSICA: EL «MONOTEÍSMO» VÉDICO

A los pasajes precedentes, en los que se consideran los efectos diversificados de lo que realmente es una operación única, puede agregarse Rig Veda Samhitâ VI.47.18, «Él es la contraforma de cada forma, es esa forma de Él lo que debemos contemplar; Indra, por virtud de Sus poderes mágicos, procede como multiforme» (rupam rupam pratirupam babhuva tad asya rupam cakshanâya, indro mâyâbhih pururupa Îyatê), un pasaje en estrecha correspondencia con «la forma única que es la forma de muchas cosas diferentes» del Maestro ECKHART, palabras que resumen la doctrina del ejemplarismo escolástico. Y mientras que en X.5.1 solo Agni es rtupati, en Rig Veda Samhitâ VI.9.5, «Los Múltiples Dioses, con una mente común y una voluntad común, se mueven sin fallo en la estación única» (ekam rtum, cf. êka rtu en Atharva Veda Samhitâ VIII.9.26, citado arriba), lo cual corresponde estrechamente a Summa Theologica III.32, 1 ad 3, donde lo que se hace por una de las Personas de la Trinidad se dice que se hace por todas, «debido a que hay una única naturaleza y una única voluntad». METAFÍSICA: EL «MONOTEÍSMO» VÉDICO

Tomado en sí mismo y por sí mismo, este Primer Espirante, sin composición (advaita) y en reposo (sayâna), es el «principio vivo conjunto» de Santo Tomás (Summa Theologica I.27.2C), la unidad de los «padres cohabitantes» (sakshitâ ubhâ… mâtarâ, Rig Veda Samhitâ I.140.3, parikshitâ pitarâ, III.7.1, etc.), a quienes se nombra innumerablemente, pero típicamente «Intelecto» (manas) y «Palabra» (vâc), cuya conjunción efectúa lo que el Maestro ECKHART llama «el acto de fecundación latente en la eternidad». Pero esta unidad ininteligible del Padre (-Madre) pertenece enteramente a la obscuridad del «nido común» o «matrix» en donde todas las cosas son de una y la misma mismidad (yatra visvam bhuvaty ekanîdam, Nârâyana Upanishad 3, cf. Rig Veda Samhitâ IV.10.1 khila, y Vâjasaneyi Samhitâ XXXII.8; sarve asmin devâ ekavrto bhavanti, Atharva Veda Samhitâ XIII.4.20). METAFÍSICA: EL EJEMPLARISMO VÉDICO

El Hijo o el Sol es así la «forma única que es la forma de cosas muy diferentes» (Maestro ECKHART, que resume en estas palabras toda la doctrina) todas las cuales son en su semejanza, como él es en la de ellas – pero con esta importantísima distinción, necesitada por la innumerabilidad del centro único, de que mientras que la semejanza en la cosa depende del arquetipo, este último no depende en modo alguno de la cosa, sino que es lógicamente antecedente: «Él, el modelo de todo lo que es, preexistente, conoce todas las generaciones (satahsatah pratimânam purobhur visvâ veda janimâ), Él hiere al Dragón; brillando (o «sonando») (pra… arcan), desde el Cielo, nuestro Guía, como Camarada libra a sus camaradas de la maldición» (amuñcat nir avadyât, Rig Veda Samhitâ III.31.8; pratijuti-varpasah, III.60.1; ekam rupam bahudhâ yah karoti, Katha Upanishad V.12). Los términos «ejemplar» e «imagen», que implican estrictamente «modelo» y «copia», pueden usarse, sin embargo, equivocadamente, y por esta razón se hace una distinción entre el arquetipo como imago imaginans y la imitación como imago imaginata (San Buenaventura, I Sent., d.31, p.11, a.1, q.1, concl.). Nos encontramos con una ambigüedad correspondiente en sánscrito, donde la distinción debe hacerse según el contexto. Como imago imaginans, la deidad se llama «omniforme primordial» (agriyam visvarupam, Rig Veda Samhitâ I.13.10), «la semejanza de todas las cosas» (visvasya pratimânam, Rig Veda Samhitâ II.12.9; cf. III.31.8, citado arriba), «la omniforme semejanza de un millar» (sahasrasya pratimâm visvarupam, Vâjasaneyi Samhitâ XIII.41), «la contraparte de la Tierra» (pratimânam prthivyâh, Rig Veda Samhitâ I.52.13), «para cada figura Él ha sido la forma (rupam rupam pratirupo babhuva), de manera que es su semejanza (de Él) lo que debemos contemplar (tad asya rupam praticakshanâya), pues es por Sus poderes mágicos (mâyâbhih) como Él procede en una pluralidad de aspectos» (pururupa îyate, Rig Veda Samhitâ VI.47.18). Si se preguntara, «¿Cuál fue el modelo, cuál el punto de partida?» (kâ… pratimâ nidânam kim, Rig Veda Samhitâ X.130.3), la respuesta es, la víctima sacrificial; pues esta imagen y esta semejanza por la que el Padre procede es el sacrificio -«al darse a los Ángeles, expresó una semejanza de sí mismo, a saber, el sacrificio, de donde uno dice, “Prajâpati es el Sacrificio”» (âtmanah pratimânam asrjata, yad yajñâm, tasmâd âhuh prajâpatir yajñah, Shatapatha Brâhmana XI.1.8.3), cf. «Manu es el sacrificio, el modelo (pramitih), nuestro Sire», Rig Veda Samhitâ X.100.5; donde la relación del uno y los muchos está implicada nuevamente, pues el Padre permanece impasible, aunque sacrificialmente divisible en una semejanza consubstancial (la del «Año», ídem XI.1.16.13). Pero mientras que en estos pasajes no puede haber ninguna duda de la anterioridad del modelo (pratimâna, pratimâ, pratirupa), pratirupa en Kaushitaki Upanishad, citado arriba, es, no menos ciertamente, imago imaginata; y aunque Él es el modelo de todas las cosas, ninguna de ellas puede llamarse Su semejante, «No hay ninguna semejanza (pratimânam) de él entre los nacidos o por nacer» (Rig Veda Samhitâ IV.18.4.12; cf. Brhadâranyaka Upanishad IV.1.6). METAFÍSICA: EL EJEMPLARISMO VÉDICO

En Kaushitakî Upanishad IV.2, «El macrocosmos en el Sol, la semejanza en el espejo» (âdítye mahat… âdarse pratirupah), pratirupa es evidentemente imago imaginata. De hecho, es como una reflexión o proyección y, como veremos expresivamente (srjyamâna), como las razones o ideas eternas (nâmâní) están representadas en sus aspectos contingentes (rupani); una formulación que implica la doctrina tradicional de la correspondencia del macrocosmos y el microcosmos, según se enuncia por ejemplo en Aitareya Brâhmana VIII.2, «Aquel mundo es en la semejanza de (anurupa) este mundo, este mundo en la semejanza de aquél», una condición que se exhibe claramente en nuestro diagrama por la correspondencia de círculo con círculo, punto por punto. De qué manera son causales las ideas con respecto a todos sus aspectos contingentes será patente cuando recordemos que la consciencia central se considera siempre como una Luz o un Sonido, del cual, las formas contingentes sobre cualquier circunferencia, son proyecciones, reflexiones, expresiones o sonoridades arrojadas, por así decir, sobre el muro de la caverna de Platón, o sobre la pantalla de un cine, con la sola diferencia de que el modelo o película, que corresponde a la «forma» o «idea» de la imagen efectivamente vista, no está meramente cerca de la fuente de la luz, sino que es intrínseco a la luz misma, de modo que encontramos, por una parte, expresiones tales como «luz formal» (Ulrich of Strassburg) y «luz porta-imagen» (Maestro ECKHART), y por otras expresiones tales como Vâjasaneyi Samhitâ V.35, «Tú eres la luz omniforme» (jyotir asi visvarupam). «Él presta su luz a las otras luces» (adadhâj jyotishu jyotir antah, Rig Veda Samhitâ X.54.6), «Tú, Agnîshomau, constituyes la única luz de muchos»; y en la construcción del altar del fuego, el ladrillo sentado «por la progenie» y que representa a Agni se llama la «luz múltiple» (visvajyotis, Shatapatha Brâhmana VIII.4.2.25-26). METAFÍSICA: EL EJEMPLARISMO VÉDICO

Aquí surge un problema sutil. ¿Pues qué se entiende por la aserción de que «El Espirante es interminable, omniforme, y sin embargo no hacedor de nada» (anantas câtmâ visvarupo hy akartâ, Shvetâsvatara Upanishad I.9), o, como lo expresa el Maestro ECKHART, con la aparente contradicción de las afirmaciones de que «Él trabaja sin querer» y «allí ningún trabajo se hace». En vista de esto, de que todos los poderes personales pueden describirse como alcanzando a todas las cosas (visvaminva, Rig Veda Samhitâ passim, cf. II.5.2, donde Agni visvam invatí), ¿qué se entiende por la aserción, «En la espalda de aquel cielo, lo que cantan es una palabra omnisciente que no compele a nada» (mantrayante divo amushya prshthe visvavidam vâcam avisvaminvam, Rig Veda Samhitâ I.164.10, cf. 45), y por qué el carro del sol, aunque por naturaleza dirigido a todas partes (vishuvrtam), se describe también como no teniendo efecto sobre nada (avisvaminvam, Rig Veda Samhitâ II.40.3)? Estas preguntas tienen un peso importante sobre los problemas del destino y el libre albedrío. Como sigue: la procesión centrífuga de las potencialidades individuales depende esencialmente de la unidad central; su devenir, vida o espiración depende enteramente del ser y espiración del Espirante Primordial, en el sentido de que la existencia misma de los radios o rayos individuales deviene inconcebible si nosotros abstraemos el punto luminoso central; y esta dependencia se afirma constantemente, por ejemplo, en la designación de Agni como «omnisustentador» (visvambhara). METAFÍSICA: EL EJEMPLARISMO VÉDICO

Que nosotros hacemos lo que debemos, es una cuestión de necesidad contingente (necessítas coactionis), enteramente distinta de la necesidad infalible (necessítas infallíbílítatís) con la que El que actúa «voluntariamente, pero no desde la voluntad» (Maestro ECKHART), «hace lo que debe ser hecho» (cakrih… yat karishyam, Rig Veda Samhitâ VII.20.1, cf. I.165.9 y VI.9.3), a saber, «esas cosas que Dios debe querer por necesidad» (Summa Theologica I.45.2c); el individuo, entonces, sólo está liberado (mukta) en la medida en que la voluntad privada a la que está sometido consiente a la Suya, que quiere todas las cosas igualmente, una condición implícita en Rig Veda Samhitâ V.46.1, la condición de quien «tiene lo que quiere, aquel para quien el Espíritu, que no quiere, es su querer» (âpta-kâmam âtma-kâmam akâmam, Brhadâranyaka Upanishad IV.3.21); como lo expresa Boecio, «Cuanto más cerca está una cosa de la Mente Primera, tanto menos implicada está en la cadena del fatum (destino)». Se debe a que estas consideraciones apenas pueden hacerse inteligibles sin hacer referencia al concepto de la relación del uno y los muchos, propio del Ejemplarismo, por lo que hemos considerado oportuno hacer referencia al tema en la presente conexión. METAFÍSICA: EL EJEMPLARISMO VÉDICO

De todos los pasajes precedentes es evidente que, como en la tradición escolástica y neoplatónica, y también en la tradición védica, es una luz formal la que es la causa del ser y el devenir de todas las cosas (como «luz», la causa de su ser, como «formal» la causa de su devenir); y que la radiación efusiva de esta luz primordial parece ser una expresión o emanación efectiva (srshti) y una moción local (caranam, gati), aun cuando, realmente, este Agni, si bien «Él procede, siempre permanece en su terreno» (anvagram carati ksheti budhnah, Rig Veda Samhitâ III.55.7), «Aún permaneciendo en el Germen, Él nace repetidamente» (Rig Veda Samhitâ VIII.43.9); cf. Plotino (IV.3.13) «morando intacto arriba, aunque procediendo hacia abajo», y el Maestro ECKHART, «El Hijo permanece dentro como Esencia y sale fuera como Persona… otro, pero no otro, pues esta distinción es lógica (sánscrito vikalpam), pero no real (sánscrito satyam)». METAFÍSICA: EL EJEMPLARISMO VÉDICO

El brillo del Sol Supernal es, entonces, tanto una «pronunciación» como una «radiación»; él, ciertamente, «habla» (mitro… bhruvânah, Rig Veda Samhitâ III.59.1; VII.36.2; I.92.6), y lo que tiene que decir es «ese nombre grande y oculto (nâma guhyam) de múltiple efecto (purusprk), con el que tú produces todo lo que ha venido a ser o devendrá» (Rig Veda Samhitâ X.55.2) («El Padre se habló a sí mismo y a todas las criaturas en la Palabra, a todas las criaturas en el Hijo», Maestro ECKHART). El nombre o la forma de la cosa es así antes – es decir, antes en jerarquía más bien que en el tiempo – que la cosa misma, y es su razón de ser, ya sea como modelo o ya sea como nombre; y, por consiguiente, es como una expresión (srshti) o pronunciación (vyâhrti) como la cosa misma es manifestada o evocada; «en el comienzo este universo era no pronunciado» (avyâhrti, Maitri Upanishad VI.6). METAFÍSICA: EL EJEMPLARISMO VÉDICO

Por otra parte, no debe olvidarse que la individuación e identificación son limitaciones específicas que implican la posesión de un solo conjunto de posibilidades particulares a exclusión de todas las demás. «El Habla (vâc) es la cuerda, y los nombres (nâmâní) los nudos con los que todas las cosas están atadas» (Aitareya Âranyaka II.1.6). Así pues, la liberación (mukti), en tanto que distinguida de la salvación, es otra cosa que un perpetuo e ideal ser siempre uno-mismo y, por así decir, una parte de la imagen del mundo; la liberación, en el sentido más pleno de la palabra, es una liberación no meramente del devenir fenómenico, sino de toda determinación noumenal cualquiera que sea. El ciclo, que para el Viajero debe comenzar con la audición o el encuentro de un nombre, para el Comprehensor debe acabar en el silencio, donde ningún nombre se pronuncia, ningún nombre se nombra y ningún nombre se recuerda. Allí, el conocimiento-de, que implicaría división, se pierde en la coincidencia de conocedor y conocido, «como un hombre estrechado en el abrazo de una querida esposa no sabe nada de un adentro o de un afuera» (Brhadâranyaka Upanishad IV.3.21); Allí, «nadie tiene conocimiento de cada uno que entra, de que es fulano o mengano» (Rumî); allí se responde a la súplica del alma, «Señor, mi dicha está en que tú nunca ME recuerdes» (Maestro ECKHART). Si lo que es manifestable de la Identidad Suprema aparece a nosotros para ser contrastado en la variedad, e individualizado, la doctrina del Ejemplarismo, que cubre a las formas Orientales y Occidentales de una tradición común, exhibe la relación entre esta aparente multiplicidad y la unidad de la cual depende, y aparte de la cual su ser sería una pura no-entidad; y, además, en tanto que el fin último debe ser el mismo que el primer comienzo, queda así señalada la vía que conduce nuevamente de la multiplicidad a la unidad, de la semejanza a la realidad. Como en Aitareya Âranyaka II.3.8.3, 4, «Los Hacedores, dejando a un lado el Sí y el No, lo que es “llano” y lo que está velado en el habla, han encontrado su gesta. Ellos, que estaban tenidos en esclavitud por los nombres, están beatificados ahora en eso que se reveló; ellos se regocijan ahora en lo que había sido revelado por el nombre, en eso en lo cual la hueste de los Ángeles viene a ser uno; apartando todo mal con este poder espiritual, el Comprehensor alcanza el Paraíso». METAFÍSICA: EL EJEMPLARISMO VÉDICO

El problema lo sugiere directamente la doctrina del nacimiento doble, temporal y eterno, del Hijo de Dios. Recordemos que es imposible considerar éstos como si hubieran sido dos acontecimientos diferentes en la vida divina, la cual es intrínsecamente inaconteciente. Ciertamente, como dice Santo Tomás mismo, «Por parte del hijo no hay sino una única filiación en realidad, aunque haya dos en aspecto» (Summa Theologica III.35.5 ad 3). Todo esto sugiere que debe haber habido tanto una Madonna eterna como una Madonna temporal. Y eso es claramente lo que implica el Maestro ECKHART: «Su nacimiento en la María espiritual fue para Dios más gozoso que su natividad de ella en la carne» (ed. Evans, I, 418). Si Santo Tomás dice que «la filiación eterna no depende de una Madre temporal» (Summa Theologica III.35.5 ad 2), ¿no estamos nosotros autorizados a agregar, «sino de una Madre eterna»? ¿Quién es entonces la «María espiritual» del Maestro ECKHART sino «esa Naturaleza divina por la cual el Padre engendra» (Summa Theologica I.45.5.6), Natura naturans, Creatrix? METAFÍSICA: LA DOCTRINA TÁNTRICA DE LA BIUNIDAD DIVINA

Por ejemplo, en conexión con la doctrina ortodoxa de los dos nacimientos de Cristo, el eterno y el temporal, encontramos dicho que «por parte del hijo hay una única filiación en realidad, aunque hay dos en aspecto» (Summa Theologica III.35.5 ad 3); cf. «Su nacimiento en María espiritual fue para Dios más gozoso que su natividad de ella en la carne» (Maestro ECKHART, ed. Evans, I, 418). Y puesto que la filiación de Cristo es en cualquier caso una «operación vital de un principio conjunto (a principio conjunctivo)», y la «filiación eterna no depende de una madre temporal» (Summa Theologica I.27.2C y III.35.5 ad 2), se sigue que Cristo es maternizado en la eternidad no menos que en el tiempo; y que, evidentemente la madre en la eternidad, la «María espiritual» del Maestro ECKHART, es «esa naturaleza divina con la que engendra el Padre» (Summa Theologica I.41.5C), «Es decir, esa naturaleza que creó todas las otras» (San Agustín, De trinítate XIV.9) -Natura naturans, Creatrix universalis, Deus, puesto que esencia y naturaleza son uno en Él, en la Identidad Suprema, que es la unidad de los principios conjuntos. Finalmente, puesto que la vida divina es inaconteciente, no hay, evidentemente, sino un único acto de generación, aunque hay «dos en aspecto, correspondientes a las dos relaciones en los padres, cuando se consideran con el intelecto» (Summa Theologica III.35.5 ad 3). Es, entonces, doctrina cristiana latina que hay una única generación, pero dos madres distinguibles lógicamente. El equivalente exacto de esto, en el menor número de palabras posible, aparece en el Gopatha Brâhmana I.33, «dos matrices, un único acto de generación (dve yonî ekam mithunam)». Este breve texto resume, por una parte, la doctrina védica familiar de la bimaternización de Agni, que es dvimâtâ – como, por ejemplo, en Rig Veda Samhitâ III.2.2 y 11, «Él devino el hijo de dos madres… fue encendido en matrices diferentes», y Rig Veda Samhitâ I.113.1-3, donde la Noche, «cuando ha concebido el encendido del Sol, cede la matriz a (su hermana) la Aurora»- y, por otra, el dogma derivado de la maternidad dual (o alternativamente maternidad y maternidad de leche) por la que el Avatar eterno se manifiesta en el vaishnavismo, el budismo y el jainismo, donde, por una formulación algo materializada, el niño divino es transferido efectivamente de la matriz del poder espiritual a la del poder temporal, representados respectivamente por las reinas Devânandâ y Tisalâ. METAFÍSICA: DOS PASAJES EN EL «PARADISO» DE DANTE?

En Aitareya Brâhmana III.43, el modelo del Sacrificio, cumplido en imitación de lo que se hizo en el comienzo, se describe como «sin comienzo ni fin… Eso que es su comienzo es también su fin, eso que es su fin es también su comienzo, ellos no discriminan qué es anterior y qué es posterior», con lo cual puede compararse Boecio, De consolatione philosophiae I, prosa 6, «¿es posible que tú que conoces el comienzo de todas las cosas no conozcas también su fin?»; Summa Theologica I.103.2c, «el fin de una cosa corresponde a su comienzo»; Maestro ECKHART (ed. Evans, I.224), «el primer comienzo es a causa del fin último»; y Dante, Paradiso XXIX.20, 30, né prima né poscia… sanza distinzione in esordire. METAFÍSICA: DOS PASAJES EN EL «PARADISO» DE DANTE?

En la versión de P. H. Wicksteed: «Así ennegrecida en el primer aspecto la piel blanca de la bella hija del que trae la mañana y deja el anochecer». Señalamos primero el paralelo en Maestro ECKHART, ed. Evans I, 292: «El alma, en ardiente persecución de Dios, deviene absorbida en Él… de la misma manera que el sol tragará y extinguirá a la aurora»; (e ídem, p. 365: «Reconciliada con su Creador, el alma ha perdido su nombre, pues ella misma no existe; Dios la ha absorbido dentro de Él, de la misma manera que la luz del sol traga a la Aurora hasta que ella desaparece»). Este texto de Paradiso ha sido llamado «un pasaje difícil y discutido», aunque, en todo caso, es admitidamente el Sol quien, en el verso 138, «trae la mañana y deja el anochecer». Las palabras del Maestro ECKHART indican ya que la «hija» debe ser la Aurora. Es cierto que en la mitología clásica, la Aurora es más bien la hermana que la hija del Sol, pero es justamente aquí donde será de ayuda la tradición védica. Pues, aunque allí la Aurora es a veces la hermana del Sol o del Fuego (Rig Veda Samhitâ VI.55.5 y X.3.3), no obstante, ella es típica y constantemente tanto la hija, como la esposa del Sol, a quien se llama su «raptor» (jâra). Ciertamente, desde el punto de vista hindú, ella es la misma que la «virgen madre, hija de tu hijo» de Dante (Paradiso XXXIII.1); la Madre de Dios, la Madre de Cristo, por quien «todas las cosas fueron hechas» (San Juan 1:3), «pues por Él fueron creadas todas las cosas», (Colosenses 1:16), y, como tal, ella es la Madre de todas las cosas, una con Eva en el mismo sentido en que Cristo es uno con Adán. Precisamente en tanto que la Magna Mater, die eine Madonna (Jeremías), Ushas, la Aurora, conocida de otro modo como Suryâ (la «diosa» Sol, en tanto que se distingue de Surya, el «dios» Sol), deviene la esposa del Sol, en el Liebesgeschichte des Himmels sin fin (E. Sieke). Las referencias védicas a estos acontecimientos, y especialmente a la destrucción de la Aurora por su amante, el Sol, que va detrás de ella en ardiente persecución (la inversa de la formulación de ECKHART citada arriba), son innumerables. En el famoso himno de Rig Veda Samhitâ X.189, empleado comúnmente como una oratio secreta, es la Reina Serpiente (otro de los nombres de la Aurora y Madre Tierra), «Quien se mueve dentro de las esferas luminosas, Ella, como su Voz (vâc, fem.), se da al Sol-Alado; cuando Él suspira, entonces Ella expira (‘asya prânât apânatî)». METAFÍSICA: DOS PASAJES EN EL «PARADISO» DE DANTE?

Hemos presentado la tradición referente a la Aurora con algún detalle para recordar al lector cuán peligroso es, en conexión con escritores de este calibre, y con preocupaciones tales como las de Dante y el Maestro ECKHART, que no son escritores de bellas letras, aunque cada uno sea el «padre» de un lenguaje, atribuir a la invención o a la pericia poética individual lo que son realmente fórmulas y símbolos técnicos con connotaciones conocidas. Como mínimo, nuestras citas védicas bastan para dar un significado consistente a las palabras de Dante y el Maestro ECKHART. Ambos son conscientes siempre de mucho más de lo que dicen; como Dante mismo advierte al lector, «mirate la dottrina, che s’asconde sotto il velame degli versi strani» (Inferno IX.61). También debe recordarse que la ilustración de la doctrina cristiana, por medio de símbolos paganos, no solo era completamente legítima desde el punto de vista medieval, sino que persistió en la práctica permitida hasta tiempos comparativamente modernos, de lo cual puede citarse un ejemplo en la obra de Calderón. No es irrazonable suponer, entonces, que ambos, tanto el Maestro ECKHART como Dante, estuvieran familiarizados con doctrinas tradicionales – quizás iniciatorias y transmitidas solo oralmente, o quizás solo todavía no rastreadas en los documentos existentes – tales como han sido citadas arriba a propósito de il somma sol y de bella figlia. METAFÍSICA: DOS PASAJES EN EL «PARADISO» DE DANTE?

Solo queda agregar lo que está ya implícito en las palabras «construida por (medio de la) especulación» (dhiyâ krtam, citado arriba, puesto que dhî en el Sánscrito védico, usado como sinónimo de dhyâna, es = contemplatio), a saber, que el encendido de Agni en sus nidos de más abajo, donde, hasta que es encendido, Él está meramente latente – en otras palabras, la traída de Dios al nacimiento, que, en otro caso, permanece inconocido – aunque se efectúa solo simbólicamente en el ritual del Sacrificio o de la Misa, se efectúa realmente por «el que lo comprende (ya evam vidvân)», el Comprehensor de ello (evamvit), el Gnóstico (jñânin), «en el espacio vacío del corazón (hrdayâkâse)», «en la cámara desnuda del hombre interior (antar-bhutasya khe)»; es una obscuridad interior la que se ilumina. «Ningún hombre, por obras o sacrificios, alcanza a Quien vive siempre» (Rig Veda Samhitâ VIII.70.3), sino solo aquellos en quienes se ha efectuado la última muerte del alma y que, cuando están ante las puertas del cielo, y frente a la pregunta «¿Quién eres tú?», están cualificados para responder, no con un nombre personal o apellido, sino con las palabras, «Este quien que yo soy es la Luz, Tú mismo» – solo a estos se les da la bienvenida con la bendición, «Quien tú eres, eso soy Yo, y Quien Yo soy, Eso eres tú; entra» (Jaiminîya Upanishad Brâhmana III.14), puesto que entonces no queda nada del individuo, ni como «nombre» ni como «semejanza» (nâma-rûpa), sino solo esa Espiración (âtman) que parecía enteramente como que hubiera estado determinada y participada, pero que, de hecho, es impartible. El así liberado, entrando a través del medio del SolYo soy la Vía… ningún hombre viene al Padre, sino por Mí», San Juan 14:6; «Solo conociendo-Le pasa uno la muerte, no hay ninguna otra Vía para ir allí», Vâjasaneyi Samhitâ XXXI.18), «la puerta a través de la cual todas las cosas retornan perfectamente libres a su felicidad suprema» (ECKHART, ed. Evans, I, 400), deviene un «Movedor a voluntad» (kâmacârín), cuya voluntad, ciertamente, no es ya suya propia, sino que está confundida con la de Dios. «Esa es su forma propia, que tiene su voluntad; el Espíritu es su voluntad (de él), y él no tiene voluntad, ni ningún deseo» (Brhadâranyaka Upanishad IV.3.21); «él sube y baja (arriba y abajo de) estos mundos, comiendo lo que quiere, y asumiendo la semejanza que quiere» (Taittirîya Upanishad III.10.5); de la misma manera que en San Juan 10:9, «Yo soy la puerta: si un hombre entra por Mí, será salvado, y entrará y saldrá, y encontrará pradera», y más explícitamente aún en la Pistis Sophia. METAFÍSICA: DOS PASAJES EN EL «PARADISO» DE DANTE?

Todas las cosas, en su variedad, son producidas así por una providencia divina: «Varuna conoce todas las cosas especulativamente» (visvam sa veda varuno yathâ dhiyâ, Rig Veda Samhitâ X.11.1). De manera que las siguientes palabras del Rig Veda, «Omni-hacedor, supernal veedor-en-una-única-mirada (samdrk), de quien ellos hablan como el “Uno más allá de los Siete Profetas”, que es el solo y único Denominador de los Ángeles (yo devânâm nâmadhâ eka eva), a Él todas las demás cosas se vuelven a por in-formación (samprasnam)», Rig Veda Samhitâ X.82.2-3 debe leerse en conexión con I.72.3, donde los Ángeles, con su servicio sacrificial, «obtuvieron sus nombres de culto, formaron sus cuerpos altamente-nacidos»; en otras palabras, ser nombrado, obtener un nombre, es nacer, estar vivo. Esta creación denominativa es un acto dual: por parte del Único Denominador, la pronunciación es tan única como Él mismo; por parte de los principios individuales, este único significado, que está preñado con todos los significados, es dividido verbalmente, pues «con sus palabras ellos concibieron múltiple a quien es solo Uno» (Rig Veda Samhitâ X.114.5). Y si bien una tal partición sacrificial es una contracción e identificación en la variedad, debe entenderse que ser nombrado, aunque es indispensable para el viaje, no es la meta: «El habla (vâc) es la cuerda, y los nombres son los nudos con los que están atadas todas las cosas» (Aitareya Âranyaka II.1.6). El fin es formalmente el mismo que el comienzo; es como uno «no alimentado ya por la forma o el aspecto (nâmarupâdvímuktah) como el Comprehensor alcanza a la Persona celestial más allá del más allá; conociendo al Brahman deviene el Brahman» (Mundaka Upanishad III.2.8-9). «Cuando estos ríos que corren llegan al mar, su nombre y aspecto se destruyen, y solo se habla del “mar”» (Prasna Upanishad VI.5). «El alma presa de divino descontento», como dice el Maestro ECKHART, «no puede reposar en nada que tenga nombre»; «Al sumergirse en la Divinidad, toda definición se pierde», y por esto dice también, «Señor, mi bienestar está en Tu eterno no-recuerdo de mí»; para todas estas expresiones podrían citarse innumerables paralelos de otras fuentes cristianas, así como sufîs e indias. METAFÍSICA: Nirukta = Hermeneia

akiriyavâda. De la misma manera que en el brahmanismo (por ejemplo, Taittirîya Brâhmana III.12.9.7-8; Jaiminîya Upanishad Brâhmana I.5.1-2; Chândogya Upanishad VIII.4.4; Brhadâranyaka Upanishad IV.4.23; Katha Upanishad II.14; Kaushitakî Upanishad I.4; Maitri Upanishad VI.18, 35; Bhagavad Gîtâ V.15; etc.) y en el cristianismo (I San Juan 3:9; II Corintios 3:17; Gálatas 5:18; Summa Theologica I-II.93.6 ad I y II-II.180.2), los valores éticos, en último análisis, han de ser rechazados y toda responsabilidad cesa, así también en el budismo pâli (Majjhima Nikâya I.135, 160; Majjhima Nikâya II.36-39; Dhammapada 39, 267, 412; Sutta-Nipâta 715, etc.); se sigue, ciertamente, como una cuestión de hecho, que cuando se depone para siempre todo el fardo del kamma (la operación de las causas mediatas, o «fatum»), los factores relativos de este fardo (lo que debía haberse hecho y no se hizo, y lo que no debía haberse hecho y se hizo) se desechan igualmente; este abandono de los valores éticos acompaña inevitablemente al abandono del «sí mismo» psicofísico (pâli appâtumo, pâpa attâ, anattâ), un abandono que se llama en el brahmanismo el «sacrificio de sí mismo» o la «conquista de sí mismo» (âtma-yajña, âtma-jaya), en el cristianismo la «anonadación de sí mismo» («el alma debe entregarse a la muerte» del Maestro ECKHART, «el odio a la propia alma» de Cristo, y «la división entre alma y espíritu» de San Pablo), y en el budismo la «conquista de sí mismo» (atta-jaya), la «doma de sí mismo» (atta-damatha), el «apaciguamiento de sí mismo» (atta-samatha), la «extinción de sí mismo» (atta-parinibbâpana), o más explícita y técnicamente la obtención de la «estación de no ser alguien» (akimcaññâyatana). METAFÍSICA: ALGUNAS PALABRAS PÂLI

gadha (¿por gadha?). En Samyutta Nikâya V.41 se dice que los factores del Óctuple Sendero «se sumergen dentro de lo Sin Muerte (amato-ghada), tienen su más allá en lo Sin Muerte (amata-parâyana), tienen su fin último en lo Sin Muerte (amata-pariyosâna)». El Diccionario no tiene gadha (del sánscrito gâh, zambullirse o sumergirse), y trata amatogadha aquí y en otras partes como amat’ogadha, es decir, -avagadha. La metáfora está estrechamente emparentada a la de los ríos que llegan al Mar = Nibbâna (ver samudda): y corresponde a la palabra del Maestro ECKHART, «Sumérgete: esto es la sumersión» («en el mar sin fondo de la Divinidad»). La distinción entre una sumersión en las Aguas Superiores y una sumersión en las Aguas Inferiores es, por supuesto, bien conocida; esta última corresponde al naufragio en ruta en Samyutta Nikâya IV.179-180. METAFÍSICA: ALGUNAS PALABRAS PÂLI

nibbâyati, nibbâna. Es familiar que nibbâna = nirvâna implica la extinción de una llama. Nirvâna es literalmente «no-soplando», o más técnicamente, «despiración»: donde nibbutam = nirvatam corresponde así a avâtam en Rig Veda Samhitâ X.129.2, tad ekam ânîd avâtam, y esto es el equivalente exacto de la palabra del Maestro ECKHART, Dâ diu zwei apgründe in einer glicheit sweben gegeistet und engeistet («igualmente espirado, despirado»), dâ ist ein hohez wesen (ed. Pfeiffer, p. 517). El Diccionario, s.v. nibbâna, comienza, sin embargo, con la afirmación errónea de que nir-vâ significa «soplar», ignorando el valor regularmente privativo de nis. Así pues, en tanto que nibbâna depende de nirvâ, nibbâna implica una extinción o muerte por cesación de soplar, es decir, por cesación de respirar, y no una extinción por soplado, «proceso este que», como señala el Diccionario con pertinencia inconsciente a la historia de la idea, «tiende más bien a incitar el fuego que a extinguirle»: De hecho a Agni se le considera muy a menudo como «vivificado» (jutah) o «atizado» (mathitah) por el Viento (del Espíritu), Vâta, Vâyu, Mâtarisvan, con quien también puede identificarse, de acuerdo con el principio de que tanto Agni como Vâyu son «auto-encendidos» (Rig Veda Samhitâ I.12.6; Aitareya Brâhmana II.34). Además, las referencias más antiguas en el Diccionario son «al fuego que brota, en vez de al fuego que se apaga», para lo cual hay excelentes razones metafísicas además de las razones «éticas» a las que se refiere el Diccionario. La cuestión de un ser «apagado (de un soplido)» no surge, de hecho, en ningún tiempo en conexión con la historia de nirvâ. El Diccionario, s.v. nibbâpeti (causativo de nibbâyati), tiene, ciertamente, «enfriar por soplado» (esto repite el error señalado arriba) y cita Rig Veda Samhitâ X.16.13 nirvâpaya, dirigido a Agni, a quien se implora, efectivamente, que enfríe el terreno que ha quemado, la pira todavía humeante; pero aquí nirvâpaya (imperativo causativo) no es en modo alguno «enfría soplando», sino «cesa de respirar», o «cesa de soplar», y de esta manera él extingue sus propias llamas. «Enfriar», aunque no por un «soplado» (que no enfriaría, sino que más bien avivaría la llama) es entonces un sentido propio de nirvâ, causativo; y así aparece en Jâtaka III.157 sabbam nibbâpaye daram, «enfría toda mi fiebre», y sobrevive en Brajabuli, por ejemplo, nâ nibhây hiyâra âguni, «Él no puede apagar la llama en mi corazón» (S. Sen, History of Brajabuli Literature, Calcuta, 1935, p. 406). No puedo creer que nibbâyati o nibbâna tenga nada que ver con la raíz (vr) que significa «cubrir»; por ejemplo Jâtaka VI.196 jâla… nibbâyati es simplemente «el fuego cesa de tirar», y así «se apaga». METAFÍSICA: ALGUNAS PALABRAS PÂLI

Finalmente, los precedentes textos, en los que samudda = nibbâna, e incluso el texto más literal aún de Udâna 55, «De la misma manera que los ríos pierden sus antiguos nombres y nombres de clan (purimâni nâma-gottâní) cuando alcanzan el mar, y el todo se tiene sólo como “El Gran Mar”», corresponden exactamente a la palabra mejor conocida «De la misma manera que estos fluyentes ríos que tienden hacia el mar, cuando alcanzan el mar han llegado a casa, y su nombre y aspecto (nâma-rûpa) se deshacen, y solo se habla del “Mar” (samudram ití) (Prasna Upanishad VI.5, etc.), así como también a las imágenes casi idénticas empleadas por Dante, el Maestro ECKHART y Ruysbroeck. METAFÍSICA: ALGUNAS PALABRAS PÂLI

En lo que concierne a la voluntad, es sumamente importante una preparación intelectual – intellíge ut credas; y aquí volvemos a nuestra psicología. Toda la fuerza de esta ciencia se dirige hacia un análisis destructivo del engaño animista de que este hombre, Fulano, que habla de sí mismo como «yo», es una entidad. Esta situación en ninguna parte está mejor ni más brevemente expresada que en Plutarco cuando dice, «Nadie permanece una única persona, o es una única persona» (Moralia 392D). El argumento puede seguirse en la tradición europea desde Heráclito en adelante: nuestra «vida» es una sucesión de instantes de consciencia, cada uno diferente del anterior y del siguiente, y es enteramente ilógico decir de algo que jamás se detiene a ser, que ello «es»; una cosa solo puede ser, si ella nunca cambia (Banquete 207D, Fedón 78D sig., etc.). Nuestra existencia no es un ser, sino un devenir. La demostración sistemática es típicamente budista: se analiza la personalidad, generalmente como un compuesto de cuerpo, sensación, cognición, complejos y consciencia discriminante, y se muestra sucesivamente que cada uno de estos factores del supuesto «sí mismo» es inconstante, y que ni de uno ni de todos juntos puede decirse que «eso es mi Sí mismo». La psicología tradicional no está «en busca de un alma», sino que es una demostración de la irrealidad de todo lo que el «alma», el «sí mismo» y el «yo» significan ordinariamente. Ciertamente, nosotros no podemos conocer lo que nosotros somos, pero podemos devenir lo que nosotros somos sabiendo lo que nosotros no somos; pues lo que nosotros somos es el Dios inmanente, y él mismo no puede saber lo que él es, porque él no es un qué, ni jamás deviene alguien. Nuestro fin se habrá alcanzado cuando nosotros ya no somos alguien. Por supuesto, eso no debe confundirse con una aniquilación; el fin de todo devenir está en el ser, o más bien, en la fuente de ser, más rica que el ser. «La palabra “yo” (ego), no es propia para nadie sino solo para Dios en su mismidad» (Maestro ECKHART, ed. Pfeiffer, p. 261). La noción de un ego de «nosotros» es una infatuación u opinación (abhimâna, oiosis, oioma) basada en la experiencia sensitiva (Maitri Upanishad VI.10; Filón, ut infra); como hemos visto, no tiene ningún fundamento racional -«Nuestros sentidos, por ignorancia de la realidad, nos dicen falsamente que lo que parece ser, efectivamente es» (Plutarco, Moralia 392D). Y puesto que la noción de que «yo soy el hacedor» (ahamkâra, karto’ham ití) es a la vez la forma primaria de nuestra ignorancia y la causa de todo el sufrimiento sentido o infligido, todo el complejo de «yo y mío» (aham ca mama ca) y la noción de un «yo» que puede sobrevivir a la disolución del vehículo psicofísico, están bajo un constante ataque. Pensar que es nuestra propia mente la que trabaja es una «doctrina penetrada y traspasada»; nada es más vergonzoso que suponer que «yo pienso» o que «yo percibo» (Filón, Legum allegoriae I.47, II.68, III.33). Inferir de los accidentes de mi existencia que «yo soy» (upâdayâ asmi) es ridículo, debido a la inconstancia de toda experiencia (Samyutta Nikâya III.105). «Si no fuera por la prisión, ¿quién diría “yo soy yo”? «(Mathnawî I.2449); Heithe, o téchnon, kai su seauton diexelolytheis (Hermes, Lib. XIII.4). No puede haber ningún dolor más grande, que el hombre verdaderamente sabio pueda sentir, que reflexionar que «él» todavía es «alguien» (La Nube de Inconocimiento, cap. 44). METAFÍSICA: Sobre la Psicología Tradicional e India, o más bien Neumatología

Haber sentido este dolor (una cosa bien diferente de desear no haber nacido nunca, o de un pensamiento de suicidio) completa la preparación intelectual. El tiempo para la acción ha llegado. Una vez convencidos de que el Ego «no es mi Sí mismo», nosotros estaremos preparados para buscar nuestro Sí mismo, y para hacer los sacrificios que la gesta demanda. No podemos tratar aquí la operación en su aspecto ritual (excepto para enfatizar, de pasada, el valor del ritual), sino solo en su aplicación a la vida diaria, cada parte de la cual puede ser transformada y transubstanciada. Asumiendo que nosotros somos ahora «filósofos verdaderos», inevitablemente comenzaremos a hacer una práctica del morir. En otras palabras, mortificaremos nuestros gustos, «usando los poderes del alma, en nuestro hombre exterior, no más de lo que los cinco sentidos necesitan realmente» (Maestro ECKHART, ed. Pfeiffer, p. 488); deviniendo cada vez menos sentimentales («apegados»), y cada vez más divinamente descontentos; desapegándonos de una cosa tras otra. Alimentaremos los poderes sensitivos principalmente con aquellos alimentos que nutren el Hombre Interior; un proceso de «reducción» estrictamente análogo a la reducción de la obesidad carnal, puesto que en esta filosofía es precisamente el «peso» el que arrastra hacia abajo a nuestro Sí mismo, una noción que sobrevive en el uso de la palabra «grueso» («grosero») = sensual. Quien quiere s’eternar, transumanar, debe ser «de corazón ligero». METAFÍSICA: Sobre la Psicología Tradicional e India, o más bien Neumatología

Así pues, el verdadero asceta (samnyâsî), como las palabras asketes y su equivalente sánscrito sramana implican igualmente, es un «trabajador» pero, a diferencia del jornalero ignorante, un trabajador que «no se inquieta por el mañana» (San Mateo 6:34); «tu incumbencia es solo la acción (que sea correcta), no sus frutos» (Bhagavad Gîtâ II.47). Por consiguiente, la psicología tradicional, aunque es práctica, es cualquier cosa menos pragmática; el juicio no es de los fines, sino de los medios. Los resultados están más allá de nuestro control y por lo tanto no son responsabilidad nuestra. Sin embargo, al uso de los medios correctos sigue inevitablemente un resultado, que es el mejor y que es el propio perfeccionamiento del trabajador. El hombre se perfecciona a sí mismo por su devoción a sus tareas propias, determinadas por su naturaleza propia (Bhagavad Gîtâ XVIII.45, 47): y esto es también la Justicia, to eauton prattein, kata physin (Platón, República 433). Al mismo tiempo, «renunciando mentalmente a todas sus actividades, el Morador-del-cuerpo (el Hombre Interior) gobernante, reposa felizmente en la ciudad de nueve puertas del cuerpo, ni actuando ni compeliendo a la acción» (Bhagavad Gîtâ V.13). En otras palabras, «Debes saber que el trabajo del hombre exterior puede ser tal que el Hombre Interior permanezca siempre inafectado e inmovido» (Maestro ECKHART, ed. Pfeiffer, p. 489). METAFÍSICA: Sobre la Psicología Tradicional e India, o más bien Neumatología

En este punto será necesaria una disgresión, para hablar de las dos vías diferentes por las que se ha buscado un conocimiento de la naturaleza divina. Las Upanishads emplean estas dos vías, la via analogia (la técnica del simbolismo) y la via remotíonís (la técnica de la abstracción) precisamente de la misma manera que el cristianismo, que heredó los métodos positivo (kataphatiche) y negativo (apophatiche) del neoplatonismo a través de Pseudo Dionisio, que los empleó en el De divinis nominibus. El método positivo consiste en atribuir a Dios, de una manera superlativa y absoluta, todas las perfecciones y bellezas concebibles en las cosas existentes; en Él, estas perfecciones absolutas, aunque se distinguen lógicamente, se consideran como inexplicables, y como idénticas con Su esencia. Cada una de estas atribuciones constituye un «nombre esencial», de manera que tales nombres esenciales son tantos como las perfecciones que puedan enumerarse. Ejemplos de este método pueden citarse en la designación de Dios como Luz, Amor, Sabiduría, Ser, etc., y en el sac-cid-ânanda de los Brâhmanas. Por otra parte, el método negativo procede a la definición de la naturaleza divina por la vía de la abstracción y de la afirmación de la transcendencia con respecto a las antítesis. Desde este punto de vista, la comprensión más alta que podemos tener de Dios se expresa por una negación, en Él, de todos aquellos atributos cuya noción se deriva de cosas externas a Su unidad superesencial. Según este método, de Dios puede hablarse como No-Ser, Nada u Obscuridad; o, como en las Upanishads, por la famosa expresión netí, netí, «Ni, ni», o como Eso «de lo que, al no encontrar-Lo, las palabras, junto con el intelecto, retroceden» (Taittirîya Upanishad II.4), y «donde la más alta fantasía carece de poder» (Dante, Paradiso XXXIII.142). El Maestro ECKHART sigue este método cuando dice que «Nada verdadero puede decirse de Dios». Tales ejemplos podrían multiplicarse indefinidamente, procedentes de todo tipo de fuentes, cristianas, sufîs, hindúes, taoístas y otras. En la metafísica upanishádica, no menos que en la teología cristiana, «Es la vía negativa la que tiene la primacía sobre la otra, Dios no es un objeto. Él está más allá de todo lo que es, y, por consiguiente, más allá de lo cognoscible, puesto que el conocimiento tiene el ser por límite. Desde este punto de vista sobreeminente, Dios no está sólo por encima de las afirmaciones y de las negaciones contradictorias, sino que su naturaleza sobresubstancial está envuelta de tinieblas» (M. de Wulf, Histoire de la philosophie médiévale, 6a ed., París, 1934, p. 107). «Él no sabe lo que Él mismo es, debido a que Él no es una cosa… Por lo tanto, se dice que Dios es Esencia, pero más verdaderamente que Él no es Esencia» («Deus itaque nescit se quid est, quia non est quid. …Essentia ergo dicitur Deus, sed proprie essentia non est»), Erígena, De div. naturae, II.13 y I.14; o poniendo esto en términos indios, «El Brahman se llama âtman, pero más propiamente anâtmya». Estas reflexiones pueden prepararnos para considerar la naturaleza del Purusha en mayor detalle, según las formulaciones védicas y upanishádicas, que solo pueden parecer extrañas a aquellos que no están familiarizados con la metodología de la teología y de la metafísica universales. Ciertamente, el punto principal que hay que entender es que si Su naturaleza transciende todas las antítesis lógicas, Él no puede ser encontrado, como Él es en sí mismo, por el buscador que considera solo Su ser, es decir, Su «Faz» o Su «Luz», sino solo por el Comprehensor que ve también Su «Espalda» o Su «Obscuridad». Él, la Persona (purusha) omnipresente (vyâpaka) e incaracterizada (alinga), «con Cuyo nacimiento un hombre se libera y alcanza la eternidad (amrtatvam)», no es solo Amor y Vida, sino también Temor y Muerte. METAFÍSICA: Mahâ Purusha: «LA IDENTIDAD SUPREMA»

Cristo como tal, como una Persona, no es la meta final, sino más bien la Vía misma. Cristo es el Eje del Universo, el Agni «columnar (skambhah = stauros) en el nido de la vida próxima, de pie en Su terreno, en la separación de las vías» (pathâm visarge, Rig Veda Samhitâ X.5.6), el Sol (savitâ satyadharmendrah) en Quien todas las vías convergen (samare pathînam, Vâjasaneyi Samhitâ XII.66), y por el mismo motivo la Puerta del Mundo, la salida afuera del tiempo y la entrada adentro de la eternidad. «Yo soy la puerta, si un hombre entra por Mí, será salvado, y entrará y saldrá y encontrará pradera… Yo soy la Vía, la Verdad y la Vida: ningún hombre viene al Padre sino por Mí» (San Juan 10:9 y 14:6). Similarmente, en la tradición Védica, el Sol supernal, la «Verdad» (satyam), es el Portal del Universo y la única Abertura (Hendidura, loka-dvâra, divâs-chidra) del Cielo, como si fuera, por así decir, el «Cubo de la Rueda del Carro», (rathasya kha) pasando a través del cual (âdítyam samaye, «a través del medio del Sol») el Comprehensor (vidvân) se «libera completamente» (atimucyate) (Jaiminîya Upanishad Brâhmana I.3, 5, y III.33, Chândogya Upanishad VIII.6.5, Îsâvâsya Upanishad 15, 16, etc.). «No hay ningún atajo por una vía lateral aquí en el mundo» (Maitri Upanishad VI.30). La «Hendidura» o el «Cubo» está envuelto de Rayos de Luz (rasmibhis samchannam drsyate, Jaiminîya Upanishad Brâhmana I.3), que deben ser retirados antes de que el Orbe (mandala) pueda verse claramente (Îsâvâsya Upanishad 16 vyuha rasmîn, Jaiminîya Upanishad Brâhmana I.6 rasmîn… vyuhatî ; cf. Brhadâranyaka Upanishad V.5.2, donde es un pronóstico de muerte cuando «él ve ese orbe completamente limpio, cuando esos rayos ya no le alcanzan», suddham evaitam mandalam pasyati nainam ete rasmayah pratyâyayanti). Uno ve el «Disco de Oro» (hiranya patra, Îsâvâsya Upanishad XV), representado en el rito cósmico por un disco de oro (rukma), que es analógicamente el Sol (âdítya), la Verdad (satya), y que está provisto de veintiuna protuberancias periféricas; estas protuberancias representan los Rayos solares extendidos hacia los tres veces siete «mundos» (Shatapatha Brâhmana III, y passim). El Disco de Oro, el Orbe mismo, es un opérculo por el que la Boca o la Entrada (mukha, Îsâvâsya Upanishad 15, Jaiminîya Upanishad Brâhmana III.33.8, cf. Bhagavad Gîtâ XI.25, mukhâni, cf. anîka) se halla cubierta (apihitam). La Verdad Inteligible oculta así lo que Dios es en Sí mismo, «Lo Inmortal está velado por la Verdad»: aquí, lo Inmortal es la Espiración (prana = âtman), y la Verdad Inteligible es la Forma y el Aspecto (nâmarupa) en Él, en tanto que formas o ideas o razones eternas o «nombres ocultos» (nâmâní guhyâni), que, hablando ontológicamente, son las causas del ser de las cosas como ellas son en sí mismas. En esto no hay ninguna contradicción, puesto que el conocimiento de Dios, por el que Él «crea», no puede distinguirse de Su esencia; «Ello conoce sólo a Sí mismo, que “Yo soy Brahman”, con lo cual Ello deviene el Todo», Brhadâranyaka Upanishad I.4.9-10. Volvemos así al problema último de la «distinción en la identidad»; y parece que «las cosas como ellas son en Dios», en su «forma propia», que es también Su forma, son al mismo tiempo, «ellas mismas», capaces como tales de una manifestación distinta y de placeres específicos (Taittirîya Upanishad III.10.5, como San Juan 10:9, y en nuestro texto citado aquí); aunque esto no es ni una moción local ni una experiencia física, puesto que «Él envuelve ahí (sa tara paryêti) tomando su placer (ramamanah), sin consideración del apéndice corporal al que el soplo de la Vida (prâna) pueda estar uncido»; y «Cuando Él, el Espíritu, se propone presenciar esto o eso, el Intelecto (manas) es Su Ojo Divino, es con el Intelecto como Él reconoce y toma su placer en los afectos» (kâmân apasyan ramate, Chândogya Upanishad VIII.12, 3 y 5). «Para conocer a Dios como Él es, nosotros debemos estar absolutamente libres de conocimiento» (Maestro ECKHART, ed. Evans, I, 365), es decir, de todo «conocimiento-de» Él, de toda teodicea cualquiera que sea. Por consiguiente, el Comprehensor suplica, o más bien, siendo él mismo de una naturaleza idéntica con el Sol, pide al Sol que «recoja Su brillo» (samuha tejo), es decir, que lo contraiga en un punto central sin dimensión, «Para que yo pueda ver Tu forma más bella» (rupam kalyânatamam), y exclama triunfantemente, «El que es allí, aquella Persona en el Sol, Eso soy Yo», Îsâvâsya Upanishad 15, 16. METAFÍSICA: Aspectos Bhakta de la Doctrina del ÂTMAN

Lo que es más allá, adentro, es una «Obscuridad Divina» que ciega todas las facultades humanas por su exceso de luz, y que «oculta de todo conocimiento» (Dionisio, Epist. ad Caium monachum; cf. el védico guhâ nihitam, etc.), la «Obscuridad donde Dios era» de Éxodo 20:21, «La Ciudad (que) no tenía ninguna necesidad del Sol, ni de la Luna, que brillaran en ella» (Apocalipsis 21:23 sig.); «Allí el Sol no brilla» (Katha Upanishad V.15, Mundaka Upanishad II.2.10, etc.), «ni el Sol, ni la Luna, ni el Fuego» (Bhagavad Gîtâ XV.6). «Lo que el alma comprende en la luz, lo pierde en la obscuridad. Sin embargo, ella se inclina hacia la nube, considerando Su obscuridad (de Dios) mejor que su luz (del alma)» (Maestro ECKHART, ed. Evans I, 364). METAFÍSICA: Aspectos Bhakta de la Doctrina del ÂTMAN

El bhavâgra puede explicarse más plenamente. Hablando con amplitud, esta «Sumidad del Ser Contingente» corresponde al concepto cristiano del Cielo, donde hay una visión directa de Dios, pero no necesariamente una «unión mística». Pero, como lo expresa el Maestro ECKHART, «Como esto no es la sumidad de la unión divina, no es tampoco el lugar de morada del alma» (Ed. Evans I, 276), y esto está perfectamente de acuerdo con las palabras de Saddharma Pundarîka V.74, «Eso es un lugar de descanso (visrâma), no una involución» (nivrti) – es decir, no lo que el Maestro ECKHART entiende por la «Sumersión». METAFÍSICA: Aspectos Bhakta de la Doctrina del ÂTMAN

Mientras el pitryâna se manifiesta así en la sucesión de los manvantaras, el devayâna es una vía por donde el individuo se aleja cada vez más de la «tempestad del flujo del mundo» (Maestro ECKHART, ed. Evans, I, 192), puesto que aquellos que viajan en el navío del Conocimiento normalmente «no retornan nunca» (punar na avartante). La única excepción a esto es el caso de un avatara, cuyo retorno o descenso es ciertamente inevitable, como el de los Patriarcas, pero con esta diferencia, que en este caso la necesidad surge de un auto-compromiso puramente voluntario (como se muestra claramente en el caso de los Bodhisattvas, cuya aparición como un Buddha es una consecuencia del pranidhâna previo); y con esta distinción, que en tales casos el descenso no es tanto una incorporación efectiva o una sujeción desvalida a las condiciones humanas, como una manifestación (nirmâna) que no infringe el centrado de la consciencia en el estado del ser más alto desde el que tiene lugar la avatarana. En el caso de una avatarana del Señor Supremo, esta ha de considerarse como un acto inmediato de voluntad o de gracia; y aquí debe invocarse a fortiori la doctrina de nirmâna o la de la encarnación meramente parcial (amsa). METAFÍSICA: El Diluvio en la Tradición Hindú

Así pues, el significado de las palabras «Sócrates es viejo» dependerá en parte del universo de discurso en el que se dicen. Para el filósofo en cualquier sentido tradicional no significarán que Sócrates «es». Pues no es un descubrimiento nuevo del positivismo moderno que yo «es meramente un nombre para una serie de eventos atómicos»; esta es una doctrina tradicional, integral a la Philosofía Perennis, y de antigüedad desconocida. En palabras de Platón: «Aunque un hombre es llamado siempre “él mismo”, sin embargo, él no es nunca tal que retenga las mismas propiedades en “él mismo”; él está deviniendo siempre un hombre nuevo… no solo en su cuerpo sino en su alma, puesto que nada de su disposición moral (ta ethe), opiniones, deseos, placeres, dolores o temores permanece nunca lo mismo en un individuo (ekasto)… ni nosotros somos nunca los mismos respecto del contenido de nuestro conocimiento» (Banquete 207DE, 208A); y así, dice también, «pertenece naturalmente a todo lo que es compuesto (synthetos) sufrir una disolución correspondiente», y solo a un ser real e inmutable pertenece ser y permanecer siempre él mismo; de modo que las cosas que se nombran, tales como los hombres, el caballo o los vestidos, aunque nombrarlas parece implicar que ellas «son», ellas no son realmente esencias y nunca son las mismas; esto se aplica a todo lo que es perceptible por los sentidos, y solo de las substancias simples e invisibles puede decirse propiamente que ellas «son» (Fedón 78C-79A). Similarmente para Plutarco: «Nadie permanece una persona, ni es una persona… y si él no es la misma persona, no tiene ningún ser permanente, sino que su naturaleza misma cambia según una personalidad sucede en él a otra. Nuestros sentidos, por ignorancia de la realidad (to on, lo que “es”), nos dicen falsamente que lo que parece ser, es» (Moralia 392DE, cf. Filón, De cherubim 113 sig.). Y así «el alma presa de divino descontento no puede reposar su comprensión en nada que tenga nombre… Debemos tener símbolos (gelichnüsse)… (pero? nuestra comprensión de ellos es totalmente diferente de la cosa como ella es en sí misma y como ella es en Dios…. Yo siempre tengo ante mi comprensión esta pequeña palabra, quasi, “como”; los niños en la escuela la llaman un “adjetivo” (bîwort) (Maestro ECKHART, ed. Pfeiffer, PP. 552, 331-332, 271). De hecho, el lenguaje (por muy «científico» que sea), está esencialmente condicionado por «la filosofía del “Como si”»; y esto lo pasan por alto los fundamentalistas y una mayoría de científicos para quienes toda comunicación es solo de hechos literales, el «pan solo» de la conversación. METAFÍSICA: ¿«Sócrates Es Viejo» Implica que «Sócrates Es»?

En contextos igualmente indios, islámicos y cristianos nos encontramos con el pensamiento de que solo Dios es y de que solo Él puede decir propiamente «Yo»; como lo señala el Maestro ECKHART, «”Ego”, la palabra “Yo”, no es propia para nadie sino Dios en su mismidad» (Ed. Pfeiffer, p. 261), aunque, ciertamente, «nosotros no tenemos ningún medio de considerar lo que Dios es, sino más bien lo que no es» (Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica I.3.1). En otras palabras, este es un punto de vista que se ha mantenido casi universalmente; y así puede decirse, quizás, que solo para el «hombre de la calle», moderno e inenseñado, la proposición «Sócrates es viejo», implicará que «Sócrates es». Por el contrario, para alguien que ha sido enseñado, será evidente que la proposición niega un ser a «Sócrates»; pues será consciente de que todo lo que ahora es viejo, debe haber sido joven y será más viejo, y de que en nuestra experiencia, exclusivamente de pasado y de futuro, no hay ningún «ahora» en el que podamos detenerle, para decir que él es esto o eso. Este hombre, Sócrates, no puede ser encontrado en ninguna parte. METAFÍSICA: ¿«Sócrates Es Viejo» Implica que «Sócrates Es»?

Además, los dialectos científicos y proletarios modernos tienden a restringir los significados de las palabras a sus poderes meramente denotativos, mientras que las lenguas más expresivas (a las que nosotros llamamos solo más pintorescas) pueden emplear los términos más ordinarios con una significación extraordinaria; por ejemplo, una amplísima parte del lenguaje técnico de la teología se apoya en las artes. De hecho, solo cuando se conserva en un lenguaje el equilibrio polar de lo físico y lo metafísico, la integralidad del hombre, que no vive de «pan sólo», puede comunicar más de una fracción de su experiencia. Nosotros podemos decir todavía que una muchacha «echa el anzuelo» a un hombre y le «pesca», pero esto es para nosotros solo una metáfora más bien cínica. Hemos olvidado que cada técnica tuvo una vez una significación espiritual también; como podemos observarlo si consideramos en este caso las palabras del Maestro ECKHART, «pues el amor es semejante al anzuelo del pescador», y comprendemos que él está usando aquí, no un mero símil, sino el idioma de una tradición que puede reconocerse también en Marsilio Ficino, en los Evangelios («Pescadores de hombres», San Mateo 4:19, San Marcos 1:17, San Lucas 5:10), y en las palabras de Hâfiz: «Semejante al pez en el mar, contémplame nadando, hasta que Él con Su anzuelo haga mi rescate». Esto será mucho más evidente si reflexionamos que «nadar en el mar» tiene también su significación técnica, y que en este lenguaje el «sedal» del pescador representa el «hilo del espíritu» o la cadena en la que todas las cosas están encordadas, y por la que la Deidad solar «tira de» todas las cosas hacia sí mismo, un concepto que puede seguirse en la literatura europea (para no mencionar la babilónica, islámica, india y china) desde Homero hasta Blake. De la misma manera, el cristiano puede hablar del alma como persiguiendo el «rastro» de su presa, Cristo, y al decir esto está empleando el idioma de la caza que Platón usa cuando habla de estar «en las huellas de la verdad» y que subyace en el sánscrito mârga, «Vía» (en el sentido más alto), de la raíz mrg «rastrear». Otra ilustración: nuestras palabras «beam» («viga») (de madera, alemán Baum, «árbol») y «beam» («rayo») (rayo de luz) son etimológicamente idénticas, mientras que en pâli, rukkha, árbol, es un derivado de ruc, brillar, y está relacionado con lux, luz, como lo está lux mismo con lucus, arboleda; y se verá que aquí están las implicaciones que reaparecen en el concepto de un Branstock, Rubus Igneus y Zarza Ardiente. Los estudios lingüísticos se han empleado a menudo para propósitos etnográficos; por ejemplo, de los vocabularios existentes se infiere que, donde crece el abedul, debe haber vivido un pueblo que hablaba un lenguaje proto-indo-ario. Pero a través de una investigación de las iconografías de las palabras nosotros podemos ir mucho más lejos que esto para descubrir su contenido más pleno y, hablando generalmente, su contenido más antiguo; porque estas palabras y frases son una llave no solo para la cultura material sino para la visión o el pensamiento de las gentes que las inventaron. Debemos recordar también que las palabras mismas son solo las imágenes de cosas y de actos, y que son estos últimos los portadores reales de las connotaciones que las palabras comunican; de modo que cuando ya no podemos rastrear, por ejemplo, las palabras «árbol de la vida» en una cultura preliteraria, pero nos encontramos en su arte prehistórico, o en su arte folklórico «superviviente», representaciones visuales, estas son tan enteramente válidas como lo habría sido la palabra escrita, y entonces podemos traducir apropiadamente el símbolo visual a «nuestras propias palabras». Como dice Edmund Pottier, «en el origen toda representación gráfica responde a un pensamiento concreto y preciso: es verdaderamente una escritura», y nosotros no deberíamos olvidar nunca que la historia de la literatura comienza mucho antes que la de las letras. METAFÍSICA: ¿«Sócrates Es Viejo» Implica que «Sócrates Es»?

Ez ist nieman gotes rîche wan der ze grande tôt ist. Maestro ECKHART (ed. Pfeiffer, p.600) METAFÍSICA: EL SIGNIFICADO DE LA MUERTE

«El reino de Dios no es para nadie sino el completamente muerto» (Maestro ECKHART, ed. Evans, I, 419). Así pues, en las mismas palabras del Maestro ECKHART, «el alma debe entregarse a la muerte». ¿Pues qué más significa «odiarnos» y «negarnos» a nosotros mismos? ¿No es cierto que «toda la Escritura clama por la liberación de sí mismo»? METAFÍSICA: EL SIGNIFICADO DE LA MUERTE