encarnación

Subrayaremos solamente dos o tres ejemplos típicos de la incomprensión de los «críticos» universitarios: algunos han llegado a pretender que una poesía que es bella no puede ser simbólica; les parece que una obra de arte no puede ser admirada más que si no significa nada y que la existencia de un sentido profundo ¡destruye el valor artístico! He aquí, expresada lo más claramente posible, esta concepción «profana» que ya hemos señalado últimamente en muchas ocasiones, a propósito del arte en general y de la poesía en particular, como una degeneración muy moderna y contraria al carácter que las artes tanto como las ciencias tenían en su origen y que han tenido siempre en toda civilización tradicional. Notemos a este respecto una fórmula bastante interesante citada por el Sr. Valli: todo el arte medieval, por oposición al arte moderno, «trata de la ENCARNACIÓN de una idea, no de la idealización de una realidad»; diríamos además de una realidad de orden sensible, pues la idea es también una realidad, y de un grado superior; esta ENCARNACIÓN de la idea» en una forma, no es otra cosa que el simbolismo mismo. 1339 ESOTERISMO CRISTIANO EL LENGUAJE SECRETO DE DANTE Y DE LOS «FIELES DE AMOR»

No tenemos la intención de rehacer aquí la historia, muy complicada por otra parte, de la “Sociedad Teosófica”; diremos solamente que, en su primera fase, ella presentaba, bajo una etiqueta oriental, una mezcla confusa de ideas muy modernas y muy occidentales con fragmentos tomados de doctrinas de las proveniencias más diversas; y este conjunto heteróclito era, se dice, la doctrina original de la cual todas las religiones habían surgido. El teosofismo era por entonces bastante violentamente anticristiano; pero, en cierto momento, se produjo un cambio de orientación, al menos aparente, y el resultado de ello fue la elaboración de un “Cristianismo esotérico” de la más extraordinaria fantasía. No se detuvo ahí todo: en poco tiempo, se anunció la venida inminente de un nuevo Mesías, de otra ENCARNACIÓN de Cristo o, como dicen los teosofistas, del “Instructor del Mundo”; pero, para hacer comprender cómo se prepara esta venida, es necesario dar algunas explicaciones sobre la concepción muy particular que se tiene de Cristo en el medio de que se trata. 2191 EMS XVIII: UNA FALSIFICACIÓN DEL CATOLICISMO

«Letras de Humanidad» (t. IV, 1945) contiene un largo estudio sobre «El Dios Janus y los orígenes de Roma», por M. Pierre Grimal, donde se encuentran, bajo el punto de vista histórico, numerosas reseñas interesantes y poco conocidas, pero del cual no se desprende desafortunadamente ninguna conclusión realmente importante. El autor tiene enorme razón, cierto, al criticar «a los historiadores de las religiones» que quieren reducirlo todo a unas ideas tan «simples y groseras» como la de las «fuerzas de la naturaleza» o la de las «funciones sociales»; pero, ¿son sus propias explicaciones, con ser de un carácter más sutil, mucho más satisfactorias en el fondo? Sea como fuere de lo que es menester pensar de la existencia más o menos hipotética de un término arcaico ianus designando la «acción de ir» y teniendo por consecuencia el sentido de «pasaje» o de «paso», no vemos lo que permite sostener que no había en el origen ningún parentesco entre este término y el nombre del Dios Janus, pues una simple diferencia de declinación no impide seguramente en nada la comunidad de raíz; no hay ahí, a decir verdad, más que sutilezas filológicas sin alcance serio. Incluso si se admite que, primitivamente, el nombre de Janus no haya sido latín (puesto que, para M. Grimal, Janus habría sido primeramente un «dios extranjero»), ¿por qué la raíz i , «ir», que es común al latín y al sánscrito, no se iba a haber encontrado también en otras lenguas? Se podría todavía hacer otra hipótesis bastante verosímil: ¿Por qué los romanos, cuando adoptaron este dios, no iban a haber traducido su nombre, cualquiera que haya podido ser, por un equivalente en su propia lengua, como cambiaron más tarde los nombres de los dioses griegos para asimilarles a los suyos? En suma, la tesis de M. Grimal es que el antiguo Janus de ningún modo habría sido un «dios de las puertas», y que este carácter no le habría sido sobreagregado más que «tardíamente», a consecuencia de una confusión entre dos palabras diferentes, aunque de forma completamente semejante; pero todo eso no nos parece de ningún modo convincente, ya que la suposición de una coincidencia así dicha «fortuita» jamás explica nada. Es por lo demás muy evidente que el sentido profundo del simbolismo del «dios de las dos puertas» se le escapa; ¿ha visto siquiera su relación estrecha con la función de Janus en lo que concierne al ciclo anual, lo que le vincula empero bastante directamente al hecho de que este mismo Janus haya sido, como él lo dice, un «dios del Cielo», y también en tanto que Dios de la iniciación? Este último, por lo demás, ha pasado enteramente bajo silencio; sin embargo, en efecto se dice que «Janus fue un iniciador, el dios mismo de los iniciadores», pero este término no está tomado ahí más que en una acepción desviada y del todo profana, que en realidad no tiene absolutamente nada que ver con la iniciación… Hay precisiones curiosas sobre la existencia de un dios bifrons en otras partes que en Roma, y concretamente en la cuenca oriental del Mediterráneo, pero es muy exagerado querer concluir de ello que «Janus» no es en Roma más que la ENCARNACIÓN de Ouranos sirio»; como nos lo hemos dicho frecuentemente, las similitudes entre diferentes Tradiciones están bien lejos de implicar necesariamente «plagios» de la una a la otra, pero, ¿se podrá jamás hacerlo comprender a los que creen que el solo «método histórico» es aplicable a todo? 2620 FTCC RESEÑAS: LETRAS DE HUMANIDAD, tomo IV

«Cuando el gran escalón de consciencia, cumbre de la serie de las manifestaciones materiales, es alcanzada, jamás el alma retornará a la matriz de la materia, no sufrirá la ENCARNACIÓN material, en adelante, sus renacimientos son en el reino del espíritu. Los que sostienen la doctrina extrañamente ilógica de la multiplicidad de los nacimientos humanos, no han sin duda desarrollado en ellos mismos el estado lúcido de Consciencia espiritual; si no, la teoría de la reENCARNACIÓN, afirmada y sostenida hoy por un gran número de hombres y de mujeres versados en la “sabiduría mundana”, no tendría el menor crédito. Una educación exterior carece relativamente de valor como medio de obtener el Conocimiento verdadero.» 5173 MISCELÁNEA LA GNOSIS Y LAS ESCUELAS ESPIRITUALISTAS

Diremos otro tanto de su concepción de Cristo, es decir, de un Mesías único, que sería una “ENCARNACIÓN” de la Divinidad; reconocemos, al contrario, una pluralidad (e incluso una indefinidad) de manifestaciones divinas, pero que no son de ninguna manera “encarnaciones”, pues importa ante todo mantener la pureza del Monoteísmo, que no podría concordar con semejante teoría. 5197 MISCELÁNEA LA GNOSIS Y LAS ESCUELAS ESPIRITUALISTAS