“El que ha hecho el peregrinaje de su propio “Sí mismo”, un peregrinaje en el que no hay nada que concierna a la situación, al lugar o al tiempo (ni a ninguna circunstancia o condición particular) (NA: “Toda distinción de lugar o de tiempo es ilusoria; la concepción de todos los posibles (comprendidos sintéticamente en la Posibilidad Universal, absoluta y total) se hace sin movimiento y fuera del tiempo” (Lie-tseu, cap. III; traducción del P. Wieger, p. 107).), que está por todas partes (NA: De la misma manera, en las tradiciones esotéricas occidentales, se dice que los verdaderos Rosa Cruz se reúnen “en el Templo del Espíritu Santo, que está por todas partes”. — Entiéndase bien que los Rosa Cruz de que se trata no tienen nada de común con las múltiples organizaciones modernas que han tomado el mismo nombre; se dice que, poco después de la GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS, los Rosa Cruz abandonaron Europa y se retiraron a Asia, lo que, por lo demás, puede interpretarse simbólicamente más bien que literalmente.) (y siempre, en la inmutabilidad del “eterno presente”), en el que no se sienten ni el calor ni el frío (ni ninguna otra impresión sensible o incluso mental), que procura una felicidad permanente y una liberación definitiva de toda perturbación (o de toda modificación); ése es sin acción, conoce todas las cosas (en Brahma), y obtiene la Eterna Beatitud”. 385 HDV XXIV