Una desviación o HEREJÍA solo es posible cuando la enseñanza esencial ha sido incomprendida o pervertida en algún respecto. Decir, por ejemplo, que «yo soy un panteísta» es simplemente confesar que «yo no soy un metafísico», de la misma manera que decir que «dos y dos son cinco» sería confesar que «yo no soy un matemático». Dentro de la tradición misma no puede haber teorías o dogmas contradictorios o mutuamente exclusivos. Por ejemplo, lo que se llama los «seis sistemas de la filosofía india» (una frase en la cual solamente las palabras «seis» e «india» están justificadas) no son teorías mutuamente contradictorias y exclusivas. Los supuestos «sistemas» no son más o menos ortodoxos que las matemáticas, la química y la botánica, las cuales, aunque disciplinas científicas más o menos separadas entre sí, no son nada más que ramas de una «ciencia» única. La India hace uso del término «ramas» para denotar lo que el indologista malinterpreta como «sectas». Se debe precisamente a que no hay «sectas» dentro del campo de la ortodoxia brahmánica por lo que una intolerancia en el sentido europeo ha sido virtualmente desconocida en la historia india – y por la misma razón, es igualmente fácil para mí pensar en los términos de la filosofía hermética y en los términos del Vedânta. Debe de haber «ramas» debido a que nada puede ser conocido excepto en el modo del conocedor; por más sólidamente que entendamos que todos los caminos conducen al único Sol, es igualmente evidente que cada hombre debe elegir ese camino que comienza en el punto en el cual se encuentra en el momento de partir. Por las mismas razones, el hinduismo no ha sido nunca una fe misionera. Puede ser verdadero que la tradición metafísica se ha conservado mejor y más completamente en la India que en Europa. Si es así, ello sólo significa que el cristiano puede aprender del Vedânta cómo comprender mejor su propia «vía». 37 AKCMeta El Vedânta y La Tradición Occidental
Por otra parte, aunque solo puede haber una metafísica, debe haber no solo una variedad de religiones, sino una jerarquía de religiones, en las cuales la verdad está más o menos adecuadamente expresada, acordemente a las capacidades intelectuales de aquellos que las profesan. No quiero significar que yo niegue que puede haber doctrinas heterodoxas, propias a ser condenadas como HEREJÍAs, sino solamente que todas y cada una de las creencias es una HEREJÍA si ella es considerada como la verdad, y no meramente como un indicador de la verdad. El Panteísmo, por ejemplo, es igualmente una HEREJÍA desde los puntos de vista cristiano, islámico e hindú; una confusión de las cosas como ellas son en sí mismas con las cosas como ellas son en Dios, de la esencia del participante con la Esencia participada, es un error egregio, y sin embargo no es un error tan grande como asumir que el ser de las cosas como ellas son en sí mismas es enteramente su propio ser. La distinción entre esencia y naturaleza de la doctrina del Sâmkhya es verdadera desde un cierto punto de vista, y sin embargo es falsa cuando se considera desde el punto de vista de una síntesis más alta, como en el Vedânta, y similarmente en el cristianismo, donde desde un punto de vista esencia y naturaleza son el universo aparte, y sin embargo en la simplicidad de la Causa Primera son una única substancia indivisa. 211 AKCMeta Shrî Ramakrishna Y La Tolerancia Religiosa
Se verá que la negación última de toda responsabilidad es una posición puramente metafísica y contemplativa: no puede tener ningún significado aplicable para quienquiera que es todavía «alguien», que es todavía «activo» o, en otras palabras, que está todavía «vivo». Argumentar que «yo», Fulano, no soy un agente responsable sería una ridícula confusión de pensamiento: solo el yo que no es un Fulano está libre del fardo de la responsabilidad, solo el nacido de Dios, y en el espíritu, no puede pecar. Pretender que esto puede aplicarse a «mí» (Fulano), es interpretar la doctrina de la filiación y de la theosis en el sentido satánico del paranoico. Sin embargo, ha habido algunos eruditos modernos que han pretendido ver en el «Eso eres tú» de las Upanishads justamente una deificación tal como esta; y, por consiguiente, se han «escandalizado»: y ha habido algunos otros, los Amaurianos, por ejemplo, que fueron acusados de mantener que «como todo acto humano es el acto de Dios, no hay ninguna distinción entre el bien y el mal, y de aquí que la Naturaleza no debe ser rechazada en nada». Aquí solo estamos interesados en este último tipo de heréticos, aquellos cuya HEREJÍA o «falso punto de vista» (micchâ ditthi) se llama en el budismo pâli akiriyavâda, es decir, la proposición de que, puesto que las obras se hacen sin un hacedor, no importa lo que «yo» hago, ya sea ello bueno o malo (Dîgha Nikâya I.53): en contra de esta posición, el Buddha se proclama a sí mismo un kiríyavâdî, y un akiriyavâdî porque enseña tanto lo que debe-hacerse como lo que no-debe-hacerse (Vinaya-Pítaka I.233 sig. y Anguttara Nikâya I.62); pero se proclama un kiríyavâdî sólo en el sentido de «él que enseña que hay un debe-hacerse» en oposición al akiriyavâdî, cuya enseñanza es que no hay ningún «debe-hacerse» (Dîgha Nikâya I.115); estas distinciones dependen de una división de la palabra, a saber, akiriya-vâdî (que enseña un no-debe-hacerse) y a-kiriya-vâdî (que no enseña un debe-hacerse). 1225 AKCMeta ALGUNAS PALABRAS PÂLI
ahamkâra. Udâna 70, «Aquellos que prestan oído a la noción “Yo soy el hacedor” (ahamkâra), o que están cautivos de la noción “Otro es el hacedor” (paramkâra), no comprenden este asunto, ellos no han visto el sentido»; en Anguttara Nikâya III.337, attakâra reemplaza a ahamkâra y significa la noción de que «un sí mismo, o uno mismo, es el hacedor»; en Samyutta Nikâya II.252 y en pasajes paralelos, se trata de comprender que «no hay ningún “yo” que hace, ningún “mí mismo” que sea el hacedor, ningún “yo soy” latente (ahamkâra-mamamkâra- (asmi-)mânânusayâ na honti)», ya sea subjetivo o ya sea objetivo. El sentido aclara que ahamkâra es en realidad un compuesto Karmadhâraya, y no literalmente el «ego-factor» o «yo-hacedor», sino la noción de que «Yo soy el hacedor». No puede haber tampoco mucha duda de que lo mismo se aplica en los contextos brahmánicos en los que, como en muchas otras tradiciones, se rechaza la noción de que «Yo soy el hacedor» (kartâ’ham ití, Bhagavad Gîtâ III.27, donde se debe a que piensa así, por lo que el sí mismo del hombre es «engañado por ahamkâra»), cf. Bhagavad Gîtâ V.8, Jaiminîya Upanishad Brâhmana I.5.2, etc. Puede observarse que una verificación de «no ser el hacedor» solo puede hacerla el que ha alcanzado la «estación de no ser alguien» (âkimcaññâyatanam). Este «yo no soy el hacedor» es una posición metafísica, no una posición moral, y no debe confundirse con la HEREJÍA akiriyavâda, la del hombre que en Udâna 45 «aunque actúa dice que “no es yo quien soy el agente” (yo c’âpi katvâ na koromî’ti c’âha)», y como en Dîgha Nikâya I.53, donde, por consiguiente, es una cuestión de indiferencia si uno hace el bien o el mal: mientras «yo soy quien yo soy», «este hombre», yo no puedo deponer el fardo de mi responsabilidad tan fácilmente; es solo al final del camino, en el fin del mundo, y como uno «nacido de Dios», y no ya como «mí mismo», como yo «no estoy bajo la ley» (Gálatas 5:18). 1267 AKCMeta ALGUNAS PALABRAS PÂLI
itthattâ. La expresión nâparam itthattâya, que concluye constantemente la serie khîna jâti, vusitam brahmacariyam, katam karanîyam, descriptiva del Arahat, se traduce usualmente por «después de este mundo presente no hay ningún más allá» o por «no hay ningún después para él». Estas versiones no transmiten el significado y, por el contrario, afirman lo que es precisamente la HEREJÍA natthika, que consiste en la negación de un más allá (ver natthika). El significado es que «en adelante para él no hay ya ningún tal ni ninguna talidad»: no es que no haya «ningún más allá», sino que, en adelante, es impropio (akallam) hacer ninguna afirmación o negación sobre el estado del Arahat, ni puede decirse tampoco que no ve o no conoce (Dîgha Nikâya II.68); su modo es sin-modo, y nosotros no podemos decir lo que él es, debido a que él no es ningún qué. Mucho mejor es la traducción de nâparam itthattâya en Majjhima Nikâya I.184 por «ya no hay más de lo que yo he sido»; esto, lo cual es verdadero para toda muerte y renacimiento, es preeminentemente verdadero para el completamente muerto, parinibbuto. 1283 AKCMeta ALGUNAS PALABRAS PÂLI
natthika. Literalmente un «There-is-not-ist» (un «no-hay-ista»), o un poco más libremente, «positivista»; el término se usa, igualmente en sánscrito y pâli, para significar aproximadamente lo que se entiende por nuestro «escéptico», «materialista», «pragmático» o «ateo». El hombre que mantiene que «no hay ningún otro mundo» (natthi paro loko) a pesar del hecho de que «hay ciertamente otro mundo» (santam yeva, kho pana param lokam) y en contra de los «Arhats versados en el otro mundo» (paraloka-viduno) es «un malvividor, un hombre de visión falsa (herético), un negador» (dussîlo… micchâ-ditthi natthikavâdo, Majjhima Nikâya I.403, cf. Anguttara Nikâya II.31 y Samyutta Nikâya III.73). Natthika, en Samyutta Nikâya I.96, no significa «vacío de mano» o «uno que niega la limosna»(!) sino un «negador» como arriba: no podemos comprender el comentario del traductor «nosotros no encontramos ningún paralelo a este término». En Samyutta Nikâya II.17 natthitâ, «no-ismo», y atthitâ, «es-ismo», son los dos puntos de vista extremos, de negación y afirmación, que se mantienen popularmente con respecto a lo que puede llamarse la cuestión de la realidad o persistente identidad del mundo o del individuo; en conexión con lo cual se debate, además, si es el mismo individuo el que, en esta vida o en otra, actúa y recoge a la vez la recompensa de los actos, o si uno es el que actúa y otro el que recoge. El Buddha enseña una Vía Media, de «Originación Causal» (paticcasamuppâda), según la cual las «cosas» han de considerarse sin nada «en sí mismas», y solo como fenómenos (rupa) que han surgido de tal y tal manera (yathâ-bhutam, «como-devienen»), a saber, en una secuencia causal ordenada. La clave de esta doctrina (afirmada también muy claramente en Majjhima Nikâya I.421) ha sido admirablemente resumida por el traductor en Kindred Sayings (= Samyutta Nikâya) II.22, nota: «El sujeto de la experiencia resultante es, él mismo, el resultado de la experiencia causal; a la vez tan idéntico y tan poco idéntico como es, digamos, el árbol y el brote» (o el niño y el hombre). Para nosotros hoy día, que tenemos un punto de vista animista y unos intereses psíquicos en vez de espirituales, y que, por consiguiente, consideramos que hay una identidad senciente que persiste durante toda la vida, o incluso después de la muerte, esto sería una solución «es-ista». Pero para el budista (como para Platón, Banquete 207DE; cf. Plutarco, Moralia 392) esto no es consistente: la persistencia de una identidad, incluso de un día para otro, no es un «hecho», sino meramente una «verdad convencional»; el hecho es que, como en la parábola del mono de Samyutta Nikâya II.95, «voluntad, mente y conocimiento (cittam, mano, viññânam», es decir, toda la personalidad mental), esto, cada día y cada noche, surge (uppajati) como una cosa y se destruye (nirujjhatí) como otra»; y como en la parábola del carro, Samyutta Nikâya I.135, donde se dice que el nombre de «esencia» (satta) se da solo convencionalmente (sammuccâ) a lo que no es realmente una substancia simple, sino un agregado. De la misma manera, a la muerte, «el alma-y-cuerpo que fue en un devenir previo, se destruye sin residuo, y otro se adelanta» (purimabhave nâma-rûpam asesam niruddham, aññam uppannam, Visuddhi Magga 413)», y es una HEREJÍA mantener que «esta consciencia (idam viññânam) concurre y migra (samdhâvati samsarati) sin pérdida de identidad (anaññam, Majjhima Nikâya I.256)»; y, sin embargo, no puede decirse que la muerte es una liberación automática del mal y de las obras (Milinda Pañho 72) debido a que «los seres (sattâ) son los herederos de los actos (kamma-dâyâdâ)». Nunca debe perderse de vista que la doctrina tradicional no hace ninguna distinción en principio entre nuestras muertes y nacimientos diarios y la muerte y el nacimiento «cuando llega la hora»: esto, junto con una comprensión de lo que se entiende por los dos sí mismos (en el budismo, el gran sí mismo o el sí mismo limpio, y el pequeño sí mismo o el sí mismo sucio) es esencial para una comprensión de toda la escritura india. En cuanto a la supervivencia de la personalidad, ya sea de un día para otro o ya sea de una vida a otra, el Buddha enseña una Vía Media de comprensión – la de la continuidad sin identidad. 1373 AKCMeta ALGUNAS PALABRAS PÂLI
Estos resúmenes de la psicología Platónica y Neoplatónica introducen el problema del Fatum y el Libre Albedrío, fundamental en el presente contexto, en el que estamos considerando una ciencia dispositiva a la Liberación en el sentido más completo y total de la palabra. Difícilmente hay una doctrina de la Philosophia Perennis que haya sido más incomprendida, y, por consiguiente, más aborrecida, que la del Fatum; aborrecida, debido a que se ha supuesto que el Fatum (implicado en la noción de Providencia), es, por así decir, un decreto arbitrario impuesto sobre nosotros por una deidad excesivísimamente personal – a la que también hoy día se hace referencia con el nuevo nombre de «determinación económica». La doctrina ortodoxa tradicional es un reconocimiento de la cadena causal por la que todos los acontecimientos están ligados en una sucesión fenoménica, pero un reconocimiento de su operación intrínseca y no extrínseca. Puede afirmarse, en las palabras de Santo Tomás de Aquino, que «El Fatum está en las causas creadas (es decir, mediatas) mismas» (Summa Theologica I.116.2), o en las de Rumî, que «El esfuerzo no es una lucha contra el Destino, puesto que el Destino mismo ha puesto este esfuerzo en nosotros» (Mathnawî I.976); «Fingirse desvalido es dormir entre salteadores» (Mathnawî I.943); «Tú tienes pies; ¿por qué, entonces, te finges cojo?» (Mathnawî I.930). Similarmente, en el budismo, donde se insiste en la operación infalible de las causas al menos tan vigorosamente como en Santo Tomás (siendo la «no-causación» (ahetuvâda) una HEREJÍA), se enseña, no menos enérgicamente, que hay un «debe hacerse» (kiriya) y que aducir una necesidad causal no absuelve a un hombre de la responsabilidad de hacer una elección entre el debe hacerse y el no debe hacerse; y el hecho de que pueda hacerse una tal elección es una predicación del Libre Albedrío. La doctrina tradicional es una doctrina del Fatum y el Libre Albedrío, y así debe ser, debido justamente a que hay «dos en nosotros», uno fatalmente determinado y el otro libre. De estos dos, haber devenido lo que nosotros somos es haber subido por encima de nuestro fatum. La cadena del fatum nunca puede romperse, pero nosotros podemos salir de ella para devenir su espectador y no ya su víctima. 1631 AKCMeta Sobre la Psicología Tradicional e India, o más bien Neumatología