“Lo que fue, lo que es y lo que será, todo es verdaderamente Omkâra (el Universo principialmente identificado a Brahma, y, como tal, simbolizado por el monosílabo sagrado Om); y toda otra cosa, que no está sometida al triple tiempo (trikâla, es decir, la condición temporal considerada bajo sus tres modalidades de pasado, de presente y de futuro), es también verdaderamente Omkâra. Ciertamente, este Âtmâ (de quien todas las cosas no son más que la manifestación), es Brahma, y este Âtmâ (en relación a los diversos estados del ser) tiene cuatro condiciones (pâdas, palabra que significa literalmente “pies”); en verdad todo esto es Brahma” (MÂNDÛKYA Upanishad, shrutis 1 y 2.). 167 HDV X
“La primera condición es Vaishwânara, cuya sede (Es evidente que aquí esta expresión y todas las que le son similares, como morada, residencia, etc., deben entenderse siempre simbólicamente y no literalmente, es decir, como designando, no un lugar cualquiera, sino más bien una modalidad de existencia. El uso del simbolismo espacial está por lo demás extremadamente extendido, lo que se explica por la naturaleza misma de las condiciones a las que está sometida la individualidad corporal, en relación a la cual debe efectuarse, en la medida de lo posible, la traducción de las verdades que conciernen a los demás estados del ser. — El término sthâna tiene por equivalente exacto la palabra “estado”, status, ya que la raíz sthâ se encuentra con las mismas significaciones que en el sánscrito, en el latín stare y sus derivados.) está en el estado de vigilia (jâgarita-sthâna), que tiene el conocimiento de los objetos externos (sensibles), que tiene siete miembros y diecinueve bocas, y cuyo dominio es el mundo de la manifestación grosera” (MÂNDÛKYA Upanishad, shruti 3.). 191 HDV XII
“Éste (Prâjna) es el Señor (Îshwara) de todo (sarva, palabra que implica aquí, en su extensión universal, el conjunto de los “tres mundos”, es decir, de todos los estados de manifestación comprendidos sintéticamente en su principio); Él es omnisciente (ya que todo está presente a Él en el Conocimiento integral, y Él conoce directamente todos los efectos en la causa principial total, la cual no es de ninguna manera distinta de Él) (Los efectos están “eminentemente” en la causa, como dicen los filósofos escolásticos, y son así constitutivos de su naturaleza misma, puesto que nada puede estar en los efectos que no esté primero en la causa; así la causa primera, al conocerse a sí misma, conoce por eso todos los efectos, es decir, todas las cosas, de una manera absolutamente inmediata y “no distintiva”.); Él es el ordenador interno (antar-yâmî, que, residiendo en el centro mismo del ser, rige y controla todas las facultades que corresponden a sus diversos estados, aunque Él mismo permanece “no-actuante” en la plenitud de Su actividad principial) (NA: Este “ordenador interno” es idéntico al “Rector Universal” de que se trata en un texto taoísta que hemos citado en una nota precedente. — La tradición extremo oriental dice también que “la Actividad del Cielo es no actuante”; en su terminología, el Cielo (Tien) corresponde a Purusha (considerado en los diversos grados que se han indicado precedentemente), y la Tierra (Ti) a Prakriti; así pues, no se trata de lo que estamos obligados a traducir por las mismas palabras en la enumeración de los términos del Tribhuvana hindú.); Él es la fuente (yoni, matriz o raíz primordial, al mismo tiempo que principio o causa primera) de todo (lo que existe bajo cualquier modo que sea); Él es el origen (prabhava, por Su expansión en la multitud indefinida de Sus posibilidades) y el fin (apyaya, por Su repliegue en la unidad de Sí mismo) (Esto es aplicable, en el orden cósmico, a las dos fases de “expiración” y de “aspiración” que se pueden considerar en cada ciclo particular; pero aquí se trata de la totalidad de los ciclos o de los estados que constituyen la manifestación universal.) de la universalidad de los seres (siendo Sí mismo el Ser Universal)” (MÂNDÛKYA Upanishad, shruti 6.). 226 HDV XIV
“Los Sabios piensan que el Cuarto (Chaturtha) (NA: Las dos palabras Chaturtha y Turiya tienen el mismo sentido y se aplican idénticamente al mismo estado: Yad vai Chaturtham tat Turîyam, “ciertamente eso que es Chaturtha, eso es Turîya” (Brihad-Âranyaka Upanishad , 5º Adhyâya, 14º Brâhmana, shruti 3).), que no es conocedor ni de los objetos internos ni de los objetos externos (de una manera distintiva y analítica), ni a la vez de los unos y de los otros (considerados sintéticamente y en principio), y que no es (siquiera) un conjunto sintético de Conocimiento integral, puesto que no es ni conocedor ni no conocedor, es invisible (adristha, e igualmente no perceptible por ninguna facultad cualquiera que sea), no actuante (avyavahârya, en Su inmutable identidad), incomprehensible (agrâhya, puesto que comprende todo), indefinible (alakshana, puesto que es sin ningún límite), impensable (achintya, puesto que no puede ser revestido de ninguna forma), indescriptible (avyapadêshya, puesto que no puede ser calificado por ninguna atribución o determinación particular), la única esencia fundamental (pratyaya-sâra) del “Sí mismo” (Âtmâ, presente en todos los estados), sin ningún rastro de desarrollo de la manifestación (prapancha-upashama, y por consiguiente absoluta y totalmente libre de las condiciones especiales de cualquier modo de existencia que sea), plenitud de la Paz y de la Beatitud, sin dualidad: Él es Âtmâ (Él mismo, fuera e independientemente de toda condición), (así) debe ser conocido” (MÂNDÛKYA Upanishad, shruti 7.). 236 HDV XV
La continuación de la MÂNDÛKYA Upanishad se refiere a la correspondencia del monosílabo sagrado Om y de sus elementos (mâtrâs) con Âtmâ y sus condiciones (pâdas); indica, por una parte, las razones simbólicas de esta correspondencia, y, por otra parte, los efectos de la meditación, que se apoyan a la vez sobre el simbolismo y sobre lo que representa, es decir, sobre Om y sobre Âtmâ, puesto que el primero desempeña el papel de “soporte” para obtener el conocimiento del segundo. Vamos ahora a dar la traducción de esta última parte del texto; pero no nos será posible acompañarla de un comentario completo, que nos alejaría demasiado del tema del presente estudio. 249 HDV XVI
“El Cuarto es “no-caracterizado” (amâtra, y por consiguiente incondicionado); es no actuante (avyavahârya), sin ningún rastro del desarrollo de la manifestación (prapancha-upashama), todo Beatitud y sin dualidad (Shiva Adwaita): Eso es Omkâra (el monosílabo sagrado considerado independientemente de sus mâtras), eso ciertamente es Âtmâ (en Sí mismo, fuera e independientemente de toda condición o determinación cualquiera, comprendida la determinación principal que es el Ser mismo). El que conoce esto entra en verdad en su propio “Sí mismo” por medio de este mismo “Sí mismo” (sin ningún intermediario de cualquier orden que sea, sin el uso de ningún instrumento tal como una facultad de conocimiento, que no puede alcanzar más que un estado del “Sí mismo”, y no a Paramâtmâ, el “Sí mismo” supremo y absoluto)” (MÂNDÛKYA Upanishad, shrutis 8 a 12. — Sobre la meditación de Om y sus efectos en órdenes diversos, en relación con los tres mundos, pueden encontrarse otras indicaciones en la Prashna Upanishad, 5º Prashna, shrutis 1 a 7. Cf. también, Chhândogya Upanishad, 1er Prapâthaka, 1er, 4º y 5º Khandas.). 254 HDV XVI
Por otra parte, encontramos también en la tradición extremo oriental una teoría que equivale exactamente a la que acabamos de exponer: esta teoría es la de las “cuatro Fortunas”, las dos primeras de las cuales son la “Longevidad”, que, ya lo hemos dicho, no es otra cosa que la perpetuidad de la existencia individual, y la “Posteridad”, que consiste en los prolongamientos indefinidos del individuo a través de todas sus modalidades. Estas dos “Fortunas” no conciernen pues más que a la extensión de la individualidad, y se resumen en la restauración del “estado primordial”, que implica su plena consecución; las dos siguientes, que se refieren al contrario a los estados superiores y extraindividuales del ser (Por eso es por lo que, mientras que las dos primeras “Fortunas” pertenecen al dominio del confucionismo, las otras dos dependen del dominio del taoísmo.), son el “Gran Saber” y la “Perfecta Soledad”, es decir, pânditya y mauna. Finalmente, estas “cuatros Fortunas” obtienen su plenitud en la “quinta”, que las contiene todas en principio y que las une sintéticamente en su esencia única e indivisible; esta “quinta Fortuna” no se nombra (como tampoco se nombra el “cuarto estado” de la MÂNDÛKYA Upanishad), puesto que es inexpresable y no puede ser el objeto de ningún conocimiento distintivo; pero es fácil comprender que aquello de lo que se trata aquí no es otra cosa que la Unión misma o la “Identidad Suprema”, obtenida en y por la realización completa y total de lo que otras tradiciones llaman el “Hombre Universal”, ya que el Yogî, en el verdadero sentido de esta palabra, o el “hombre transcendente” (cheun-jen) del taoísmo, es también idéntico al “Hombre Universal” (Esta identidad se afirma igualmente en las teorías del esoterismo islámico sobre la “manifestación del Profeta”.). 354 HDV XXIII