Natureza Perfeita

HUMANONATUREZA PERFEITA

VIDE: Homem de Luz, mestre-discípulo, Sol, Anjo

Henry Corbin: Corbin Homem Luz

Entre estos textos, el más importante de los actualmente conocidos es la obra atribuida a Majrîtî: Ghâyat alâ ‘Makîm (Objetivo del sabio), redactado sin duda en el siglo XI, pero cuyos materiales son mucho más antiguos puesto que nos dan a conocer en detalle la religión y el ritual de los sabeos de Harrán. Aquí la Naturaleza Perfecta es descrita como «el Ángel del filósofo», iniciadora y preceptora del filósofo, y finalmente como el objeto y el secreto de toda la filosofía, la figura rectora de la religión personal del sabio. En cada ocasión, la descripción pone de relieve el rasgo fundamental: la Naturaleza Perfecta no puede manifestarse «en persona» más que a aquel cuya naturaleza es perfecta, es decir, al hombre de luz; su relación es ese unus-ambo donde cada uno de los dos asume simultáneamente la posición de yo y tú, imagen y espejo: mi imagen ME mira por mi propia mirada y yo le miro por su propia mirada.

«Lo primero que tienes que hacer por ti mismo es meditar atentamente tu entidad espiritual (rûhânîyato-ka, “tu ángel”) que te gobierna y que está asociada a tu astro, a saber, tu Naturaleza Perfecta, la que el sabio Hermes menciona en su libro diciendo: “Cuando el microcosmo que es el hombre llega a ser perfecto en naturaleza, su alma es entonces homóloga al sol fijo en el cielo que con sus rayos ilumina todos los horizontes. De forma similar se alza en el alma la Naturaleza Perfecta; sus rayos bañan y penetran las facultades de los órganos sutiles de la sabiduría; los atraen, los hacen levantarse en el alma, del mismo modo que los rayos del sol atraen las energías del mundo terrenal y las hacen subir a la atmósfera”.» Se sugiere, pues, que la relación entre la Naturaleza Perfecta y su alma es idéntica a la que establece el salmo compuesto por Sohravardî a su propia Naturaleza Perfecta, en el que el alumbrador es el alumbrado, y simultáneamente el alumbrado es el alumbrador. «El sabio Sócrates ha declarado: se llama Naturaleza Perfecta al sol del filósofo, a la vez raíz original de su ser y rama surgida de él. Se preguntó a Hermes: “¿Cómo se llega a conocer la sabiduría? ¿Cómo se la hace descender hasta aquí?”. “Por la Naturaleza Perfecta”, respondió. “¿Cuál es la raíz de la sabiduría?” “La Naturaleza Perfecta” “¿Cuál es la clave de la sabiduría?” “La Naturaleza Perfecta” “¿Qué es, pues, la Naturaleza Perfecta?”, se le preguntó. “Es la entidad celestial, el Ángel del filósofo, aquel que está unido a su astro, aquel que lo gobierna, le abre los cerrojos de la sabiduría, le enseña lo que es difícil, le revela lo que es justo, tanto durante el sueño como durante el estado de vigilia”. » «Sol del filósofo», dice Hermes; en Najm Kobrâ, el homólogo de la Naturaleza Perfecta, el «testigo en el cielo», el maestro personal suprasensible, se define como «sol del misterio», «sol del corazón», etc.; y un relato extático de Sohravardi nos mostrará cuándo y cómo se levanta ese sol que no es ni del oriente ni del occidente terrestres. Hasta tal punto la Naturaleza Perfecta es el secreto supremo que nuestro texto nos dice también que es el único aspecto de la teosofía mística que los sabios no revelaron jamás sino a sus discípulos, y que no permitieron que circulara sino entre ellos, ya fuese oralmente o por escrito.